Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Sin Secretos

Capitulo 34:

Su expresión cambió, ya no parecía tan distante. En su lugar, había algo que no podía descifrar. Lentamente, me pidió que me acercara más.

—¿Por qué no me lo dijiste antes? —su voz sonaba tranquila, pero había una mezcla de decepción y preocupación.

Me acerqué, insegura, sintiendo que tal vez este era el momento en que todo podría cambiar.

— Y–yo este... eh —balbuceó, sintiendo mis mejillas arder. Bajé la cabeza, mis ojos clavados en mis dedos, avergonzada. No podía mirarlo directamente. Sentí cómo mis ojos se humedecen y, antes de darme cuenta, una lágrima solitaria resbaló por mi mejilla—. Tenía miedo —murmuré, apenas audible, mientras levantaba los ojos, pero mantenía la cabeza baja.

Joe seguía ahí, con esa mirada tan intensa, pero noté que algo en su expresión se suavizó.

— Pensé... pensé que no me creerías —mi voz temblaba, como si se fuera a romper en cualquier momento. Y entonces, no pude evitarlo. Un sollozo escapó de mis labios, uno que venía desde lo más profundo de mí. Nunca me había dolido tanto una pelea con Joe, sobre todo después de lo que pasó cuando Matías vino a buscarme esa mañana. Sentía que le debía tanto, a él y a sus hermanos.

Joe suspiró, un sonido suave que llenó el espacio entre nosotros. Lo vi parpadear lentamente, frunciendo el ceño como si estuviera procesando todo. Se inclinó hacia mí, y su voz, aunque firme, tenía un tono de calidez que me envolvió.

— Te perdono —dijo, con una calma que me sorprendió. Sus palabras eran como un bálsamo, algo que necesitaba escuchar—. Me dolió que me lo ocultaras, Lola. Si me lo hubieras dicho... yo te habría protegido —confesó, llevándose una mano al pecho como si también le doliera. Con la otra mano, limpió suavemente las lágrimas de mis mejillas, su toque delicado me hizo sentir un poco más ligera. Luego, me tomó del mentón, levantando mi rostro para que lo mirara directamente a los ojos—. Eres mi mejor amiga, Lola.

Esas palabras... hicieron que mis ojos se llenaran de nuevo, pero esta vez no de tristeza, sino de algo que no podía describir del todo. Algo cálido, algo que me hizo sentir menos sola.

—Y los amigos no tienen secretos —añadió, mientras corría un mechón de mi cabello detrás de mi oreja. Su gesto era tan natural, tan lleno de cariño. Luego se recostó en la silla, abriendo los brazos lentamente, con esa sonrisa que siempre lograba calmarme, esa sonrisa que me decía que todo estaría bien.

—Abrázame, niña —dijo con esa voz que ponía cuando quería hacerme reír. Esa mezcla entre ternura y broma, imitando una ardilla con un puchero en los labios. A pesar de todo, no pude evitar sonreír, aunque fuera solo un poquito.

Sin pensarlo, corrí hacia él, abrazándolo fuerte. Sentí sus brazos envolviéndome, protegiéndome, y de algún modo, un suspiro de alivio salió de mí, como si toda la tensión que llevaba dentro se desvaneciera en ese instante.

En sus brazos, me sentí segura. Como si, al final de todo, siempre podría encontrar un refugio ahí.

—Joe —murmuré mientras nos separábamos del abrazo. Sus ojos se quedaron fijos en los míos, atentos—. ¿Puedo pedirte algo? —pregunté con un tono ligeramente mimado, mirándolo con una pizca de complicidad. Extrañaba nuestras conversaciones. Joe mordió sus labios, como si supiera que intentaba persuadirlo, pero asintió con suavidad.

—Puedes seguir dándome clases —Respondí al fin, aunque no entendía por qué me ponía nerviosa al pedírselo. Sentí cómo mis mejillas se encendían ligeramente. Joe entrecerró los ojos, como evaluándome, pero después dio un paso más cerca.

—Está bien, volveré a darte clases —aceptó, señalándome con su dedo índice—. Pero prométeme una cosa: nunca más vas a decir "no puedo". ¿De acuerdo? —dijo cruzando los brazos, adoptando una postura firme.

Me llevé una mano al corazón, como si fuera un juramento solemne.

—Te prometo que nunca volveré a usar la frase... —Hice una pausa, luchando por no caer en su trampa, y me reí traviesamente—. Esa que tú dijiste. —Joe chasqueó la lengua, divertido, y negó suavemente con la cabeza. De repente, me agarró del brazo y comenzó a hacerme cosquillas. Solté una risa fuerte e involuntaria.

—¿Vienes a la pijamada con nosotros? —le pregunté poniendo mi mejor cara de "gato con botas". Joe se rio y asintió. Le devolví una sonrisa, algo sorprendida.

Después de atreverme a hablar con Joe, lo dejé ocupado con lo que fuera que estaba haciendo. Me recosté en mi cama, apoyando la espalda contra la pared, tratando de escribir en mi diario. Pero me aburrí rápidamente y lo guardé. Desde mi lugar, pude ver cómo Joe sonreía frente a la pantalla de su computadora, como si algo lo tuviera realmente entretenido. Me pregunté qué estarían haciendo los chicos, pero la verdad era que no quería irme de donde Joe estuviera. Por alguna razón, me sentía más segura a su lado. No solo eso, mi humor mejoraba cuando estaba cerca de él. Me quedé mirando sus figuras de acción, buscando algo para distraerme, cuando noté una mirada fugaz de Joe sobre mí.

—Federico también es fan de esos —comenté, intentando tomar una de las figuras, pero Joe me detuvo suavemente con un llamado de atención.

—¿Puedo? —le pregunté, señalando el reproductor de música. Joe asintió, y corrí a buscar mi pendrive. Sabía que mis canciones favoritas estaban ahí, algo que aprendí de las clases con Joe: escuchar de todo, abrirme a la música.

—Oye, ¿sigues escribiendo? —preguntó Joe con curiosidad, mientras yo conectaba el pendrive.

...

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro