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~Juramento de vida~

Jack

Entré a la habitación comenzando a quitarme la ropa — ¿Sabías que Derek se duerme más rápido si le leo en cambio libros de historia engañándolo si le digo que es un cuento? — comenté a Elsa, quien peinaba su abundante cabello platinado frente al espejo del baño con la mirada fija en su mano, por alguna razón — Creo que debo hacer eso más seguido, al menos en su subconsciente se le quedará algo.

Automáticamente me miró para mostrarme una sonrisa mientras reía entre dientes — Eso es cruel — salió del baño dejando su cepillo lleno de hebras de cabello sobre el lavabo — Sabes que le encanta escucharte contar cuantos, ni siquiera me lo pide a mí, es solo tú. Es tu momento con él.

— Lo sé, pero no estoy de muchos ánimos ahora — me senté sobre la cama tirando mi pantalón en el suelo, al igual que la camisa — Anna me preocupa mucho, es una gran amiga y simplemente no soporto que esté sufriendo.

Elsa se plantó frente a mí, miró la ropa en el suelo alzando una ceja molesta al mismo tiempo que cruzaba los brazos bajo sus sensuales pechos — No voy a levantar eso.

Suspiré, inclinándome a recoger el desastre para lanzarlo como una pelota de baloncesto hacia el cesto de ropa sucia que estaba casi lleno.

Exhaló aire antes se sentarse a horcajadas sobre mí, acomodando sus delgados brazos en mis hombros — También me preocupa Annie... Va a estar tan deprimida y eso no es justo para ella. No ella. ¡Es Anna! Mi feliz hermanita.

Pasé mis manos por sus piernas, con tal delicadeza que creí que habían cambiado por pétalos de rosa, tanta suavidad era embriagante — Lo sé... también es duro para mí. Anna es una amiga extraordinaria. Tendrá nuestro apoyo, estaremos con ella para lo que necesite.

— Ella es fuerte... estaremos con ella.

Tomé su pequeña barbilla plantando un beso y sus rojos labios — ¿Y tu papá...? Hemos evadido ese tema en la cena.

Metió sus labios a la boca, apartando sus zafiros de mí. Habló después de un segundo estando en silencio — Me cansé de ser su espacio de medio tiempo en su agenda, el espacio que nunca llenaba y que poco le importaba. Que basara su amor en cosas materiales — encogió sus hombros — Solo me cansé que intentara ser mi papá y se lo hice saber.

— ¿Entonces...? — fruncí un poco el ceño — ¿Ya no van a interactuar?

Ella solo levantó los hombros otra vez, como si se estuviera rindiendo ante algo — Si le queda tiempo, que lo haga, no va a importarme más. Yo creí que él iba a poner más de su parte, pero simplemente nada cambió y no lo hará. Y está bien, siempre estuve bien — mordió su labio inferior repetidas veces — ¿Crees que está bien?

— Bueno, si es lo que quieres.

— No es lo que hubiera deseado, pero es lo que es, lo que fue y... — se calló, mirándome a los ojos con esa mirada que me dejaba en el limbo de sus sentimientos cruzados — Solo quiero que todo sea como antes, como cuando a ninguno de los nos importaba y era más sencillo.

Enterré mis dedos en su sedoso cabello, regresándole la mirada — Puedo ser tu papi si quieres.

— ¡Tarado! — me empujó sobre la cama mientras carcajeaba golpeando levemente mi pecho — ¡Estoy hablando algo importante, Jack! ¡No juegues!

— ¿Qué te hace pensar que estoy bromeando, muñeca? — azoté sus glúteos con ambas manos, haciéndola chillar y reír. Tomé sus piernas jalando hacia un lado hasta ponerla bajo de mí, acomodándome entre sus largas y suaves extremidades — ¿No quieres llamarme papi, amor?

Sus mejillas se tiñeron de un tierno rojo y sus dientes respondieron con una divertida sonrisa — Trato de hablar contigo, Jackson...

— Lo sé — deslicé mis labios por su cuello — Pero no quiero que te pongas triste.

— ¡No estoy triste!

Enarqué una ceja volviendo mi mirada sobre sus zafiros — Preciosa, te conozco bien. Esto te afecta de una u otra manera, y no está mal. Te sientes desilusionada...

— Desearía que no fuera así, Jack... — su mirar comenzó a nublarse — Que no me importara.

Besé su frente por un largo tiempo — Lo hará por un tiempo, pero luego las cosas volverán a su lugar. Como siempre.

Dio un largo suspiro — No voy a estar triste, porque quiero hablar contigo otra cosa muy feliz.

Alcé una ceja — ¿Cómo qué?

Elsa me empujó por los hombros para hacerme caer de vuelta al colchón, sus piernas se colocaron a un lado de mi abdomen — No lo sé... — pasó su mano izquierda por sus labios, haciendo lucir su anillo de... compromiso — Como nuestra imposible boda pospuesta desde hace milenios.

— La boda...

Había pasado tanto desde que le propuse ser mi esposa, y desde que nació Derek la pospusimos tantas veces porque nunca tuvimos tiempo para si quiera planear el local o unas invitaciones al menos. Nada.

— Elsa — no sabía ni siquiera como empezar, inicié sentarme con ella haciéndose a un lado en nuestra cama — No podemos hacer una boda justo ahora, hermosa... Y lo quiero como nunca, lo juro, pero tú más que nadie sabe lo que está por venir. Y quiero darte una gran boda — pasé mis manos por mi cabello — Maldita sea, tú sabes que solo quiero darte lo mejor porque mereces lo mejor... Pero ¿una boda justo ahora?

— No se puede — susurró colocando su pequeña mano en mi mejilla, se sentía cálida — No podemos tener una gran boda con un local, traje, vestido y banquete con un pastel innecesariamente caro y enorme. Lo sé, no podemos tener una boda, Jack.

— Sí — rodé los ojos — Que me recuerdes todo eso no ayuda nada, nena. Lo juro.

Ella sonrió y luego, fue extraño cuando comenzó a reír — ¡Es que no entiendes! — puso los ojos en blanco, respirando profundo para dejar de carcajearse — Intento decirte que no necesitamos una boda para ser legalmente esposos... Podemos casarnos y ya, porque lo que más deseo es ser tu esposa y no necesito un local enorme y una fiesta... Quiero que solo seamos los dos y ya...

Ladee la cabeza, sin terminar de entenderle del todo lo que estaba diciéndome — Espera, espera un segundo... ¿No quieres una boda? Me refiero, ¿Cómo? Creí que hablábamos para básicamente sobre una boda.

— Me preguntas si yo quiero una boda con todo lo que implica, pero yo quiero pensar en ambos... ¿Tú quieres una boda con local, pastel y toda nuestra familia y amigos? Si es así, lo seguimos posponiendo hasta que podamos realizarla.

— Yo quiero ser tu esposo, pero creí que era lo que tu deseabas.

— Y yo habló sobre que tú y yo debemos ser esposos sin importar como se dé — una linda sonrisa se curveó por sus labios, con una mirada dulce que derretía — Puede ser algo sencillo y lindo, perfecto. Con Norte, mi mamá y Derek.

Elsa tenía esa clase de mirada en sus ojos, tan brillantes irradiando esa luz con la que podía iluminar todo lo que ella quisiera.

Asentí — ¿Por qué solo ellos tres?

— Porque francamente, tu papá y mi mamá son los únicos que verdaderamente han estado con nosotros. No es que no ame a nuestros amigos, los adoro, pero nuestros padres han estado en todas y cada una de nuestras etapas. Y bueno — mostró sus dientes en una preciosa sonrisa blanca — Nosotros haremos lo mismo con nuestro hijo.

— Así es — coloqué mis labios sobre los suyos, disfrutando de esa inigualable sonrisa que poseía la mujer más hermosa para mí — Entonces, ¿solo nosotros?

— Sí. Y cuando se pueda, podríamos celebrar con nuestros amigos en una cena con ellos — mordió su labio inferior — ¿Tú lo quieres? ¿Quieres esto?

— Tanto como tú, Elsa. Deseo casarme contigo desde hace mucho.

Ella se abalanzó sobre mí — ¡¿Entonces esta vez sí?! ¿Vamos a casarnos?

— Nos casaremos.

— ¡Sí! — chilló subiéndose a horcajadas sobre mí besándome como si nuestra maldita vida dependiera únicamente de eso, de sentir sus labios moviéndose tan emocionada, tan feliz que era imposible que todo eso no me invadiera y me controlara hasta ponerme igual de contento — ¿En dónde lo haremos? Podemos ir a...

— No a un juzgado — negué la cabeza, negándome rotundamente a llevarla a un lugar tan simple — Hay lugares pequeños y accesibles que estoy seguro que podemos pagar.

— ¿Estás seguro?

Tomé sus mejillas entre mis manos — No te preocupes por eso — la besé — ¿Mañana es muy pronto, hermosa?

— ¡Mañana es perfecto! — me regresó el beso antes de ponerse de pie y tomar su teléfono — Avisaré a mamá y a Norte.

— Anda — azoté su trasero en cuanto ella se fue caminando hacia el corredor.

— Espera, espera, espera — volvió, poniendo su cabello sobre su hombro — ¿Qué hicimos los anillos que compramos hace tres años?

— Están ahí — miré hacia el cajón de mis calcetines — Muy seguros.

Elsa alzó una ceja — ¿Ahí? ¿No había otro lugar?

— Es un cajón.

— Bueno... ¡Como sea! — volvió al pasillo para hablar.

Era tan brillante la habitación cuando ella estaba feliz, me dejaba totalmente fascinado cuando andaba por ahí con una sonrisa en el rostro. Era una mujer preciosa, tan inteligente y audaz, simplemente tan cálida con nuestro Derek, tan magníficamente sensual y excitante. Ella era mi hermosa Elsa.

Cuando volvió se arrojó frente a mí besando mi mejilla por un largo segundo — Ya les dije, y están igual de felices. Solo que mamá se ofreció a comprarme un vestido de última hora.

— Hazlo, que sea el más blanco que hayas visto en tu vida — le dije mientras miraba algunas capillas en el centro de Washington.

— ¿Un vestido blanco?

— Sí — voltee a verla — ¿Por qué no? Siempre quise verte en uno, vas a verte hermosa.

Elsa rodó sus ojos mientras sonreía — No quería usar uno, pero lo haré por ti. Aunque no será largo.

— Vas a estar preciosa de cualquier forma.

Y vi un lugar bastante bonito y accesible, donde pude entrar y literalmente apartarlo en línea. Y realmente lo conocía, pasaba a veces por ahí cuando iba a trabajar, pero nunca imaginé que fuera una capilla, sin embargo, era un lugar visiblemente impecable y bonito. Un lugar que a Elsa podía encantarle. La miré — ¿A qué hora quieres casarte, mi reina?

— A las tres de la tarde... ¿Encontraste un lugar? ¡Déjame ver!

— Nop... para ti será una sorpresa — besé su pequeña nariz — Va a gustarte.

Llené todo tipo de formularios que llegaban para mí y poder tener todo listo. No era tan sencillo como pensé, pero finalmente di toda la información que di, no sin antes saber que era realmente un lugar verídico y seguro para dejar mi tarjeta de crédito y los datos de Elsa y míos.

Apagué la computadora, pasando mi brazo alrededor de sus hombros rozando mi nariz con la sien de su cabeza, aspirando el dulce olor de su cabello — Nuestra boda será mañana.

— Por fin — susurró con esa inmensa placidez que no era capaz diluir — Será un gran día.

Elsa y yo nos despertamos casi al mismo tiempo, ella me observaba con una sonrisa somnolienta retorciéndose en las sábanas — ¿Podemos dormir más?

— Derek debe ir a su segundo día.

— Cierto — su cabello platino estaba todo revuelto por la almohada, sus ojos cerrados nuevamente cuando se acurrucó de espaldas a mí — Quiero dormir más...

La abracé por la espalda, abrazando su cálido cuerpo a mí, disfrutando esa sensación de su aroma cerca, de su leve respirar que me relajaba tanto. Besé la coronilla de su cabeza — Haré el desayuno mientras preparas al niño, ¿está bien?

— Me parece un buen trato — bostezó levantándose perezosamente de la cama, estirándose, y chilló de la nada — ¡Jack!

— ¡Elsa!

— ¡Vamos a casarnos! — volvió a la cama para asaltarme con un gran beso al mismo tiempo que se montaba sobre mí — ¡Estoy tan feliz!

Arreglé algunos mechones de su cabello cuando observé sus preciosos ojos de cielo brillantes — Me encanta que lo estés — uní nuestros labios y gocé sentir de primera mano su felicidad — Tú me haces feliz.

— Le dije a Anna que no era necesario casarnos, porque tenemos tanto tiempo juntos que creí que no era necesario — colocó un mechón de cabello tras su oreja — Pero justo esto es lo que más quiero.

— Y lo haremos, será oficial.

— ¡Lo sé! — esta vez bajó de la cama y se vistió con su bata de seda celeste — Voy a despertar a Derek.

Me levanté de la cama con una tonada en mi cabeza, casi me levanto bailando de la cama con el Moonwalk hacia la cocina para poner café en la cafetera, y picar la fruta que Elsa solía comer en las mañanas. El pan tostado y la mantequilla sobre la mesa. En el sartén se cocinaban unos panqueques que había aprendido a preparar con ayuda de Elsa.

Elsa bajó junto con Derek después de prepararlo rápidamente, y escuché como Derek se reía de mí por bailar la canción de tarareaba.

— Bailas muy chistoso papi — se rió mirándome al lado de Elsa.

Elsa enarcó una ceja observándome extrañada con unos ojos burlones — ¿Qué cantas?

Tomé su mano, jalándola para pegarla a mí y sostener su delicada cintura — I never felt so in love before, I promise baby you'll love me forevermore.

— Oh no puede ser — Elsa cubrió su rostro totalmente enrojecido.

— I sweer i'm keeping you satisfied, cause you're the one for me — le di la vuelta cuando ella comenzó a bailar conmigo, abrazándola por la espalda — The way you me feel. You really turn me on. You knock me off of my feet, baby. My lonely days are gone...

Ella me ponía incontrolablemente feliz, era como si toda una mañana, una tarde, un día entero fuera mejor con su sola presencia. Su sonrisa prefecta, esa mirada tan preciosa que me regalaba sus hermosos zafiros. Y cuando decía que me amaba, no podía calcular la cantidad de emoción me causaba. Como cuando lo dijo por primera vez y esa conmoción aumentara con el tiempo. Ella me enamoraba tanto todos los días que estaba a su lado sin siquiera intentarlo.

Y cuando la besé frente a nuestro pequeño, él comenzó a rezongar y hacer sonidos de asco.

— ¡A comer! — le dijo Elsa cargándolo y sentándolo en su silla, sirviendo el desayuno frente a él — Papi lo hizo especialmente para nosotros, di gracias.

— Gaciash papi — él ni siquiera me miró, solo estaba metiendo a su boca cantidades de panqueques con miel.

Elsa se sentó frente a Derek para disfrutar de una taza de café y su fruta. Me senté con mi familia a desayunar, algo que ni siquiera pasaba mucho los fines de semana, pues me despertaba hasta tarde y casi no desayunaba. Era grato poder comer juntos.

Nos duchamos rápidamente pues no teníamos mucho tiempo para ir a dejar a Derek.

Cuando lo dejamos en la entrada, fue con Arti y sus nuevos amigos. Un niño de extraño cabello rojo rizado y una adorable niña con mejillas regordetas.

— ¡Adiós mami! ¡Adiós papi! — salió corriendo con sus amigos provocando que su mochila revotara en su espalda.

— ¡Ten un bien día, tesoro!

Tooth se despidió deprisa de nosotros, puesto que tenía una entrevista de trabajo.

Miré a Elsa — ¿Entonces...?

— Entonces, yo iré con mamá porque ella me está esperando. Y tú ve con tu papá y ponte guapo para mí — se puso de puntillas y me incliné a besarla — ¿Me llevas al centro comercial?

Me hice a un lado señalando el camino — Pase usted, señorita.

— Gracias, caballero.

Después de dejar a Elsa con su madre, quedamos en que yo iría a traer a Derek, ya que supuestamente Marie haría que Elsa hiciera todo lo normal en una novia. No tardé mucho en encontrarme con Norte. Estaba bastante contento cuando lo vi.

— Así que por fin vas a casarte — su mano me dio un par de palmadas en la espalda — Es bueno que lo hagan oficial, estoy muy contento por ustedes... ¿Por qué no invitan a sus amigos?

— Queremos algo pequeño, muy cerrado... Además, ellos están o estudiando o trabajando lejos — me encogí de hombros — Elsa y yo planeamos decirles luego y preparar una cena para estar con ellos.

— Oh... Bueno, eso suena bastante bien. ¿Y dónde será?

— ¿Quieres verlo?

— ¡Por supuesto!

Conduje un poco para llegar hasta esa calle, en eso papá me estaba poniendo al corriendo con algunas cosas. Había estado comiendo más sano, ya que si no lo hacía su salud iba a empeorar e incluso podría tener diabetes.

— ¿Pero sí tomas tus medicinas, verdad? — cuestioné mirándolo por un segundo ya que estaba conduciendo — Dime que las tomas, por favor.

Él se calló por un momento — A veces se me olvida por el trabajo, pero lo hago cuando recuerdo.

— Eso no basta, papá — puse los ojos en blanco — Puedes enfermar, tú corazón puede empeorar.

— Estoy bien, hijo, lo juro — palmeó mi hombro, antes de darme una gran sonrisa — ¡Y ya cállate! Este día debes estar feliz, porque es un día feliz.

Trate de relajarme — De acuerdo.

Aparqué el auto cerca del lugar, viendo de lejos como detrás de recepción seguía un jardín que había escogido, se casaba otra pareja, nada más ellos dos.

— Es un bonito lugar, hijo.

Realmente parecía un jardín inmenso, pero la realidad es que era pequeño. Sin embargo, con el pasto verde, flores blancas y lilas alrededor de lo que parecía un pequeño altar delante de una fuente que hacía resaltar el ruido del agua cayendo, con los rayos del sol haciendo que brillara como diamantes en la fuente.

Volteé a verlo — ¿Crees que a Elsa le guste?

— Le encantará.

Nos acercamos a recepción para confirmar nuestro turno a las tres, y tal como había sido en línea pudimos corroborar el proceso y el abogado que nos casaría.

Fuimos por mi pequeño revoltoso justo a las doce y comimos algo rápido con él, luego de eso papá me obligó a ponerme el traje que usaría, pero rechacé la idea de usar una corbata, pues no quería sofocarme y además nunca me gustó. Era solo un traje normal con una camisa blanca sin ajustar los dos botones de arriba. Y luego yo me encargué de vestir a Derek.

— ¿A dónde vamos, papi? — preguntó ladeando su cabeza mientras le ponía su chaqueta con el estampado de una pelota de baloncesto en la bolsa delantera.

— Tú mami y yo vamos a casarnos, campeón — arrastré mis dedos por su cabello para peinarlo un poco — Y tenemos que ir guapos para ella, ¿No crees?

— ¿Casase?

— Casarse, con erre.

— Casadse...

Bufé — Sí, eso. Y ella se verá muy hermosa, y tenemos que ir a su altura, ¿no lo crees?

— ¡Mi mami siempe se ve hedmosa!

— Exacto — me alejé un poco de él señalándome — ¿Y qué me dices? ¿No soy todo un galán?

Derek se rió, alzando su mano para chocar los cinco y fue lo que hice.

Elsa me envió un mensaje: ¿Nos encontramos allá?

¿Segura?

Sip, muy segura, cariño.

Le envié la dirección rápidamente. Miré la hora, y ya solo faltaban veinte minutos para las tres de la tarde.

— Debemos irnos, peque — lo bajé de la silla en la que lo había dejado y saqué la cajita de los anillos del cajón — ¿Listo para ver a mami?

— ¡Si!

Yo moría por verla, moría por saber cómo se veía con su vestido y por ver de nuevo esa gran sonrisa que tenía en sus labios.

— ¿No estás nervioso? — preguntó papá acercándose a mí en la puerta de la recepción — ¿Ni un poco?

— Ansioso — respondí sonriéndole — No me pone nervioso, no es con una extraña con quien voy a casarme. O a la vista de muchas personas. Solo somos nosotros y eso me hace sentir cómodo.

— Eso está bien, así debería ser — colocó su mano en mi hombro — Me sorprendes, Jack. Lo mucho que has cambiado.

— Creo que ser papá cambiaría a cualquiera... O al menos te empuja a querer ser mejor.

En auto se acercó para ubicarse en el estacionamiento del lugar, y rápidamente pasé de estar tranquilo a que mi cuerpo no reaccionara con voluntad.

Elsa era la mujer más infinitamente preciosa ante mis ojos, ella era la causa del porque yo estuviera nervioso tan de repente. Sus ojos azules se toparon con los míos al caminar hacia nosotros, pero el mundo había desaparecido como si nada. Mi mundo entero se había transformado es esa hermosa mujer, arreglada en un corto vestido a la rodilla blanco perlado, con unas mangas y cintura envuelta en encaje, dejando ver como sus piernas la llevaban con un andar fascinantemente elegante. Como toda una hermosa reina. Su largo cabello estaba recogido y mechones ondulados caían a los lados de su flequillo.

Esa mirada celeste y esa sonrisa blanca me hacían el hombre más infinitamente afortunado y enamorado de este maldito mundo.

Elsa se detuvo frente a mí, iluminando todo a su pasó con su risita — Te ves muy guapo, Jack, y elegante.

— Eres hermosa, Elsa — acaricié su rostro con tanta delicadeza, no me creí digno de poder hacerlo — Realmente la mujer más preciosa.

Sus mejillas se tornaron rojas, tiñendo un poco las pecas que adornaban su tez.

— Joven Jackson, señorita Elsa — nos llamó la recepcionista con la amabilidad viva en su voz — Estamos listos para ustedes.

Marie tomó mi mano, antes de que avanzan detrás de Elsa y de mí con Derek de su mano — Sé que han estado juntos un largo tiempo, pero esto literalmente los unirá para toda la vida. Y confío en que tú vas a cuidar de mi hija el resto de tu vida, Jack — apretó mi mano mientras me sonreía — Hazla feliz, por favor.

— Lo haré.

Elsa enredó su mano en mi brazo, mientras aquel abogado decía todo aquello que repetía a los novios delante de una fuente de agua. Mi mente viajaba por todos los recuerdos que habíamos construido juntos, cuando conocí a mi mejor amiga quien ahora estaba convirtiéndose en mi esposa. Recordé cada broma, cada lágrima, todos los momentos buenos y malos durante nuestra vida.

Ese amor inocente con el que iniciamos cuando éramos niños y juramos ser mejores amigos sin importar qué. La adoré desde ese momento con el amor más puro, crecí con ella y solo quería protegerla aun cuando fuera imposible para mí. La consolé cuando su corazón estaba roto por una mala ilusión, la hice reír cuando sus lágrimas abundaban más que su adorable sonrisa.

La amé cuando cometimos un error que se convirtió en el mayor tesoro de ambos, luché para conquistarla de nuevo cuando le fallé, porque sin ella me siento perdido. Tan fuera de lugar.

— Pueden sacar sus anillos y repetir los votos después de mí.

Elsa me regaló ese mirar tan inocente y puro, cuando coloqué el anilló en su delicado dedo — Yo, Jackson Frost...

No dejé de verla a los ojos cuando juraba estar con ella toda la vida, en cada tropiezo y triunfo de nuestras vidas. Para cuidarla de todo lo posible e imposible. Para estar ahí cuando enfermara y para gozar de su salud. Le juraba estar con ella aun cuando las cosas se pusieran mal, tanto que nos haría renunciar; y le prometí que nos levantaríamos como un amanecer de esos momentos tomados de la mano. Le di mi palabra de amarla cada día de mi vida, de enamorarla cada mañana hasta que la muerte decidiera que debía partir de su lado.

Fue el turno de Elsa de colocar el anillo en mi mano — Yo, Elsa Arendelle — sus ojos estaban cristalizados y sus labios rojos curveados de esquina a esquina con inmenso ímpetu.

Sabía que cada palabra no dicha con nuestro mirar el uno al otro, significaba mucho de lo que en aquella boda nos hacían repetir. Simbolizaba mucho de lo que otros nos estaban escuchando decir. Porque con una, tan solo una pequeña y brillante mirada, yo entendía por completo a mi alma gemela.

— Y con el poder que me otorga el estado de Washington, los declaro marido y mujer — el abogado asintió amablemente — Puede besar a la novia.

Y cuando en ese instante ella y yos nos besamos, con ese amor y pasión que era digno de envidiar. Supimos que era haber cerrado un juramento de por vida. Una gran aventura junto a ella que duraría hasta que uno de nuestros corazones dejara de latir.

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