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Capítulo 18 - Improvisar.

Buenas.

Ante todo....

Siento la tardanza, entre que se me marchó la inspiración, que luego volvió, escribí un capítulo maravilloso, después se me perdió el archivo que tenía guardados los cambios... En fin... una odisea....

Pero al fin... aquí está el muy esperado capítulo.

Espero que les guste.

*Los siguientes capítulos los subiré de esta forma, sin día específico, de forma random. Me está costando bastante escribirlos, a pesar de ya tener pensados la mayoría de ellos, incluso el final. Voy a aprovechar ahora para escribir unos cuantos más. Pero no prometo nada.

Sin más dilación...

aquí lo tenéis :)

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Narrado por Nate.

Caminaba descalzo por la orilla, dejando el mar a mis espaldas, después de haber sobrevivido de milagro. Había perdido a Galaxy, el dinero, todas mis pertenencias, incluso estuve a punto de perder la vida cuando las cosas se salieron de control y el barco que se suponía tendría que llevarme a tierra firme explotó en mil pedazos. Ni siquiera quería pensar en si Carlos lo habría conseguido, en si seguiría con vida o habría perdido a uno de los mejores hombres de confianza y amigo que había tenido en la vida.

En ese momento sólo podía pensar en quién había sido el hijo de puta que no creyó en mi muerte y adivinó mis planes. Y por supuesto en si mi preciosa Verónica estaría a salvo.

Sabía que estaba armando un gran revuelo entre los turistas, no tenía buen aspecto, había perdido mucha sangre a causa del trozo de metal que me dio en el brazo, haciéndome perder la bolsa que cayó al fondo del mar. Escapé de allí con éxito, pero allí estaba, sin tener noticias de mis aliados.

Le quité el teléfono a un guiri despistado que ni siquiera se percató de ello y marqué el teléfono de Carlos. Necesitaba saber qué mierdas estaba pasando.

- ¿Se puede saber qué mierdas ha pasado? – pregunté, en cuanto él lo descolgó al otro lado. Pero me sorprendió que no contestase él, y menos quién lo hizo.

- Hola, primo - ¿Qué cojones hacía el capullo de Gino contestando al teléfono de mi hombre de confianza? – Si preguntas por el dueño del teléfono siento decirte que está muerto - ¡Hijo de puta! – Parece que tus planes de fingir tu muerte no han salido como esperabas.

- ¿Qué coño quieres?

- Quiero que desaparezcas del mapa, que toda la familia crea que realmente moriste en ese accidente – eso me dejó claro dos cosas. Una, que él había actuado a espaldas de su padre. Y dos, que nadie más conocía mi paradero.

- Eso no ha respondido a mi pregunta, Gino.

- La quiero a ella – contestó – y por eso tú vas a olvidarte de ella – rompí a reír, porque era obvio que eso no iba a suceder.

- ¡Ni de coña!

- Despídete entonces de tu vida, de tu futuro, de tus proyectos – levanté una ceja, sin comprender a dónde quería llegar – te daré un aliciente para que sepas hasta dónde soy capaz de llegar para salvarla de ti.

- Eres tú el que no lo entiende, ella es mucha mujer para ti, no necesita que un niñato como tú la salve.

- ¿Estás segura de que esa es tu respuesta final?

- Ve y díselo a tu padre, que estoy vivo, que os he traicionado para irme con el enemigo. Sinceramente, me da igual lo que hagas – colgué el teléfono y luego lo lancé al mar, molesto con toda la situación de mierda.

Robar otro teléfono no me fue difícil, incluso entrar por la habitación de un hotel junto a la playa y coger algo de ropa limpia. El tipo era un poco más delgado que yo, por lo que todo me quedaba un poco ajustado, pero me servía por el momento.

Necesitaba encontrar un arma, no estaba seguro allí, más después de las amenazas de muerte que había recibido de mi propio primo. ¿Quién lo iba a decir? Que un niñato como él acabaría haciendo cosas como aquella. Cuando éramos niños incluso nos hicimos amigos, y parecía sentir verdadera admiración por mí. Quizás porque era el único que me atrevía a desafiar a la mafia, a mi propio padre, sobre mi futuro.

- Galaxy – llamé a mi preciosa creación - ¿Cómo está la situación?

- El cuartel general está siendo atacado – contestó ella.

- ¿En América? ¡Joder! – Sabía exactamente qué era lo que esos hijos de puta querían, dejarme sin armas, a ciegas en todo aquello – Protégete, almacenas copias de seguridad de ti misma y tus mejoras en la nube. Esos cabrones son capaces de destruir tu código fuente, pero volveré a traerte a la vida, de eso no te quepa la menor duda – podía escucharla siguiendo mis órdenes – Estoy perdido en una maldita isla. Se suponía que tenía que encontrarme con Roni en...

- Ella le está buscando – contestó. Eso me hizo sonreír.

- Calcula una ruta de acceso hacia ella, y borra mis huellas – pedí. Ella empezó a trabajar en seguida, mientras yo entraba en el garaje, levantando en alto las llaves del tipo delgado que me había prestado aquellas ropas. Un porche. Ni tan mal.

Atravesar toda la isla, de un lado a otro, en ese flamante deportivo me llevó más de lo esperado, incluso perdí el contacto con mi amiga en el proceso, lo que me hizo sospechar que esos cabrones habían logrado desconectarla. En ese momento... estaba solo, a ciegas, trazando un plan por mis propios medios. Pero Galaxy me había ayudado lo suficiente como para saber cuáles eran los siguientes pasos de ese plan de reencuentro.

Requisar un barco mientras los turistas se hacían fotos en el puerto fue de lo más fácil. Hay gente muy inepta en este mundo. Sabía cuáles eran las coordenadas exactas de la isla de Roni, las había memorizado antes de que todo aquello comenzase, antes si quiera de fingir mi propia muerte.

Navegar de noche es infinitamente más difícil que hacerlo de día, pero ni modo, el sol se hundió pronto en el horizonte, y me tocó mantenerme despierto para dirigir el rumbo.

Cuando la quilla se hundió en la arena era tarde, no podía ver absolutamente nada, y mis dientes castañeaban a causa del frío de poniente. Abandoné el maldito barco y salté a tierra, deteniéndome con las manos en alto en cuanto escuché el sonido metálico que hace un arma al ser liberada del seguro. Mis peores temores se cumplieron.

¿Y si era Gino? ¿Y si él tenía a mi palomita? ¿Qué demonios iba a hacer en ese momento?

- ¿Santoro? – preguntó una voz, haciendo que bajase la guardia, incluso las manos, y me fijase en el punto que se movía hacia mí, que fue aclarándose poco a poco, a pesar de eso era imposible reconocerle bien, no se veía un pijo - ¿Qué demonios ha pasado?

- Gino – contesté – eso ha pasado – mi futuro suegro metió la pistola en sus pantalones y me condujo hacia la cabaña que había detrás de los árboles.

- Ya lidiaremos con eso más tarde – me dijo – Ella te está esperando.

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