xxvii.
Solo se vive una vez ¿No?
Isagi creía firmemente en ese concepto, por eso siempre daba todo de sí para alcanzar sus objetivos y no consideraba a demasiada profundidad las consecuencias de sus actos.
Cuando entraron al auto, Isagi sentía su voz atrapada en la garganta, y se mantuvieron en silencio por tortuosos segundos mientras Rin encendía el auto, conduciendo para salir del estacionamiento.
—Dime ¿Dónde vives? Te llevaré a casa.
Itoshi no lo miró directamente, suspiró, no sonaba como si lo estuviera rechazando, si no más bien, como si le diera la oportunidad de rechazarlo.
Pensándolo seriamente, ni siquiera Isagi estaba seguro si tenía intenciones de cumplir con sus bromas y comentarios de doble sentido...
¿A quién engaña? ¡Era obvio que quería cumplirlo! Llevaba fantaseando con los labios de Rin desde el primer día que volvió a verlo.
Pero justo ahora estaba completamente sobrio y en pleno uso de sus facultades, así que cualquier cosa que pueda pasar, sería su culpa y no del alcohol.
Rin detuvo el auto por algunos segundos mientras el auto frente a ellos pagaba la tarifa para salir del aparcamiento. Ambos giraron al mismo tiempo, los ojos turquesa del conductor lo miraban con calma, sin expresar ningún tipo de molestia más allá de su común indiferencia, sonrió ligeramente.
—No te preocupes, te llevaré a casa, podríamos salir la próxima...
Isagi rompió la poca distancia que los separaba uniendo sus labios con los de Rin, en un beso lento pero necesitado, lo sujetó por la barbilla para mantenerlo cerca.
En un momento Rin se separó de sus labios, Yoichi ya se veía venir un grito o tal vez que tendría que pedir un taxi para volver a casa, pero en contra de todo eso, el de ojos turquesa le mordió el labio inferior, mirándolo con fiereza, para luego sujetarle por la nuca y acercarlo tanto que Isagi se sentía incómodo por la falta de espacio.
Quería tocarlo, Isagi quería tocarlo sin tener la maldita palanca de cambios clavándose en su abdomen.
Sus bocas estaban unidas sin darse tiempo de respirar, intentando sobreponerse al otro para ser quien dominaba el beso.
Un golpe en el capo los hizo dar un respingo, el de ojos azules por accidente mordió el labio del menor, ganándose un gemido de su parte.
—Lo siento, lo siento. Yo no quería... —Yoichi tartamudeo torpemente, viendo como un hilo de sangre corría por el labio del pelinegro hasta su barbilla. —Lastimarte.
Rin limpió la sangre con su muñeca, un brillo aterrador en sus ojos mientras lo miraba directamente.
Isagi le agradecía al universo o a quien sea que los vidrios fueran polarizados, se moriría de la pena si el guardia de seguridad que acababa de tocar el capo para llamarles la atención hubiera visto el beso tan intenso que acababan de darse.
Luego de limpiarse la sangre, abrió la ventana, pagó la tarifa, antes de volver a verlo con las misma intensidad directo a los ojos.
—Iremos a casa. —Fue lo único que dijo Rin, desviando la vista, tomando el volante y arrancando el auto.
—De acuerdo. —respondió Isagi, abrochando su cinturón.
Solo se vive una vez ¿No?
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