Sigue al Corazón
Capítulo 24:
La emoción inundaba mi corazón. Leí ese nombre una y otra vez, miré la foto del perfil y mi emoción se hizo más fuerte. Su voz suave y serena sonaba en mi cabeza mientras leía el mensaje.
---
J_Danger: Hola, para empezar, sí soy Joe. Si alguna vez te di este correo, quiero que sepas que jamás daría un correo falso. Realmente pensé que ya no hablarías conmigo, ha pasado un año desde que nos conocimos y recién ahora te acordás de mí. 😑
Lola_Lovebug_JB: 😕 Jamás me olvidaría de vos. En realidad, pensé que sería al revés -cómo puede decirme eso si ellos no quisieron dejar ningún dato de contacto.
J_Danger: ¿Cómo podría olvidarme de mi mejor amiga? 🤨 —esas últimas palabras llenaron mi corazón de ilusión, Joe seguía considerándome su mejor amiga.
Lola_Lovebug_JB: Ustedes no querían saber más de nosotras 😦 —escribí con dolor y rapidez.
J_Danger: Eso es mentira. Antes de irme, les dejamos a tus hermanos una nota con nuestros correos y números 🥴 —leí una y otra vez la parte en la que hablaba de mis hermanos, intrigada. ¿Mis hermanos tenían sus datos? ¿Por qué Gastón o Federico ocultaría esto?
Lola_Lovebug_JB: ¿Cómo puedo saber que sos vos realmente y no un rarito de esos? 😖 —la duda me atacó de repente.
J_Danger: Dame un momento 🕗 —comentó rápidamente, y una invitación a una videollamada saltó en el chat. Con un poco de temor, acepté, encontrándome con una imagen de Joe intentando enfocar la cámara web. No pude contener mi emoción, por lo que un pequeño grito de felicidad salió de mí. Joe sonrió al escucharme, aunque no podía verme porque Guillermo no me dejaba tener cámara web, al menos, no si estoy sola.
---
— ¡Eres tú! —comenté con alegría, sintiendo ganas de traspasar la pantalla y abrazarlo. No puedo creer que estoy viéndolo después de un año. Se ve igual de guapo que en las fotos de mi computadora o en mis posters. Su pelo sigue siendo igual de planchadito, aunque ahora es un poco más corto. Sus cejas igual de pobladas y esa mirada suave pero decidida y encantadora.
— Ahora sí me crees —sonrió Joe, quizás algo emocionado—. Una pena que no pueda verte.
— Lo sé —lamenté mientras dirigía mis ojos al techo, aunque no pudiera verme—. Es que no me dejan tener cámara web -aclaré mientras me llevaba un poco de comida a la boca.
Joe asintió, apoyando su mentón en la palma de su mano y acercándose más a la pantalla.
—Dime, ¿cómo has estado? —preguntó con tono agradable y quizás un poco de curiosidad en su voz.
Le conté un poco de todo lo que pasó durante el año, incluso cuando fuimos de campamento en septiembre por el paso de la primaria a la secundaria. La pasé bien, excepto el último día, cuando Matías apareció para molestarme. Es extraño, pero cuando llegamos, él estaba ahí, pasando unos días con su familia. Esa parte no se la conté—... y bueno, cuando volví, me enteré que vendrían, pero como no me porto muy bien en la escuela, no me dejaron ir, y menos teniendo 12 años —finalicé decepcionada. Joe solo se limitó a encogerse de hombros y levantar los brazos.
—Hay algo de lo que no me has contado —dictaminó Joe, señalando con su dedo—. Has estado practicando canto, me imagino —pronunció, mirando a la cámara. Podía sentir su mirada sobre mí, como si pudiera verme aunque no fuera así.
— Intenté pensar en una excusa y sonreí apretando los dientes a la nada—. Sí —simulé arrastrando las ies.
— Lola —llamó mi atención con tono severo, arqueando una ceja y negando con la cabeza—, ¿qué pasó?
— Estuve practicando sola las clases que me diste —mencioné con timidez, y Joe sonrió al escucharme decirlo—, pero aún me cuesta tomar la iniciativa para subir a cantar —confesé mientras terminaba mi tazón de fideos—. Igual, en esta casa mucho no se puede avanzar —añadí con un poco de angustia.
— Sé que te da miedo y créeme que lo entiendo —declaró Joe con empatía—. Sabes, Lola —comentó pensando en lo que iba a decir—, deberías hacerlo de a poco. ¿Sabes lo que te quiero decir? —interrogó con rapidez—. Animate a cantar suave cuando estés haciendo cosas.
¿Como cuando estoy en la ducha? —pregunté, inclinando mi cabeza un poco hacia un lado.
— Sí, exacto, nena —confirmó Joe. Es la primera vez que me emociono al escuchar que me llama así. Lo extrañé tanto, a pesar de que a veces me parecía molesto. Extrañé su actitud simpática y, a la vez, seria. Quería abrazar a Joe, pero había muchos kilómetros que nos separaban—. Sos muy lista, Lola —señaló, sonriendo y mirando a la cámara.
Oye Joe, ¿te puedo pedir algo? —pregunté con tono adorable. Él sonrió divertido y pude ver cómo se burlaba de mi forma de pedir cosas—. ¿Tus hermanos estarán luego en casa? —cuestioné, mirando hacia un costado como si pudiera ver mi cara de niña consentida.
— Depende —respondió Joe, dudoso a mi petición.
Es que quiero hacerle una sorpresa a Fernanda —detallé con voz animada—. Ella los extraña mucho también —mencioné mientras pensaba en que seguro le haría feliz mi sorpresa. Fer siempre está cuando la necesito y me ayuda cuando tengo problemas. Es la mejor amiga del mundo.
—Me parece una gran idea —afirmó con gracia—. Además, seguro que cuando les diga a Nick y Kevin que hablé contigo, les hará ilusión saber de ti y Fernanda —aseguró Joe con una sonrisa contagiosa.
Después de la charla con Joe, sentí una mezcla de felicidad y nervios. Sabía que esto alegraría a Fer y, de alguna manera, sentía que todo iba a mejorar. Joe me dijo que me conectara después de las 5 de la tarde. Esperé ansiosa esa hora mientras miraba la televisión en la sala. De repente, me puse a pensar en lo que Joe me había dicho sobre mis hermanos, así que aproveché que no había nadie en casa para entrar a la habitación de Gastón y buscar entre sus cosas alguna nota o pista que tuviera escondida.
Estaba a punto de rendirme cuando vi una nota adhesiva amarilla pegada en la contraportada de un CD. La leí y vi los correos de Kevin, Nick y Joe. La sangre me hervía de coraje y bronca. ¿Cómo podían ocultarme algo tan importante? ¿Por qué les molestaba que fuera feliz? Sabían cuánto extrañaba a los Jonas, igual que Fer. No iba a dejar que nadie me quitara lo que me hacía bien. Me anoté los correos antes de devolver la nota a su lugar, para que Gastón no notara que estuve husmeando en su habitación.
Cuando se hizo la hora, preparé todo para una pijamada antes de que Fer llegara a casa, para que no sospechara nada. Le conté a Guillermo en secreto que había hablado con Joe y él se alegró por mí. Le pedí prestada su cámara web, y accedió con la condición de que le mostrara que realmente hablaba con Joe y no con un extraño. Acepté felizmente y le agradecí.
Fernanda llegó a casa justo cuando estaba jugando a un juego de Barbie, esperando a que Joe me llamara para el videochat. Guillermo me ayudó a instalar la cámara web después de que Joe le enviara una foto suya para demostrarle que era él con quien estaba hablando, y luego se fue.
—Hola —saludé a Fer con entusiasmo, sin poder ocultar mis sentimientos. Ella me miró con picardía y entrecerrando los ojos.
—¿Qué tramás? —curioseó, intentando descifrar lo que ocultaba.
—Tengo una sorpresa para vos —le respondí, sin poder disimular más mi emoción—. Te va a encantar —aseguré, mientras ella me miraba dudosa—. Hoy cenaremos acá —dije, mostrándole la bandeja con snacks, gaseosas y sándwiches que preparé para la noche.
—Me encanta, porque tengo mucha hambre y sed —asintió mi mejor amiga, sentándose en una de las sillas cerca del escritorio. Fer es muy observadora, así que notó la cámara web, pero no le dio importancia.
Un ícono parpadeante indicaba un mensaje nuevo de J_Danger. Abrí el mensaje y vi un guiño de una caricatura sacando la lengua, a lo que respondí rápidamente con un emoji de un guitarrista golpeando un parlante.
----
Lola_Lovebug_JB: Ese se parece a vos 😄
J_Danger: Ya estamos 😉
----
—Mientras Fer estaba en el baño, acepté rápidamente la invitación del videochat. De repente, aparecieron Nick y Kevin, hablando con Joe, que estaba ajustando la cámara.
—Hola —saludé emocionada, aunque aún no había activado mi cámara para darles una sorpresa también a ellos.
—Hola, pequeña Lola —saludó Kevin con voz cálida.
—Los extrañé un montón —respondí con toda la emoción que sentía en ese momento, aunque las palabras no alcanzaban para describir lo que sentía—. Shh, ahí viene —susurré mientras hacía señas con mi dedo índice, como si me estuvieran viendo.
Justo en ese momento, Fer entró en la habitación, ya con su pijama puesto y bien peinada con una trenza, para dormir más cómoda, según ella.
—¿Estás lista para tu sorpresa? —pregunté ansiosa, tapando la pantalla con mi cuerpo. Mi amiga asintió, aún dudosa, pero su cara se transformó en una mezcla de asombro y emoción cuando vio a los tres hermanos aparecer en pantalla completa en la notebook.
Fer me abrazó emocionada en agradecimiento por la sorpresa. Luego saludó a los chicos con una sonrisa radiante.
—Chicos, ¡qué felicidad volver a verlos! —comentó Fer con alegría. Noté que sus ojos se desviaron hacia Nick, y vi cómo la mirada de él cambiaba al escuchar a mi amiga.
De repente, recordé algo.
—¡Esperen! —grité sin darme cuenta, liberando un poco de la emoción que sentía—. Tengo otra sorpresa —confesé rápidamente e hice clic en un botón para activar la cámara—. ¡Ahora sí! —saludé a la cámara con euforia, y ellos se sorprendieron al vernos.
Esa noche nos pusimos al día con nuestras vidas y las de ellos. Dejamos que nos contaran todo, aunque sabíamos cosas sobre la banda, pero respetamos su privacidad. Hablamos de todo un poco y nos reímos recordando las cosas que hicimos cuando estuvieron aquí. Los próximos días también seguimos hablando. A veces conversábamos juntos, y otras veces, Fer o yo hablábamos con ellos por separado. A Joe se le ocurrió la loca idea de darme clases de música a distancia. La única razón por la que acepté fue porque quería pasar más tiempo hablando con él. Descubrí que hablar con Joseph era mi pasatiempo favorito, ya fuera cuando llegaba del colegio o cuando estaba aburrida. Me divertía con sus ocurrencias, aunque a veces nos peleábamos por chat. Somos compatibles en muchas cosas, pero en otras no tanto, por lo que terminamos enojándonos. Pero cuando peleo con Joe, no puedo pasar mucho tiempo sin hablarle. Todo estaba yendo tan bien.
Estaba charlando con Joe, riéndome de sus caras graciosas y chistes que siempre me animan.
—Joe, mira, el otro día fui al shopping con Fer y me compré una gorra de Pikachu —le conté emocionada, mostrándole mi nueva adquisición—. ¡Y también me compré el CD y el DVD de Jonas Brothers: The 3D Concert Experience! —añadí, enseñándole ambos objetos que compré con el dinero que guardo de las veces que no como en la escuela.
Joe se rió cuando besé ambos objetos. Son mis tesoros.
—¿Cuántas veces la has visto ya? —preguntó, como siempre, anticipando mi respuesta.
La verdadera pregunta sería: ¿cuántas veces no la vi? —corregí, levantando el dedo orgullosa—. A veces se traba de tantas veces que la vi —confesé, cubriéndome la boca con la mano.
Joe soltó una carcajada sonora—. Te adoro, niña —dijo con mucho cariño, lo que hizo que mis ojos brillaran. Las mariposas revoloteaban en mi estómago cuando hacía esos comentarios, o simplemente decía mi nombre. Solo esperaba que él no se diera cuenta de lo que sentía. Me daría demasiada vergüenza.
—Te extraño, Joe —confesé con un poco de pena, él me sonrió en respuesta.
—Ven a verme —sugiere él encogiendo los hombros.
—¿Cómo quieres que haga eso? No me van a dejar —negué con la cabeza con decepción.
—A veces uno debe tomar riesgo, niña —aconsejó Joe, encogiéndose de hombros—. ¿Te atreves a soñar? —inspira arqueando una ceja, mientras se cruza de brazos.
La puerta de mi habitación se abrió de golpe, haciéndome saltar y revelando a Gastón entrando de repente. Me sobresalté al verlo y me puse de pie, intentando tapar la pantalla de la laptop.
—Ahora entiendo por qué has estado tan cambiada últimamente —comentó, señalando con irritación la pantalla de la computadora con su mano derecha—. ¿Has estado fisgoneando en mi habitación? —me acusó, señalándome con el dedo.
Por un momento, el miedo se apoderó de mi voz, pero ya no iba a permitir que me mintiera en la cara—. ¿Por qué no quieres que hable con los Jonas? —pregunté desafiante, cruzándome de brazos.
—Lola, piensa lo que te dije —me recuerda Joe, pero, solo escuché una parte, porque, justo Gastón terminó la llamada, desconectando la computadora con todo y cargador.
—Ya te he dicho que no son una buena influencia para ti —exclamó mi hermano mayor, frunciendo el ceño, y se fue hacia la puerta.
—Te odio —gruñí con los ojos nublados—. ¡Estoy harta de todo, harta de que no me dejen ser feliz! —exclamé a gritos, tirándome al suelo, llorando y tapándome la cara. Deseaba poder abrazar a Joseph, lo que me angustiaba aún más. Tenía tanta tristeza acumulada que no sabía cómo liberarla. Apagué todo y me acosté en la cama, sosteniendo la nota que encontré en el bolsillo de la chaqueta de Joe, la cual abrazaba mientras intentaba dormir para calmar mi angustia. Desde mi habitación, podía escuchar a mi amiga gritarle a Gastón, defendiéndome como siempre lo hacía. Aunque tratara de discutirle, Gastón me daba mucho miedo; sus gritos me recordaban de algún modo a Matías.
Abrí los ojos de golpe, con la respiración agitada. Todo estaba oscuro, así que tanteé para encontrar la luz de noche. Al encenderla, observé a mi alrededor; Fernanda ya estaba dormida. ¿Cuánto tiempo había estado dormida? Me levanté para ir al baño y luego me senté en mi cama, aún pensando en lo que pasó. Mis ojos me ardían de tanto llorar. Tomé la chaqueta de Joe, que se encontraba en mi cama, y atrapé la nota que voló. No quería perderla. Al atraparla con mi mano, me di cuenta de que el papel tenía algo escrito también en el otro lado. Era una especie de dirección, escrita en inglés, y decía: "In case you ever need it". Leí para mí misma y, al verlo, algo dentro de mí se encendió. Aún hoy no tengo idea de por qué fue lo primero que se me ocurrió, pero no lo dudé ni un segundo, aunque aún no estaba segura de...
...
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro