38 ↬ Cuerda
Cuando Jungkook cruza el umbral de la puerta de la habitación de Jimin, todo pasa muy rápido.
El menor se abalanza sobre éste y el mismo se acomoda sobre el colchón para recibirlo, abriendo sus piernas y dejando que se cuele entre ellas para comenzar un fogoso y desaliñado beso.
Se besan con dientes, lenguas y saliva. Con desorden, rabia y deseo. Pero eso ahora no importa, cuando la principal función de ambos es saciar la sed que tienen del otro.
Del mismo modo, Jimin los hace voltear para quedar sobre Jungkook, sentado en su regazo a horcajadas y sin una prenda de por medio, al contrario del menor. La acción previa de éste ayuda a la eficacia de soltarse prenda por prenda, esperando a Jeon y jugando con su cuerpo mientras tanto. Preparándose para lo que viene en un futuro cercano.
Solo por esta vez se lo perdonaría.
Jimin quiere joder a Jungkook, maldita sea, tienes muchas ganas de eso, pero aún así va a lograr contenerse por ahora, no quisiera darle una primera vez rápida y ocasionada por un calentón entre chats. Sostiene su orgullo con la cabeza bien alta y se dice que pronto, tal vez en ese mismo viaje que ellos tienen planeado juntos, le va a hacer el amor a Jungkook para que no se olvide de lo bonito que es hacerle saber a alguien que le quiere. Por otra parte, tampoco es que le disguste mucho que Jungkook le joda a él, admite de antemano que el rubio sabe moverse bien y tiene buen aguante, eso le vuelve loco y le hace crear estúpidas ideas de ser todo el tiempo el que esté abajo.
Aunque en este mismo momento se encuentre encima, sobre su palpitante erección atrapada en la prenda de dormir y moviendo sus caderas en vaivenes lentos sobre ella que hace enloquecer a Jeon.
— Desnúdate. —Ordena con voz autoritaria, Jungkook no puede negarse ante ese recibimiento.
Sin molestar demasiado a Park, logra zafarse de sus pantalones y ropa interior, la camiseta ya estaba más que olvidada en cualquier punto de su habitación.
Acerca de nuevo el cuerpo del, ahora, rubio-grisáceo hacia el suyo y funden sus labios de nuevo en un beso igual de angustiante que el anterior. No pierde tiempo ni detalle en llevar su mano y explorar con sus dedos la espalda baja del nombrado, redondeando su entrada y fijando la poca estrechez en ella. Gruñe.
— Vaya, Park. —Le somete—. Pensaba que estabas jugando de otra forma sin mí. —Su mano viaja al miembro ajeno y lo tortura pasando el dorso de su mano por todo su tronco, provocándole un sucio gemido al poseedor—. Y ya veo que tan solo te preparabas para recibirme. Dime, ¿debería castigarte por ello?
— ¿D-debería castigarte yo? —Jadea, incapaz de contenerse por los movimientos de Jeon sobre su miembro, siendo constantes y placenteros—. Me mandas fotos de la nada, sabiendo que soy débil a tu cuerpo, y vienes con ganas de torturarme a mí. No, Jeon, estás completamente equivocado.
Jungkook boquea cuando Jimin se estira hasta la mesita de noche y alcanza un condón y algo más. Arquea su ceja al descubrir un par de cuerdas parecidas al cuero.
— ¿Qué demonios es eso y por qué lo tienes en tu habitación?
— Cállate y no hables de esa manera, rebelde. —Le reprende, tomando una cuerda y subiéndola a la altura de sus ojos—. No sé exactamente de cuando es, pero recuerdo que fue parte de una vestimenta para alguna presentación y se me olvidó devolverla al set de diseño y maquillaje. —Le mira, con una sonrisa socarrona—. Hoy vamos a utilizarla y tú serás mi muñeco de prácticas. No quiero que vuelvas a tomarme sin respeto de nuevo.
Se queda callado, o más bien, avergonzado, pero Jungkook no dice nada. En su lugar asiente como perro siendo domesticado y deja que Jimin tome su lugar y haga lo que le plazca con su cuerpo.
El mayor está demasiado entretenido en ajustar las cuerdas al cabezal de metal de la cama como para prestarle atención. Los movimientos en la mano de Jeon cesaron, y es por eso que Jimin vuelve a moverse sobre su regazo tentándole, con ganas de que mantenga de nuevo el ritmo. Sisea entre dientes cuando el más joven lo hace, pero nada le detiene de acabar amarrando las dichosas cuerdas y tomar las muñecas de Jeon.
— Avísame si el ajuste te hace daño.
Suspira, teme decir algo y que Park le reprenda por eso. La mano derecha es la primera en ser atada al cabezal, la izquierda le sigue. Jungkook sigue sentado sobre el colchón con la mirada en los gestos y muecas de concentración de su compañero.
— ¿Listo, Jungkookie?
Los ojos de Jeon brillan ante ese apodo, pero no va a ponerse a temblar como hormonal ahora, en cambio, lo utiliza en su contra.
— Listo, hyung.
Sonríe y sabe que ha funcionado. Jimin tiene una especie de adoración —llamémosle fetiche también—, con ese apodo respetuoso. Sin más dilatación ni preparación, se sujeta del abdomen del rubio para subir sus caderas, alinear la erección de éste a su entrada y dejarse caer.
Ambos gimen en coordinación ante ello, se podría decir que Jungkook tiró con demasiada fuerza, inútilmente, de las cuerdas para poder tocar la suave y lechosa piel del rubio, pero ese deseo no se le fue concedido y solo opta por admirar la obra de arte que se encuentra frente a él.
Jimin se recupera de la primera embestida solo segundos más tarde y decide ir a por todas con una segunda y más rápida, con más precisión y menos delicadeza. Vuelven a gemir, uno por verse aferrado a no tocar el cuerpo que ahora lo monta, y otro por haber encontrado ese punto de placer dentro de él que sabe que lo llevará a la cima en poco tiempo.
Es rápido, deseado y placentero lo que ocurre en los siguientes minutos. Jimin sigue balanceando sus caderas y moviéndose de arriba a abajo sobre el eje de Jeon, el cual no puede dejar de jadear y luchar contra las malditas cuerdas que no le dejan cobrar consciencia. Ver y no tocar a Park Jimin justo en ese momento es una jodida broma de mal gusto para él, una prisión con las puertas abiertas pero a la vez estando encadenado.
— J-Jimin... —Sisea, el nombrado pasa sus manos por todo su torso hasta llegar a sus pezones y pellizcar sin una pizca de destreza—. ¡A-ahg!
Porque ellos son así. Son violentos, rudos y manejables a la hora del sexo —en los pocos encuentros sexuales que han tenido—, pero sigue siendo duro. Son hombres, y tal vez por eso piensan que no deben tener delicadeza ni piedad el uno con el otro, ellos van a soportarlo y van a gemir en ofrenda. Jimin anotaría mentalmente que esa era una de las ventajas de las cuales siempre tira más en su lado bisexual a los chicos. Las chicas para él deben ser tratadas como reinas... débiles y frágiles quizás.
Solo algunas.
Retomando la acción, Jungkook no puede evitar subir su cadera y embestir contra el peligris cuando lo nota extasiado y casi sin fuerzas. Se niega a soltarle las manos pero no le importa, él también puede jugar a su favor moviéndose a un ritmo circular y constante.
— ¡Ah, ah! ¡J-Jungkookie!
Si pudiera mantener sus manos sobre el cuerpo ajeno, estaba seguro de que tomaría sus pezones y los enroscaría para verle retorcerse de placer, además, tomaría su miembro entre sus manos y lo balancearía hasta parar en la punta y apretar suavemente, seguramente sacándole algún sucio gemido acompañado de unas palabras en su oído a modo de ruego.
Pero como no puede hacer mucho, deja que Jimin lo use a su antojo y se apiade de él cuando deslumbra el cuerpo del peligris siendo azotado por decenas de temblores y nervios, sacudiéndolo de momento y expresando el clímax más claro junto al semen que sale disparado de la punta de su falo, sin haberse tocado.
Jungkook muerde su labio sin poder aguantar mucho más. La imagen de Park gimiendo en voz alta, temblando y deshaciéndose sobre él le ha afectado demasiado a su sistema locomotor, y no puede esperar más. Gruñe cuando siente su espesa y caliente esencia salir disparada hacia el interior de Jimin, éste se encoge en su sitio y arquea su espalda cuando lo siente también.
Los movimientos se detienen y los pechos se mueven agitadamente en busca de oxígeno que no están obteniendo. Jimin es el primero que se mueve, sacando a Jeon de su interior y posicionándose a su lado tratando de regular su respiración. Es ahora, cuando siente el semen del menor escurrir por sus muslos, que recuerda algo.
— Mierda, no utilizamos el condón. —Apunta, mirando el envoltorio a un lado de ellos.
— ¿Podrías desatarme? —Formula el menor—. Tampoco es como si te pudieras quedar embarazado.
Ríe y se dispone a hacer lo que le ordena, en pocos segundos, Jungkook puede respirar de nuevo y tocar su cuerpo, con las muñecas adormecidas y una marca leve en ellas.
— No se sabe. —Habla Jimin—. Taehyung una vez me contó algo sobre...
Jungkook dejó de escuchar. Las historias de Taehyung y su mundo lector no continuaban nunca, desde personas convertidas en dragones hasta él mismo quedándose embarazado del mayor del grupo. ¿A quién se le ocurría?
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro