ii.
—Se te ven bien las manchas de pintura.
—Soy un artista, es uno de mis atractivos.
Bachira se ríe de él. Isagi sonríe, sus ojos azules se entrecierran, muerde la punta de su lengua, antes de dar otra pincelada de color turquesa, detallando cada línea para darle forma.
—¿Y eso es qué? —Su compañero de piso inclina la cabeza a un lado. Yoichi se sentó junto a él, inclinando la cabeza para intentar verlo desde el punto de vista de su amigo. —Isagi, tú eres el artista. ¿Por qué lo miras así?
—Quiero ver lo que tú ves. —respondió simple.
—Eso es estúpido. Sabes lo que es, así que no puedes verlo de otra forma. No importa las opiniones de los demás, tu opinión como el artista jamás cambiará ni será sobrepasada por la opinión de los ajenos a tu cabeza. —contestó Bachira. El pelinegro lo miró.
—Y yo creo que debiste estudiar filosofía, monstruo. —comentó Isagi entre risas. El de ojos amarillos le golpeó con una almohada y se rieron juntos. —Es un ojo. En un estilo abstracto pero eso es.
Meguru lo miró de nuevo, cerró uno de sus ojos, sacó la punta de la lengua. Y antes de que Isagi se burlara de él, hizo una mueca sorprendida.
—¡Lo veo! Ahí está la pupila, el iris y eso. —Los labios rosas se ensanchan en una sonrisa de comprensión. —Se parece a los ojos de Nagi.
—Ah, sí. No es por él, aunque el color sea casi el mismo pero sus ojos son completamente distintos a los de Nagi. —respondió Isagi. Bachira ya sabe del chico misterioso y se ríe de él por eso pero lo apoya como siempre lo hace con todo.
—También me recuerdan a los ojos del chico que estuvo mirándote en la fiesta de Reo.
—Sí. —respondió con una suave sonrisa, antes de que su cabeza hiciera un cortocircuito. —Espera ¿Qué?
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