Epílogo 4
Buenas noches.
Ante todo disculparme ya que no pude subirlo el martes, la razón es obvia, no lo tenía termiando. Pero aquí está. Hoy me sentía inspirada.
Espero que les guste :)
Esta es la última parte. Ya no habrá más sobre esta bonita historia de amor.
Quería aprovechar para dar las gracias a todos los que estuvísteis hasta el final, por disfrutar de las aventuras de Nate y Roni a mi lado <3
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Oscuridad. Era todo lo que podía ver, mientras la presión del agua presionaba mi cabeza, sumergida en la piscina, haciendo largos para despejar la mente.
Mi vida había cambiado demasiado, ya no era esa niña malcriada que escapaba de su padre y luchaba con uñas y dientes por hacerse valorar, en aquel momento era una mujer enamorada, que tenía la suerte de vivir al lado de uno de los más inteligentes hombres que existen en el mundo.
Salí de la piscina climatizada, secándome con la toalla, sacudiendo mis cabellos, observando las luces de la sala encendidas. De seguro Galaxy estaría haciendo de las suyas, indicándome que se aburría en exceso escondida allí. Lo cierto es que yo también lo hacía, encerrada en aquella fortaleza, bajo tierra, sin poder salir al exterior a causa de los espías de Gino. Estaba más que harta de aquella situación que esperaba que se solucionase pronto. Vivir toda la vida oculta en las sombras, como si hubiese hecho algo malo, no era lo que quería.
Dejé un camino de pisadas húmedas por allí por donde pasaba, recorrí los pasillos, encendiendo las luces con mi sola presencia, a causa de los sensores de movimiento, recorriendo las escaleras que daban al sub sótano, escuchando, a medida que avanzaba la voz de mi hombre, inmerso en aquella reunión en la que llevaba horas.
Su mirada se fijó en mí, que llevaba puesto un bikini de lo más sensual y jugaba con mi pelo, de esa forma sensual que tanto le gustaba.
- El prototipo está casi terminado, Nate – aseguraba el director en funciones de su empresa – lo lanzaremos al mercado en cuanto esté.
- El prototipo es lo de menos, Jonathan – se quejó él – necesito que la mansión de máxima seguridad esté terminada cuanto antes, Verónica no aguantará un mes más encerrada aquí abajo – sonreí, él me conocía bien.
- Aún quedan algunas pruebas que hacer – admitía el susodicho – estamos avanzando mucho.
- Siento interrumpir – me hice escuchar. Aunque no era necesario, sabía que tenía toda la atención de Nate – la reunión se ha alargado demasiado, buenas noches, Jonathan – me saludó con la mano. Llegué hasta Nate y acaricié su rostro – necesito a mi marido por un rato – él sonrió en cuanto lo llamé así.
- La reunión ha terminado – contestó él, poniéndose en pie, sujetándome de la cintura, aupándome, mientras yo me sujetaba con las piernas a su cintura – cierra, Galaxy – las pantallas se apagaron y se cortó la conexión - ¿qué tienes pensado, esposa mía? – él me hacía sentir bien, a pesar de que no éramos marido y mujer aún, solíamos bromear sobre aquello a menudo, quizás porque me hizo la promesa de que me convertiría en ello en cuanto nos mudásemos a nuestro nuevo hogar, y parecía que la fecha se acercaba.
Mi espalda descansó sobre la pared, mientras él me besaba apasionadamente, y yo me moría por acostarme con él. Pero antes de haberme vuelto loca, él me bajó, dejándome en el suelo. Tenía una mirada pícara, y eso sólo me hacía sospechar que tenía algo con lo que sorprenderme.
- Tengo algo para ti – aseguró, yo acorté las distancias entre ambos y volví a besarle, para luego susurrar sobre sus labios.
- Yo también tengo algo para ti – me observó, con detenimiento, mordiéndose el labio inferior – está entre mis piernas, muy mojado.
- Eres demasiado – se quejó él, mientras yo rompía a reír, divertida.
- ¿Y no es eso lo que más te gusta de mí?
- Espera – pidió, caminando hacia el escritorio, agarrando algo para luego volver hasta mí. Miré hacia la pequeña caja negra que sostenía entre sus manos y sonreí, ya sabía lo que era antes incluso de que lo abriese – no serías una esposa si no tuvieses un anillo en tu dedo, ¿no crees? – agarró mi mano y lo colocó en él. Era hermoso, con una pequeña piedra brillante en el centro, abrazándola. Me gustaba mucho. Era muy fino – Es una mera formalidad, porque yo ya siento como si estuviésemos casados.
- Te amo – reconocí, haciéndole sonreír – me gusta mucho, Nate.
- Te amo mucho, Roni.
Nos besamos apasionadamente, dando tras pies por la habitación, hasta que acabamos de nuevo en su escritorio, con él aupándome sobre él, ambos desnudándonos el uno al otro, queriendo más del otro, buscando sellar un pacto, porque pasar toda mi vida junto al hombre más maravilloso del mundo era algo que se me apetecía bastante. Y pronto nos marcharíamos a una enorme mansión que él estaba construyendo, un lugar de máxima seguridad, impenetrable para nuestros enemigos.
FIN.
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