«Capítulo 29»
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T/Obidei y KakuHidan.
29. Idiota.
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Hidan apresuro el paso con rapidez al sentir la puerta del baño abrirse nuevamente, por lo que se dirigió hasta las escaleras dando unos cuantos trotes y las empezó a subir un tanto desesperado, atrás suyo podía oír los leves pasos del moreno y aquello le provocaba un sentimiento de pánico creciente en su interior. Al ya estar al final de las escaleras corrió por el oscuro pasillo de las habitaciones hasta que llegó a la suya propia, cuando ingreso en esta cerro la puerta y se dirigió al baño, queriendo encerrarse en este hasta que el moreno se cansase de insistir. Cosa que no le sorprendía si ya se hubiera decidido a no volver a hablar con él, pero aún así Hidan no planeaba tomar decisiones apresuradas hasta sentirse seguro estando solo en el baño.
Antes de que pudiese siquiera dar un paso más la puerta de la habitación es abierta con brusquedad, e incluso antes de que pudiese voltearse sintió unas gruesas manos en su cintura, para después estás le hiciesen girar por completo, quedando así frente a frente con el avaro. Hidan maldijo en su mente aquella situación, sintiéndose un tanto nervioso debido a la cercanía de este, la cuál parecía quemarle la piel, acelerar su corazón y muchísimas más sensaciones que no sabría describir en aquel instante. Tanta fue la sorpresa en el albino que le fue imposible el reaccionar a pesar de que ya hubiesen pasado unos cuantos segundos, en los cuales ambos se miraban fijamente sin siquiera moverse un centímetro.
El Jashinista abrió y cerró su boca de forma repetitiva, intentando articular aunque fuese una sola palabra, pero el olor natural del moreno el cual invadía sus fosas nasales le desorientaba por completo, sintiendo casi imposible el poder hablar o simplemente el respirar. El albino no solo se sentía desorientado sino también mareado por la situación y esto no solo debía por la falta de espacio personal, sobre las manos del moreno en su cuerpo, su respiración cerca suyo o por el hecho de que este le miraba fijamente sin apartar su mirada. Hidan retuvo su respiración unos cuantos segundos, al notar como el mayor aproximaba su rostro hasta el suyo. Aquellos orbes se mostraban oscurecidos, con un leve brillo que no pudo identificar, sus labios entreabiertos le tentaban a devorarlos por completo y sin descanso alguno
«Estúpido y sensual Kakuzu.» Pensó el albino, cuando trago en seco.
la penetrante mirada del moreno le intimida en exceso y el albino no podía estar más disconforme con eso, odiaba completamente el hecho de que este tuviera tanto poder sobre su cuerpo y este no lo supiera en lo absoluto. Le enojaba por completo que este no tuviera ni la más mínima idea de lo que provocaba con tan solo una mirada, con tan solo un roce... Maldición, le enloquecía en exceso y el no lo sabía.
—Debemos hablar.
Le oyó decir en un tono bajo, haciendo que su aliento chocase contra el rostro del albino y aquello no pudo evitar erizar su piel, ni mucho menos evitar el pequeño calor ni la corriente eléctrica que recorrió su cuerpo debido a ello. Quiso negarse, deseo alejarle, empujarle y salir huyendo hasta el baño para poder sentirse seguro, lo necesitaba lejos, lo ansiaba, tenerle cerca en ese momento... Le hacía daño. Sin mucha fuerza de voluntad solo nego, al mismo tiempo que bajo la cabeza en rendición, dejando que una pequeña lágrima recorriera su mejilla.
Se sentía patético.
—¿Por qué te niegas tanto a hablar conmigo?— Le toma el mentón y le alza la mirada.
Obligandole a conectar sus ojos con los suyos y Hidan trago en seco, sintiendo el aliento faltarle por aquella intensidad en su mirada, la cuál le hacía sentir perdido pero al mismo tiempo... Vulnerable. Odiaba sentirse de aquella manera, odiaba tener que aceptar que él jamás le correspondería, que todo lo que había hecho y perdido por siquiera un poco de su atención había sido en vano. Sintió como más lágrimas escapaban de sus ojos, humedeciendo su rostro.
Pero no le importo en lo absoluto.
Cómo pudo coloco sus manos sobre el pecho del moreno como hizo anteriormente en el baño y le empujó con fuerza está vez, alejandole por completo de su propio cuerpo y así recuperando nuevamente su espacio personal, después sin poder evitarlo suelta un fuerte puñetazo hacia el estómago del moreno y se dió media vuelta, dispuesto a salir de alli. Kakuzu se sintió abrumado ante su acción, pero no volvió a acercarse respetando la lejanía que impuso este. El moreno miro las lágrimas de el menor resbalar por sus mejillas, el como sus manos temblaban y este mordía su labio inferior un tanto nervioso.
—...No puedo hacerlo...— El moreno vio el como su compañero colocaba sus manos en su cabello, jalandolo con desespero.— Esto es tan malditamente irreal.
Kakuzu enarca una ceja, ¿Irreal? Solo deseaba hablar y disculparse por su estúpida actitud, aunque aceptaba que si merecía ese golpe, no deseaba hacerle sentir peor ni mucho menos alejarlo aún más. Verle tan desesperado le dolía en exceso, le molestaba y exasperaba, no quería verle así, se odiaba a si mismo por ello, pero aún así... No entendía en nada lo que sentía, no quería tenerle lejos, ni volver a discutir con él y ahí lo decidió...
Debía ser sincero.
—No se que siento realmente.— Soltó sin más, acercándosele de nuevo.—Y ese golpe debió ser en mi rostro, no en mi abdomen.
Hidan retrocedió un poco asombrado, pero este le ignoro por completo y se acercó hasta colocar sus manos sobre los hombros del menor, dandole un ligero apretón a estos y mostrándole en su mirada la sinceridad que emanaban sus ojos. El albino sintió el aire faltarle a sus pulmones.
—¿Qué... Qué quieres decir?— Titubeó y no pudo evitar alejar su mirada, debido a la pequeña vergüenza que le invadio por ello.
El corazón del albino palpitaba con fuerza, ante la pequeña posibilidad de una "confesión", Kakuzu suspiro pesadamente y decidió seguir su instinto, por lo que bajo sus brazos de los hombros del menor, paseandolo por los costados de su cuerpo y tomar su cintura, apegandole a su propio cuerpo y hundió su rostro en la cabeza del menor. Si alguien le preguntase el porque hacía aquello, realmente no sabría que responder, no entendía sus acciones y ahora mucho menos su propios sentimientos.
Todo era tan malditamente confuso.
—No lo se.— Susurro, inhalando un poco el olor del cabello del albino.— Solo... No entiendo, el porque no quiero tenerte lejos.— Sus propias mejillas empezaron a tener un leve color carmín.— Y no puedo evitar sentir, que he sido un completo imbécil contigo estos días, perdón.— Un pequeño suspiro escapa de sus labios.
Los orbes de Hidan casi salian de sus cuencas, su corazón se exaltó mientras palpitaba contra su pecho y sus mejillas enrojecieron, se pregunto si realmente había escuchado bien.
—¿Qué?
Su voz salió casi ahogada, Kakuzu se alejo un poco pero sin soltarle y le miro a los ojos. Los corazones del moreno estaban acelerados de forma inexplicable o al menos eso se hizo creer, puesto que estos palpitaban con fuerza y aquello le hacía sentir nervioso.
—Quiero tenerte cerca, me... Siento extraño cuando estás cerca de Obito y gracias a eso actuó con imprudencia. Me sentía frustrado, molesto, cada que te veía a su lado y... Ni siquiera se el porqué.— Se sincero.— ¿Crees que soy un estúpido por actuar de forma tan infantil?
Hidan bajo su cabeza un poco aturdido, se sentía abrumado y sin saber cómo reaccionar, aquello... Había sonado como una declaración, a pesar de que el moreno no supiera exactamente que era en lo que su corazón residía. Alzo la mirada un poco hasta los orbes del moreno, notando en estos un brillo de preocupación y al mismo tiempo de confusión, también seguridad. Una combinación bastante extraña de emociones, a decir verdad. El albino suspiro con pesadez al entender la situación, por lo que tomo las manos del mayor que aún se encontraban sobre su cintura y les apretó un poco, tomando una decisión.
Si el moreno había sido sincero, quizás también debería serlo al menos por una vez.
—Kakuzu.— Le llamo alzando su mirada, el nombrado seguía mirándole fijamente.—Estoy enamorado de ti.— Los labios del mayor se separaron casi al instante, formando una "o" perfecta.— No puedo decir por ti, lo que tú sientes, pero creeme cuando digo... Que yo si tengo mis sentimientos muy en claro.
Le dijo mirándole fijamente y sin titubear, manteniéndose firme en su lugar, ante ello el moreno se sentía desfallecer al entender completamente lo que sucedía, por lo que recapituló cada uno de sus sentires; Sus molestias eran celos, sus intensas ganas de golpear al azabache, también lo eran, sus deseos de permanecer junto al albino, eran mucho más que eso, era atracción. Todo había estado tan claro y aún así no lo había visto, se dejó llevar tanto por lo que sentía, que ni siquiera se detuvo a pensarlo con la cabeza fría.
Había sido un completo idiota y merecía más que un simple golpe u empujón.
Sin dudarlo apretó un poco más sus manos sobre su cintura y le atrajo hacia él, apretándole contra su propio cuerpo. Hidan pareció captarlo por lo que pasó sus brazos por el cuello del mayor, disminuyendo así la distancia entre ambos. Sus miradas chocaban, verde y violeta en una pequeña guerra llena de chispas, dónde de a poco la confusión en los orbes del mayor... Empezaba a desaparecer. El albino se acercó unos cuantos centímetros, aún sin apartar sus miradas, ambos podían sentir sus propias respiraciones chocar en sus rostro, la tensión entre ambos era realmente palpable.
—Disculpa por ser un idiota.— Le susurro el mayor, perdiéndose en los violetas del menor.
—Descuida.
Le respondió de igual forma, aproximándose un poco más en una invitación silenciosa, la cuál el moreno noto con claridad, por lo que elimino la poca distancia que quedaba entre sus rostros, uniendo sus labios. El beso empezó demandante, robando en un instante el aliento de ambos y haciendo que sus corazones saltasen de alegría. La corriente eléctrica que recorrieron sus columnas les hicieron erizar, haciendo que todo a su alrededor desapareciese, haciéndole sentir que en aquel instante...
Tan solo existían ellos.
Kakuzu le cargó, apegandole a la pared y aumentando la brusquedad del roce de sus labios, enloqueciendose mutuamente entre ambos, gracias a los toques desesperados del albino recorriendo el cuerpo del mayor y este encargándose de dirigir aquella deliciosa danza entre sus lenguas, las cuales se sentían cálidas. Al pasar los minutos, sentían como sus pulmones empezaban a demandar por oxígeno, orillandolos a separar sus labios a pesar de no querer hacerlo. Cuando por fin se separaron, un pequeño hilo de saliva aún les unía y sus jadeantes respiraciones chocaban entre si.
—Hidan...— Le llamo un tanto dificultoso, debido a la falta de oxígeno.— No quiero cometer ningún otro error a partir de ahora y solo quiero que...
El albino le dió un último beso, el cual duro unos cuantos segundos antes de volverse a separar y al hacerlo le dió un leve golpe en la cabeza, para después abrazarle por el cuello, sujetándose mejor.
—Se claro, maldición.
Kakuzu le abrazo con fuerza, ignorando el reciente golpe del menor, sintiendo como todo en su interior se revolvía por completo al escuchar la voz del menor un poco entrecortada entrecortada, aferrándose a el albino como si este en cualquier momento fuese a alejarse.
—No quiero perderte por mi estupidez.— Admitió.— Quedate a mi lado, junto a mí y prometo que no te arrepentirás de ello.— Le dijo lo último después de que este le mirara con los orbes llorosos.—Te quiero Hidan y fui un completo idiota por no darme cuenta antes.
Una temblorosa y pequeña sonrisa apareció en los labios del menor, el cual realmente no podía dar crédito a lo que oía, sientiendo como si aquel contacto fuera tan solo un sueño, quien asintió repetidamente y le abrazo con fuerza.
—Y yo a ti, pedazo de idiota.— Le abraza de la misma forma.— Pero creeme que pagarás por tus tonterías, eso no se quedará así.— Ríe levemente.
—No lo dudo.
Suelta un pequeño suspiro, diciéndose internamente que no importaba que sucediera después, se prometió estar con el menor y hacer lo posible para enmendar lo que hizo en aquellos días. Kakuzu coloca una mano en la mejilla del albino, acariciándola con el pulgar y tras ello le jalo un poco, acercándole y haciéndole unir sus labios nuevamente, en un beso más calmado que el anterior, lleno de cariño y complicidad, llenado sus pechos con un sentimiento de calidez y uno de alivió por haber resuelto aquello. Las lágrimas de Hidan empezaron a correr por sus mejillas y este no planeaba evitarlo, puesto que estás ya no eran de emociones negativas, al contrario... Estás estaban llenas, del cariño que reprimió durante mucho tiempo y también del alivio que invadia su pecho en aquel instante. Kakuzu se alejo unos pocos centímetros y limpio col ambos pulgares las cristalinas gotas, sin abrir sus ojos junto su frente con la del menor.
—No llores...— Le dije en un pequeño susurro.— Ya no te haré más daño.— Le confiesa.— He sido un idiota desde hace mucho, pero prometo...— Ambos abren sus orbes, chocando sus miradas y sintiendo como todo a su alrededor desaparecía por completo.— Que ya no será más así.
Hidan asiente, sientiendo el como su pecho rebosaba de felicidad, de alegría, puesto que por fin, después de tanto... Sabía que podría ser feliz. Si, Kakuzu era un idiota, pero era su idiota al fin y eso no podría hacerle más feliz.
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Continuara.
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¡Hola!
¿Que les pareció?
¿Les gusto esta extraña idea? Espero que si.
¿Cual fue tu parte favorita?
Miren las imágenes que personalice con Picrew acinaces jsjsjs:
¿Qué opinan? Xd
Escrito:20/10/21
Publicado: 30/10/21
2341 Palabras.
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