—Así que, recuerdas lo que pasó. Estabas ebrio, creí que solo sería como una foto desenfocada en tu memoria. —comentó Itoshi con su voz profunda y la curva burlona de sus labios que no llegaba a ser una sonrisa. —Una mancha sin sentido, ni forma.

—Te alegrará escuchar que eres una figura inolvidable. —respondió Isagi, sin miedo, ni vergüenza.

Y es que, los chicos tenían razón, a él le encantaba este sujeto, su cuerpo, sus ojos, su aura oscura, misteriosa, y su forma de hablar sagaz, irónica, con un tinte de superioridad escondido entre su egocentrismo había terminado por cautivar su corazón. Avivando su alma y llenándose de emoción con el simple de hecho de tener que pensar rápido para poder responderle con el mismo ingenio al chico de ojos turquesa.

—No, yo no soy inolvidable. —respondió sujetando entre sus dedos la cámara, mientras ajustaba algo en ella. No pudo responder al ser interrumpido por un flash que le cegó por varios segundos. —¿De qué sirve recordar el rostro de una persona que a la larga todos olvidarán? ¿No es mejor que recuerden lo que hice? Así como estos artistas, no recordamos su rostro pero sí su trabajo, lo que hicieron, su arte.

Los ojos azules de Isagi estaban abiertos de par en par, observando a Rin que miraba la cámara en sus manos.

—Quiero que recuerden mis fotografías, mi arte.

—Creo que te amo. —Isagi lo dijo muy enserio. Rin se rió, despacio y ronco, una risa suave que apenas podía escucharse por sobre las voces de la gente rica a varios metros de ellos.

—Y yo creo que eres un idiota, pero aún así ¿Cómo te llamas? —Le mostró la pequeña pantalla de su cámara, ahí podía ver su rostro sorprendido, pero el juego de sombras era ideal, justo detrás de sí se encontraba el grabado en madera del "Taj Mahal" obra de Hiroshi Yoshida. Sus ojos brillaban, Isagi ni podría soñar con verse así de bien con una foto hecha por sí mismo —Soy Itoshi Rin aunque seguramente ya lo sabes.