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«Capítulo 1»

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ObiHidan.
1. Por él.
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No lo haré.

Sus palabras le impactaron por completo y sin poder evitarlo, Hidan se sintió perplejo ante ello, casi como si un balde de agua helada le cayese encima, separando sus labios para decir algo y casi al instante cerrarlos, repitió aquella acción unos cuantos segundos, hasta que por fin pudo hallar las palabras correctas o las menos estúpidas.

—¿Por qué?— Inquirio atónito, sin poder creer realmente las palabras del albino.— Él te ama, eres el único capaz de hacerlo entrar en razón y...— Deidara niega y le hace un gesto para que guarde silencio.

El rubio podía notar la desesperación en la voz de este, el temor en sus ojos y el deseo de que el mayor se quedase en la guarida. Hidan realmente deseaba que el azabache no se fuera, que se quedase ahí y pudiesen resolver todo. Deidara comprendía las emociones del albino, porque también deseaba lo mismo, con tan solo saber la situación en ese instante ya sentía su mundo caer, pero algo tenía en claro...

No cambiaría de opinión.

—Hidan, no puedo hacerlo.— Le aclara mirándole a los ojos, el mencionado solo podía retener sus propias lágrimas.

—¡¿Pero, por qué?!

Ante la repentina elevación de voz del Jashinista, junto a sus movimientos desesperados de sus brazos, el rubio se alejo un poco. Hidan mordía su labio inferior con fuerza, deseando querer convencer al rubio, que cambiase de idea. Deidara suspira rendido y coloca sus manos sobre las del albino, apretándolas levemente.

—Me enamore de él.— Le confiesa, ante todo ello Hidan sintió una pequeña luz de esperanza llenar su pecho.— Pero no creo poder hacerlo cambiar de opinión, el tomo una decisión.

Hidan aprieta la mandíbula furioso, intentando calmarse y poder controlar sus inmensas ganas de golpear al rubio, Deidara por su parte solo mantenía una mirada triste. La tensión en aquella oficina era palpable para ambos, pero aunque quisiesen lo mismo, sus pensares eran completamente distintos. Mientras que el albino quería detener al azabache, el rubio solo respetaba la decisión del azabache.

Pero... Cuando miraba la desesperación impregnada en los ojos del albino, sentía una fuerte opresión en su pecho. Él realmente deseaba detener al Uchiha, hacerle entender que se había equivocado con sus decisiones, se notaba a simple vista lo mucho que le importaba. El rubio podía notar el como ese cariño... Iba mucho más allá, a pesar de que el albino no lo haya notado ni siquiera, esos gestos entre ellos, ya no eran solo eso y Hidan no era ni mínimamente consciente de ello. Los abrazos, las siestas en el sofá, sus apodos, las palabras de apoyo y sus travesuras... Significaban más de lo que el azabache y el albino querían aceptar.

Pero Deidara pudo notarlo con claridad.

—Deidara... Por favor...— Suplico.

El mencionado tan solo dejo escapar un largo y pesado suspiro de resignación, cargado también de aceptación. Sin más, palmea el hombro del más alto y baja levemente su mirar, mientras sentía la pequeña opresión en su pecho intensificarse.

—No Hidan, no puedo hacerlo.— Le dijo firme, al mismo tiempo que alzo su rostro.—¿Pero sabes quién si puede?

El albino se mostró confundido ante esa pregunta, negando casi al instante en forma de respuesta, realmente no entendía a lo que quería llegar el rubio.

—No estoy para este tipo de bromas, Kamiruzu.

La seriedad en su voz era palpable, casi escupiendo las palabras con un creciente enojo. En esos momentos lo que menos deseaba eran andar con rodeos o que el rubio le tomase por burla, se sentía enojado no solo con el menor sino también consigo mismo por dejar que las cosas subieran a mayores. El piroartista niega, colándose la mano en la sien.

—Tú, Hidan.— Le dice mirándole a los ojos, mostrándole la seriedad de sus palabras y sin ningún tipo de arrepentimiento.—Tú dejaste que las cosas se salieran de control.— Ahora era el turno del Jashinista de bajar la cabeza avergonzado.— Y solo tú eres quien puede resolverlo.

El albino se lleva ambas manos a la cabeza, revolviendo su cabello con fuerza y un tanto de desespero, sus pensamientos revueltos no le ayudaban en lo absoluto, al igual que sus sentimientos mezclados.

—...— El silencio del albino, preocupo al rubio en exceso, hasta que esté por fin elevó su mirar y vio sus orbes llorosos nuevamente.—¿Y que se supone que debo hacer?— Se pregunto a si mismo en voz alta, mientras se arrodillaba lentamente.— Solo hago desastres, nunca e sabido cómo repararlos.

Cada vez más y distintas preguntas inundaban su mente, la culpa le invadía, casi llegando al borde del pánico al no poder encontrar ningún tipo de respuesta a sus dudas, se sentía perdido... Solo, dudaba incluso de si mismo en aquel instante.

—¿Sabes?— La voz del menor le saco de su ensoñación, haciéndole mirarle.— Tú y Obito... Sienten más de lo que imaginan, ese cariño que ustedes llaman amistad... Se nota que es mucho más.

Hidan nego, una y otra vez, negándose a aceptar aquella pequeña oración del rubio.

—...Te equivocas...— Susurra.

—Habla con Obito, se sincero y dile que fallaron.— El Jashinista seguía moviendo su cabeza de un lado al otro con desespero.— Deben afrontar esto, yo... Siento que jamás podré repararlo.

Ante ello, el albino se detiene en seco, analizando las palabras del rubio para luego subir su rostro de forma rápida hasta el rubio, completamente atónito por ello. ¿Repararlo? ¿A caso Deidara había notado lo rota que estaba el alma del azabache? Joder, más preguntas sin ninguna respuesta. Ante la mirada del albino, el rubio suelta un pesado suspiro.

—Hidan, te seré sincero.— El albino le observaba atentamente, reteniendo su desesperación tan solo por obtener respuestas.— Tu eres el único que puede unir los pedazos de Obito, porque se que él te ha contando más cosas a ti que a cualquiera de esta organización.— La respiración del albino se detiene en seco al percatarse de ello.— Él se abrió contigo, más de lo que jamás a hecho conmigo.

Hidan quiso refutar, realmente deseaba darle pruebas al rubio de que estaba equivocado, que Obito lo amaba y confiaba en él lo suficiente para contarle cualquier cosa de su pasado, pero... ¿Deidara sabía sobre su cuerpo artificial? ¿Sobre lo mucho que el humo del cigarro le calmaba? ¿De sus miedos? ¿Su dolor? ¿Le ha visto llorando alguna vez? Realmente ¿Que sabía Deidara sobre Uchiha Obito? O mejor aún...

¿Que sabía Hidan de él? ¿Sabía todo eso?

—Yo...— Dudaba, dudaba sobre que podría decir, su mente en aquel instante era un caos total.

Deidara suspira y se levanta dirigiéndose hacia la puerta, deteniendose justo frente a esta mientras le daba la espalda al albino, quien le observaba fijamente.

—Como te dije, yo me rendí... No lo  hagas tu también, porque tú puedes hacerlo feliz.— Abre la puerta de forma lenta, al mismo tiempo que miro de reojo al azabache.— Hazlo por él.

Fue lo último que el rubio dijo antes de salir y desvanecerse por la puerta, desapareciendo de la vista del albino y dejándole solo nuevamente en aquella  oficina. Un solo pensamiento recorría la mente del rubio mientras una pequeña lágrima resbalaba por su mejilla.

«Me enamore de un corazón roto y fracase en intentar repararlo con el mío, solo espero... Que tú puedas lograr triunfar en lo que yo falle y puedas darle el amor que él merece.» Con ese simple pensar y ya estando a la mitad del oscuro pasillo, el rubio deja escapar las lágrimas que retenía en su interior, dejando que estás recorriesen sus mejillas de forma dolorosa, pero sabía que debía mantenerse fuerte...

Por él.

Continuara.
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¡Hola!

Un capítulo para avisar que mañana empiezo la Universidad, deseenme suerte :'D (Al menos agradezco que es online)

¿Que les pareció?

¿Les gusto esta extraña idea? Espero que si.

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Escrito:13/11/21
Publicado: 04/11/21

1321 Palabras.

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