«Capítulo 22»
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T/Obidei y KakuHidan.
22. Venganza.
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Deidara luchaba contra el fuerte agarre del marionetista, quien lo sostenía con firmeza hasta sacarlo de la cueva, llevándolo hasta el árbol que había frente a está y ahi por fin soltó al rubio. El piroartista se dejó caer contra el árbol, deslizándose por este hasta el suelo y su respiración empezó a regularse al sentir la tenue brisa fría de aquel lugar.
Su pecho dolía, el nudo de su garganta era tan incómodo que le generaba una pequeña ansiedad, su errática respiración le asfixiaba y una pequeña lágrima bajo por su mejilla. La pequeña crisis en ascenso del rubio era atentamente observada por el marionetista, quien en su interior maldijo de distintas formas al azabache e incluso a si mismo, por la simple razón de no llevarse al menor antes de que la conversación en la cocina tomaste un rumbo que dañase a su amigo.
Cosa que sucedió y no pudo evitar.
—Te dije que no debíamos estar ahí.— Reprochó.
El pelirrojo apretaba con fuerza sus manos sobre sus brazos, su reclamo era más para su persona que para el menor —Quien por cierto no le estaba prestando atención.— puesto que este estaba más concentrado en sus pensamientos, más que en las palabras del mayor.
Deidara se sentía confundido, intentaba desesperadamente atar los cabos sueltos de su mente, al mismo tiempo que trataba de regular su fuerte respiración, pero... Repentinamente una de las palabras de Hidan retumban en sus recuerdos, robando su aliento y deteniendo su crisis en seco.
Sasori le miro confundido y se acercó a él, colocando su mano sobre el hombro de este, quien mantenía la miraba baja repitiendo las palabras del albino en su mente.
—Deidara, ¿Estás bie...?
—¡No puede ser!— Le interrumpio, sobresaltando al pelirrojo.
Sasori le miro confundido, un tanto asustado tambien, —Para que negarlo.— ante el pequeño arrebato del mejor, el cual se habia sonrojado hasta las orejas.
—¿Ahora que demonio te pasa?— Inquiere arqueando una ceja.
—O..Obito..— Tartamudeo levemente nervioso, pero al notar la seriedad en la mirada del pelirrojo carraspeo y bajo la mirada, aún sonrojado.—Obito me ama...
Susurro sin creerlo aún, justo en aquel instante el marionetista cayó en cuenta de aquel detalle y abrió ligeramente sus orbes un tanto asombrado, quien diría que Zetsu tendría razón, espera... ¡Ahora debía pagarle al aloe vera!
Maldita sea, última vez que apostaba por los intereses románticos de sus compañeros.
Hubiera seguido en su dilema mental de su fallida apuesta contra su pareja, hasta que pensó a fondo la situación. Vale, entendía que el azabache amaba al rubio y que aparentemente todo habia sido un estúpido plan de dos tontos enamorados, era comprensible, pero... ¿Cómo terminará toda esta situación?
Literalmente se habían burlado y también jugado con los sentimientos de sus propios compañeros, haciéndoles creer que ambos estaban en una relación cuando no era así y ello ocasionó distintos conflictos entre todos, desde pequeños celos disimulados hasta una pelea entre los posibles activos. Joder, que dolor de cabeza era ello.
¿Como se les había ocurrido semejante estupidez y aún así hacerlo tan perfecto como para engañarlos a todos?
Su única respuesta era el que alguien les hubiese ayudado, pero no cualquier persona. Debía ser alguien con la mente tan perversa con para planear todo al pie de la letra y hacerle creer al par de tontos que fue "natural", una sola opción veía a su mente.
«Seguramente fue Konan.» Pensó para sus adentros resignado.«O simplemente estoy sobre analizando todo.» Se encoje de hombros.
El marionetista voltea hacia el menor notando como este aun estaba en su burbuja, incluso juraba que podía notar los corazones flotantes sobre la cabeza del rubio. Suspira con pesadez y niega resignado, esto sería difícil, deseaba profundamente estar bajo sus cobijas y siendo abrazado por la cintura por el bicolor.
Maldición y más maldición.
—Deidara.— Le llamo con seriedad en su voz, pero fue claramente ignorado.—Deidara.— Llamo nuevamente, pero recibió el mismo resultado, por lo que tomo su cien estresado.—¡Deidara!
Gritó, sobresaltando al menor notoriamente, quien ante el susto se coloco de pie casi al instante y soltó un pequeño chillido bajo. Una gota de sudor resbaló por la cien del marionetista, ante la infantil actitud del piroartista.
—¿¡Qué?!— Pregunto sobresaltando, mirando a su alrededor levemente alterado.— ¡Danna, no me asustes así!
Le reclamó al notar todo vacío, a excepción de la presencia de ambos ahí presentes. El marionetista se golpeó la frente, casi cayendo en la desesperación y casi soltando lágrimas debido al estrés retenido, con un solo pensamiento en su mente.
«Zetsu, ¡Sácame de aquí!»
Pedía a gritos en sus pensamientos, mientras por fuera de si se mantenía con una expresión seria en su rostro. El rubio seguía reclamándole el porqué le había asustado de aquella forma, mientras el pelirrojo contaba ya hasta el número veinte, en un vago intento de mantenerse sereno.
—Ahora que lo sabes, ¿Qué harás?— Pregunto sin más, deteniendo con esas simples palabras los reclamos del rubio.
—¿A qué te refieres?
Inquirió confundido el menor, un tanto dudoso. Sasori suspiró rendido, deseando que la tierra le tragaste en aquel instante y le sacase de aquella molesta situación.
«Debo mantenerme sereno, para no caer en la locura.» Se dijo a si mismo en sus pensamientos, inhalando y exhalando con pesadez.
—Basta de rodeos, Deidara.— Se serio aún más, enfrentando al rubio.—¿Qué harás ahora que sabes, que todo fue una maldita broma?— El menor se mantuvo en silencio.—Obito literalmente se estuvo burlando de ti, mientras tú te atormentabas al pensar que él ya tenia pareja.— Deidara bajo a cabeza, no sabiendo exactamente como sentirse.— Hidan hizo lo mismo con Kakuzu, les vieron la cara a ambos.
—…
Ante el silencio del rubio, Sasori muerde su labio intentando regular su frustración, después ahoga otro suspiro y niega lentamente.
—Puedes hacer lo mismo que Kakuzu, dejarte llevar por tus emociones y hacer algo estúpido...— Inicio, llamando la atención del rubio.— O simplemente puedes ir y hablar con el idiota de Tobi.— Deidara aparta nuevamente su mirada.
—Yo...— Titubea.— No lo se.
Finaliza cerrando fuertemente sus ojos, mientras se abrazaba a si mismo un tanto tembloroso. Sasori tomo aire y después lo dejo salir con lentitud, levemente estresado, después se acercó y pasó su brazo sobre los hombros del menor, abrazándole.
—Descuida.
Susurro, en una señal de apoyo. A lo lejos, atrás de un árbol cerca de la posición del ex duo artístico se encontraba un hombre escondido, de tez morena e hilos incrustados en su piel, utilizaba una máscara la cual cubría la mitad de su rostro, pero... Sus orbes descubierto brillaban con furia, sus manos se habían convertido en puños y gracias a la fuerza aplicada en estos se podían notar pequeñas venas en estás.
Oh, el Uchiha se arrepentiría de haberlo hecho sentir y quedar como un completo imbécil. Quizás Deidara no sabia que hacer o como actuar en aquel instante, ni mucho menos el como sentirse. Pero Kakuzu si sabía que debía hacer y solo una idea llegaba a su mente.
Venganza.
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Continuara.
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¿Les gusto esta extraña idea? Espero que si.
¡La historia ya tiene más de 30k de vistas, muchísimas gracias dulzuras!
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Escrito:22/09/21
Publicado: 07/10/21
1224 Palabras.
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