WAXAK
La Habana, Cuba, 25 de julio de 2012
―¡Damas y caballeros, deho con ustedeh al altista más grande del mundo! ¡El mejor, el máh completo! ¡Ni los gringos pueden hacer lo que él hace! ¡Sobre este escenario, yo mismo!
A pesar de la presentación rimbombante, Pavel no consiguió la atención de ningún transeúnte. En efecto, el escenario mencionado no era tal: era una calle de La Habana Vieja, en la que autos de la época de la Guerra Fría pasaban de vez en cuando y antiguos edificios se elevaban para complacer a los turistas.
Pavel, un artista callejero mezcla de actor, cantante y mago, no iba a dejar que lo ignoraran fácilmente. Él era el mejor en lo que hacía, al menos así pensaba, por lo que comenzó a hacer su rutina de todas formas con la esperanza de atraer la atención de los paseantes.
―¡Heme aquí, el máximo altista! ¡Vean lo que puedo haceh! ¡Vean, vean!
Aunque Pavel realizó lo mejor de su repertorio, desde monólogos a canciones populares, la gente siguió sin hacerle caso.
―¡Ustedeh no saben apreciar la calidah! ¡Son todoh unos comemielda!
Los peatones que estaban más cerca lo escucharon.
―¡Oye, tú, ¿a quién le diceh comemielda?! ―exclamó un hombre.
―¡A todos! ¡Ustedeh no saben apleciar el talento, la habilidah! ¡Plefieren a loh yankih, al imperio! ¡La máxima estrella del mundo soy yo! ¡Yo y nadie más!
―¡¿Pero de qué estáh tú hablando?!
Pavel estaba tan empecinado en mostrar su grandiosidad que terminó confundiendo a todos los que lo oían. Por probar su punto, se enfrascó en una discusión con uno de los transeúntes, pero de las palabras se pasó pronto a los puños, terminando el artista callejero tirado sobre el pavimento, con un hilo de sangre manándole de la nariz.
―Tú ereh el único comemielda, mi helmano ―le dijo el hombre con el que peleó antes de retirarse del lugar.
Con el orgullo herido y masticando la rabia, Pavel se levantó y lanzó unos cuantos insultos al aire. No permitiría nunca que lo vieran derrotado y humillado; esos términos no existían en su vocabulario.
―Ya verán... Ya verán...
Sin querer perder más tiempo, retomó su rutina artística. Casi nadie le prestó atención, y solo unos cuantos pesos terminaron en el sombrero colocado sobre la acera. Al caer la noche, Pavel emprendió el regreso a casa con furia en el alma y el orgullo ebullendo como tetera. Tarde o temprano las personas tendrían que enterarse que él era el mejor artista del mundo, muy superior a cualquier payaso hollywoodense. Lo único que tenía que hacer era sacarles la venda de los ojos a los ignorantes, siendo el mayor obstáculo encontrar el modo.
(...)
Estando a unos cuantos metros de su residencia, Pavel aceleró su caminar. Todavía le dolía un poco la cara por los golpes que le dieron, pero en cuanto llegara se encargaría de eso. También pensaría en nuevos espectáculos para que los incrédulos finalmente le prestaran la atención que no solo buscaba, sino que merecía, de acuerdo a él mismo.
―Qué triste es aspirar a ser el mejor artista y que nadie te haga caso ―dijo un encapuchado de blanco apoyado en una pared de la casa.
―¡Óyeme, óyeme! ―reaccionó el artista sumamente ofendido―. ¡Yo no aspiro a ser el mehoh artista! ¡Yo lo soy!
―Pero la gente te ignora y pasa de largo cuando te ve en la calle, ¿no es así?
Las palabras y el tono que usó el extraño enfurecieron a Pavel, quien se dispuso a entrar a su casa de inmediato.
―Ni siquiera sé por qué estoy peldiendo mi tiempo contigo ―dijo mientras abría la puerta―. Se nota que ereh un raro si te visteh con ese vestiho en Cuba.
―Tal vez porque soy la solución a tu problema, solo que aún no lo sabes.
Aquello extrañó a Pavel.
―¿Creeh que soy un punto? (ingenuo)
―No, pero lo que te digo es verdad. Creo que eres la persona que mejor puede usar lo que tengo conmigo. Y por cierto, esta es una túnica.
De una de sus anchas mangas, el hombre misterioso sacó una piedra redonda de color azul. Una extraña ave estaba grabada en ella.
―Amigo, lo que tengo en mis manos es la piedra Kutz, un objeto de antiguos poderes que otorga a su portador las habilidades del pavo real.
―Tas quimbao (loco) ―le respondió Pavel, y trató nuevamente de abrir la puerta.
―Conque quimbao... ¿Por qué no miras la piedra por ti mismo y después compruebas qué tan quimbao estoy?
El artista lo ignoró e intentó entrar a su hogar. Antes de que pudiera cerrar la puerta, el encapuchado se abalanzó sobre él y lo sujetó por el brazo.
―¡Oye, suéltame!
―Al igual que a ti, a mí tampoco me gusta que me ignoren.
Abriéndole la mano a la fuerza, el extraño le entregó la piedra.
―Ahora esperemos la reacción.
La esfera azul se introdujo en la palma de Pavel provocándole un agudo dolor. Él después sintió cómo el extraño objeto recorría su carne sin darle el más mínimo respiro.
―¡AGH! ¡¿QUÉ ME HICISTE?!
―Pronto veremos si eres el digno poseedor de estos poderes ―respondió el hombre de blanco ignorando el sufrimiento del artista.
Pasados unos segundos, el dolor de este comenzó a disminuir. No podía ver la piedra, pero sí sentirla; en la parte baja de su espalda había aparecido un objeto esférico que molestaba como un quiste.
―Considérate afortunado. La piedra Kutz te eligió como su portador.
Pavel sudaba y jadeaba a causa del tormento causado por la dichosa piedra, por lo que no escuchó del todo las palabras del sujeto con túnica.
―Ahora sí, como te decía, ahora eres el orgulloso poseedor de la piedra Kutz. Los poderes del pavo real te pertenecen, y podrás usarlos de la manera que quieras.
Las palabras del extraño finalmente entraron en los oídos de Pavel.
―Poderes... Usarloh... como quiera ―balbuceó mientras intentaba recuperarse del todo.
―Solo tengo que hacerte una advertencia. La piedra ahora es un órgano vital para ti porque parte de tu alma se ha fusionado con ella. Si se rompe o se desprende, el telón para ti habrá caído... permanentemente.
El artista abrió mucho los ojos.
―Recuerda usar tus nuevos poderes lo más que puedas. El cómo da igual.
Tras esas palabras, el encapuchado desapareció de golpe. Entre tanto, Pavel seguía tratando de estabilizarse.
(...)
Al día siguiente, un nuevo espectáculo callejero se dejó ver en La Habana Vieja.
―¡Miren eso!
―¡¿Cómo lo hace?!
―¡Es maravilloso!
Pavel aparecía y desaparecía en una cortina de coloridas plumas para asombro de la multitud. Sumado a eso, hacía trucos con un abanico hecho de las mismas plumas.
―¡Eres el mehoh!
A eso, la respuesta de Pavel fue:
―Ya lo sé.
No sé cuánta gente sigue esta historia, pero para aquellos que lo hacen, espero que hayan entendido los intentos de cubanismos que usé.
Puede resultar un tanto curioso que el pavo real esté en el horóscopo maya cuando no es un animal nativo de América. Investigando al respecto, encontré información acerca de que el Kutz sería en realidad otra ave de la que no se sabe mucho, pero que al parecer ahora estaría extinta.
Dato curioso: el pavo real es mi signo en el horóscopo maya.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro