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4

Aoyama

No hace mucho, la clase 1-A había empezado a vivir en los dormitorios y todos estaban tratando de acostumbrarse. Pero había dos personas que estaban más que felices de ese cambio.

Izuku y Eijiro llevaban un largo tiempo juntos, su relación era estable y todo iba viento en popa ahora mismo. El cambio de vida a los dormitorios fue algo que emocionó a la pareja, al parecer el verse más tiempo del que ya lo hacían antes fue beneficioso para ambos.

Los suaves gemidos de Eijiro eran el único sonido que había en la habitación de Izuku en esos momentos, ambos chicos sabían que tenían que ser lo más silenciosos posible, vaya suerte que ninguno de los dos sea especialmente ruidoso.

Eijiro soltó un gemido más fuerte cuando los movimientos de su novio fueron un poco más fuertes.

El pelirrojo estaba en la cama sobre sus rodillas, sus codos ya hace minutos se dieron por vencidos y su pecho cayó de lleno en la cama de su novio, lo cual fue más beneficioso para ese momento, ya que su cadera se elevó un poco más.

Por otro lado, Izuku estaba detrás de Eijiro, tomando su cadera mientras se movía con una lentitud que estaba enloqueciendo al pelirrojo.

Eijiro cerró los ojos al mismo tiempo que cerraba los puños contra las cobijas de la cama, Izuku había dado justo en el punto más sensible que el pelirrojo poseía en su cuerpo lo que como consecuencia trajo un pequeño grito por parte de Eijiro.

—Eiji... Te amo —Susurró Izuku mientras seguía el movimiento de su cadera, su miembro entraba y salía del interior de Eijiro.

—También te amo Izuku —Eijiro contestó y soltó otro gemido—. Me encanta sentirte dentro de mí.

Izuku sonrió ante esas palabras, aquello lo hizo empujar con un poco más de fuerza, haciendo que el pelirrojo volviera a gemir.

—Y yo amo estar dentro de ti —Deku comentó en respuesta.

Izuku se movía a una velocidad lenta, pero lo suficiente satisfactoria para que Eijiro también lo disfrutará.

A esas horas de la noche se confiaron en que nadie más estaría despierto y podían darle rienda suelta a la lujuria sin miedo a ser descubiertos por alguno de sus compañeros de clase.

O eso es lo que pensaban.

Yuga Aoyama, el vecino de dormitorio de Izuku había despertado en medio de la noche, con los labios secos y una inmensa sed. El rubio se había despertado y bajo a la cocina para servirse un gran vaso con agua.

Aoyama estaba regresando a su habitación, dando pequeños sorbos a su vaso de agua, sumido en sus pensamientos y disfrutando de la tranquilidad de la noche.

El rubio iba en su propio mundo hasta pasar por delante de la puerta del cuarto de Midoriya.

Al caminar por delante de la entrada, escuchó un quejido salir de ahí. Aoyama se detuvo y miró la puerta de su amigo de cabellos verdes.

Él pensaba que tal vez no fue nada, pero otro quejido se hizo presente.

Eso ya fue suficiente para preocuparlo y hacerlo acercarse más a la puerta, dio dos goles con los nudillos en la superficie de madera.

—Midoriya, ¿Estás bien? —Preguntó.

Dentro de la habitación, Izuku detuvo sus movimientos y Eijiro calló sus gemidos.

—Es Aoyama —Susurró Deku.

—Creí que todos dormían —Susurró el pelirrojo, girando la cabeza un poco—, respóndele algo.

—Ehh... S-sí, estoy bien —Respondió el peliverde, con bastante nerviosismo en la voz.

El chico inconscientemente se movió al hablar, haciendo la cadera hacia el frente, causando que su miembro se internará más en Eijiro, quien ahogó un gemido con la almohada. Eso captó la atención de Izuku.

—¿Seguro, mon ami? —Preguntó el rubio desde la puerta—. Porque no te oyes muy tranquilo.

—Sí —Las manos de Izuku volvieron a tomar firmemente las caderas de Eijiro.

—¿Izuku? —El pelirrojo habló tan bajo como pudo.

—Me golpeé en el dedo meñique del pie cuando me cambiaba el pijama —Izuku logró recuperar la compostura, y la tranquilidad le había dado una idea muy morbosa—. Pero estoy bien.

Izuku había retomado el ritmo de sus embestidas, penetrando a Eijiro con lentitud, haciendo que el pelirrojo aguantará los gemidos que querían salir de su boca.

—Izuku, ¿Qué haces? —Por más alarmado que estuviera, Eijiro no sé permitía levantar la voz para evitar ser descubiertos, pero que aquellos movimientos volvieran le complicaban todo. El pelirrojo tuvo que esconder su rostro sonrojado en la almohada para callar cualquier sonido morboso que saliera por su boca.

—¿Por qué estás despierto tú? —Izuku preguntó mientras descaradamente movía más su cadera, a consecuencia de eso, Eijiro tuvo que recurrir a morder la almohada para acallar cualquier gemido o jadeo.

—Solo bajé por un vaso con agua, la noche es muy calurosa, ¿No crees? —El rubio preguntó e Izuku sonrió al oír la pregunta.

—Sí, creo que es una noche bastante caliente —Izuku responde a la par que su mano derecha se dirigía a la nuca del pelirrojo.

El peliverde empezó a moverse más, no lo suficiente para causar algún sonido, pero sí para que Eijiro tuviera que contenerse y evitar hacer algún tipo de ruido.

Eijiro estaba tanto excitado cómo avergonzado, Izuku se movía dentro de él de una manera que él no podía soportar. Su piel estaba sensible, sudaba, jadeaba y las lágrimas de placer bajaban por sus mejillas.

Se sentía a punto de explotar, Izuku lo estaba llevando a su límite y él muy cabrón estaba disfrutando de eso. Pero Eijiro también lo disfrutaba así que no sería un hipócrita en esto.

—Bueno, está plática nocturna fue agradable, pero debo ir a dormir —Aoyama dijo—, iré a acostarme ya, descansa Midoriya,

—Tú... —Izuku dijo, pero se vio interrumpido por la familiar sensación del cosquilleo en su pelvis—. Tu igual descansa, Aoyama.

El rubio sonrió y se alejó de la puerta, inconsciente de lo que realmente ocurría dentro de la habitación de Midoriya.

Pues los dos amantes seguían con su actividad nocturna. Izuku no había dejado de penetrar a Eijiro con lentitud, y esa lentitud fue la necesaria para que ambos llegarán al clímax.

Kirishima soltó un gemido ahogado mientras su miembro disparaba el semen directo en la cama. Cerró sus ojos y dejo que la calma empezará a invadir su cuerpo.

Deku salió de él lentamente y se retiró el condón, se levantó de la cama para tirarlo al basurero.

—Iré por las toallitas y... ¿Eiji? —Izuku preguntó al ver cómo su novio se sentaba con mucho esfuerzo sobre la cama.

El pelirrojo tenía una mirada seria en su rostro, luego procedió a escupir un pedazo de la funda y relleno de la almohada de Izuku que tenía en la boca.

—Pero ¿¡qué pasó!? —Preguntó Izuku tratando de mantener el volumen de su voz bajo.

—Esto es lo que ocurre cuando empujas la cara de tu novio contra la almohada mientras te lo follas y hablas con tu vecino de habitación al mismo tiempo— Respondió Eijiro sacando más trozos de relleno de almohada de entre sus dientes.

El peliverde se sonrojó a más no poder y empezó a disculparse sin parar mientras el pelirrojo seguía escupiendo relleno.

Vaya manera de terminar su noche.

Continuará...

Bonus

La mañana siguiente llegó, Eijiro abrió los ojos lentamente, sonriendo al sentir los brazos de Izuku rodear su cintura en un tierno abrazo.

La luz del día era tan linda... ¿¡La luz del día!?

—¡Es de día! —Eijiro dijo mientras se ponía de pie y buscaba su ropa por el suelo.

Todo ese movimiento hizo que el peliverde despertara y se tallara los ojos.

—¿Eiji? —Deku preguntó mientras se sentaba en la cama.

—Nos quedamos dormidos, ya no fui a mi dormitorio —Dijo el pelirrojo, hablaba muy rápido mientras se ponía su ropa interior y buscaba su pantalón.

—Eijiro...

—Llegaremos tarde a clase y yo no me he bañado —Kirishima tomó la camisa de Deku sin notarlo, incluso cuando dicha prenda le quedaba más pequeña.

—Pero Eijiro...

—Te amo, te veo en clases —Eijiro dijo y corrió a la cama para besar a Deku. Tras eso salió corriendo de la habitación, Deku apenas alcanzó a ponerse su pantalón para salir.

—Pero hoy es sábado —Comentó Izuku, riendo un poco mientras veía a su novio correr. 

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