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24: Sonrisas sinceras

He recuperado la cámara que grabó la broma a Rodrigo y ahora Carol, Gabi, David y yo estamos viéndolo en la casa de Charlie por tercera vez. Su novio viene un rato después de trabajar y tenemos que ponerlo una vez más para que él también lo vea.

Lo cierto es que es buenísimo ver cómo el imbécil de Rodrigo abre la botella, la coca cola le estalla en su cara gracias al mentos que cae y luego tiene que limpiarlo.

El plan era, no solo dejarle en ridículo, sino que también pensara que uno de su grupo le ha gastado una broma así que cuando acabó de limpiar, en el video se ve claramente cómo descubre el paquete de caramelos en la mochila de Luis, su compañero de mesa. Después de eso, se enzarzan en una gran discusión que acaba con un ojo morado para cada uno y otro de los Rebels teniendo que separarles. Se lo merecen.

—¿Una pelea en el instituto? —escucho decir a mi padre cuando entro en casa. Está en el salón hablando por teléfono—. Es inconcebible. No podemos permitir que dos alumnos de bachillerato se comporten así. —Me saluda con la mano y sigue a lo suyo—. No, no vamos a expulsarlos. Uno es hijo de la presidenta de la asociación.

La asociación es un grupo de padres que dan dinero para ayudar a gente que no puede pagar material escolar o ir a las actividades. Por supuesto, de quien habla es del requetenombrado Rodrigo. Su madre es la presidenta desde hace años y, aunque se ha metido en muchos líos en clase, siempre se ha salido con la suya. Como con lo del video, ya que, al contrario que a mí, a él no le dijeron nada.

Subo a mi habitación con cansancio y me dejo caer sobre la cama. Aún me quedan deberes por hacer. Sin embargo, cojo el teléfono y me pongo a mirar mis redes sociales. Entonces recuerdo la idea del video que me dieron las chicas y me levanto de la cama. Abro el armario y busco algo útil. No me puedo quejar de la variedad de ropa que tengo, pero sin duda lo más provocativo es el famoso vestido rosa, que me encanta. La última vez que me lo puse fue en para conocer a Evelyn y las reacciones generales fueron satisfactorias. Me lo pongo con rapidez. Es justo lo que necesito ahora mismo: evocar sorpresa.

Con las puertas del armario abiertas, coloco el teléfono frente a mí, apoyado sobre un cojín para que no se caiga. El baile que hemos grabado para el Tiktok de Mica era bastante sencillo, imagino que para empezar bastará. Busco la canción en Spotify y dejo que suene hasta que llega el estribillo. Es pegadiza, no puedo negarlo. Me arreglo las ondas en mi reflejo, me coloco el escote y el piercing de la nariz. Aunque no vaya a salir mi rostro, quiero verme guapa. Antes de empezar, me lanzo un beso fugaz para darme ánimos.

Meneo las caderas al ritmo de la música, recordando cada paso y exagerándolo un diez porciento más, pues lo que busco es parecer sexi, no un palo andante. Acabo la toma con un giro sobre mí misma. En ese momento veo que hay medio cuerpo asomado por la cortina. Del susto, me tropiezo con mi propio pie y caigo al suelo de culo. El crujido de la tela llena el silencio.

Mierda.

—¿Estás bien?

—Podrías llamar —gruño mientras me levanto. Álvaro intenta ayudarme, pero le esquivo.

—¿A la puerta invisible? La próxima vez lo haré.

Ignoro su burla y llevo la vista hacia mi trasero, donde hay una raja enorme.

—Joder —gruño con enfado y me percato de que sigue aquí. No me gusta volver a tenerle cerca—. ¿Qué quieres?

—¿Bailabas?

Resoplo. Su presencia consigue que mis piernas pierdan fuerza. No quiero volver a repetir lo de esta mañana.

—Practico un baile para el sábado —miento y busco unos pantalones en el armario para cambiarme después.

—Venía a hablar de lo que ha pasado.

—¿Lo de los mentos? —pregunto, haciéndome la tonta. Él me mira frunciendo el ceño y niega con la cabeza—. Ah, ya.

Mierda otra vez.

Álvaro esconde sus manos en los bolsillos de sus vaqueros y me fijo en sus brazos. Soy demasiado básica, no puede ser normal que me ponga así por un tío. Todos son iguales, tengo que metérmelo en la puta cabeza.

—No ha sido buena idea.

Mi cuerpo lucha contra mi cerebro, quien de una manera racional impide que se tire sobre él de nuevo para besarle. ¿Qué me pasa? Agarro con fuerza mi pantalón.

—En absoluto.

Sus ojos me examinan y esboza una pequeña sonrisa. Me encantaría saber lo que piensa en estos momentos. O mejor no. Seguro que no me gustaría, fuera lo que fuese. Soltamos el aire contenido casi al mismo tiempo.

—Es una lástima —comenta mientras se marcha, caminando de espaldas. Por un momento me sobresalto hasta que veo que señala mi ropa—. Te quedaba muy bien.

❀❀❀❀❀

La tensión en el instituto es palpable. Durante la tutoría del miércoles escuché a Christian al fondo quejarse de la pelea que tuvieron sus amigos. Y al día siguiente, durante el recreo, los Rebels estaban divididos en dos grupos.

—Solo queda una semana para acabar el instituto, ¿no estáis nerviosas? —pregunta Mica con emoción. Carol y yo nos encogemos de hombros, mientras que Gabi pasa totalmente de ella. Ha vuelto a los libros, pero sigue sin contarnos nada sobre lo que ocurrió en la clase de arte.

—Yo solo pienso en dormir hasta las tantas y hacer lo que me dé la gana.

Suspiro y me acomodo en el banco.

—¿Tú tampoco vas a ir al viaje? —pregunta Susana a mi amiga.

—Paso de la playa, la verdad —habla de nuevo a la vez que se incorpora—. Estoy intentando convencer a mi hermano para que me deje ir con sus amigos de interrail.

Todas, incluida Gabi, la miramos con sorpresa.

—Es el sueño de cualquier estudiante.

—Lo sé. Por eso quiero ir, pero no sé qué problema hay con las plazas. En fin, lo conseguiré.

Hace un gesto con la mano para restarle importancia.

—¿Y tú, Adri? ¿Qué plan tienes? —me pregunta Susana al ser yo la única que no ha dicho nada todavía, además de la loca de los libros.

—Pues no tengo ni idea —contesto pensativa y me llevo la mano a la boca para morderme la uña—. Puede que también viaje a algún sitio.

—Claro. ¡Te vienes conmigo por Europa!

—Es una idea estupenda —me anima Susana y yo no puedo evitar quedarme embobada mirando al banco contrario, que está vacío, pensando en la nada más absoluta. Ellas siguen hablando de sus viajes hasta que suena el timbre y tenemos que regresar a clase.

Al llegar a casa, subo directamente a mi habitación, abro el armario y saco la caja que me dio mi tía. Me quedo mirando el dibujo que hizo y esa frase escrita. Busco su número y espero a que responda a la videollamada.

—¡Hola, preciosa! ¡Qué sorpresa! —me dice sonriente.

Debe estar todavía en la oficina.

—Te quiero enseñar una cosa, a ver si la reconoces.

Cambio a la cámara trasera del móvil y enfoco la pequeña nota. Observo su cara con detenimiento. Primero frunce el ceño, luego muestra sorpresa y se lleva la mano a la boca. Un instante después descubro que está sonriendo.

—¿De dónde lo has sacado?

—Lo encontré en la caja de música, ¿tú sabes qué significa?

Ella asiente con emoción y tarda unos minutos en poder hablar de nuevo.

—A tu madre le gustaba soñar a lo grande —comienza a explicarme, limpiándose una lágrima de la cara—. Quería abrir una cafetería con ese nombre, «Alas de mariposa».

—¿Una cafetería? —repito mirando el papel.

—Entre unas cosas y otras, ya sabes, al final no pudo hacerlo —añade tras un suspiro.

Sorprendida, analizo el papel, su letra y el detalle de los dibujos. Ahora entiendo por qué hay dibujadas tazas y muffins. Sonrío al imaginarla entre los clientes sirviendo tazas de café humeante y pasteles de todos los sabores.

—Sí, es una pena... —suspiro sentándome en el suelo.

Pasamos un rato más hablando de todo lo que pasa en nuestras vidas y, aunque omito mi plan de venganza, sí que le hablo del beso con Álvaro. Necesito que alguien razonable me dé su opinión; sin embargo, no puedo evitar poner los ojos en blanco cada vez que emite un chillido propio de una preadolescente. Aunque admito que me ha sacado alguna que otra sonrisa.

Cuando acabamos, decido bajar al salón donde está mi padre entre una pila de documentos. Alza la mirada y no tarda en reconocer la caja de música que tengo entre mis manos. Esboza la sonrisa más sincera que le he visto en mucho tiempo.


*****

¿Qué pensaréis que hará Adri con lo que le ha contado su tía?




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