Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 14 - Una bala con mi nombre.

Buenas noches.
Siento la tardanza, pero hoy no paré quieta en todo el día...
Sin más, aquí les dejo el capítulo de hoy.
Espero que les guste.

Verónica.

Llovía, en aquella noche oscura, la tormenta caía sobre mí, mientras yo abría los brazos hacia el cielo. Me sentía liberada desde aquel punto, realmente podía respirar, como si hubiese estado cautiva dentro de mi propia mente y acabase de darme cuenta. La lluvia sobre mi rostro me hacía sentir viva, real y creaba en mí una sensación arrolladora que se iba expandiendo más y más.

Podía escuchar una voz, a lo lejos, intentando traerme de vuelta, pero yo necesitaba aferrarme a esa inconciencia un poco más.

Abrí los ojos, dispuesta a observar las nubes, pero pronto el miedo se vio dibujado en mi rostro, porque la lluvia que me calmaba hacía tan sólo unos segundos, en aquel momento me aterraba, porque aquello no era agua, si no sangre.

Grité, aterrada, porque en aquel momento de la historia, con las manos manchadas con la sangre derramada de esas personas que injustamente juzgué, que ya no se encontraban entre los vivos, me acecharían siempre.

- Verónica – la voz de papá me despertó de golpe. Abrí los ojos y me fijé en él, luego en mí, que me había quedado dormida acurrucada en el suelo, a tan sólo un par de centímetros de él – hay alguien fuera, pero no creo que sea Santoro – el miedo me invadió casi por completo, pero fingí estar bien, mi padre no necesitaba que me hiciese trizas allí mismo.

- Iré a echar un vistazo – le dije, poniéndome en pie, agarrando el arma que él me tendía, cargándola, más que dispuesta a utilizarla. Me llevé el dedo a la boca, indicándole que debía guardar silencio.

Eché un vistazo por el perímetro, asegurándome de que no hubiese nada de lo que preocuparse, justo le echaba el arma al seguro, al descubrir a un gato rebuscando en los contenedores de basura. Nos había dado un susto de muerte, pero no parecía ser nada, pero entonces, al darme la vuelta para entrar dentro le vi.

Me parecía del todo increíble que él estuviese allí, y a pesar de las muchas diferencias que tuvimos en el pasado, él parecía haber venido para salvar la situación.

- Carlos – reconocí en seguida. Sonrió con chulería, justo como era él, con esa pose seductora que había conquistado el corazón de mi madre una vez.

- ¿Dónde está el hombre más buscado del país? – bromeó, mirando hacia el interior, haciéndome una señal para que le siguiese – Tenemos que darnos prisa, tengo a un par de hombres esperando en la parte de atrás del callejón, con el coche en marcha para sacaros de este lugar – proseguía, mientras recorríamos los pasillos de aquella nave abandonada.

- ¿Dónde está él? – fue mi única pregunta. Él sonrió, sabía exactamente de quién estaba hablando.

- No podía venir, Verónica – confesó – Arriesgarse cuando esto podría ser una trampa... - lo entendía perfectamente, pero no pude negar que eso me defraudó. Había esperado tanto por su llegada, abrazarle y fusionarme con él.

- Tranquilo – dije hacia papá, cuando este se ponía tenso – es un amigo de Nate.

- Señor – saludó él – es un verdadero honor – papá le hizo una señal con la cabeza, devolviéndole el gesto - ¿puede caminar?

Le ayudamos a ponerse en pie, pesaba más de lo que parecía de primeras, pero no iba a flaquear, saqué fuerzas de dónde no las había y soporté su propio peso, mientras Carlos nos guiaba hacia nuestra única salida. Las cosas se complicaron al salir, parecía que Nate estaba en lo cierto, aquello parecía ser una emboscada, pronto los hombres de los Merinos dispararon hacia nosotros, Carlos y otro hombre defendieron nuestra posición, mientras yo ponía a salvo a mi padre dentro del auto que nos llevaría a un lugar seguro.

- No – dijo él, tan pronto como vio mis intenciones de ayudar a aquellos dos, sacando mi arma del pantalón – es peligroso, Verónica.

- Los dos sabíamos que correríamos riesgos al unirnos a esta misión – fue mi respuesta, dejándole atrás, mientras él maldecía y me veía defender a aquellos dos, que agradecieron que me uniese a ellos.

Parecía una auténtica heroína en ese momento, disparé y herí a muchos, heridas que no llevaban a muerte, había tomado la decisión de que no quería quitarle la vida a nadie más. Tuve que recargar el arma dos veces, y sabía que no tenía más cargadores, si no salíamos de aquel lugar, nos acribillarían a balazos.

Una bala me alcanzó entonces, de lleno en el hombro, haciendo que mirase hacia ese punto, observando toda aquella sangre allí, saliendo de la herida, logrando que los recuerdos de un pasado aterrador viniesen a mí, quedándome completamente en shock.

Mientras luchaba con los demonios del pasado y recordaba a Benjamín apuñalándome repetidas veces en el abdomen, Carlos tiraba de mí, poniéndome a salvo detrás de las cajas de madera vacías del callejón, presionando la herida de bala, abrigándome con su propia chaqueta, luchando por mantenerme viva, junto a él.

- Jason – llamó hacia el otro tipo, haciendo que este mirase hacia él, entre disparo y disparo – tenemos que irnos.

Me desangraba igual que aquella vez, pero a diferencia de aquella, Nate no estaba allí para salvarme. Mis lágrimas cayeron entonces, ante el miedo, la sola idea de no poder mirar hacia su hermoso rostro una última vez antes de morir.

Todo dejó de cobrar sentido para mí. Me daba igual esa estúpida guerra entre bandas, elegir un bando o no hacerlo, las miles de razones por las que no podíamos estar juntos, cuando la única válida para mí en ese momento era lo mucho que lo amaba, lo mucho que ansiaba envejecer a su lado. Así que, me juré a mí misma, que, si Dios me daba la oportunidad de vivir, no iba a desaprovecharla aquella vez.

- Aguanta – escuchaba la voz de Carlos, que corría conmigo en brazos, mientras Jason y mi propio padre le cubrían las espaldas. Allí, herido de bala, desangrándose, con pistola en mano, luchando como uno más. Porque mi padre podía ser muchas cosas, pero no era un cobarde. Él se quedaba a luchar, intentando salvar las vidas de aquellos que les eran fieles, y Carlos, con su llegada allí, lo había demostrado – no puedes morirte, Verónica – insistió. Miré hacia él, lucía terriblemente preocupado, y eso me hizo pensar...

Si él estaba tan preocupado es que realmente era alarmante. Quizás iba a morir. Quizás nada podría salvarme aquella vez.

Ni siquiera puedo deciros cómo salimos de ahí, todo se volvió un poco confuso después de ese momento. Lo que recuerdo después de mirar hacia el rostro de Carlos fue encontrarme en el interior del vehículo, mientras Carlos hablaba por teléfono con Nate y mi padre presionaba mi herida, olvidándose de la suya, maldiciendo a cada rato, dejando escapar lágrimas silenciosas.

- Es grave, Nate – alcancé a escuchar, mientras me debatía entre la vida y la muerte, entre la conciencia y la inconciencia – La bala estaba envenenada.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro