iii.
—Wow. Esto da miedo.
—No te invité para que des tu opinión. Quiero que me digas si conoces a este chico, Reo. —Isagi le mostró de nuevo los dibujos sobre su cama, la mayoría eran bocetos en hojas arrancadas de su cuaderno de dibujo, y uno de los dos que había realizado en un cuadro revestido.
La pintura abstracta se había quedado oculta bajo su cama, junto al otro que estaba en un cuadro, solo que en aquel aquella figura estilizada estaba de espaldas sobre una cama con las sábanas colocadas en zonas estratégicas. Reo no necesitaba verlas, ya que, según la opinión de Bachira, sería demasiado. Y honestamente no sabían si Reo lo entendería, o sería ese cuadro el que terminaría de confirmarle al Mikage que los amigos de Nagi estaban locos, perdiendo así, su única oportunidad de encontrar al chico.
—Se parecen a mis ojos. —Nagi habla con un tono ausente, usual, con los ojos perdidos en la pantalla de su teléfono y dejando traslucir una importancia mínima en cualquier cosa que suceda a su alrededor y no le produzca ningún tipo de interés.
—Cierto, pero esos ojos tienen más expresividad que los tuyos, Nagi. —contestó Bachira con una sonrisa divertida, el peliblanco miró de nuevo el cuadro, y tuvo que admitir que eso era cierto. —Aunque sigue sin ser muy expresivo, ¿Lo dibujaste bien?
—¿Dudas de mí, Bachi? —preguntó Isagi con una ceja alzada. —Sé lo que ví, y ese chico apenas mostraba interés a su alrededor.
—Si es así, entonces sé de quién estamos hablando. —El pelimorado habló, sosteniendo el cuadro por los bordes. —Pestañas largas, ojos turquesa, cabello negro, mirada de odio-a-todos-mejor-púdranse. ¿Me dijiste que es alto?
—Más alto que yo, pero más bajo que tú y Nagi.
—Definitivamente es Rin Itoshi. —contestó, sus ojos púrpuras se fijaron en el celular entre sus dedos, tecleando con rapidez antes de mostrarle en la pantalla una imagen donde parecían haber muchos chicos trajeados y de rostros aburridos por haber sido obligados a ir a aquella fiesta horrible. Hubo un acercamiento a una de las esquinas, ahí con su mirada llena de desinterés y su mueca de molestia, estaba el chico que había inspirado las últimas creaciones que el corazón artístico de Isagi había exigido plasmar.
—Carajo. ¡Es igual a tus bocetos, Isagi!
—Sorprendente para haberlo visto una sola vez. —comentó Reo. —Porque solo lo viste por un momento en mi última fiesta ¿Cierto?
Sagaz y calculador como siempre, Reo no se creería con tanta facilidad esa versión de la historia en dónde después de un par de segundos, Isagi se había grabado a fuego en sus retinas la imagen de Rin, era ridículo que creyera que él se tragaría tremenda estupidez. Porque indudablemente, Isagi es un jodido loco que haría lo que fuera con tal de estar cerca de aquello que llama su interés. Cómo la vez que trepó un árbol para fotografiar un ave, que dibujaría luego o saltó la verja de una casa residencial para estar más cerca de una flor.
Así que no, Reo se negaba rotundamente a creer que solo lo había visto un par de segundos.
—Pues sí.
—¿Te crees que soy imbécil o qué?
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