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~Impotencia~

Elsa

Mis ojos se sentían pesados. No sabía la cantidad de horas exactas en las que habíamos estado ahí. Al principio la adrenalina nos dio energía suficiente como para soportar toda esta tragedia, pero estábamos devastados. Jack recostó su torso sobre la cama donde estaba nuestro hijo, estuvo por varios minutos observándolo; tomando su pequeña mano. Cuando menos me di cuenta estaba dormido en esa posición tan incómoda. Mis ojos estuvieron a punto de rendirse cerrándose por algunos segundos, sin embargo, el miedo me creaba la necesidad de seguir despierta, de no apartarles la vista en ningún momento a los dos.

Creía que si me dormía algo peor pasaría, ya sufrí una perdida esa noche, no quería más inesperadas y dolorosas sorpresas.

Me levanté un momento de mi silla al lado de la camilla de Derek, estirándome un poco para no rendirme ante mi cansancio. Eran poco más de las cinco de la mañana, mi mamá dijo que iba a hacerse cargo con lo que correspondía a Norte y papeles de hospital. Jack autorizó una autopsia a su padre, aunque la respuesta a su muerte estaba clara, creí que de alguna manera tener datos médicos reales que le decían a que su padre murió por su corazón débil, le había sentir menos el golpe real. Quizá era su manera de evadir la razón real ante el dolor.

No era mi padre, pero lo apreciaba como uno. En mi garganta de quedaba estancado un nudo doloroso que se creaba al aguantar el llanto. Quería llorarlo, gritar con rabia e impotencia. Jack quería negarse a que su padre murió de una forma cruel. No lo culpaba, estaba sufriendo la perdida más grande en su vida. Nadie quería la verdad porque era cruel, dolía demasiado que no éramos capaces de decirlo. Norte había sido asesinado, así sin más, por un psicópata que huyó por cobarde. No ser capaz de ignorar ese hecho escocía el alma.

Volví a tomar asiento mirando a mi pequeño. Antes de que Jack se quedara dormido, a Derek le cambiaron algunos vendajes y le pusieron una inyección para asegurarse de que no tuviera fiebres más fuertes, pero cuando lo toqué se sentía un poco frío. Me quité el suéter que mi mamá de había dejado y lo coloqué sobre Derek, esas sabanas de hospital eran muy delgadas para el frío que hacía. Quería que despertara, ver sus ojitos parpadear en mi dirección. Observarlo tan lastimado me hacía un hueco profundo en el pecho.

—¿Cuánto estuve dormido?

Voltee cuando escuché la ronca voz de Jack sonando más grave, como si no hubiese bebido agua en años.

—Media hora, al menos —me levanté de nuevo para servirle agua en esos conos de papel—. Puedes seguir descansando si quieres.

Agradeció el agua y la bebió de inmediato. Su mirada carecía de sentido, su mirar estaba perdido por ahí. Negó con la cabeza, ya no iba a poder dormir, pero volvió a la posición en la que estaba mirando a Derek.

—¿Has dormido? —preguntó cuándo me vio sentarme en mi lugar.

—Un poco —mentí.

—¿Ha venido otro médico a revisar a Derek?

Cuando negué con la cabeza, volvió a sucumbir ante el silencio. Sus ojos estaban rojizos al igual que su nariz, estaba pálido y realmente parecía muy cansado. No solo de la noche que pasamos, es más un cansancio de haber vivido todas estas cosas en los últimos meses, en su mirada podía ver como se había dado por vencido con todo ese peso.

Tomé el banco y lo pasé para sentarme su lado, me incliné sobre él abrazándolo por la espalda. No dije nada, solo supe que tenía que hacerlo, quería hacerle saber que estaría ahí para lo que fuera que pasara. Lo escuché sorber su nariz un poco, exhalando aire entrecortadamente. Movió sus manos hacia su rostro limpiando esas nuevas lágrimas de su cara.

—Sigo sin poder creerlo, dormir por un momento y saber que no fue una pesadilla...

Se hizo un poco hacia atrás, dándome la cara más triste que en él había visto nunca. Tomó mi rostro y besó mi nariz, algo que no esperé que hiciera en ese instante.

—No has dormido, te ves muy cansada.

—No tengo sueño —hice un intento de sonrisa, pero fue lamentable. Limpié su rostro con mis dedos—. No quiero que vayas a sentirte culpable de esto en ningún momento, cariño. Sé cómo eres, te conozco; y sé que te culparas con esto...

—¿Cómo no hacerlo? —reprochó interrumpiéndome. Sus labios y su voz temblaron. Su cuerpo y su mente estaban quebrados—. Que te agrediera, Derek está herido, mi papá está muerto... solo está pasando porque ese tipo me odia.

—Nada de eso puede hacerte culpable de nada, Jack —acaricié su rostro frío y falto de color, lo hice mirarme a los ojos, que no desviara su mirada—. No tienes el control ni la culpa de las acciones de otros, por favor, no te culpes de esto. Estaré aquí para lo que necesites, iremos a terapia, estaremos bien; pero por favor... no te sientas culpable por todo esto. Por favor.

Lo abracé, apreté muy fuerte mis ojos evitando llorar. Sentí como se aferraba a mí, en ese instante me convertí en su único pilar fuerte y de pie, en el cual se iba a sostener durante su duelo. Tenía que ser lo suficientemente fuerte para ahora soportar todo el peso que él dejó caer, ya no podía con eso sobre sus hombros. Sin embargo, progresivamente incrementaba un hueco en mi pecho, profundo y doloroso, que se extendía por todo mi cuerpo haciéndome débil por dentro. Por fuera una coraza de fuera me abrazaba, pero realmente no sabía cuánto tiempo iba a durar inmune ante el dolor que sentía por esa perdida.

El sonido leve de quejidos doloridos me hizo reaccionar de inmediato a la cama de mi hijo. Jack estando tan alerta como yo en un momento a otro rodeamos a Derek, en espera de que pudiese despertar.

Lentamente mi niño se removió, tosiendo entre sus labios cerrados y frunciendo un poco su entrecejo. Su pecho se infló e hizo un sonido extraño en cuanto quiso respirar profundo. Jack salió de la habitación llamando a algún médico o enfermero que estuviera por ahí. El corazón me latía con fuerza al verlo despertar y se estrujaba viéndolo luchar de esa manera solo para intentar abrir sus ojitos.

—Derek —acaricié su cabello, mordiéndome los labios para no llorar en todo este caos. Tomé su mano para que supiera que no estaba solito en esa sala desconocida—. Estarás bien, ¿sí? Toma el tiempo que necesites, no te esfuerces demasiado, bebito...

—Mmm —se quejó suavemente, su pecho de volvió a hinchar haciendo un sonido extraño de esfuerzo, y sus ojitos se apretaron.

Una doctora se abrió pasó en la habitación junto con una enfermera que me pidió un poco de espacio para poder atender a Derek. Jack y yo solo veíamos como revisaban a nuestro hijo. Primero colocó el estetoscopio sobre su pecho descubierto, e intentó hablarle tratando de que Derek respondiera. Como esperaba, no respondió de inmediato. La enfermera le humedeció sus labios con un algodón con un poco de agua.

—No está respirando cómo debería —anunció la doctora, alzó la vista hacia la enfermera frente a ella—. Lo dejaremos con el respirador hasta que pueda estabilizarse por sí mismo.

—¿Qué le sucede? —pregunté aterrada, notando en ese instante que Derek comenzaba a querer respirar con más fuerza, hiperventilando.

La mirada de la doctora se tornó triste al volver sus ojos de nosotras a Derek, le colocó de nuevo ese respirador en su nariz y boca y lo aseguró.

—Debe estar asustado, está despertando después de vivir un trauma —dijo volviendo a escuchar su pecho—. Escucha pequeño, debes tranquilizarte, ¿sí? Nadie aquí te hará daño. Necesito que respires lento, ¿sí? Tratemos juntos.

La enfermera puso su mano sobre los ojitos de Derek, quien los tenía bien abiertos mirando hacia todos lados. Jadeé, intentado suprimir mi llanto y el escozor de mi garganta. Deshice la distancia entre la camilla y yo, puse de nuevo mi mano sobre la de mi hijo y tomé el lugar de la enfermera, quien entendió que debía alejarse se puso al lado de la doctora. Coloqué mi mano sobre sus ojitos para que la luz de la sala no lo dañara.

—Derek, estamos aquí contigo —habló Jack a mi lado, colocando su mano debajo de la de nuestro pequeño—. No hay nada que temer, estamos aquí.

Vi lágrimas caer de los ojitos rojos de Derek de auténtico terror. Fijó su mirada en nosotros y creí que se alivió al saber que estábamos ahí. Estaba segura que al vernos su miedo disminuyó, por lo que ahora comenzaba a respirar tranquilamente siguiendo las instrucciones de la doctora. Un nuevo miedo se instaló dentro de mí en cuanto vi a Derek con tanto terror en sus ojos. Se me llenaba de rabia el interior saber que todo esto podía dejar traumatizado a mi niño.

¿Quién más si no ese maldito infeliz iría por un niño y un hombre que nada tenían que ver? Quería matarlo, quería hacerlo pagar y verlo en la cárcel más podrida y olvidada por el mundo. Pensar que por todo esto Derek podría no ser ese niño feliz de antes me aterraba más que cualquier cosa. Nos esforzamos tanto por dejarlo fuera de todo, por siempre mantenerlo feliz, fuera de peligro, aún si Jack y yo pasábamos muy estresados por la situación, nunca lo afectó a él porque no necesitaba saber sobre los problemas de sus padres; mi niño tenía que dedicarse a eso, ser un niño.

Todo nuestro esfuerzo se fue por el drenaje, quisimos proteger a Derek y resultó en una muerte dolorosa y en el niño muy malherido. Cada cosa que pensaba me enviaba directamente a imaginar pestes. Lentamente esta situación me pudría el alma. Ver a mi pequeño bebito lastimado, sentirme inútil por no poder hacer nada más que esperar a que mi hijo se pusiera mejor; asesinaba cada parte de mí.

La doctora nos dijo que lo mejor para él es que descansara un poco más, así cuando despertada de nuevo quizá ya podría hablar con nosotros. Me senté a su lado sin despegar mi mano de él, creía que inconscientemente él sabría que no estaba solo si le tomaba la mano. Momentos después mi madre llegó junto con Alice y Anna, quien de inmediato dio sus condolencias a Jack y no lo soltó por un rato. Él tenía la mirada un poco perdida incluso si le hablaban, creía que estaba haciendo su mejor esfuerzo por poner atención o concentrarse en otra cosa.

—Debo pedirles y decirles algo —dijo Anna, sentándose a un lado de la habitación—. Como su abogada, la policía me contactó por su caso, me ha dado aviso que han capturado a 3 posibles culpables, no sé si entre ellos está Hans, pero describieron un deportivo rojo. Esperemos que uno de ellos sea él y que así pagué por esto.

—¿Qué es lo segundo? —la cuestión de Jack llegó tan pronto como ella terminó de hablar.

Era claro que no le apetecía ni siquiera escuchar su nombre. En lo que a mi respectaba solo tenía una sensación de puro desprecio y asco, alegrándome con la pequeña posibilidad de que ese hombre por fin estaría en el hueco donde le correspondía estar por el resto de su miserable vida.

—Lo segundo es que la policía necesita fotografías del daño que Derek tuvo a raíz del accidente.

—¿Para qué quieren fotos de Derek?

—Tener una constancia visual de las lesiones que provocó el accidente en el niño —contestó moviendo su peso incómodamente—. Lamento que sea así, para mí no es tan cómodo tomar fotos de mi sobrino en ese estado —se aclaró la garganta antes de seguir—. Por supuesto también deberé tener una copia de su historial médico para tener un caso contundente, por consecuencia, si el que tienen ahí como sospechoso es Hans, con todas estas pruebas en su contra vivirá lo que le resta de vida en un hueco oscuro en la prisión.

Jack se recostó un momento en la silla, cansado infló su pecho antes de suspirar. Me observó, ya tenía ojeras muy marcadas por su llanto y el cansancio. Era doloroso verlo destruido.

—¿Estás bien con lo de las fotos?

—Preferiría no tener que hacerlo —admití—, pero creo que Anna tiene un buen fin para esto. Ninguno de nosotros quiere esto, sin embargo, creo que es un poco necesario.

No dijo nada más, lo tomé como si ambos hubiésemos tomado la decisión y le permitimos a mi hermana tomar las fotos que ella necesitara.

Recosté mi torso un momento sobre la camilla, mis ojos se estaban cerrando en contra de mi voluntad. No había visto el reloj, pero presentía que eran al menos las siete de la mañana, no había dormido en toda la noche, eso ya me estaba provocando un mareo y dolor de cabeza.

—Duerme un poco —susurró mi esposo a mi oído, colocando su mano en mi espalda—. Saldré un momento, tu mamá se quedará aquí contigo.

Me erguí—. ¿A dónde irás?

Presionó un poco sus labios antes de contestar algo que me arrastraba de nuevo a la fea realidad.

—Debo contratar un servicio funerario.

—Iré contigo.

—Prefiero que descanses un momento, linda —depositó un beso sobre mi frente—. Me encargaré de eso, además como su hijo es mi responsabilidad hacerlo.

Tomé su mano antes de que se marchara, mirando preocupada como se iba. Él tampoco había dormido mucho, me daba pánico que tuviera un accidente y terminara en algo peor. Quería seguirlo, pero mis pies se anclaban a lado de la camilla de mi hijo. Debía confiar en que Jack no haría alguna locura, seguramente tampoco tenía las suficientes ganas de hacer nada.

Mis ojos pesaban demasiado, horas sin dormir y la pesadez que llevaba soportando todo ese rato me estaba fastidiando. Recosté mi cabeza en la camilla de Derek, me acomodé un poco y tomé su manita, la cual estaba conectada a un tubo de algún suero. Tenía mucho miedo de lo que podía pasar a continuación en toda esta situación. Con Derek, con Jack... mi familia cambiaría, eso me llenaba de impotencia.

Cerré los ojos un momento según yo para descansar la vista un rato, pero definitivamente mi cuerpo se negó a que fuera solo un rato y me desconecté del mundo. Soñé con Norte, que estábamos bien y que comíamos todos en el patio de su casa. En el sueño él se levantó después de un rato de convivir con nosotros, me abrazó y dijo que debía irse. Me preguntaba por qué, si era su casa en la que estábamos, no tenía la necesidad de irse si pasábamos un buen rato con él. No dijo nada más y nadie hizo nada para detenerlo. Solo nos miró, nos sonrió y alzó la mano despidiéndose.

Me desperté lentamente con lágrimas en los ojos, descubrí que hiperventilaba tomando la mano de Derek. Jack no estaba, por un momento sentí que podía dejar de fingir ser fuerte para él. Quería llorar a Norte, quería sollozar que también había perdido a esa figura paterna que estuvo ahí si lo necesitaba. Él también me vio crecer y fue parte importante en mi desarrollo. Ya no estaba, nos lo arrebataron en un abrir y cerrar de ojos. Lloré y sentí como mi mamá me abrazó acariciando mi espalda dejando que me desahogara. Todo había pasado tan rápido que costaba creerlo. Lloré por él, por mi hijo que luchaba por respirar por su cuenta, me aterraba que pudiera quedar con consecuencias peores debido al trauma, no solo físicos sino también mentales. Todo me sobrepasaba y una vez que inicié a llorar, no pude parar.

Jack

Había encontrado una buena funeraria, quería que fuera en algún lugar privado y bonito, creía que si visitábamos su tumba debía ser en un lugar bueno. Eso creía. Pensaba que debía ponerle muchas flores, quizá también su comida favorita o vodka cerca del féretro. No era muy patriota pero quizá si seguía alguna tradición rusa para su funeral le haría sentir bien.

Mi cuerpo temblaba pensando esas cosas, quería que todo fuera mentira y que de la nada saldría él en una de esas ridículas batas de hospital diciendo que había sido una broma que se le salió de las manos y yo lo regañaría y le prohibiría comer hamburguesas por mucho tiempo. Nos reiríamos y su rasposa barba picaría en mi mejilla mientras me daba de esos aplastantes abrazos al reírse. Quería con todas mis fuerzas que eso pasara. No me sentía listo para tener una vida sin mi papá. Seguía necesitando sus consejos, quería que me golpeara en la cabeza si hacía algo estúpido, necesitaba que se riera conmigo y de mí, se suponía que yo debía cuidarlo cuando fuera un anciano indefenso y que mi hijo viviría más aventuras con su abuelo.

Se suponía que eso debía pasar.

Medicina legal trasladaría su cuerpo hasta donde se realizaría su velorio y luego la funeraria se encargaría de lo demás. Yo solo asentía y daba datos, ni siquiera pensé en su precio o alguna otra cosa. Solo trataba de auto convencerme que todo sería una mala broma.

Volví al auto y solo estuve ahí observando a la nada. Debía volver al hospital, esperaba que mi hijo estuviera bien. Cuatro años, solo tenía cuatro años. Golpeé mi frente contra el volante, apreté mis manos contra este y apreté mis dientes. El pecho se hundió fuertemente, encendí el auto poniéndome en marcha.

—Derek... tú tienes que vivir mucho más, pequeño.

Me sentí como un zombie manejando y a la vez me sentía nervioso, las manos me sudaban y también estaba paranoico intentado llegar bien al hospital. No me pasaba nada de esto desde el "accidente" que tuve no me pasaba de estaba muy alterado al manejar. En estos momentos creía que era normal estar tan obsesivo con qué camino tomar o no ir demasiado rápido.

Eran cerca de las cinco de la tarde cuando finalmente llegué al hospital, en el cuarto que estábamos Derek seguía dormido intentando recuperarse. Marie y Alice estaban sentadas a un lado de la puerta, ambas en silencio. Elsa se había quedado dormida al lado de la camilla de Derek. Tenía su nariz roja y sus parpados lucían un poco hinchados. Lloró mientras yo no estaba, sabía que esto le afectaba de la misma manera que a mí. Le agredecía de corazón lo fuerte que estaba siendo por mí. Me senté a su lado sin hacer mucho ruido para dejarla dormir por mucho más tiempo, no había dormido nada, todos estábamos demasiado cansados para sostener la situación por mucho más tiempo. Quería estar en casa y dormir por mucho tiempo.

Mi teléfono vibró en el bolsillo de mi pantalón y me levanté a contestar antes de que causara algún ruido que pudiera despertar a Elsa. Salí de la sala para contestar.

—¿Anna?

—Jack... —se calló un momento, lo cual me puso auténticamente nervioso. Exhaló aire—. Se confirmó que fue Hans el causante del accidente. Lo están procesando en este momento.

—¿Estás en la misma comisaría?

—Debes venir, debemos firmas y dar tu testimonio de toda tu experiencia desde que él comenzó a acosarles de esa forma hasta... bueno, lo que sucedió ayer.

—Iré de inmediato.

Ni siquiera dije nada cuando mis piernas decidieron ir de una vez a ese maldito lugar. Me mente se nubló, pensaba en una sola cosa y la adrenalina hacía que mis manos temblaran de un iracundo sentimiento. Manejé a ese lugar intentado que mi mente actuara acorde a un ser humano decente en una sociedad podrida. Llevaba meses lidiando con esta basura, mi esposa estaba cansada, mi hijo lastimado y mi padre estaba muerto. Unos años en la cárcel no iban a devolver a mi papá, unos años en la cárcel no iban a devolver a mi hijo en un buen estado y sin algún trauma, unos años en la cárcel que le esperaban no iban a devolverme la paz que alguna vez tuve.

Lo quería muerto.

Así que cuando entré a la comisaría y lo vi en aquella sala donde lo interrogaban, lo alcancé, lo tuve frente a mí y vi esa asquerosa mirada de asesino. Las fracturas por el choque que ocasionó me importaron menos cuando tuve mis manos alrededor de su cuello, disfrutando de como se le cortaba la circulación. Quería romper cada hueso de su cuerpo, quería que mis manos lo sofocaran tanto y que su cabeza explotara en ese instante manchando mis manos de sangre. Le grité que era un asesino, un maldito bastardo que no merecía la vida. No pensaba en nada más, mi mente estaba yéndose en un profundo agujero negro dispuesto a pagar con mi libertad a cambio de la vida con este asqueroso ser humano. Un asesino menos en la sociedad, nadie iba a extrañarlo, estaría haciendo a todos un gran favor.

No duró por mucho, oficiales me quitaron de encima alejándome de él, quien de inmediato tosió en busca del oxígeno del que lo estaba privando. Me sacaron de la sala y el oficial que llevaba mi caso dijo cosas que no entendí, mi adrenalina estaba muy alta como para entender sus palabras.

Tenía mucha rabia, me escocían los ojos porque no podía con la impotencia, con la ira, mi pecho se inflaba rápido con las respiraciones violentas que me provocaba.

Me dejaron en una habitación donde ordenaban papeleo, supongo, era una sala en la que cualquiera podía estar igual a donde tenían al asesino de mi padre. Varios minutos después de que nadie entraba ahí solo pensaba en que quería beber. Años sin emborracharme, en ese instante pensaba en beber hasta tener alguna clase de intoxicación.

Nada de lo que pensaba estaba bien. Tenía que pensar en Elsa y mi hijo hospitalizado. Sin embargo... estaba muy cansado.

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Lamento haber tardado tanto TuT estaba ocupada con tareas bastante largas de la universidad ;u; espero hayan disfrutado el cap :,) y lo siento si hubo algún errorcillo por ahí, tengo sueño mientras escribo esto TuT 

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