xxiii.
Trazó con su lápiz un círculo, así como iniciaban todos los dibujos con líneas simples y sin sentido hasta lograr darle forma.
—¿Tengo que hacer una pose en especial?
—No. A menos que quieras algo específico en el dibujo. —respondió Isagi sin despegar los ojos de la hoja de papel.
—Tú eres el artista. —comentó Rin, pasando su dedo por el borde de su vaso. —¿No sabes qué es lo que quieres plasmar?
—Aún no estoy seguro de lo que quiero. —contestó, borrando una línea y haciendo una nueva.
—¿Para cuando es este trabajo?
—Para la próxima semana. —respondió con el lápiz entre sus dientes.
—¿No deberías saber ya qué es lo que quieres?
—Debería saberlo... —Isagi levantó la vista, Rin tenía sus ojos en dirección a la ventana, la barbilla apoyada en la palma de su mano, sosteniendo la pequeña taza de café expresso con la otra. Un aura misteriosa lo rodeaba, indiferente y egocéntrico, seguramente nadie podría verse tan bien como él con esa postura.—¡Quédate así!
Itoshi tembló ligeramente por la sorpresa, pero ni una gota se derramó de su taza. Miró a Yoichi de reojo como si le dijera "¿En serio?"
—Sí, sí, quédate así. Te ves perfecto. —contestó a la pregunta muda que leía en los ojos de Rin, la inspiración inundando de golpe su sistema y deseando con su corazón plasmar en la hoja la hermosa vista frente a él.
—¿Sí? ¿Me veo perfecto? —Rin sonrió de costado. Claro, como si ese hombre necesitara de alguien que le subiera la autoestima incluso más. Isagi simplemente asintió, siendo consciente de sus palabras con sus mejillas sonrojandose ligeramente.
—Solo quédate quieto.
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