Vacío
A veces, no todo es amor y sonrisas.
A veces, tienes que llorar y sentir la brisa.
Un problema hay con entristecerse, en una nave viajando por las estrellas.
Soy parte de la quinta generación, la última, según Platón.
Es el capitán, y también mi hermano, para variar.
"LLegaremos pronto a destino", decía Platón, cada domingo.
"No te sientas mal, Opaline. Pronto llegaremos a conocer el mar y París".
Intentaba no ahogarme en esperanzas, pero Plantón era familia,
Y como hermano, siempre sabía.
Y como capitán, tenía que saludar.
Y como Platón, tenía que viajar, por las estrellas y el infinito de por allá.
El destino era la tierra, un planeta lejano de de praderas.
Todos en la nave hablaban, todo en mi raza aclamaban.
Todos querían conocer.
A los humanos, y a sus bebés.
Mis amigos y Platón, pensaban que yo lloraba por amor.
Pero no era cierto. Nunca había amado, y la adivina había proclamado:
"Algún día Opaline, llegaremos al fin. En la tierra estará ese humano,
ese amor que sueñas tanto".
Así que por eso estaba triste. Si no llegábamos a destino, moriría sola sin sentido.
Quería enamorarme, pero al ser la hermana de Platón, nadie me tomaba con razón.
Estaba atrapada en esta inmensa nave, rodeada de gente alegre y brillante.
Estaba atrapada entre el vacío, separandome de mi hogar y el frío.
Estaba atrapada entre el universo, y la tierra lejana y un beso.
Solo quería ser alguien, no más la hermana de un comandante.
Solo queria enamorarme, deja de sentir este vacio tan grande.
"Opaline, señorita. Hemos llegado a la Tierra"
Mis ojos centelleantes, miraron por todas parte.
Me lance a la ventana, y la Tierra era ensoñada.
"Es hermosa", suspire.
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