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Pinky Promise

Capítulo 5:

️🔞| +18 Esta historia contiene escenas de violencia que pueden resultar sensibles para el o los lectores. |❗

— Sé que fui muy duro contigo, y siento mucho lo que pasó antes. Solo quería hacer una broma divertida, sin maldad. Y no, yo no te odio en realidad. —Me confiesa Joe, mirándome a los ojos.— ¿Cómo podría odiarte si apenas te conozco? Solo me dolió que me mintieras, y pensé que podías confiar en mí. -Comenta con suavidad.

Decido que quiero empezar de nuevo y le extiendo la mano. Él me dedicó una sonrisa amigable, toma mi mano y me atrae hacia su cuerpo, haciéndome mirarlo.

- Solo si prometes que no volverás a engañarme -indica Joe, arqueando la ceja como si me estuviera regañando. Nuestros ojos se encuentran, y una extraña sensación empieza a recorrer mi cuerpo. Cada centímetro de mi piel se eriza, pero de una manera agradable, muy diferente a lo que sucede con otras personas. Con Joe, es distinto. No me asusta; de hecho, me siento cómoda teniéndolo cerca. Aunque normalmente me pone nerviosa o incómoda el contacto físico con la gente, Joe me transmite una extraña sensación de confianza.

- Prometo no mentirte más -susurro nerviosa, mientras veo una sonrisa asomarse en sus labios.

Joe me suelta y me mira- ¿Por la "garrita"? -dice, extendiendo su meñique.

Río y veo cómo su expresión cambia, indicándome que está siendo serio- Por la "garrita" -asiento, uniendo mi dedo meñique con el suyo.

- Como prueba de que cumplirás tu promesa, tendrás que contarme todo acerca de tu verdadero yo -añade, cruzándose de brazos.

- Está bien. ¿Qué quieres saber? -pregunto, sintiéndome nerviosa sin razón aparente.

- Empieza con... -una puerta que se cierra de golpe interrumpe bruscamente nuestra conversación, y notamos la presencia de Matías en la sala. Joe frunce el ceño de manera incómoda cuando nos observa, y Matías, por un momento, parece no soportar la presencia de Joe. Luego, me mira.

Tenemos que hablar -ordenó molesto y suelta un suspiro, ¿por qué habla en español?

- Luego, ahora estoy hablando con él, por si no te has dado cuenta -le contesto, echándole un vistazo a Joe que observa la escena sin entender, y después a Matías, quien se ve aún más enojado.

Es solo un segundo -se acerca a mí. No me gusta lo que está pasando. Niego con la cabeza- ¡es un segundo! - me grita e intenta tomarme del brazo. En un rápido movimiento, lo aparte.

- Ya te he dicho que no, y punto -le afirme con firmeza, cruzando los brazos. Observe a Joe, quien mira la escena con confusión.

Una vez más, intenta agarrarme el brazo y esta vez tiene éxito. Tira de mí con fuerza mientras me sujeta- haz lo que te digo -murmuró. Al mirarlo, noté que sus ojos reflejaban una oscuridad inquietante, algo que me pone incómoda.

- ¿Me esperas un segundo mientras hablo con él? -le pregunto a Joe, quien asiente. Sin embargo, un momento antes de irme, Joe toma mi brazo suavemente, y volteo para mirarlo.

Si quieren, pueden hablar aquí. No tengo problema, no entiendo mucho el idioma -sugiere encogiéndose de hombros. Antes de dar una respuesta, Matías me señala que lo siga. Miro a Joe antes de partir y lo veo reflexivo, preocupado.

Sigo a Matías hasta mi habitación, pero el miedo se apodera de mí cuando escucho que cierra la puerta. Mi corazón late con fuerza; algo me dice que no debería estar a solas con Matías. Intento salir de la habitación, pero él me empuja y caigo al suelo. Matías prende la radio y sube el volumen.

¿Qué haces con ese tipo? -pregunta con voz hostil, me mira con furia. No entiendo cuál es el problema.

- Estábamos hablando -respondo sinceramente, mientras me levanto. Matías, con su mano izquierda, me sujeta de la muñeca con fuerza, haciéndome daño, y me arrastra hacia él con brusquedad.- Déjame, me estás lastimando -reclamo. Una sensación de peligro recorre mi cuerpo mientras él aprieta más mi brazo.

No me gusta que estés cerca de ese tipo. Pasas mucho tiempo con él -me regaña, elevando la voz.

- Es solo mi ídolo. No entiendo por qué es malo que pase tiempo con él. Estas oportunidades no se presentan dos veces en la vida, así que, si me disculpas, quiero disfrutar esto. Gracias -le protesto, frunciendo el ceño, no es nadie para decirme que hacer, él no es ni mi hermano, ni mi novio, ni nadie. Intento zafarme, pero él aprieta con más fuerza mi muñeca. Siento un dolor punzante que me recorre. Sigo luchando para liberarme de su agarre, pero su fuerza es abrumadora. En cualquier momento siento que mi muñeca se romperá, y grito del dolor- ¡No puedes obligarme, suéltame, me duele!

No me respondió, pero su mirada se volvió oscura y siniestra. Su comportamiento me parecía muy extraño. Sin previo aviso, agarró mi pelo, y mi corazón comenzó a latir desbocado, como si quisiera salir disparado de mi pecho. Tiró de mí hacia atrás, haciéndome caer al suelo nuevamente, seguido de un fuerte golpe. Intenté gritar, pero otro golpe llegó, y cuando intenté escapar, me empujó. Las lágrimas estaban a punto de brotar, pero no podía permitírmelo. Intente empujarlo, pero su fuerza era el doble que la mía. De repente, el miedo y la desesperación se apoderaron de mí. Luché por liberarme, pero Matías ahogó mis gritos con su mano. Los nudo en mi garganta me asfixiaba, los gritos atrapados como si fueran una pelota gigante. Mi boca me dolía enormemente. Pasaron minutos, quizás una media hora, la verdad es que no tenía noción del tiempo que había durado esa horrible pesadilla. Mis labios dolían, y ya podía ver algunas marcas de sus agarres que pronto se convertirían en moretones en mis brazos.

Matías salió de la habitación. Miré al espejo y vi mi ojo morado, las lágrimas brotaron, incapaz de entender por qué me había golpeado. Cerré los ojos, tratando de encontrar una explicación. ¿Celos? ¿Engaño? El miedo a lo que Matías podría hacerme me atormentaba.

Saliendo de mi habitación, encontré a Joe serio mientras miraba su celular.

- ¿Qué te pasó? -Preguntó mientras me miraba con atención, algo que me sorprendió. ¿Acaso se preocupa por mí ahora? Se levanta del sillón y se acerca a mí-. ¿Por qué tienes esos moretones? -Su mirada está cargada de preocupación. Honestamente, no me esperaba esto.

Yo... Me... Me caí -miento, a pesar de que le prometí no hacerlo. Pero temía que si Matías se enteraba de que le conté a alguien más, podría volver a golpearme. Además, sé que nadie me creería, ya que Matías no es conocido por ser violento.

- Entiendo -respondió, pero su mirada sigue mostrando escepticismo. Un incómodo silencio se apodera del lugar, y siento que Joe no me cree. En realidad, me sorprende verlo aquí en la sala; dudo que haya escuchado algo con la radio que Matías encendió poco antes de atacarme.

Soy torpe, siempre tengo que mirar dónde piso porque la vida me hizo así -intente convencerlo. Joe me mira, y yo me siento a su lado.

- ¿Sabes dónde están los demás? -cambia de tema. Mientras me observa, seguramente piensa que soy torpe.

Seguro fueron a caminar o a conocer un poco la zona -le respondí encogiéndome de hombros. Busco algo interesante en la tele, y me detengo cuando empiezan a pasar "Cheetah Girls". Me encantan todas las películas de Disney; cada una tiene su propia magia. Mi escena favorita es cuando aparece Belinda en la pantalla cantando "Why Wait". Ella es una de mis ídolas, y sus canciones siempre me han inspirado.

Joe suspira con exasperación, se levanta del sillón y se dirige hacia la cocina. Mientras se va, miro a mi alrededor, asegurándome de que no haya nadie cerca. Me levanto del sofá frente a la tele y comienzo a bailar y cantar. Aunque mi cuerpo me duele un poco por los golpes de Matías, el baile, la música y el canto siempre me ayudan cuando me siento mal. Pero cuando me volteo para sentarme, veo a Joe apoyado en el arco que lleva al comedor, con una expresión divertida. Me asusto y me sonrojo al instante. Se acerca a mí y me entrega un paño frío con hielo.

- Esto aliviará el dolor y reducirá la inflamación en tu ojo -dice con seriedad.

Joe, no era necesario, de verdad. Yo... -intente interrumpirlo, pero suspira, aparentemente molesto.

- ¿Dónde puedo encontrar el botiquín de primeros auxilios? -pregunta cruzando los brazos. Lo miro, abro la boca para decirle que no es necesario, pero me lanza una mirada escéptica. A regañadientes, señalo el baño.

Es tan terco, Dios -susurre mirando al cielo. Regresa con el botiquín y me mira con los ojos entrecerrados. Parece haber escuchado lo que dije. Luego, me indica que me siente en el sofá, y yo lo hago a mi manera, con las piernas cruzadas en el sofá. No lo hago porque él me lo diga, sino porque yo quiero hacerlo. No sé qué piensa de su expresión, pero seguro que funciona con otras chicas. Sin embargo, se encontró con la chica que no se deja intimidar por su actitud, lo cual me recuerda a alguien que conocí en Bariloche hace un tiempo.

Joe se sienta a mi lado y toma un pedazo de algodón y un poco de desinfectante. Mi labio arde cuando el algodón pasa por la herida. Su rostro parece suavizarse cuando me quejo del ardor. Después de curar mi ojo, me observa fijamente.

- Tú y yo teníamos un trato, ¿recuerdas? -comenta con una ceja arqueada.

Recuerdo el trato, ¿que quieres saber? -pregunto divertida.

- La verdad -contesta arqueando sus hombros.

Claro, con gusto. Me llamo Lola, tengo 15 años y nací en Bariloche, una hermosa ciudad de Río Negro. Mi madre me crió allí junto a mis hermanos Gastón, Marcos y Federico. Nunca he conocido a mi padre; se fue cuando era un bebé. Me mudé a Buenos Aires cuando tenía 12 años. Mi madre había intentado durante mucho tiempo alejarme de un chico con el que estaba, aunque nunca entendí el porqué, y sigo sin hacerlo. - Hablo con cierta confusión, mirando fijamente mis dedos. Hablar de mi infancia o pasado me resulta complicado, ya que recuerdo muy poco. Cada vez que lo hago, siento que estoy olvidando todo, como si mi mente se quedara en blanco. Solo sé lo que me contaron.

Veo a Matías entrar en la casa y trato de no ponerme nerviosa. Observo de reojo cómo se sienta en el sillón junto a mí. Me sobresalto disimuladamente cuando su brazo roza mi espalda. Giro mi cabeza hacia Joseph y siento que sus ojos se clavan en los míos. Podría jurar que el tiempo se detuvo en ese instante, hasta que Joe se levanta del sillón de manera bastante abrupta. Si yo fuera Lucía, no creo que eso hubiera pasado, ¿no? De reojo, veo cómo Matías apoya su brazo en el respaldo del sillón. Quiero salir de esta incómoda situación. Miro a Joe, quien parece distraído con su celular y trato de buscar una forma de escapar, pero no me mira.

- Oye, Lola, me encantaría seguir escuchándote, pero ¿podríamos ir afuera? Estoy un poco aburrido de estar aquí -me pregunta. Yo asiento con una sonrisa, creo que entendió mis pensamientos. ¿Dijo "aburrido"? Perfecto, ahora piensa que soy aburrida. -¿Vamos? -pregunta con una ligera mala gana, señalando la puerta.

¡Claro! Perdón, estaba en las nubes -me levanto algo desorientada aún. ¿De veras le parezco aburrida? Si sigo divagando, quizás me deje aquí.

- Escucho a Joe carraspear y le sonrei en forma de disculpa. Él niega con la cabeza -Vamos antes de que me arrepienta -abre la puerta, tratando de no enfadarse.

Le dedico una tímida sonrisa y asiento, aceptando su idea. Siento que Matías me mira, y mi corazón se acelera. No puedo evitar mirarlo; su mirada transmite enfado. Intento ignorarlo y salgo detrás de Joe. Caminamos por el barrio, compartiendo anécdotas, y descubro que tenemos más en común de lo que pensaba. Somos como el agua y el aceite en algunos aspectos, pero cuando hablamos, todo fluye.

...Desde que tengo memoria, hago danza, y también me gusta cantar. Al menos eso es cierto -comentó mientras nos dirigimos al lugar donde nos conocimos.

- Entonces, si cantas... -arqueó una ceja, y pude percibir un atisbo de desconfianza en sus palabras, lo cual era comprensible.

Asentí y lo miré de reojo. Joe se detuvo y entrecerró un ojo debido al los rayos del sol que dificultaban su visión. En mi mente, pensé «En el fondo, estoy algo contenta de que no hayamos peleado, aunque sigo pensando que es un engreído.»

- Demuéstramelo -añadió antes de seguir caminando. ¿Me estaba desafiando?

Me sonrojé un poco. Miré mis pies, y de pronto, Joe con sus dedos bajo mi barbilla suavemente elevó mi cabeza.

- Tal vez pueda ayudarte con eso -sugirió mientras se tocaba el mentón y arqueaba una ceja.

¡¿Qué?! ¿Joe Jonas quería ayudarme? Lo miré con sorpresa, tratando de ocultar mis emociones, y me crucé de brazos mientras miraba hacia otro lado.

- Aunque quieras, no creo que puedas lograrlo. Muchos lo han intentado, y jamás han podido -respondí con un toque de tristeza.

Joe dejó de caminar y me miró fijamente.

- Mira, en este momento no hay nadie más, estamos solos tú y yo -me detuve para escucharlo, y él se acercó-. Cierra los ojos -dijo, inclinándose un poco hacia mí, y cerré los ojos-. Piensa que estás sola en este momento y respira profundamente.

Hice lo que me indicaba. Joe continuó.

- Dime, ¿cuál es tu mayor sueño?

Ser reconocida como cantante y bailarina -respondí con una sonrisa.

- Toma mi mano -busqué su mano con los ojos cerrados y la tomé-. Quiero que sepas que no importa lo que pase, debes confiar en mí -asentí, tomando su mano-. Si lo haces, entonces canta.

Niego con miedo. No quiero cantar. Mi pecho comienza a agitarse. La última vez que intenté cantar en público tenía siete años. En ese momento, todos mis compañeros se burlaron de mí porque el niño que me gustaba me filmó besando un osito de peluche con su nombre en un proyector. Intenté cantar a pesar de todo, pero cuando lo hice, mi voz no salió. Salí corriendo del escenario y me prometí nunca volver a cantar en público o en voz alta. Desde entonces, cantaba sólo para mí y para mi familia. Fer había intentado ayudarme, pero no lo logró.

- Por favor, confía en mí, Lola -dijo en un tono suave, casi inaudible, y, de alguna manera, mi voz comenzó a fluir. Mientras cantaba, sentía cómo me transmitía seguridad y confianza. Abrí los ojos cuando terminé.

- Nunca había cantado en público porque tenía miedo de que pensaran que no soy buena, y sé que no lo soy -le confesé sin apartar la mirada de la suya.

Joe asintió.

- Tu voz no está nada mal. Puede que desafines un poco, pero creo que eso se puede mejorar. Si realmente deseas cantar y sabes que te gusta, debes dejar de preocuparte por lo que los demás pensarán, porque para triunfar, primero debes creer en ti y estar dispuesta a aceptar críticas -me aconsejó mientras pensaba. Luego, me miró con determinación-. Tal vez yo pueda ayudarte. No soy el mejor cantante del mundo, pero puedo ayudarte a superar tus miedos y mejorar tu voz.

Alcé la cabeza sorprendida. Sin poder creerlo, pregunté- ¿Me estás bromeando? - Joe me miró frunciendo un poco el ceño.

- Cuando necesites un consejo sincero, simplemente pídemelo, nunca miento -añadió, cruzándose de brazos, antes de que pudiera decir algo, me interrumpió con su mano-. Tienes que saber que soy demasiado sincero, y a veces suelo herir a los demás.

- Entonces tendré que arriesgarme -me encogí de hombros y le sonreí levemente-. ¿Pero en serio, quieres darme clases de música, a pesar de todo? -pregunté, sin poder creer lo que acababa de escuchar, pensando que nuestra "relación" no volvería... Joe interrumpió mis pensamientos-. ¡¿QUÉ?!

- Sí, de canto. Pero debes concentrarte -me respondió haciendo señas con sus manos.

- Lo siento, sé que parezco aburrida -bajé la vista al suelo mientras jugueteaba nerviosa con mis pies.

- Al contrario, creo que eres interesante, pero no lo muestras -añadió suavemente. Subí la vista hacia él. ¿Joe había dicho que soy interesante? Nuestro momento fue interrumpido cuando volteé y vi a Lucía acercándose a nosotros. - Oh no - volví mi atención a Joe, pero él ya no me miraba.

Hola, Joey -saludó Lucía a Joe con un beso en la mejilla, y mi autoestima cayó en picado hasta mis pies. Cuando él sonrió, me sentí insignificante. Lucía me miró de arriba a abajo, pero yo intenté ignorarla.

- Hola, Lucy -oí a Joe saludarla. En ese momento, sentí que mi existencia se volvía invisible. Mis pensamientos me absorbían por completo, y no escuché nada de lo que hablaban. Empecé a caminar hacia casa, tratando de borrar de mi mente todo lo que Joe me había dicho. Estaba segura de que lo olvidaría enseguida, ya que había encontrado algo mucho más interesante que una niña. Sin embargo, de repente, alguien me agarró de las muñecas y un escalofrío recorrió mi cuerpo. Me di la vuelta rápidamente, un poco asustada, y vi a Joe retirando rápidamente la mano.

- Lo siento, ¿por qué te vas? -preguntó con una expresión algo sorprendida por mi reacción, supongo.

- Porque me agobian las personas con el ego inflado -respondí con total sinceridad. Joe me miró sorprendido; creo que no esperaba que dijera eso. Quería una demostración de que no le mentiría de nuevo, y ahí la tenía.

Me miró con diversión y luego se volvió hacia Lucía.

- Lo siento, pero Lola y yo estábamos hablando de algo importante -dijo amablemente a Lucía. Me quedé paralizada al escuchar sus palabras. - ¿Podemos hablar más tarde? -preguntó a Lucía. Ella pasó por mi lado, chocando su hombro con el mío de forma molesta, y se dirigió hacia casa. Escuché los pasos de Joe detrás de mí y sentí sus ojos sobre mí.

- Bien, ¿en qué estábamos? -me giré y lo vi pensativo, con los dedos bajo su mentón-. Cierto, necesito encontrar un lugar donde enseñarte -comentó.

Creo que sé el lugar perfecto -añadí con una sonrisa-. Sígueme, no está lejos -le indiqué amablemente. Joe se quedó mirando, pensando en algo.

- ¿Qué sucede? -pregunté, curiosa.

- Nada, solo estoy pensando que deberías sonreír más a menudo -respondió dulcemente.

Cuando llegamos al lugar, le expliqué a Joe que este sitio estaba pensado para personas que disfrutaban saliendo a bailar, cantar o simplemente pasar un buen rato. Era una especie de bar o boliche. Entramos por una discreta puerta negra en un costado, que daba acceso a un pasillo. Mientras Joe y yo avanzábamos, activé el sistema de iluminación desde el panel de control y poco a poco las luces comenzaron a revelar el espacio. Joe observaba todo con asombro.

En la parte inferior, se extendía una amplia pista de baile. A un lado, se encontraba una elegante barra de tragos, y un poco más al fondo, justo en el centro, se erguía una enorme puerta con ventanales casi del mismo tamaño por donde entraba la gente que venía a disfrutar. En el escenario, destacaba una mesa con una computadora que manejaba la lista de canciones, también conocida como "La Playlist". A un costado de esta, se alzaba una escalera de madera que conducía a tres habitaciones utilizadas como vestidores. A lo largo del escenario, se encontraban algunas banquetas.

Me dirigí hacia el interruptor, que se ocultaba detrás de un telón negro, y las luces de colores comenzaron a combinarse en un juego de destellos. En el centro del escenario, se alzaba el soporte del micrófono, bañado por una luz blanca que lo hacía destacar.

- Era justo lo que pensaba -comenta Joe mientras camina por el escenario. - El lugar ya lo tenemos. Ahora necesitarás conseguir algunas cosas. ¿Sabes qué es un pentagrama? -me mira desde el centro del escenario. Yo asiento en mi interior, pensando "Se hace el sabelotodo. No lo soporto". Observo el escenario, hecho a su medida, que encaja a la perfección con su personalidad. El escenario se adapta a su estilo, y las luces de arriba demuestran su seguridad al estar allí -. Los necesitarás, también un cuaderno aparte y, lo más importante, las ganas de hacerlo -me sugiere.

- Está bien -asiento.

- Mañana, entre las 9 y las 10 a. m -asegura sin preguntarme.

¡Ay! No, tan temprano -me quejo. Joe solo me mira con mala cara y arquea una ceja. ¡JA! Conmigo eso no funcionará. Carraspea, llamando mi atención.

- Está bien -me resigno. No tengo ganas de pelear.

Más tarde, volvimos a casa, y allí estaban los chicos, excepto Matías y Lucía. No sé qué estarán haciendo, pero me siento aliviada de que Matías no esté. Al menos no tendré que lidiar con él ahora. Mis hermanos me preguntaron por el moretón en mi ojo. Claramente, no podía evitarlo, así que les dije lo mismo que a Joe.

Kevin y Nick se alegraron de que Joe y yo hiciéramos las paces, y para el resto, fue un alivio, o eso pensaban. Esta vez cenamos en la sala mientras veíamos una película llamada "Marley y yo". Espero que sea divertida, porque siempre lloro con las pelis de perros.

Cuando escuché a Lola hablar de su pánico escénico, me surgió la idea de ayudarla a superar su miedo. Tiene un gran potencial y creo que podría convertirse en una cantante increíble, aunque todavía le falta mucho camino por recorrer. Pero lo que realmente me hizo pensar fue cuando mencionó su sueño más profundo. No pude evitar pensar en lo genial que sería cumplir su sueño.

Otra cosa que me dejó cavilando es lo que sucedió antes de ir al bar hoy. Lola y su amigo entraron en la casa para tener una charla privada. Cuando ella salió, tenía algunos moretones en su rostro. Lola afirmó que se había caído, pero, sinceramente, no le creí. Siempre he pensado que para que alguien me diga la verdad, tienen que mirarme a los ojos, y ella nunca lo hace, como si siempre estuviera ocultando algo.

Me divierto solo tratando de leer en español: "Marli uai io". La verdad es que no lo hago tan mal, al menos en mi cabeza no suena tan mal. Pero unos minutos después, la película me afecta de alguna manera. Maldición, las películas sobre perros siempre me conmueven. Empiezo a escuchar algunos sollozos en la sala, y mis sentidos se alertan. Aparte la vista de la tele y me dirijo hacia la persona que llora. Es Lola, abrazada a sus piernas y mirando la película. Pongo mi brazo alrededor de sus hombros y la atraigo hacia mí. No sé exactamente por qué lo hice, pero algo me impulsó a abrazarla. Lola me mira con sorpresa, y mi corazón se encoge al ver una lágrima en sus ojos.

Lágrimas brotan de mis ojos al ver la película, y siento un brazo apoyarse en mi hombro. Volteo con el corazón latiendo más rápido y me encuentro con Joe. Mi alma parece volver a su lugar. Joe me acerca más a él, lo cual me sorprende. Pero lo que más me sorprende es cuando usa su pulgar para secar una lágrima de mi mejilla.

- ¿Estás bien? - Susurra, y casi me estremezco al sentir su aliento rozar mi oído.

Sí, normalmente no lloro por películas, pero los perritos... - Contesto con voz entrecortada, todavía sintiéndome triste. Por eso siempre prefiero ver comedias o películas policiales, al menos no me hacen sentir tan vacía por dentro, como si algo me faltara.

- Te entiendo - asiente, y yo lo miro. Es bonito que alguien pueda entenderte. Luego noto que me observa y se acerca nuevamente. - ¿Cómo está tu ojo? - Pregunta de repente, volviendo mi cabeza. No esperaba esa pregunta y no pensé que le importara.

Está mejor, todavía me duele un poco, pero ya se pasará - respondo con una sonrisa. Sin embargo, noto que frunce el ceño. ¿Qué pasa ahora? - Gracias por curarme - añado tímidamente, y él niega con la cabeza. Luego me mira, sus ojos se oscurecen.

- Demuéstralo - me insta, y suspiro, sabiendo que, en el fondo, aún no confía completamente en mí, y tiene sus razones para eso.

Más tarde, me voy a cambiar y me pongo mi pijama de Mickey. Joe entra en la habitación. ¿Qué hace aquí? Ah, cierto, compartimos habitación, así que mi cama está en el rincón más alejado. Me acurruco en mi cama, pero de repente una sensación de miedo me recorre el cuerpo. - Joe, ¿podrías hacerme un favor? - lo miro tímidamente.

Me mira. - Claro - responde.

- Sé que es un pedido un poco extraño, pero... ¿podrías dormir conmigo? - le digo en un susurro.

Joe toma la mesita de luz que estaba entre las camas y luego jala su cama para juntarla con la mía. Luego se recuesta. - ¿Mejor? - me mira de lado. Es la primera vez que lo veo sonreír.

- Sí, gracias, Joe - lo abrazo sin pedir permiso. Me gustó mucho verlo sonreír.

- De nada. Ahora, duérmete - me ordena, y sin protestar, acomodo mi cabeza en la almohada.

En cuestión de instantes, caigo rendida y me quedo dormida.

Glosario de OYE y Acotaciones:

*¿Me estas boludeando?: Traducción argentinizada del "Are you kidding me?" algunos lo traducirían como "¿Me estas jodiendo?" o "¿Estas de Broma?" es necesario recordar, que se supone que Lola, habla con los Jonas en "inglés".

**Esta frase "lo veo pensar colocando sus dedos bajo el mentón" representa esto: 🤔

***Boliche: Conocido en otros países como Discoteca, Antro, Disco, Club Nocturno, etc.

Hasta aquí, Adiós 💋-A

Mira hacia todos lados y se sienta frente al monitor - Espera, ¿Qué clase de despedida es esa? - pregunta con incredulidad - a ver.

Espero que les haya gustado el capitulo de hoy, y no olviden de dejar un comentario y un voto, me gustaría saber que personaje es su favorito hasta ahora, pero, no se peleen, hay Joe para todos.

- ¡¿TÚ QUE ESTÁS HACIENDO AQUÍ?! - grito.

Mejorando la historia - me guiña un ojo, y se acerca.

- La historia no se trata solo de ti - ruedo los ojos.

Pero, la gente viene por mi, obvio - sonríe con arrogancia.

- engreído - agregó - pública el capítulo - le ordenó.

Falta algo y... listo ya - confirma.

💋-A

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