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30: Coche azul

—¿La has visto hoy?

—Por ningún lado —responde Carol frunciendo el ceño. Yo me cruzo de brazos, pensativa.

Si bien es cierto que mañana empieza selectividad y los profesores nos han dicho que podemos faltar, también han sugerido el venir para resolver dudas y pensábamos que Gabi no desaprovecharía la oportunidad. La verdad es que nosotras tampoco deberíamos haber venido, no hay casi nadie en nuestro edificio.

—Oye, ¿cuándo haremos la tercera parte del plan?

Miro a mi alrededor para asegurarme de que no hay nadie.

—¿Qué te parece ahora? —respondo con una sonrisa traviesa.

—Si no es hoy no vamos a tener otro momento —admite. Aunque no hayamos venido para esto, tenemos que aprovechar la oportunidad.

—¿Sabes si ha venido?

—Le he visto con Alexia esta mañana dándose el lote. Qué asco dan.

Me río al ver el gesto de su cara y me levanto del banco. Lo bueno de que no haya nadie es que podemos caminar con total libertad por nuestros pasillos, a pesar de que en los otros dos edificios están todavía dando clase.

Carol y yo subimos procurando no hacer mucho ruido. En la primera planta están dando filosofía, algo relacionado con Platón. En la segunda planta no hay nadie, ni siquiera en los baños. Le pido a Carol que se quede sentada en las escaleras para vigilar y yo mientras entro a nuestra clase para coger el bolso donde tengo mi teléfono. Luego paso a la clase de Rodrigo y voy directa a su mesa. Nadie suele dejar sus teléfonos en clase durante los descansos, pero sé que Rodrigo sí lo hace. Quizá lo mejor de haber estado liada con él fue lo transparente que llegó a ser para ciertas cosas. Tras darnos nuestro primer beso puso mi huella en el desbloqueo de tu móvil. Por lo visto lo hace mucha gente. No me quejé, pero ¿quién en su sano juicio permite que otro invada su intimidad de esa manera? Yo obviamente no lo hice.

Saco su teléfono de la mochila y pongo mi dedo en el lateral. ¡Bingo! Deslizo la pantalla y abro su Instagram. Es lo que suele usar para hablar con las chicas, él mismo me lo dijo. Bajo entre sus mensajes hasta que encuentro el nombre que estoy buscando.

—Lo sabía —me digo a mí misma con una sonrisa de satisfacción.

Dentro de esa conversación hay varios mensajes insinuantes por su parte y unas cuantas fotografías de su polla.

—Menudo cerdo.

Saco mi móvil y hago capturas de todo. Cuando me meto en la conversación de la otra chica que busco, lo que veo es mucho peor, ya que ella parece que ha caído en su juego. Hago más fotos y vuelvo a dejar el teléfono donde estaba.

Con el estómago revuelto, regreso junto a mi amiga, quien está mirando por la ventana como si estuviese viendo un espectáculo, pero en realidad no hay nadie. No hablamos hasta que salimos del instituto y encontramos un banco que no esté al sol.

—¿Y bien? —me pregunta ella con insistencia.

—Le tenemos.

Carol hace un gesto de emoción y luego empieza a dar palmadas.

—Vamos a casa de Charlie entonces, ¿no?

Se levanta y tira de mí para que la siga. No tardamos nada en llegar, vive súper cerca del instituto. Cuando nos abre la puerta, al principio nos mira con sorpresa, pero después nos invita a pasar porque sabe lo que venimos a hacer.

—Hace unos años me cree esta cuenta cuando iba al instituto —nos dice enseñándonos un usuario de Instagram de chismes. Me suena haberla visto alguna vez—. La gente me mandaba cosas y yo las resubía de forma anónima.

Sus uñas largas repiquetean en la pantalla. La vuelve a girar para enseñarnos más cosas.

—Bua tía, es una pasada —comenta Carol pasmada—. Yo te envié algo en segundo y nunca me habría imaginado que serías tú quien estuviera tras la pantalla.

Charlie se ríe, pero al momento se pone seria y aprieta los labios.

—El problema es que lleva mucho tiempo inactiva. Ya nadie se acuerda.

Deja el teléfono sobre la mesa y se recuesta en el sofá. Ha puesto el ventilador, lo cual es de agradecer.

—Nosotras haremos que la recuerden —le aseguro mientras saco mi teléfono.

Como ella está al tanto de todo nuestro plan, pues nos ha estado ayudando todo el rato, no tengo que ponerle al día. Les enseño las capturas que he hecho de las conversaciones y pronto se pone a teclear en su pantalla para escribir el texto que las acompañará.

La última fase del plan acaba de empezar.

❀❀❀❀❀

Nos hemos tirado prácticamente hasta la hora de comer organizando las imágenes. Hemos decidido que vamos a subir mañana lo de la primera chica, la que le rechazó, y el viernes lo de la segunda chica, ya que es cuando acaba selectividad y queremos dar un poco de tregua a la gente para que no se distraiga. En el fondo somos buenas chicas.

—Adri —me llama Charlie antes de que me vaya. Carol ya está esperando el ascensor—. Me ha dicho Álvaro que le estás ayudando con la canción y quería darte las gracias.

Me quedo en silencio durante unos segundos.

—¿No le pediste que le ayudara?

Ella niega con la cabeza.

—Pero me alegra que te lo haya pedido. Tiene buen gusto musical, pero las cosas sentimentales se le atragantan —suelta una pequeña carcajada y le devuelvo una sonrisa—. Quería pedirte otro favor. Nos ha fallado un camarero y David me dijo que andabas falta de pasta. ¿Te apuntas?

Las puertas del ascensor se abren.

—Me encantaría —respondo emocionada y esta vez la sonrisa me sale natural. Me vendría genial más dinero, venga de donde venga.

—¡Estupendo! Se lo diré a los del catering.

Me da un beso en la mejilla, se despide de Carol con la mano y cierra la puerta. Al pasar junto a mi amiga me mira con una sonrisa traviesa.

—¿Qué? —pregunto con curiosidad cuando las puertas se cierran y me sigue mirando del mismo modo.

—Nada.

—¿Y esa cara? —Se le escapa una pequeña carcajada que me pone más nerviosa—. Carol.

—¿No te has dado cuenta?

La miro con los ojos entrecerrados intentando leerla la mente, pero no puedo. Ella se coloca sus gafas de sol y sale del ascensor en plan diva. La sigo.

—¿Qué debería saber?

—Álvaro te dijo que Charlie le pidió que le ayudaras, pero no es así.

Resoplo al comprender por donde van los tiros y pongo los ojos en blanco.

—No seas infantil, lo hizo para quitarse el marrón.

Hace una mueca de indiferencia y vuelve a sonreír, pero sin mirarme.

—O tal vez para pasar más tiempo contigo.

Me quedo dando vueltas a lo que ha dicho mientras caminamos hasta la parada de autobús. Dudo mucho que la intención del gemelo malvado haya sido pasar tiempo conmigo. Tengo la ligera sospecha de que en el fondo no me aguanta. Pero claro, por otro lado, está el hecho de que me invitó a la boda. Juego con las gomas de mi muñeca, pensativa, hasta que una se me escapa y le da a un hombre mayor. Me hago la tonta conteniendo la risa.

Me bajo en la parada más cercana a casa y camino por la acera desierta, a Carol aún la quedan unas cuantas hasta llegar a su casa. A estas horas hace tanto calor que podría freír un huevo y se haría por completo.

Me detengo cuando veo un coche azul claro en la puerta y me meto detrás del arbusto del vecino. La puerta del copiloto se abre, pero no sale nadie. Dentro hay dos personas. Por culpa del sol no puedo ver bien, ojalá me hubiese traído las gafas. Parece que se besan. Sí, lo están haciendo. Y bastante. Al cabo de un minuto, un chico alto y con aspecto desaliñado sale. Lleva la camiseta de un grupo de rock que reconozco. Lo he visto antes. El chico se gira y se despide de nuevo con una sonrisa. La chica enciende el motor y arranca el coche. Pasa a mi lado sin percatarse de mi presencia. Es rubia y bastante guapa.

Me incorporo y vuelvo a ver al chico: es Álvaro.


*****

Carol representa mi lado chismoso jajaja

¿Qué os parece lo de Álvaro? Os leo :)

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