1
Inko
Eijiro respetaba mucho a su suegra y por ende también respetaba el hogar de los Midoriya, sus madres lo habían educado para ser respetuoso no solo con las personas, sino que también con sus hogares, no era nada varonil hacer tonterías en casas ajenas.
Y uno creería que tener una relación secreta significaba tener acceso total a desbordar hormonas en casa, que tomarían cualquier excusa para encerrarse en la habitación y así dejar que la pasión tomará control de sus cuerpos.
Pero no es así, Eijiro le tenía mucho respeto al hogar de los Midoriya como para hacer alguna cosa de ese tipo con Izuku, él simplemente no podía imaginar hacer... Actividades adultas con su novio en cualquiera de sus casas.
Pero ese día había simplemente algo que no lo dejaba pensar claro, había ido a casa de Izuku para estudiar con él, su examen de admisión a la UA estaba cerca, ambos aún tenían problemas en inglés así que era su centro de atención en ese momento, pero Eijiro no se podía concentrar.
¿Por qué Izuku tiene que verse tan guapo cuando está concentrado?
Ambos estaban en la sala, sentados en el suelo con varios libros y cuadernos esparcidos por la mesa de centro, Izuku leía las oraciones que debían corregir en caso de que estuvieran mal, pero Eijiro solo observaba al ojo verde.
—Entonces... —Izuku hablaba, pero las palabras apenas llegaban a los oídos de Eijiro, el más bajo pareció notar eso porque dejó el libro de lado para observarlo—. ¿Me estás escuchando Eiji? —Preguntó Izuku.
—Tus ojos son hermosos —Eijiro sonrió tras decir eso, causando que un enorme sonrojo se hiciera presente en el rostro de Izuku.
—Eiji estamos estudiando —Izuku respondió apenado, aunque una pequeña sonrisa se formó en sus labios.
—Zuku, llevamos 2 horas estudiando y apenas recuerdo que lo que decías, ¿No podemos tomarnos un descanso? —Eijiro hizo un pequeño puchero y puso sus ojos de cachorro, Izuku solo suspiró derrotado y dejo el libro sobre la mesita.
—Descanso de media hora —Respondió el de cabello verde.
Ambos chicos se mantuvieron en un cómodo silencio, Eijiro no pudo evitar pensar en su examen de ingreso a la UA, sentía una pequeña preocupación por Izuku.
Él sabe que Izuku tiene la convicción de un héroe, en una primera impresión luce como un chico pequeño y escuálido, tal vez un poco cobarde, pero no era así, Izuku era mucho más valiente que él, Eijiro se ha paralizado al querer ayudar a alguien, en cambio Izuku arriesgó su vida y corrió a ayudar a su amigo en peligro aun cuando no poseía ningún quirk...
Y aunque él no lo dijera en voz alta, Eijiro estaba preocupado por Izuku, él sabía que Izuku ha estado entrenando y ejercitándose, pero aun así Izuku no poseía un quirk y eso era lo que más preocupaba a Eijiro.
No es como que él dude de las capacidades de su novio, pero el examen se le complicaría bastante a Izuku por ese tema.
Él dudada de sí mismo, tener un quirk no aseguraba entrar a la UA, pero Izuku tenía una clara desventaja en comparación al resto de postulantes.
—¿En qué estás pensando? —Preguntó Izuku interrumpiendo el monólogo interno de Eijiro, quien solo sonrió viendo en su dirección.
No tenía que preocuparse, Izuku tendría todo bajo control.
—Zuku... ¿Puedo besarte? —Preguntó Eijiro viéndolo fijamente.
—Ah...
Ahí estaba de nuevo, el sonrojo cubriendo la cara de Izuku por completo, no es que él fuera un mojigato ni nada por el estilo, pero que su novio fuera así de directo con él siempre lo atrapaba con la guardia baja.
—Por supuesto que puedes Eiji —Izuku respondió con una pequeña sonrisa en sus labios.
Ambos adolescentes se miraron fijamente antes de acercarse lentamente, cerraron los ojos poco a poco y cerraron el espacio entre ellos, se dieron beso corto y casto, como todos los que se daban cuando salían a un parque a comer helado tras clases.
Después de su pequeño beso se separaron un poco para verse nuevamente a los ojos.
—Tus ojos también son hermosos Eiji —Izuku susurró mientras una pequeña sonrisa se formaba en sus labios.
—Es trampa si repites cumplidos, pero gracias —Eijiro soltó una risita antes de acercarse a Izuku para besarlo nuevamente.
Eijiro llevo sus manos a los hombros de Izuku para apoyarse mejor mientras que las manos de Izuku se dirigieron a la cintura de Eijiro para apenas dejar sus manos apoyadas ahí.
Esta vez el beso fue más profundo que antes, estaban confiados en la pequeña privacidad que tenían en ese momento.
Eran adolescentes, tenían hormonas que los enloquecían, un simple se volvía un detonante para desatar una sesión completa de besos y ninguno de los dos se quejaba de aquello.
Movían los labios de forma lenta, pero manos querían que fuera más, más intensidad, más movimiento, quizás más lengua, el punto es que manos estaban enfrascados en un movimiento que los hacía desear más.
Ambos sentían que necesitaban respirar, pero el beso se estaba llevando toda su atención, las caricias y los besos eran suficiente distracción para que ambos se encerraran en su propio mundo.
Mientras que fuera en el pasillo del edificio, Inko caminaba en dirección a su departamento, venía de hacer un par de compras y a juzgar por la hora lo más seguro es que su hijo Izuku ya esté en casa.
La mujer apresuró el paso un poco, había dejado un poco de sobras de la cena de la noche para que su hijo comiera al llegar a casa, pero aun así debía preparar la comida de hoy.
Al llegar a su puerta, sacó sus llaves para poder abrir, empujó la puerta un poco y finalmente estuvo dentro de su hogar.
—¡Izuku estoy en casa!
Al decir aquello, los dos adolescentes se asustaron, interrumpieron los besos y se empujaron para separarse, Izuku se puso de pie mientras Eijiro se arreglaba el cabello.
—Hola, mamá —El chico de cabello verde saludó a su madre mientras intentaba que el sonrojo en su rostro disminuyera.
—La comida estará en un rato y... Oh, hola Eijiro no te había visto —Inko había avanzado y al pasar junto al sofá pudo ver al otro chico que aún estaba sentado en el suelo de la sala.
—B-Buenas tardes, señora Midoriya —Eijiro saludó con una voz bastante temblorosa.
—No sabía que vendrías a estudiar hoy. ¿Te quedas a comer? —Preguntó Inko.
—Oh, no, gracias, pero mis madres quieren que llegue temprano a casa —Eijiro tomó su celular para ver la hora y se asustó al verla— ¡Ay no ya se me hizo tarde!
Eijiro de inmediato se puso de pie y empezó a guardar sus cosas en su mochila.
—Me tengo que ir, gracias de nuevo por la invitación señora Midoriya —Eijiro habló colocándose bien su mochila.
—Ehh yo te acompaño a la salida, ahora regreso mamá —Ambos chicos se apresuraron a salir del departamento, quedándose de pie en el pasillo.
—Estuvo a punto de descubrirnos —Dijo Eijiro en voz baja.
—Lo sé —Izuku miró al suelo—. Creo... Creo que ya deberíamos decirles a nuestras madres.
—¿Tú crees?
—Es mejor decírselos antes de que nos descubran en un momento... No apto para todo público —Izuku volvió a sonrojarse—. Estoy listo para decirle a mi mamá.
Eijiro sonrió bastante, Izuku había tenido una batalla interna para salir del closet, pero al parecer finalmente estaba preparado para dar ese paso.
—Hey —Eijiro tomó la mano de su novio—, estoy orgulloso de ti.
Tras decir eso se agachó un poco y besó la mejilla del peliverde, acto seguido empezó a correr por el pasillo.
—¡Te enviaré un mensaje en la noche! —Gritó Eijiro dejando a Izuku sonriendo y acariciando la mejilla dónde había recibido el beso.
—Tengo un novio tan perfecto —Dijo Izuku antes de suspirar.
Continuará...
Bonus
Una semana después, Inko Midoriya se encontraba en su cocina, picando las verduras para preparar la comida mientras esperaba a que su hijo regresará de la escuela.
Y no tuvo que esperar mucho, ya que un par de minutos después escuchó la puerta de su hogar abriese.
—¡Ya estoy en casa mamá! —La voz de su hijo llegó hasta la cocina, haciéndola sonreír.
—La comida estará en una media hora, Izuku —Inko respondió de vuelta sin dejar de mirar las verduras, aunque no recibió respuesta porque normalmente él le contestaba que estaría en su cuarto.
Pero el chico en cambio entró a la cocina, con las manos un poco temblorosas.
—Uh mamá —La voz de Izuku sonaba nerviosa, claramente algo le preocupaba e Inko pudo reconocer eso.
—¿Qué ocurre Izuku? —Preguntó la mujer dejando a un lado las verduras.
—Hay algo que Eijiro y yo queremos decirte algo —El menor dijo, Inko entonces miró detrás de su hijo y observó al amigo de su hijo, Eijiro sonriendo igual de nervioso.
—Claro, ¿Qué ocurre? —Inko preguntó mientras miraba a ambos jóvenes.
—Es mejor que te sientes mamá —Izuku dijo tomándola del brazo para guiarla a la sala y ahí fue que la mujer empezó a preocuparse.
—Izuku, me estás asustando —Inko dijo mientras tomaba asiento en el sofá verde, Izuku se sentó a su lado y finalmente Eijiro se sentó al lado de Izuku, sobre el reposabrazos.
—N-No es nada malo, mamá... Solo es un poco difícil de decir.
Inko miró a su hijo, ella sabía cuándo Izuku estaba por llorar y ahora mismo parecía que el chico estaba por llorar un mar entero y Eijiro no se veía mucho mejor.
—Chicos, ustedes saben que pueden contarme todo —Inko habló con una voz calmada y pareció contagiar a los adolescentes con su tranquilidad.
Ambos chicos la vieron y ella les ofreció una sonrisa cariñosa, lo que pareció romper las barreras entre ellos finalmente.
—Mamá... Eijiro y yo somos novios —Izuku dijo apresuradamente.
Inko se quedó en silencio, no era para nada lo que ella esperaba así que estaba terminando de asimilarlo, pero su silencio pareció asustar a los chicos, en especial a Izuku que ya estaba llorando.
—Oh no, cariño no llores, no estoy enojada si es lo que piensas —Inko se apresuró a limpiar las lágrimas de su hijo—. Izuku estoy completamente de acuerdo con esto.
—¿En verdad? —Preguntó Izuku sonriendo un poco.
—Claro que sí —Inko lo abrazó con fuerza y levantó la vista para ver al novio de su hijo—. ¿Tus madres ya lo saben, Eijiro?
—Uhm, aún no, pero les diremos pronto —Respondió Eijiro rascando su nuca un poco.
—Bien, cuando ellas sepan, por favor díganles que están invitadas a comer —Inko sonrió después de eso soltando a Izuku—. Estoy feliz por ustedes muchachos, gracias por decirme esto.
Eijiro sonrió ante la sonrisa amable de su suegra y por el rabillo del ojo vio a Izuku tratando de aguantar el llanto... Y no va a mentir, él también apenas estaba conteniendo su propio llanto.
Los Midoriya sin duda eran una gran familia.
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