Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Te ha Enviado un Zumbido

Capítulo 23:

Después de cuatro meses y medio, los Jonas se estaban preparando para volver a su hogar. Yo intentaba parecer fuerte, disfrutando los últimos días con ellos en casa. Fer y Nick se habían reconciliado, pero decidieron mantener su relación en la amistad, al menos hasta que pudieran verse de nuevo. En la escuela, las cosas iban un poco mejor, aunque Linda y sus amigas seguían molestándome. Sin embargo, no tanto porque Fer siempre estaba conmigo para evitarlo. Mis demás compañeros me preguntaban todo el tiempo por los Jonas y cómo eran. Algunos querían venir a verlos a mi casa, así que les mentí diciendo que ya se habían ido. Además, ahora se creen mis amigos, cuando antes nunca me hacían caso.

Gastón y yo hablamos y nos reconciliamos. Me explicó que nunca quiso ocultarme nada, pero lo hizo por mi salud y seguridad. Al tener amnesia, podría sufrir un colapso, aunque no sé bien qué significa eso, entiendo que solo querían protegerme.

Fer y yo estábamos organizando una fiesta de despedida. Creíamos que los Jonas se merecían esta pequeña celebración porque nos hicieron felices desde el primer día que los conocimos. Al principio, mi relación con Joe fue difícil, pero ahora, mirando atrás, valió la pena porque eso hace que lo extrañe aún más.

Hoy es jueves y no fui al colegio porque es fin de semana largo por el *9 de Julio*. Son las 10:20 a.m. y ellos se están preparando para regresar a Estados Unidos. Mientras termino de arreglar algunas cosas, siento una mezcla de tristeza y gratitud.

—Mejor vamos a desayunar —dijo Nick entrando a la sala. Detrás de él venían Kevin y Joe, se quedaron sorprendidos.

¡Wow! —dijeron mirando la habitación, que estaba llena de globos de sus colores preferidos y de algunas fotos nuestras.

Los miré con algo de timidez y les sonreí.

—Buen día y sorpresa. Lo hice todo para ustedes —dije dando un paso al costado, mostrando una mesa de desayuno con cosas que ellos suelen comer en su país—. Espero que les guste.

Por alguna razón, siempre que hago cosas como estas para ellos me pongo extraña. No sé, es raro el sentimiento, como si me diera cosita.

—¿Todo lo hiciste vos? —preguntó Kevin sorprendido.

No, emmm... Yo tuve ayuda de Fer, quien sabe cocinar mejor. Yo no sé ni hervir un huevo —reí nerviosa y me puse colorada de la nada, cosa que pasa muy a menudo—. Solo hice los cafés con leche y organicé la mesa.

Fer sonrió y agregó unas tostadas con dulce de leche y manteca a la bandeja en la mesa del comedor.

—Buenos días, espero que les guste todo —dijo con alegría.

Genial, tengo hambre —se rió Joe, pasando su mano por su barriga y sentándose.

—Joe, dejame algo —protestó Nick, corriendo y peleando con su hermano por un jugo de naranja. Kevin se sentó también, riéndose de sus hermanos.

Fer y yo nos sumamos a la mesa, aunque no tenía mucho hambre. Los veía pelear por unas simples medialunas y me reía por sus locuras, me hacían doler la panza de la risa. De repente, un sentimiento de nostalgia invadió mi corazón y mis lágrimas amenazaron con salir. No podía dejarlos ir. Me costaba saber que quizás no los volvería a ver o que se olvidaran de mí. No quería que eso pasara, me dolía.

Salí de la casa, no quería que se preocuparan por mí, estaban muy felices. Me senté como siempre en la medianera de la entrada, suspirando muy triste. Me di vuelta y ahí estaba mi amiga, suspirando con tristeza al igual que yo, hasta que de golpe escuchamos otra vez que la puerta se abría, Nick, Kevin y Joe, salieron de ella, y se acercaron a nosotras, ellos nos abrazaron mientras se sentaban a nuestro lado, y hablábamos de las cosas que hicimos, y riéndonos de los recuerdos y cosas lindas, Joe sacó de su bolsillo como siempre su cámara digital, y la activó para sacarnos una foto los tres y luego uno cada uno.

¿Siempre llevas una camara de foto en tu bolsillo? —cuestión con gracia, a lo que Joe me mira asintiendo.

— Por supuesto, nunca se sabe cuando tendrás que inmortalizar un momento con amigos —responde sonriendo y me mira, y luego toma la cámara para sacarse una foto él mismo— además hoy me veo muy guapo— añade con arrogancia.

Pasaron las horas y ya eran las 19:30. Los Jonas estaban listos para irse al aeropuerto. Yo estaba apoyada en la puerta de mi habitación, no quería verlos irse. Me duele ver cuando las personas se van. Pasó con mi papá, aunque no lo recuerdo bien. Luego mi hermano Marcos, que se fue a estudiar, después Sebastián, mi mejor amigo, y ahora tendría que ver cómo las personas que me contenían se iban. Ya estoy cansada de que siempre todo lo que quiero se vaya, mientras yo me quedo acá esperando a que algún día vuelvan, pero siempre se van.

Joe no me habla porque minutos antes nos peleamos. Se dieron cuenta que les faltaban sus pasaportes y Joe me descubrió con ellos. Se enojó mucho, y aunque sabía que no debía hacerlo, no quería que se fueran. Me duele despedirme y no sé si puedo soportarlo.

—¡Lola! —gritó Kevin, tomándome por sorpresa. Intenté irme, pero él me lo impidió suavemente tirando de mi brazo y abrazándome. Apenas apoyé mi cabeza en su pecho, mis ojos se nublaron y mi corazón se ahogó en tristeza. No quería que se fuera. Sentir su calor, sus suaves latidos me daba paz a mis oídos, aunque por dentro estuviera rota. Su calidez me hacía sentir segura.

—Ya no quiero más despedidas —susurré entre sus brazos, intentando recomponerme.

—No te preocupes, pequeñita —me consoló Kevin. Podía percibir que él también estaba algo triste. Algo que descubrí de Kevin en este tiempo es que es un chico dulce y atento, siempre está ahí cuando estoy triste.

—¿Y para mí no hay un abrazo? —cuestionó Nick cruzado de brazos, fingiendo estar enojado. Es un chico tan suave y comprensivo.

Sus palabras me hicieron reír, así que los llamé para que se unieran al abrazo. Que un Jonas me abrace me hace bien, que dos me estén abrazando es como llenar mi corazón de alegría.

Los Jonas ya estaban por ir al aeropuerto. Fer y yo estábamos sentadas en la sala de mi casa, yo estaba llorando, sintiendo el vacío que se sintió cuando la puerta se cerró y ellos se fueron. No podía dejar de pensar en Joe y en el remordimiento que tenía porque solo se despidió de mí con una seña de mano. Si no tuviera miedo, me hubiera escapado al aeropuerto ahora mismo, pero como siempre, Lola tiene miedo y es tonta, porque no quiero ya ver cómo se iban.

Fer se paró del sofá y me miró con los brazos cruzados, sus ojos llorosos.

—Vamos al aeropuerto —me alentó Fer en un susurro, despertando en mí un sentimiento extraño de por fin querer hacer algo distinto.

Me paré junto a Fer, aún con lágrimas en los ojos.

—Vamos —asentí decidida a dejar de tenerle miedo a todo. De todas formas, sigo teniendo a mi mejor amiga, quien me acompaña en todo, y yo la acompañaré a ella en todo.

Cuando estábamos por salir, Guillermo nos descubrió escapándonos, pero nos dio el visto bueno para ir hasta el aeropuerto. Fer pidió el taxi rápidamente y nos fuimos. Por suerte todavía no se habían ido. Fer corrió hasta Nick para despedirse y, sin esperarlo, se abrazaron de manera muy tierna. Yo me estaba acercando con timidez a Joe y Kevin para despedirlos, pero me escondí detrás de una columna cerca de ellos, tapando mi rostro con mis manos. Estaba llorando. No quería que se fueran. Quería irme con ellos o que ellos se quedaran aquí, pero ya no quería ponerlos tristes ni que se preocuparan por mí.

Fue entonces cuando sentí unos pasos cerca. Quité las manos de mi cara y vi a Kevin, quien se puso a mi altura para limpiar las lágrimas de mi rostro. Yo no podía parar de llorar.

—Ya, mi niña, no llores, por favor —suplicó Kevin con pena, dándome un beso en la frente.

Lo siento, es que no puedo evitarlo. Me cuesta mucho despedirme de las personas que quiero —me abracé más a él.

—No llores —susurró suavemente mientras me secaba las lágrimas—. Cuando menos te lo esperes, volveremos a vernos —prometió con voz dulce, acariciando mi mejilla con sus dedos.

Me despedí de Kevin con un abrazo muy fuerte. Siempre me pareció tan dulce y cálido, el más cercano a las fans. Era atento y agradecido, además de guapo. Desde que lo vi en ese episodio de Hannah Montana, fue el primero que me gustó de los tres.

Luego me despedí de Nick. Aunque suele ser de perfil bajo, es divertido y bromista. Me encanta su capacidad para escribir canciones.

—Vamos, ya tenemos que irnos —dijo Nick suavemente. Se abrazó con Fer, que estaba igual que yo. Por último, le dio un beso y subió a la escalera mecánica.

Nos vemos, niñas. Tal vez algún día nos volvamos a ver —sonrió Kevin con esperanza, subiendo también—. Joe, ¡ya tenemos que irnos! —anunció Kevin, llamando a su hermano.

Me acerqué a Joe despacio y con timidez.

—Adiós, Joe, te voy a extrañar —tartamudee apenada. Él me frunció el ceño, me ignoró y se fue. Lo vi alejarse lentamente, dándome la espalda.

Ese momento fue muy difícil. Sentí un nudo en la garganta, como si tuviera espinas clavadas en ella. Ni siquiera pude disculparme con él. Lo consideraré como algo que jamás olvidaré. Me tapé la cara y me di la vuelta, solo quería irme de ahí, llegar a casa y encontrarme con sus sonrisas.

Estaba por irme corriendo cuando alguien me tomó del brazo con suavidad pero con decisión. Me dio vuelta y me abrazó, un abrazo que parecía eterno. Sin ver quién era, supe que era él por la calidez y sensibilidad con la que me envolvía. Era un abrazo que quedaría como una foto en alguna película o novela. El tiempo se detuvo cuando él acercó su cara a la mía y me dio un dulce y sutil beso en la mejilla. Ese gesto desató un torbellino de emociones que aún no entendía, pero me hacía sentir como si estuviera en un sueño.

Fui arrancada de ese sueño cuando escuché la voz de Kevin llamando a Joe.

— Nunca te olvides de nuestra promesa. Siempre estaré contigo —prometió Joe mientras unimos nuestros dedos meñiques y dándome un beso en la frente. Luego, con esto último, se fue.

Esa fue la despedida más intensa que viví. Nunca creí que podría llegar a querer tanto a alguien que al principio no soportaba. Joe Jonas, con su sonrisa y su mirada, estaba en mis pensamientos día y noche. Cierro los ojos y ahí está él.

Había pasado un año desde que los Jonas se fueron, y Como era de esperarse, nada había cambiado. Intenté mantenerme en contacto con ellos, pero mi hermano Gastón me dijo que ellos no querían saber nada más de nosotras.

— Ellos no quieren volver a tener contacto con ustedes, Lola —me dijo Gastón un día, con un tono serio que me hizo sentir peor.

¿Será verdad? Si así fuera, entiendo que quizás no quieran saber de nosotras. No me sorprende, después de todo. Les causé muchos problemas, especialmente a Joe, quien tuvo que salvarme a mí de un secuestro, y también de Matías, que terminó siendo insultado y lastimado por mi culpa. Pero aún así, duele. Todo volvió a ser igual desde que los Jonas se fueron.

Apoyo a los Jonas en todos sus proyectos como fan, pero en la escuela siguen molestándome. Estoy harta de que me traten como tonta. Empecé a defenderme, aunque sin tanta violencia. Ellas me pegan, pues yo también. Eso me ha llevado a recibir muchos llamados de atención y castigos de mis profesores.

Esto ha generado peleas con mis hermanos, aunque no me prestan mucha atención. Siguen siendo como antes, me ignoran o casi nunca están en casa. Hablé con mi madre, pero siento que me sigue mintiendo.

—Mamá, ¿por qué nunca vienes a verme? —le pregunté un día, tratando de no llorar.

Estoy ocupada, Lola. Sabes que tengo mucho trabajo —respondió ella, sin mirarme a los ojos.

La situación en casa no mejoraba. Mis hermanos no estaban, y cuando estaban, peleábamos. Me sentía sola y perdida, deseando que los Jonas volvieran a nuestras vidas, aunque sabía que era un sueño imposible.

— Lola, no te preocupes por ellos. Estás mejor sin esos problemas —me decía Fer, tratando de animarme.

Pero nada cambiaba realmente. Me dolía la indiferencia, me dolía la soledad. A veces me sentía invisible, deseando desaparecer o encontrar un lugar donde realmente perteneciera.

Otra cosa que debo contarles es sobre Matías. Él supuestamente volvió siendo bueno y se disculpó por lo que pasó aquella vez en la cabaña, pero yo no le creo nada. Menos mal que no le creí, porque Matías volvió para hacerme la vida imposible junto a su alma gemela, Lucía. Ellos dos no hacen más que hacerme pasar mal. Les juro que ya no soporto más. Lo peor de todo es que me hacen quedar mal en todo. Matías siempre que podía no dejaba de repetirme que era una estúpida.

Todo lo que me estaba pasando era horrible, como si hubiera pasado de un sueño a una pesadilla. Todo lo que parecía bueno en mi vida ya no lo es. De alguna forma, me arrebataron la felicidad. Ya no sabía lo que era sonreír. Lo único que hago es llorar y arrepentirme por primera vez de haberme ido de mi casa.

Una tarde, mientras estaba sentada en el patio de la escuela, tratando de leer un libro, sentí que alguien se acercaba. Era Matías, con su típica expresión burlona.

—¿Qué querés, Matías? —proteste rodando mis ojos, intentando sonar firme.

Nada, solo venía a recordarte lo estúpida que sos —respondió con una sonrisa cruel.

—Ya estoy cansada de tus insultos. ¿Por qué no me dejás en paz de una vez? —le respondí, sintiendo la ira crecer dentro de mí.

Porque es divertido verte sufrir, Lola —asegura, riéndose. Lucía apareció a su lado, le dio un beso en sus boca, y luego me miró riéndose con soberbia.

Me levanté, agarré mi mochila y me dirigí hacia la puerta de la escuela. No podía soportar más sus burlas. Justo cuando estaba por salir, escuché la voz de Fer llamándome.

—Lola, ¿a dónde vas? —preguntó preocupada.

A cualquier lugar donde no estén ellos —respondí, señalando a Matías y Lucía.

Fer me siguió hasta la esquina.

—No les hagas caso, Lola. Ellos no valen la pena —me dijo, tratando de consolarme.

Lo sé, pero ya no aguanto más. Todo es una pesadilla desde que los Jonas se fueron —dije, sintiendo las lágrimas caer.

Fer me abrazó fuerte, y por un momento, me sentí un poco mejor.

—Vamos a casa. Te preparó una chocolatada y vemos una peli, ¿te parece? —sugirió con una sonrisa.

Asentí, limpiándome las lágrimas. Aunque la situación seguía siendo difícil, saber que tenía a Fer a mi lado me daba un poco de esperanza.

Mientras caminábamos hacia la casa de Fer, recordé las palabras de Kevin: "No importa cuán lejos estemos, siempre estaremos aquí para vos." Aunque ellos ya no estuvieran físicamente, sus palabras y su música seguían siendo un consuelo para mí. Y con Fer a mi lado, sentí que podría superar cualquier cosa.

En la casa de Fer, nos acomodamos en el sofá con nuestras chocolatadas. Pusimos una película y, por un momento, me olvidé de todo lo malo. Fer siempre sabía cómo hacerme sentir mejor.

—Lola, vas a ver que todo va a mejorar. No estás sola —me dijo Fer, sonriendo.

Gracias, Fer. De verdad —le respondí, sintiendo un poco de esperanza por primera vez en semanas—. Te quiero, hermana —expresó abrazando a mi amiga con fuerza, y ella me responde igual.

Aunque el camino no sería fácil, supe que con amigas como Fer y el apoyo incondicional de los Jonas, de alguna forma, encontraría la manera de recuperar mi felicidad.

Estaba en mi habitación acomodando algunas cosas «dos días faltan para el cumple de Joe» pensaba, mientras de fondo escuchaba la intro de El Maravilloso Mundo de Disney, rogando que pasaran una película que me guste. Estaba recogiendo unas cosas que se me cayeron mientras me quede viendo la tele embobada, mientras tanteaba con mi mano para encontrar las hojas que se me cayeron bajo la cama, sentí una tela gruesa, como cuero, extraño, porque yo no tengo camperas de cuero, por lo que extrañada tire de ella para sacarla debajo de esta, cuando la saque, note que era una chaqueta de cuero, supe de quién era, al tenerla cerca sentí un toque de nostalgia, por curiosidad metí mi mano en uno de sus bolsillos, y dentro había un papel pequeño, lo saque y lo lei, en este tenía unos datos, un numero de telefono, y debajo un correo electrónico, lo que llamó mi atención, pero, sin dudarlo, corrí a la compu y lo añadí en mi Messenger, y le escribí un mensaje, sin esperanza alguna que me respondiera.

«la ventana de chat de *MSN Messenger* se abre, mostrando la lista de contactos, tocó en añadir, y luego abro para escribir un mensaje nuevo»

____________________________________________

Lola_Lovebug_JB: ¡Hola! no se si aun te acuerdas de mi, y no se, si es real o un correo falso, pero, si realmente eres tu, quiero decirte que apesar de que no volvimos a vernos, ni a hablar, te extraño cada día, no se si aun somos amigos, ni tampoco si su amistad fue solo pasajera, igual entiendo que nunca me respondas, porque de seguro tienes cosas más importantes que hacer, que hablar con una niña, que conociste solo de casualidad. 

____________________________________________

Después de enviar el mensaje, seguí arreglando mi habitación. Tomé el papel donde estaban el número y el correo, y me quedé mirándolo, pensando que quizás la vida me estaba dando una señal. No sabía cuál ni cómo leerla, pero sentía que era importante. Guardé el papel dentro de mi diario íntimo, donde nadie lo encontraría, al menos hasta que me sacara la intriga de quién era esa persona.

Me preparé para acostarme, aunque no quería ir a la escuela mañana, sabía que era una obligación y un derecho. Cambié de canal; la película de Pixar no me gustaba porque detesto los insectos. Pasé a Cartoon Network justo a tiempo para ver SuperCampeones. Lamentablemente, me había perdido el capítulo de DBZ, pero me quedé viendo el anime, realmente concentrada en la historia. Cuando terminó el episodio, me preparé para disfrutar de la mejor serie de anime, Pokémon, cantando la intro sin vergüenza. Más que ver la serie, me gustaba jugar con la Gameboy que Marcos me regaló cuando se fue. Aunque ahora había descubierto una manera de jugarlo desde la compu. Así como soy fan de los Jonas Brothers, también soy una Pokéfan. Conozco cada número de la Pokédex y dónde se encuentra cada Pokémon, al menos de la primera, segunda y tercera generación.

Cuando terminó el episodio, apagué la televisión. Me iba quedando dormida, mientras imaginaba y soñaba con el número de teléfono y el correo. Rogaba que fueran una pista o señal para el cambio que necesitaba en mi vida.

A la mañana siguiente, abrí los ojos con lentitud, notando la suave luz azul del cielo. Aunque no tenía muchas ganas de levantarme, hacía frío, así que me abrigaría bien para ir a la escuela. El frío casi no me afectaba porque, al vivir en Bariloche tanto tiempo, me había acostumbrado al frío polar de las mañanas.

Me preparé lentamente, pensando en el día que me esperaba y en el misterioso número y correo que había guardado. ¿Podría ser esto el comienzo de algo nuevo? ¿Una señal de que mi vida estaba a punto de cambiar? Con estos pensamientos en mente, me dirigí a la escuela, con una mezcla de esperanza y curiosidad. Pasé todas las clases intentando prestar atención, pero, como siempre, andaba soñando y pensando en ese maldito papel. Solo quería saber si...

De repente, una bolita de papel se estrelló contra mi cara, devolviéndome a la realidad. Vi a Fernanda, cruzada de brazos, mirándome con expectación.

—Entonces, ¿aceptás que robemos un banco? —bromeó, dándose cuenta de que no había escuchado lo que me preguntó.

La miré frustrada y respiré hondo.

—Lo siento —me disculpé, frunciendo el ceño para mí misma por no entender, por siempre estar en las nubes.

Después de la escuela, me fui a casa sola, ya que Fernanda tenía que hacer un trabajo en casa de una compañera. Cuando llegué a casa, mi alegría fue inmensa al ver a Guillermo en la sala. Aunque ya no venía mucho, creo que a Gastón no le gusta estar cerca de él. No sé por qué, si Guillermo es como un hermano para mí. De hecho, ya me resigné a llamarlo hermanito, porque siempre me cuida y me presta atención.

—¡Guillermo! —lo saludé emocionada. Hablamos un rato y nos pusimos al día. Me preguntó cómo iba en la escuela y todas esas cosas rutinarias.

Me preparó un tazón de fideos tirabuzones, al que le eché la cantidad de queso que quería, agarré un vaso de gaseosa y me fui a mi habitación. Antes de sentarme en la cama para comer mientras veía la televisión, me cambié el uniforme y me puse algo más cómodo. Abrí la tapa de mi notebook, que se prendió rápidamente. Estaba por ponerme un bocado de fideos cuando escuché el sonido que indicaba que había un nuevo mensaje.

Dejé todo con cuidado en la mesa al lado de la laptop y me senté en la silla del escritorio. Abrí rápidamente el icono parpadeante, acompañado de un zumbido que abrió instantáneamente la ventana del chat. Me llevé las manos a la boca y abrí los ojos, sin poder creer lo que leía. La emoción inundaba mi corazón. Leí ese nombre una y otra vez, miré la foto del perfil y mi emoción se hizo más fuerte. Su voz suave y serena sonaba en mi cabeza mientras leía el mensaje.

*9 de Julio:

El 9 de Julio es el Día de la Independencia en Argentina. Se conmemora la declaración de independencia del país respecto del Imperio Español en 1816. Es una fecha patriótica importante en la que se celebran desfiles, eventos cívicos y se reflexiona sobre la historia y la identidad nacional.

*MSN Messenger: 

Dudo que no sepan qué es esto, pero, para no hacer un texto largo, les mostrare lo que en los 00's usábamos como método de comunicación instantánea (sin contar los teléfonos de línea o inalámbricos) era la sensación en ese momento, era lo más, podías tener todos los emojis, y crear unos propios, tenia los guiños, un ejemplo el del beso, o el cerdito que bailaba. Algo importante del MSN que allí si, o contestabas por las buenas o te enviaban un Zumbido o miles de un solo clic, hoy te "clavan el visto" y no te responden, antes o contestabas o contestabas, ahre, tambien tenia juegos, osea, podías conectarte con un amigo, y jugar en linea, creo que he probado todos.


💋–A

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro