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A Corazón Abierto

Capítulo 21:

Justo en ese momento, se escucharon unas guitarras que emitían una música que resonaba en mis oídos. Estaba asustada y acorralada contra la pared de ladrillo. Aunque tuve miedo, aproveché su distracción para apartarla de mi camino, lo que hizo que cayera en el pavimento de piedras trituradas. Sin pensarlo, iba a correr, pero mi paso se vio interrumpido por tres personas. Cuando levanté la cabeza para verlos, mis ojos se abrieron sorprendidos y llenos de ilusión.

-¡Joe, Nick, Kevin! -grité con toda la emoción. Ellos estaban justo a mi lado.

Linda y sus amigas se quedaron boquiabiertas.

Nick y Kevin comenzaron a tocar, y Joe, mirando a Linda con mala cara, empezó a cantar una de las mejores canciones que podían haber escogido. Yo miraba a los Jonas con ilusión, ni me percaté de las miradas de los demás. Fer se acercó a nosotros y me abrazó mientras disfrutábamos de la canción. Era una de las letras más dulces y sentimentales. El sonido melodioso de las guitarras de Kevin y Nick, en armonía con la cálida y dulce voz de Joe, acompañado por Nick, me llenaba el corazón de emoción. No podía creer que ellos hubieran cumplido uno de mis sueños más locos.

Cuando termino la canción, Linda balbuceó algo ininteligible y luego se alejó rápidamente con sus amigas, dejando caer el jugo de naranja. No pude evitar reírme mientras Joe me daba una palmadita en la espalda.

-Creo que hemos llegado justo a tiempo -dijo Nick, guiñándome un ojo.

Kevin asintió, sonriendo.

-Vamos, Lola. Te llevamos a casa -dijo Kevin, extendiéndome la mano.

Tomé su mano y nos alejamos de la escuela. Por primera vez, sentí que no estaba sola y que tenía amigos que me apoyaban. Era un momento que atesoraría para siempre.

Más tarde, estaba caminando hacia la habitación, cuando vi a Joe con su maleta, acomodando algunas cosas. Mi corazón se sintió pesado de golpe, como si todo se hubiera vuelto gris de repente. Una idea loca se me ocurrió de golpe, y me fui del cuarto antes de que Joe me viera llegar.

Después de unos meses divertidos en Argentina, jamás pensé que aquí encontraría personas tan agradables. Quizás con Lola al principio fue complicado, pero realmente, no lo fue tanto. Quizás tiene que ver con las cosas que me han estado pasando últimamente. Tengo muchas personas que me rodean, que dicen ser mis amigos, pero no lo son realmente. Aunque parezca que tengo mucha confianza en mí mismo, también tengo mis inseguridades. No tengo confianza en la gente últimamente.

Pero un día cualquiera, una chiquilla de 10 años se cruzó en mi camino. A pesar de sus mentiras, que son tan inocentes comparadas con las que recibo a diario en mi vida como una personalidad conocida, me demostró que puedo confiar en ella. Lola es una niña dulce y llena de sueños, una personita tan buena que a veces las personas podrían lastimar, y eso no me agrada.

Estaba llevando algunas de mis cosas para no tener que hacerlo a último momento. Cuando entro a la habitación, veo que mi valija no estaba donde la dejé. «¿¡QUÉ DEMONIOS!?» La estaba buscando por todos lados. Les pregunté a mis hermanos Nick y Kevin; ellos también estaban haciendo lo mismo porque sus maletas también habían desaparecido. Sin nuestras cosas, no podríamos irnos, y eso no nos hacía ninguna gracia.

Veo a Lola entrar rápidamente en su habitación. Entrecierro los ojos, sospechando lo peor. Me acerco y toco la puerta, aunque ya estaba abierta. La veo actuar de manera extraña, como si estuviera escondiendo algo. Al verme, se sobresalta.

-¿Qué haces, Lola? -indago, arqueando una ceja y cruzándome de brazos, tratando de descifrar lo que sus ojos transmiten.

-Nada -contesta, negando con la cabeza, pero se pone tensa. Su voz y su postura me hacen desconfiar instantáneamente. La conozco hace ya cuatro meses y medio, y puedo saber exactamente lo que piensa o siente con solo mirarla. Creo que a ella le pasa lo mismo.

-¿Sabes algo sobre las valijas? -sigo interrogando, acercándome más.

No sé de qué hablas -contestó Lola, desviando la mirada y se sienta en su cama. Yo me siento en la silla del escritorio cerca de ella.

-Lola, ¿me estás mintiendo? -cuestiono arqueando una ceja, demostrando que me siento un poco defraudado. Sé que puede sonar extraño, pero Lola es una niña que miente por miedo, y quiero demostrarle que puede confiar en mí, que no tiene que mentirme para aparentar. Ella debe mostrarse tal como es, no necesita fingir ser alguien más ni mentir.

Ella sigue sin mirarme a los ojos. Tomo su mentón con mis dedos suavemente y la hago mirarme. Unas lágrimas corren por sus mejillas, algo que no suelo ver en Lola. Llorar es poco común en ella, porque suele esconderse. Sé que no quiere que vean su debilidad, lo que me parece algo triste y muy fuerte para una niña de tan solo 11 años.

Sus lágrimas caen por su rostro y luego me mira con enojo.

-Sabes qué, vete -solloza con angustia y frustración. Luego corre a su armario y abre la puerta-. Ya no te quiero, y ya no quiero ser tu amiga -finaliza mientras me entrega las maletas y luego se va corriendo. Intenté detenerla, pero fue muy rápida.

Me quedé parado, sosteniendo las maletas, sintiéndome desconcertado y preocupado. La preocupación por Lola no desaparecía, y no podía evitar sentir que había algo más profundo detrás de su reacción. Sus palabras atravesaron mi corazón como espinas.

Intenté buscar a Lola, pero no pude encontrarla. Me había quedado mal por las cosas que me dijo y su reacción al saber que faltaba poco para que nos vayamos a casa. Quizás sea lo mejor alejarme de Lola, porque siento que sufre mucho y lo último que quiero es que ella sufra cuando me vaya. Sé que se ha encariñado conmigo, y eso me hace sentir bien, ya que yo también siento cariño por ella. Hasta siento que la echaré mucho de menos cuando me vaya, por lo que intentaré mantenerme en contacto con ella.

Estaba sentado en la sala principal de la casa con Kevin, Nick y Fer. Nadie decía una palabra, mientras Kevin y yo jugábamos con la consola de videojuegos. Realmente, con mis hermanos nos sentíamos muy cómodos en esta casa, a pesar del ambiente algo extraño que se percibía. Quizás sea por la compañía de Lola y Fernanda, quienes siempre intentaron que nos sintiéramos bien durante nuestra estadía.

Me miraba al espejo, terminando de arreglarme, esperando a mis hermanos y a Fer para ir al bar y distraernos un poco, cuando la puerta principal se abrió de golpe. Vi a Lola entrar corriendo hasta su habitación, con lágrimas en los ojos y temor evidente. En la entrada estaba Gastón, furioso, gritando su nombre. Aunque no entendía todo lo que decía, comprendí bien que hablaba de ella. Miró hacia donde yo estaba, pero no me veía. Fruncí el ceño, confundido, y al bajar la mirada, vi a Lola, pequeña, dulce e indefensa, escondiéndose detrás de mí, como si intentara protegerse. Sentí una punzada de ternura e importancia cuando vi sus ojitos llenos de lágrimas.

Gastón intentó tomarla del brazo con brusquedad, pero me interpuse en su camino, cruzando los brazos.

-¿Qué haces? -gritó Gastón, intentando apartarme. Aunque no soy muy alto, no voy a dejar que lastimen a Lola. ¿Quién podría tratar mal a una niña?- ¡Quítate, Jonas! -exclamó con enfado.

-No voy a dejar que la lastimes -dije firmemente, mirando a Lola, que observaba a Gastón con sus ojitos llenos de miedo.

Gastón me miró con furia y tiró del cuello de mi camiseta. «Genial, ahora voy a tener que arreglarme de nuevo», pensé, mientras la violencia de su gesto asustaba aún más a Lola, que lloraba con más fuerza.

-¡Todo esto es tu culpa! -gritó Gastón agresivamente. Federico, el otro hermano de Lola, apareció para sostener a Gastón y separarlo de mí. Detrás de ellos, Guillermo llegó, alterado y preocupado- ¡Te advertí que no le dijeras! -me señaló con ira, liberándose del agarre de su hermano con brusquedad-. ¿Tienes idea del desastre que hizo en casa de mis padres, esta niña estúpida? -preguntó con rabia, enfatizando "niña estúpida". Apreté mi mano en un puño de coraje.

Solté una risa suave e irónica mirando a Gastón. Miré a Lola, quien me miraba apenada, sabiendo que no había cumplido con su promesa. Luego volví a mirar a Gastón, arqueando una ceja.

-Le hice prometer que no lo diría -expliqué rápidamente, mirando nuevamente a Lola, guiñándole un ojo, y volví a mirar a Gastón-. Pero, realmente la felicito por hacerlo -me reí con incredulidad-. ¿Cómo reaccionarías tú si te enteraras que las personas que dicen ser tu familia te han mentido y ocultado quién realmente eras toda tu vida? -pregunté con impotencia.

-¿Crees que yo elegí esto? -cuestionó Gastón, señalándose-. Lo hago por su seguridad -respondió exaltado, mirando a Lola y luego a mí, pero no le creí nada-. Lo bueno es que ya te irás, y ya no serás un problema para mi hermana -comentó con hostilidad, haciendo un ademán con su mano izquierda-. Tienes suerte, porque ya te hubiera echado de esta casa a ti y a tus hermanos -dijo señalándome a mí y a mis hermanos, quienes no había notado que estaban allí.

Observar a Lola enfrentarse a su hermano, con el ceño fruncido y su pequeña figura temblando de rabia, me llenaba de una mezcla de admiración y preocupación. Si no fuera por la tensión del momento, probablemente me habría reído de lo adorable que se veía. Pero sabía que este no era el momento para eso.

-¡Ellos no son el problema! -gritó Lola, su voz llena de bronca-. ¿Ahora te preocupas por mí? -La acusación en su tono era inconfundible, y se señaló con angustia-. Nadie me había prestado atención en este lugar hasta que ellos llegaron.

Las lágrimas corrían libres por sus mejillas, su dolor palpable en cada palabra.

-Los únicos que me prestaban atención antes de que los Jonas llegaran eran Guillermo o Fernanda. Para el resto, no existía. A ti ni siquiera te veía en esta casa.

Su voz estaba cargada de incomprensión y resentimiento. Verla así me rompía el corazón. Quería abrazarla, decirle que todo estaría bien, protegerla de cualquier daño. La pequeña Lola estaba librando una batalla que ningún niño debería pelear.

-Ellos son las mejores personas que he conocido en mi vida -continuó, con un tono lleno de amor y orgullo-, y jamás dejaré que les hagas daño. Ellos se merecen lo mejor de este mundo.

Las palabras de Lola resonaron en la sala, llenas de una valentía que nadie esperaba de alguien tan joven. Mis hermanos y yo nos miramos, sonriendo ante su valentía y el cariño sincero que expresaba. Lola, a pesar de todo, había encontrado en nosotros una familia, y estaba dispuesta a defendernos con todo su ser.

Gastón intentó volver a agarrar a Lola del brazo, y ella retrocedió asustada. Esta vez, Guillermo se interpuso, cruzando los brazos con una firmeza silenciosa. Gastón se detuvo, miró a Guillermo con furia contenida, y luego se dio la vuelta para irse, seguido de Federico, su sombra constante.

Guillermo se giró hacia Lola y la abrazó. Le susurró algo al oído que no pude escuchar bien, luego se levantó y se dirigió hacia su habitación. Antes de irse, Guillermo me miró, puso una mano sobre mi hombro y me dio a entender que no estaba solo en esta batalla.

Lola quedó inmóvil, mirando sus pies. Fer se acercó a su amiga y la abrazó, permitiéndole soltar toda su tensión y miedo. Mis hermanos y yo nos acercamos también, nos sentamos cerca de ella para que sintiera nuestra protección.

-Estás bien, pequeña -dije suavemente, intentando reconfortar a Lola.

Lola asintió, sus lágrimas cayendo lentamente. El valor con el que había enfrentado a su hermano para defendernos me hizo sentir una profunda admiración. Recordé la noche en que nos conocimos y supe que no me había equivocado al volver a buscarla. Sabía que esa niña de ojitos tristes era especial, que por alguna razón la vida me había llevado por ese camino ese día.

-Gracias por todo, chicos -dijo Lola con la voz entrecortada.

-No tenés que agradecer nada, Lola. Estamos para vos -respondió Kevin, colocando una mano en su hombro.

Nos quedamos allí, rodeándola con nuestra presencia, ofreciéndole el consuelo y la seguridad que tanto necesitaba. Sentí que no era casualidad haberla conocido, y quería descubrir por qué.

Mientras la noche avanzaba, nos preparamos para salir, buscando un poco de paz y distracción en el bar. Aunque las heridas seguían frescas, nuestra unidad y cariño nos ayudarían a superarlas. Sabía que juntos, podríamos enfrentar cualquier cosa.

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@lolacaffrey

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