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ObiHidan.
15. Encuentro.
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Konan tenía un tic mirando como Hidan y Kisame habían destrozado el jardín de Zetsu quien lloraba en una esquina de este abrazando una de sus plantas, ella sostenía a Sasori con sus papeles intentando que este no se lanzara sobre los dos idiotas. Maldecia el momento en el que se habia quedado sola cuidando a todos aquellos inútiles, odiaba cuando Obito y Pain hacían misiones solos. 

Kisame y Hidan estaban arrodillados en el piso con caras de pocos amigos ante los regaños de la fémina, solo estaban jugando a las atrapadas no era su culpa de las plantas del aloe vera se atravesaran.

—Como castigo, me acompañaran al pueblo a hacer la compra del mes.

Ambos hombres iban a rechistar pero la mujer les miro con cara de pocos amigos y ambos en silencio asintieron, refunfuñando. Konan suspiro, que mal momento para que Obito no estuviera y que Itachi anduviera ocupado.

—Bajame maldita sea, los voy a degollar.— Se quejaba Sasori luchando con todas sus fuerzas para arrancarse los papeles.

—Si no guardas silencio también nos acompañaras.

Kisame rie estando realmente divertido y mira a Hidan.

—Esto me recuerda a cuando Obito golpeó a Kakuzu.— Al escuchar aquél nombre de la nada por parte del azulado, el cuerpo de hidan se tenso inmediatamente.

Hacia mucho que no había pensado en él, ni siquiera en Deidara. Realmente solo se había centrado en su relación con el Uchiha sin querer recordar aquellos malos momentos que ellos mismos habían provocado con sus acciones, era consiente que ellos en algún momento volverían de su misión y eso era lo que más incomodidad generaba. Con Obito aún no habían tocado el tema de qué hacer cuando eso pasase, por el momento solo se habían centrado en pasar tiempo juntos para así volverse más unidos.

Varias horas habían pasado, específicamente tres para que por fin los dos hombres y la mujer se encaminarán al pueblo cercano. Hidan veía los alrededores con nostalgia, hacia cuatro meses desde que Obito y Hidan habían caminado por ahí hasta el pueblo, en ellos cuál ellos habían decidido el plan que iniciaría todo. A lo lejos pudo ver la posada en dónde se habían quedado en esa ocasión, sonrió con sinceridad al recordar ese momento.

Konan y Kisame por su parte, hablaban amenamente entre si mientras Hidan cambiaba su expresión por una de aburrimiento al entrar al mercado, debía admitir que el hacer comprás no era mucho de su agrado, solo veía como la pelimorada seleccionaba algunas frutas y verduras. Aquello no podía ser mas aburrido, inclusive el Hoshigaki se mostraba desinteresado mirando unos  adornos de recuerdo del pueblo.

Caminaron juntos un poco más hasta que llegaron a un puesto algo lejano, el mayor de todos junto con el menor se miraban con un exagerado aburrimiento, Konan empezaba a estresarse pero se detuvo en seco cuando la mujer que atendía aquél negocio se acerco. Frente a ella había una mujer algo mayor pero no tanto, sus orbes eran iguales a los de Hidan tanto que hasta el parecido daba miedo, no podía negar el gran parecido que ella tenía con su compañero a pesar de tener el cabello castaño. Atrás de ella se asomó un hombre cuyo cabello albino tenía exactamente el mismo tono que el del jashinista, sus facciones masculinas tenían un parecido con el de su amigo más sin embargo Hidan parecía una copia casi exacta a la de la mujer.

Konan abrió sus orbes sorprendida, la mujer le miraba con confusión no entendiendo el por qué de su reacción, ante ello su marido se acerco cauteloso.

—¿Se encuentra bien, señorita?—- Inquiere él desconfiando.

Konan quiso darse media vuelta y arrastrar a sus compañeros lejos  de ahí, pero cuando noto la mirada sorprendida y llena de lágrimas de la mujer mirando atrás de ella sin siquiera creerlo, supo que ya era tarde, el esposo debla señora poseía la misna expresión solo que sin lágrimas. Cuando volteo notó que Hidan era a quien miraba, este les miraba fijamente sin expresión alguna.

Él no lograba caer en cuenta de lo que sus ojos observaban, no podia creerlo en lo más mínimo, creyendo que aquello era cruel broma del destino. Eran sus padres, estaban ahí, vivos. No sabía que hacer o tan siquiera el como reaccionar ante esa situación, no sabia si salir corriendo a abrazarles o huir por no ser capaz de verlos a los ojos después de haber ocasionado hasta muertes peores de las que tuvieron que soportar en ese ataque a su aldea donde no los había logrado ver más. Konan frente a él estaba tensa, su madre lloraba a mares sin poder asimilarlo y su padre le observaba sorprendido e incluso podia jurar ver ub brillo de felicidad en sus ojos.

Kisame a su lado bueno... Él no entendía nada.

La mujer se acerco apresurada pero nadie más se movió, ni siquiera él, su cuerpo se encontraba paralizado ante la situación dada. Al por fin estar a centímetros de distancia, ella titubeó más sin embargo termino colocando sus cálidas manos en ambas mejillas del menor, mirando con cariño y añoranza.

—Hidan, cariño... Estás vivo.

Más y más lágrimas resbalaban por las mejillas de la mujer, quien sin pensar dos veces se lanzo a abrazar a su pequeño. Oh dios, cuanto lo había extrañado. Por años creyó que este había muerto en aquel ataque, se había culpado mil veces por no poder protegerlo y después de tantos años, ahí estaba ahora frente a ella.

Vivo.

Su hijo estaba vivo, su cuerpo temblaba al mismo tiempo que se aferraba al albino con todas sus fuerzas, temiendo que este pudiese desaparecer. Hidan algo dubitativo y también avergonzado, rodeó con sus temblorosos brazos a su madre sin poder evitar sentir un gran calor apoderarse en su pecho, la mujer lloraba desconsolada en su pecho. Konan y Kisame se mantenían al margen, por su parte el padre de Hidan logro reaccionar también acercándose para unirse al abrazo. Kisame miro a Konan y le susurro.

—Maldición, no entiendo nada de este raro encuentro.

¿Está de más decir que Konan le acababa de proporcionar un golpe al más alto por imprudente?

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Continuara.
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¡Hola!

¿Que les pareció?

¿Les gusto esta extraña idea? Espero que si.

¿Cual fue tu parte favorita?

Escrito:27/08/23
Publicado: 09/09/23

1056 Palabras.