Había una vez...

NO. No quiero partir esta prosa con una frase tan tonta.

Quería contarles la noche en la que conocí a la razón de porque mi corazón aprendió a sufrir sin medir el dolor.

Recuerdo que era verano, el sol ya no estaba en mis manos. Pero la briza, me hacia creer que podía seguir teniéndolo escondido y humano. 

La luna se había apoderado del cielo y las estrellas jugaban con veneno.

Podría haber pensado, y de hecho lo pensé, que esa era una noche perfecta para ser.

Podría haber pensado, y de hecho lo hice aquella vez, que ese día sería el día en que toda mi vida cambiaría en tres.

Un giro repentino, un movimiento involuntario y sin mensajes de contrabando, todo cambiaría, yo lo sabía y no hice nada para mantenerlo con vida.

No me gusta decir que por culpa de él mi vida cambio, sería muy poco feminista pensar que la magia y el dolor comenzó aquel día a través de esa conexión.

Inculparlo a él, sería no ser fiel, ni a mi ideales de mujer ni a mi misma por no aprender.

Pero lo diré de todos modos. Y lo creeré aún cuando no quiera hacerlo. Y lo contaré como una hazaña, porque no quiero ser esa boba que llora por amor o se pierde sin razón en una lluvia de marañas.

Él era alto. Él era guapo.  Tenia el cabello oscuro y sus ojos del color de la noche más oscura que había presenciado nunca. Su piel era blanca como la leche y aperlada como el mar. Su mirada te quitaba el aliento y mucho más.

Él era peligroso. Él era hermoso. Tenia su cabello siempre peinado hacia atrás, ordenado y cortado con elegancia y maldad. Su sonrisa era encantadora, y contrastaba con su alma y su dulce sombra que acalla las miás tantas por haber.

Creo que eso era lo mejor. Él tenia sus sombras tan engatusadoras como las miás y juntas podrían haber dominado el mundo hasta estando dormidas.

Me enseño un nuevo mundo, poco normal y con tan  solo una gota de esperanza, tan lejano a lo que conocía, que aquella sensación de algo diferente, me acerco a lo impensable y peligroso de aquel otro lado del mundo.

¡Que rabia! Si, que rabia pensar que estoy dedicándote un poema, como si hubieras sido alguien importante en mi historia...

Como si alguna vez te hubiera amado...

Si tan solo me hubiera dejado hacerlo.

Si tan solo la razón no hubiera tenido que ver con aquello.

Adiós, y perdón.

Con cariño, Alyssa.