—¿Y tú quien eres?

Un tipo pelirrojo lo miraba con aburrimiento, y una ceja alzada, sus ojos, oh, sus ojos eran del mismo color hermoso que los de Rin, pero estos no tenían esa chispa, ese no tiene idea de qué, que tienen los ojos de Rin que le hacen desear verlos por siempre y empaparse de ese color, hacerlos parte de sí mismo y así tenerlo siempre consigo.

—Disculpa, pero vine a hablar con Rin. —respondió, y es que ese pelirrojo (por más hermoso que fuera, no lo iba a negar) no le atraía, ni le llamaba la atención en lo más mínimo.

Incluso aprendió su nombre, luego de una clase (la anterior a la misma que debe entregar el retrato de Rin, irónico) en la que debían dibujar a una figura pública reconocida, que el resto de los estudiantes pudieran saber de quién se trataba con solo una mirada. Isagi dibujó a una mujer, una que veía comúnmente en la serie que seguía junto con Bachira, un rostro que ya tenía lo bastante memorizado como para hacerlo bien, y aunque era una protagonista, no era la principal, recibió puntos extras por ser el único que hizo a esa mujer. Ahora que lo piensa, hubieron al menos tres retratos de Sae Itoshi en su clase.

—¿Para qué? —Sae se interpuso en su camino, de forma cuidada y medida, nadie ajeno pudo haber notado que ese ligero cambio de posición no fue para nada más que impedirle el camino en dirección al pelinegro.

—Por favor, solo quiero hablar con él. —Intentaba con todas sus fuerzas ser amable, porque aunque Barou le daba igual, Sae tenía el poder de enviar su carrera artística por el inodoro con solo un tweet.

—¿Qué es lo que quiere este idiota? ¿No conoces lo que es un no? —Una sonrisa afilada fue lo que recibió, el chico de cabello cenizo con detalles rosas al igual que sus ojos.

—No me está molestando, quiere hablar con Rin. —respondió Sae, mirándole con sospecha. ¡Carajo! ¿Es en serio?

—¿Y qué quieres tú con pestañas? ¿Uh? —Ahora ese rubio no parecía tan interesado, pero la pesada mirada turquesa le instaba a defenderlo.

—Solo quiero hablar con él. Rin me conoce, solo díganle que Isagi quiere hablar de nuevo.

Ojos turquesa de nuevo sobre él, Sae lo miraba indiferente, o eso creía, sus ojos no mostraban la gran cosa pero su cabeza pensaba al menos mil. Desvió su atención ahora a su acompañante de piel morena.

—No lo dejes pasar, pequeño demonio. Yo iré a hablar con Rin.

Isagi no debía reírse porque definitivamente ese rubio parecía capaz de tirarle un diente con su puño.