«Capítulo 28»
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T/Obidei y KakuHidan.
28. Disculpa a medias.
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Cuando la silueta del rubio desapareció completamente de la vista del albino, este pasa su mano por su rostro sin cuidado, limpiando los restos de lágrimas de sus mejillas con un poco de fuerza. Le alegraba saber que el piroartista correspondía al azabache sentimentalmente, realmente eso le generaba calma y hacia que un pequeño sentimiento de felicidad rellenase su pecho, alejándose levemente la tensión de sus hombros y que pudiese respirar normalmente.
Al menos uno de los dos había salido bien con ese plan y no le molestaba en lo absoluto que fuese el mayor.
Hidan toma el tomo de la puerta, apaga la luz de la oficina —La cuál le sorprendía que él pelinaranja, ni siquiera hubiese entrado por horas.— y abre la puerta para después salir, cerrando está tras de si. Aún sentía la molestia en su ya roja nariz ocasionado por el llanto, por lo que en vez de seguir los pasos del rubio hacia las escaleras prefirió atravesar el pasillo oscuro hasta el baño de la sala, adentrándose en este. Se sintió un poco abrumado gracias a la cantidad de emociones reprimidas en aquel instante y tan solo dejo que su espalda se apoyase contra la fría madera de la puerta.
Se llevó una mano al rostro y tomo su sien, apretándola de forma leve para poder retener aunque fuese un poco, el fuerte dolor de cabeza que tenía. Noto en aquel instante que ni siquiera le había preguntado al rubio, lo que había sucedido realmente en la sala aquella tarde, pero sentía que eso en ese preciso momento no importaba en lo absoluto.
Soltó un suspiro largo y pesado, pasando sus manos de forma lenta pero con fuerza sobre su rostro, estirandolo un poco, intentando alejar el sentimiento de vacío que se hallaba en si pecho. Suspiro nuevamente cuando aparto sus manos de su rostro y camino hasta el lavamanos, abriéndole la llave dejando el agua cristalina correr. Observó aquel líquido con la mirada perdida unos cuantos segundos, antes de reaccionar y mover su cabeza de un lado a otro un tanto aturdido al salir de su pequeño transe.
Junto ambas manos bajo el pequeño chorro y dejo que estás se llenarán un poco de agua, dejándolos escurrir levemente a través de sus dedos, para después llevarla a su rostro y lo humedecio, repitió aquella acción durante unos cuantos segundos en busca de borrar los restos de lágrimas de sus mejillas, cómo había hecho de forma diaria últimamente convirtiéndolo así en su rutina. Se miro fijamente al espejo sin secar su rostro, mientras esté escurría levemente, notando como su rostro estaba un tanto pálido, sus orbes tenían unas pequeñas bolsas oscuras bajo estos y sus labios se veían levemente agrietados de tanto modelos.
Joder, estaba hecho un maldito desastre.
Nego reprochandose su propio aspecto, para después tomar la toalla que estaba justo a su lado y llevarla hasta su rostro, secando cada parte de este. Se frotó con fuerza, queriendo borrar su "Absurdo" llanto y no dejar no una sola evidencia de ello, a pesar de saber que si el moreno le veía llorar no haría absolutamente nada. Después de secar su rostro en si totalidad, paso la toalla por la separación de sus dedos secando también sus manos, dejándola sin una gota de agua de estás. Se dió media vuelta para irse por fin de ese lugar y llegar hasta su cama.
Necesitaba un maldito descanso.
Realmente se sentía muy agobiado, estresado, cansado, pero al mismo tiempo se sentía aliviado; de saber que el rubio haría todo lo que estuviese a su alcance, para poder convencer al azabache de quedarse y por fin... Ambos estarían juntos, serían felices como la pareja que debieron ser desde el inicio, antes de que cometiera aquella estupidez, lo único que deseaba, era no perder su amistad. Cuando intento cruzar la puerta si rostro choca contra un fornido pecho, haciéndole retroceder tan solo un poco y cuando alzo la mirada para quejarse de ello, se enmudeció casi al instante.
Oh mierda, ahí estaba el dueño de sus tormentos.
Cuando Hidan intento pasar por al lado del mayor e una pequeña huida improvisada, este le tomo del brazo y le jalo nuevamente dentro del baño, cerrando la puerta tras de si para soltarlo después con un poco de cuidado, uno muy raro proveniente del avaro. Hidan le miro con enojo pero suspiro e intento mantenerse sereno, por lo que intento una vez más irse del lugar pero está vez el moreno le obligó a sentarse sobre el inodoro.
—¡Maldita sea!— Se queja ante su segundo intento fallido de huida.— Mierda ¿Qué demonios quieres?
Le miro seriamente, intentando controlar sus nervios y el enrojecer de sus mejillas al verle sin máscara y con el cabello suelto, maldecia el momento en el que ese hombre fuera tan sexy. Kakuzu le miro con desinterés, pero al mismo tiempo lo analizo de pies a cabeza, hasta parar en su rostro. Al mirarle a los ojos, sintió una pequeña opresión en su pecho al ver el tenue color rojo de estos, debido al llanto.
—Debemos hablar.
Dijo sin más, siendo mayormente neutral tanto a expresiones y eso era lo que Hidan más odiaba, su maldita y estúpida seriedad, su desinterés. Ello le frustraba y en exceso, puesto que solo le recordaba lo poco que importaba en la vida del avaro.
—No tengo nada que hablar contigo, imbécil.— Intento levantarse una vez más, pero de nuevo el moreno se lo impidió.— Déjame irme, maldición.
—No hasta que hablemos.
—Ya te dije que no me importa hablar contigo en lo absoluto.
Al ponerse de pie una vez más, el avaro lo toma por las piernas, cargandolo y lo coloca sobre el lavamanos, tomando sus mejillas con una de sus manos y obligandole a mirarle. Mantuvieron una fuerte guerra de miradas durante unos eternos segundos, en los cuales los forcejeos de Hidan fueron disminuyendo, dando paso a su propia rendición. Ya habían pasado unos tres minutos de silencio, en dónde el moreno le miraba intensamente y el albino solo evitaba su mirada, queriendo ignorar las cercanía del este.
El albino posicionó ambas palmas de su mano sobre el pecho del avaro, empujándole levemente e intentando así alejarlo aunque fuera un poco. Realmente el que le mirara de esa forma tan intensa y estando tan cerca, solo le ocasionaba más nervios de los que ya tenía. La vergüenza escapaba de sus poros y ya no podía controlar el rubor de sus mejillas, pero aún así el moreno no se movió ni un centímetro.
—Hidan.— Le llamo, pero este se negaba a siquiera levantar su propia mirada.
—Di lo que quieras decir, vamos apresúrate.— Le respondió sin mirarle, aún empujándole levemente.
El avaro suelta un largo suspiro de frustración, para posteriormente volver a tomar el mentón del menor y obligar a que esté elevará su rostro, pero aún así él desviaba su mirada hacia un lado, cosa que solo hacia que la paciencia del moreno empezase a escasear.
—Mirame.— Le ordena, frunciendo su seño.
—No.— Se niega rotundamente, forcejeando un poco en un intento de alejarse.
—¿Cómo esperas que resolvamos las cosas si tú te niegas a mirarme a los ojos?— Soltó enojado, sin siquiera medir sus propias palabras.
Hidan abrió sus orbes sorprendido al igual que separo sus labios, Kakuzu se dió cuenta muy tarde de lo que había dicho y al reflexionarlo solo sintió su rostro enrojecer, también el como el Jashinista dejo de hacer presión sobre su pecho.
—¿Eso es una disculpa?
Le dijo el menor atónito, sin poder creerlo en realidad, el moreno solo oscureció su semblante ante ello y tuvo el impulso de querer sincerarse, para poder decirle que efectivamente si era una disculpa, que quería que este le perdónase por sus malditas palabras, pero... Su maldito orgullo se lo impidió. Ni siquiera sabía porque debía disculparse más que por haberle echo sentir mal hace varios días, junto a lo ocurrido aquella tarde y realmente quería hacerlo, a pesar de no saber siquiera el porque se sintió impulsado a ello con tan solo sentir el chakra del azabache acercarse a la sala. Su intención no había sido querer dañar a Hidan, tan solo sentía la necesidad de querer poner al Uchiha en su lugar y hacerle sentir lo que sintió cuando esté estaba tan cerca del albino, pero...
¿Que era lo que sentía en realidad por su compañero?
Para llevarlo al punto de insultar su religión, discutir y pelear con un compañero de organización, con alguien de la familia y después utilizar a otro más como venganza, no lo sabía y ello le frustraba. Deseaba saber el porqué de su actuar, el porqué del enojo hacia las acciones del azabache y la necesidad de vengarse de este, maldición se sentía tan jodidamente frustrado por no entenderse a si mismo.
—Yo no dije eso.— Le respondió de forma sería.
Reprimiendo el montón de palabras que quería decirle en aquel instante, junto a las inmensas ganas de abrazarte y no soltarle, de decirle cuando lo sentía, pero lo que más le mantenía confundido... Eran las ganas que tenía de besarle.
—Pff, eres increíble.
Sin más y ya harto, Hidan le empuja con fuerza debido a su creciente enojo, para después bajarse de la cerámica del lavamanos y abrir la puerta con rapidez para salir lo más rápido que pudiese. A Kakuzu le costo procesar lo que había sucedido, hasta que dejó de escuchar los pasos del albino y cuando reaccionó este ya no estaba ahí. ¿En serio nuevamente había sido un estúpido y le hirió? Maldita sea, que complicado era aquello de los sentimientos, lo único que quería era tener Hidan a su lado y ya aunque no supiese el porqué, ¿Era mucho pedir? Sin pensarlo dos veces salió de aquel baño sin importarle el que dejó la luz encendida y que aquello sería un costo excesivo.
Pero en esos instantes solo le importaba arreglar su "Disculpa a medias" y de una vez por todas, aclarar sus malditas emociones.
♡
Continuara.
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¡Hola!
¿Que les pareció?
Quiero sus teorías aquí jsjsjs
¿Les gusto esta extraña idea? Espero que si.
¿Cual fue tu parte favorita?
Escrito:17/10/21
Publicado: 29/10/21
1716 Palabras.
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