Capítulo 13 - Giro inesperado.
Aquí tenéis el capítulo de esta semana.
Espero que les guste :D
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Verónica.
Aún no podía creerme que los Merino nos hubiesen traicionado, después de todas las cosas que mi padre hizo por ellos, y no dudaron ni un segundo en mandar a uno de sus sicarios a por él, indefenso, en un callejón, así planearon su muerte. Pero él siempre tuvo un plan B, estaba más que preparado para ese tipo de situaciones, no se fiaba ni de su propia sombra después de la muerte de Alex, y hacía bien.
Un crimen pasional, así era lo como definían lo que Nate le hizo a Alex, y por supuesto, me culpaban a mí. Había sido yo la que había puesto en riesgo el operativo, fui yo la mujer que se atrevió a tener un romance con el enemigo. Esa era su explicación. Nate mató a uno de los suyos porque se sintió amenazado, porque le quitaron aquello que le pertenecía, a mí. Esa no era la realidad que yo conocía, pero a ellos sólo les importaban sus razones.
Presionaba las múltiples heridas del abdomen de mi padre, intentando detener la hemorragia, asustada, en aquel almacén abandonado, pensando en cada piedra del camino, en cada error cometido. Allí, en medio de una guerra entre familias, sin ningún bando en el que posicionarme, y todo el terror del mundo a perder al único hombre que aún podía llamar padre.
- No temas – me calmó, apretándose él mismo aquella camiseta, mientras mis manos temblaban, y mis lágrimas seguían saliendo – estoy bien – negué con la cabeza, porque sabía que eso no era así, y si seguía desangrándose de esa manera moriría – hace falta mucho más que esto para acabar conmigo, nena.
- Tenemos que pedir ayuda – le dije, aterrorizada, negando con la cabeza una y otra vez, suplicante, porque sabía que él jamás aceptaría la ayuda de Nate, pero llegados a ese punto, sabía que nadie más podría ayudarnos. Rompió a reír, deteniéndose pronto, al darse cuenta de que dolía, no podía hacer todo lo que le hubiese gustado en aquel estado – él me salvó muchas veces, papá.
- No es una buena idea, Verónica.
- Lo sé. Pero ... ¿qué más opciones tenemos? – él pensó en ello un momento, parecía estar barajando todas las posibilidades – si no hacemos nada... ¡Morirás! – grité, mirándole con odio, porque me molestaba terriblemente que fuese tan cabezota - ¡Y no puedes pedirme que presencie eso! ¡No puedes!
- ¿Y crees que Santoro nos ayudará? – asentí, a pesar de todo sabía que él haría cualquier cosa por mí, incluso refugiar al enemigo – Será peligroso, nena.
- ¿Y quedarnos sin hacer nada no lo es? – entendió mi punto de verlo, asintió y apoyó aquello con palabras.
- Llámale.
Ni siquiera hizo falta, pues en cuanto saqué el teléfono dispuesta a llamar a Galaxy, rogándole que me escuchase, este empezó a sonar. Era un número largo, que no conocía, y me rehusé bastante a cogerlo, incluso papá lució preocupado. Quizás por eso lo hice, porque no quería preocuparle más de lo que ya estaba.
- Roni – escuché la voz de mi salvador al otro lado, haciéndome sonreír. Le añoraba, a pesar de que no había pasado ni una semana desde que nos encontramos en el refugio, desde que volví a entregarme a él, el único hombre al que he amado en esta vida - ¿dónde estás? ¿estás bien? – él estaba preocupado por mí, cómo si no hubiese pasado el tiempo seguíamos siendo los mismos, a pesar de todo.
- Yo estoy bien – contesté – escucha, Nate, necesito un favor.
- Acabo de enterarme de lo de tu padre – eso lo hacía todo más fácil. Él parecía tan ansioso por saber de mí, que ni siquiera me dejaba hablar, explicarme, y el tiempo jugaba en nuestra contra, mi padre estaba herido, podría darle una hipotermia si seguía perdiendo sangre de esa manera – lo siento tanto, nena...
- Está perdiendo mucha sangre, Nate – supliqué, mi voz tembló y tuve que detenerme, ya que mis lágrimas volvían a salir. – necesito que nos salves esta vez. ¿Lo harás?
- ¿Dónde estáis? – Fue su respuesta. Sonreí, agradecida, limpiando mis lágrimas, antes de mirar a mi padre. Levantó su pulgar hacia arriba, indicándome que todo estaba bien, pero yo no podía dejar de estar preocupada.
- Habilitaré mi GPS para que puedas encontrarme – contesté.
- No, eso delatará tu decisión con el enemigo – me dijo – Galaxy te encontrará, está buscándote mientras hablamos, colgaré en cuanto me dé luz verde – sonreí, esa chica era la mejor.
- Nate – le llamé, antes de que hubiese dicho nada más – Gracias. Nunca te he agradecido todo lo que has hecho por mí, incluso me devolviste a mi padre, y siempre has estado ahí, cuidándome...
- No creo que sea el mejor momento para hablar de esto, Roni – fue su respuesta. Sonreí.
- ¿Qué harás con ellos? – me preocupé - ¿de verdad estarán de acuerdo con que acojas al hombre que mató a tus padres?
- No vamos a hablar de esa mierda tampoco – sonreí, él quería dejar todo eso a un lado, tener en cuenta sólo la vida de mi padre, y eso siempre lo agradecería.
- Nate – volví a llamarle – te quiero – sonrió, al otro lado, siempre le pareció que yo era del todo inoportuna para según qué temas, incluso para ese, pero le hacía feliz, por mucho que la situación fuese difícil para ambos.
- Y yo a ti, nena – eso calentó mi corazón, aunque ya lo sabía – Te tengo – añadió, en cuanto Galaxy le indicó que me había encontrado – te veo en un rato – sonreí, escuchando como cortaba el teléfono, fijándome entonces en mi padre, que esperaba noticias.
- Viene a por nosotros – fue mi respuesta.
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