xxv.
Era obvio que Rin estaba jugando con él y eso era algo que Isagi sabía muy bien pero de cualquier forma, existía una especie de satisfacción en eso, lo más divertido era estar totalmente consciente de su juego, y aún así, seguir participando.
Se preguntaba si eso sería lo que le resultaba a Rin tan atrayente, el hecho que Isagi lo sabía y aún así no se echaba para atrás, solo seguía adelante, sin importarle la vergüenza, ni las implicaciones de cada cosa que se decían.
—Ya casi está listo.—comentó de pronto, intentando acabar el silencio que los había atrapado.
La noche empezaba a caer a las afueras de la cafetería. Las tazas se encontraban vacías y en el pequeño plato solo quedaban migajas.
Itoshi hacía comentarios esporádicos que Isagi respondía en un estado semi ausente, estaba sin estar, su cuerpo ahí, en la mesa del café, pero su mente estaba en el grafito del lápiz contra el papel, en las líneas que intentaban ser precisas y perfectas, dando todo de sí para que no existieran dudas de la belleza de Rin.
—¿Por qué te metiste en tantos problemas solo para dibujarme a mí? —La voz del pelinegro, era diferente, sonaba agotado, y aburrido, Isagi levantó la mirada por un segundo para ver los ojos turquesa del chico frente a él, casi rogarle por una razón para no mandar todo a la mierda, mientras su rostro solo denotaba lo mismo que su voz.
—Siento un dejavú, creí que ya habíamos hablado de eso. —El de ojos azules sintió pánico de pensar que lo inevitable ocurriría, que Rin se iría, arrepintiendose de pasar tiempo con un pequeño loco que solo quería su imagen en un papel.
—Refrescame la memoria.
—Eres guapo, Rin. —Lo dijo volviendo la atención al block, sus labios estaban apretados, siguiendo ausente pero un poco más presente que en la última media hora pero eso que dijo no parecía llamar la atención del más alto.
—Eso...
—Sé que lo sabes. Dios, ¿Cómo no ibas a saberlo? Estoy seguro que siempre tienes miradas sobre tí, o alguien intentando coquetear contigo. —Isagi lo dijo siendo totalmente consciente de eso.
La mesera rubia le había hablado con un tono dulce, meneando las caderas y ofreciéndole un trato fabuloso al de ojos turquesa, quién aburrido y sin prestarle atención, respondía a cada pregunta con un "No, gracias." La gota que colmó el vaso fue cuando ella le ofreció rellenar su café gratis, y Rin deseando deshacerse de ella, le respondió “Yo no, pero tal vez, mi cita quiera un poco. ¿O no, cariño?"
Yoichi se mordió la lengua para no reírse, negando amablemente el ofrecimiento.
—Cuando tu imágen apareció en mi mente la primera noche que te dibujé, no tenías nombre, ni historia, eras solo un chico, una figura refinada, alguien a quien que no se le podría negar jamás su belleza. —Comenzó a responder, sin fijarse en Rin, solo trazando los últimos detalles necesarios. —Recordaba tus ojos nebulosos por el alcohol pero sin abandonar la misma indiferencia que ahora veo, es algo inherente a tí. Eras más una sombra que una luz, pero no dejabas de ser hipnótico y atrayente con tu oscuridad junto al misterio que te envolvía.
Remarcó con un poco más de fuerza las líneas que formaban las pestañas, sombreó un poco más la curva de sus labios, y empezó con algunos detalles de las estrellas que justo ahora se veían a través de la ventana junto al farol amarillo que iluminaba la calle empedrada, creando el fondo perfecto.
—No es solo lo hermoso que eres Rin. No te dibujo por eso. —Un par de estrellas nuevas, y las líneas que representaban la luz del farol. Estaba casi listo. —La belleza es subjetiva, y yo soy demasiado gay, para mí eres endemoniadamente guapo, tal vez también lo seas según la opinión de mis compañeras pero para algunos de mis compañeros no serás ni un poco atractivo. Depende de cada quién.
Sopló las virutas de lápiz que descansaban sobre la hoja, y firmó en la esquina derecha con su nombre y la inicial de su apellido, agregando un par de líneas más a su alrededor.
—Esta tarea se trataba de dibujar a alguien que según mi opinión fuera hermoso. —Isagi levantó la vista, Rin tenía los ojos bien abiertos, luciendo sorprendido por lo que decía. —Y tú lo eres, Rin. No solo tu rostro, sino también tu aura, y todo lo que dejas traslucir, incluso tu indiferencia y tu sarcástica forma de ser. No es tu cara, es todo. Eres jodidamente hermoso y no podía dejar de dibujarte, porque fuiste mi musa, fuiste el brillo que necesitaba cuando todo eran solo colores opacos, y yo ya daba por reprobado esta tarea. Fuiste mi inspiración y no hay nada más hermoso que eso.
Una sonrisa se había instalado en el rostro de Isagi, volviendo su atención al dibujo, y estando al fin, entera y completamente satisfecho. Ahora volteó a ver a Rin, que tenía los labios apretados, mirando a una esquina de la mesa y para sorpresa de Yoichi, parecía tener un ligero rubor en sus mejillas.
—Ni siquiera nos conocemos. Y ya tienes lo que querías. —murmuró, más para sí mismo que para el resto, pero la cafetería se estaba vaciando, Isagi pudo escucharlo perfectamente.
—Exacto. Eso significa que tenemos mucho tiempo para conocernos, sin ninguna responsabilidad que pueda interrumpir. —Isagi sonrió de nuevo, extendiendo su mano en dirección al chico frente a él. —Soy Isagi Yoichi, tengo veintiún años y soy estudiante de tercer año de la facultad de bellas artes. Mi forma favorita de arte es el dibujo, y realmente soy bisexual, aunque con cierta preferencia a los hombres. ¿Y qué tal tú?
El de ojos turquesa lo miró con una ceja alzada, el sonrojo en sus mejillas se atenuó y una sonrisa divertida se extendió en sus labios.
—Soy Rin Itoshi, tengo veinte años, estudio fotografía y trabajo como fotógrafo en una agencia de modelos, especialmente con mi hermano Sae. Ya sabes que amo la fotografía, y no tengo una sexualidad definida, solo salgo con aquel que llame mi atención.
—¿Entonces yo llamé tu atención? —Isagi ignoro que el chico era menor que él, eso era lo de menos.
—Lo suficiente, más te vale que no la pierdas.
—Haré mi mayor esfuerzo.
Y ambos estrecharon sus manos.
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