xvi.
—¿Un artista debe materializar aquello que no puede sacar de su cabeza? —respondió dudoso.
¡Oh, universo! ¡Apiadate de mi alma! Pensó Isagi, encogiéndose en su lugar, intentando cubrir en vano sus mejillas sonrojadas. ¡Ya perdí mi dignidad! ¡No puedo perder ahora mi libertad! ¡En prisión no podré ser un buen artista!
Sintió un golpe en su nuca que le hizo trastabillar y apretar los dientes.
—Despierta. —La voz de Rin lo sacó del pequeño trance que se encontraba, mirando al vacío y temiendo por su vida. —¿De qué estás tan nervioso, estúpido?
—De terminar en la cárcel. Hace dos minutos me amenazaste acerca de un abogado, con ese dibujo creo que tienes las bases necesarias para hacer una demanda formal. —respondió honestamente, sobándose la nuca y desviando la vista. —Seguramente ahora me querrás lo más lejos posible de tí. Ya sabes que soy un rarito.
Isagi se cruzó de brazos, inflando las mejillas en un puchero molesto. Infantil y adorable, diría Bachira, pero ¡No! Justo ahora no quería pensar en ese imbécil porque estaba muy cerca de conseguir la firma hasta que se le ocurrió la brillante idea de enviar esa foto. Aunque parte de la culpa también era suya por no especificar para qué quería las fotografías, siendo Meguru un fiel creyente de Mejor que sobre a que falte.
—Eres un raro de mierda, loco y pervertido.
Isagi se encogió en su lugar tras cada palabra.
¿Lo habían llamado loco antes? Uff, sí. Un montón de veces. ¿Raro? También, en distintas ocasiones, pero ¿Pervertido? No, nunca jamás y esperaba no terminar en la cárcel con cargos por...
¿Cuáles serían los cargos que lo llevarían a la cárcel? Ni siquiera sabía cuáles eran, pero ya podía imaginarse a sí mismo con un uniforme a rayas o de un naranja espantoso o... ¿De qué color usan los uniformes en Japón? ¿Gris? Eso último le dió un escalofrío, el gris no era su color.
Espera ¡¿Las cárceles eran tan grises como en la televisión?! Gris del concreto, gris de los barrotes, gris, gris, más gris. Isagi perdería la cabeza en ese lugar sin color. Moriría lentamente ahí junto a su creatividad.
Además de que ¿Y si los presos lo encontraban atractivo? (Sus ojos azules eran llamativos, tenía un abdomen marcado gracias a practicar fútbol casi toda su vida, era bajito pero más de una vez le habían dicho que su sonrisa era bonita. Tenía la suficiente autoestima para aceptar que no estaba nada mal). ¡No quería ser "la novia" de un asesino condenado!
Incluso podía ser peor...
¡¿Y sí le prohibían dibujar?!
Otro golpe en su nuca, Rin lo miraba con una ceja alzada y la mano levantada, dejando en claro que volvió a golpearlo.
—Volviste a quedarte mirando al vacío como un estúpido.
—¿Podrías decirme ya si vas a demandarme? Porque debo ir pensando como vender todo lo que tengo para poder pagar un abogado. —Seguramente tendría que vender su trasero si quería conseguir un buen abogado, y el trasero de Isagi tenía gustos caros, ¿No vieron a Rin acaso? Isagi no es ningún cualquiera, y para haber aceptado un rollo de una sola noche tenía que ser por alguien con una cara tan hermosa como la de Rin.
Otro golpe en su nuca pero esta vez Yoichi estaba preparado así que lo golpeó en la mano de regreso.
—¡¿Podrías dejar de golpearme?!
Aunque ¡Ups! ¿Ahora podían acusarlo de agresión? Definitivamente Yoichi era un idiota que no dejaba de cavar su propia tumba.
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