4.-Mazmorra
Aclaraciones:
•AuFantasy
•Personajes adultos
Título:
•》Estoy aquí
Katsuki se había acostumbrado a la oscuridad y el silencio que había en las mazmorras del castillo de Drum, era odioso y no importaba cuánto gritara y maldiciera a los guardias que custodiaban su celda terminaba siendo ignorado por ellos.
No podía acercarse a los barrotes de la celda para intentar romperlos, las cadenas y los grilletes que había en sus tobillos y muñecas le impedían moverse demasiado. Luego de pasar días encerrado en ese lugar y en ocasiones tener arranques de ira por querer escapar, sus muñecas estaban irritadas y le dolían por el roce del metal con su piel.
Su historia con el rey de Drum era complicada; él había heredado el odio que tenía el gobernante de esas tierras a sus padres, líderes de una aldea que estaba cerca de las montañas.
El rey era patético, no tenía nada de lo cual deba respetar u admirar. Un jodido hombre que solo piensa en él mismo y no en su gente que pasa por hambre y falta de recursos, él solo busca fuerzas para unir a sus filas y así obtener más poder. Impulsaba el miedo y deseaba la guerra, no le importaba la sangre que derramaba a su paso.
Pero era inteligente, sabía que no podía meterse con la gente de Katsuki, que no podía dañarla y si decidía iniciar una ballata en su contra terminaría derrotado. Los Bakugou, por generaciones sirvieron como protectores del bosque y sus criaturas mágicas que habitaban en él; hubo un tiempo en que fueron generales de la guardia real de Drum hasta que el reino comenzó a caer en la codicia, por ello entraron en el bosque junto a algunos aldeanos que también estaban cansados de las injusticias de los reyes. Ellos se encontraron con criaturas que, lejos de ser peligrosas como les habían contado, les ayudaron y los acogieron. A cambio, en ese tiempo, Bakugou Gogo agradecido con ellos, les prometió cuidarlos y enfrentarse a Drum si era necesario.
Una promesa que pasó de generación en generación.
Tenían el apoyo de las hadas, los elfos, las sirenas, los brujos y los dragones de las montañas. Sin olvidar que la aldea misma se volvió experta en combate y la mayoría contaba con dotes mágicos, incluyendo a Katsuki. Un don que por ahora no podía usar a causa de las cadenas que le pusieron.
Y para terminar, sus padres y el rey tenían historia. Su madre, Mitsuki, era la princesa de un reino vecino que había llegado para contraer un matrimonio con tal de unir los reinos y con ello, su poder. Pero la noche anterior al día que se tenía planeado la boda Mitsuki desapareció, nadie sabía que ella se enamoró de su padre y escapó con él. Eso provocó que el reino de su madre cortara lazos con Drum y lo culparan por la desaparición de su primogénita, por eso Shigaraki Banke tuvo que recurrir a buscar otra esposa.
El sonido de unos pasos aproximarse interrumpió sus pensamientos y luego vio la figura de un caballero cargando una bandeja de comida. Katsuki era el último que quedaba en esa zona, cada dos días había visto a los guardias llevarse a uno de los presos y había entendido que apenas cruzaban esa puerta jamás volverían. Se puso en guardia, a pesar de estar debilitado por la falta de comida que se negaba a probar cada que llegaba la hora de servirle él daría pelea y podría escapar. Terminar con una sola persona sería sencillo, lo estaban subestimando demasiado, puede que no fuera capaz de usar su don pero aun así tenía sus puños y años de entrenamiento que lo respaldaban.
El caballero se detuvo frente a su celda y Katsuki le gruñó, sostuvo con una de sus manos la bandeja mientras que con la otra movía el juego de llaves que debían ser de la cerradura. Dejó las llaves junto a los platos que había en la bandeja y llevó su mano libre a su cabeza, donde se encontraba su casco. Sus dedos tantearon la superficie metálica antes de quitárselo por completo.
—¡¿Deku?!
Reconoció esos rizos verdes sin control, esos ojos esmeraldas grandes y brillantes, esas pecas esparcidas en las mejillas que había memorizado con el tiempo. Reconocería a su esposo sin importar qué, a Midoriya Izuku.
—Shhh no hagas tanto ruido o nos escucharan —susurró poniendo uno de sus dedos sobre sus labios y giraba su cabeza al pasillo que conectaba con las escaleras que subían al castillo.
—Nada de eso, ¿cómo llegaste aquí o más bien, por qué estás aquí?
Izuku dejó la bandeja en el suelo mientras volvía a tomar las llaves y se acercaba a la cerradura. Unos segundos después se escuchó el cerrojo abrirse y Izuku se adentró de inmediato a la celda y se acercó a él. Prosiguió con los grilletes y cuando finalmente Katsuki estuvo libre lo envolvió con sus brazos y lo acercó a su cuerpo lo más que pudo.
—Vine por ti —respondió, su aliento chocando con su oreja y Katsuki siendo capaz de sentir los latidos del corazon de Izuku antes de que se separara—. Además, ¿olvidaste que yo conozco más que todos este castillo?
Con eso estaba en lo cierto, no había nadie más que conociera cada rincón del castillo de Drum como Izuku. Él había crecido entre esas paredes como el hijo menor de los reyes; criado por Midoriya Inko, una mujer amable y de buen corazón que había tenido el destino trágico de casarse con Shigaraki Banke y dar a luz a tres hijos, dos varones y una mujer.
Mientras Tomura, el mayor de los hermanos, con el tiempo se volvía más como su padre y se centraba en cómo manejaria el reino cuando estuviera a su merced. Izuku crecía y cada día se parecía más a su madre, se escapaba para ver el entrenamiento de los caballeros y practicaba a escondidas, o iba la biblioteca y permanecía ahí todo el día; antes de la hora de la comida, iba a la cocina para ayudar a los cocineros y luego volvía para lavar los platos y utensilios que se habían usado. Luego nació su hermana y Inko cayó enferma poco después, solo pudo estar junto a ellos dos por poco más de cuatro años antes de fallecer.
A Banke no le importó la muerte de su esposa, a Tomura tampoco le afectó perder a su madre y siguieron como si nada. En cambio Izuku, teniendo su corazón roto y sabiendo que la primera persona que lo quiso ya no estaba más con vida, se encargó del cuidado de su hermanita y le enseñó lo que su madre a él.
Años atrás Izuku logró escapar junto a su hermana menor, Ochako. Evitando que ella se comprometiera y con ello arruinando los planes que tenían Banke y Tomura. Fue ese mismo día que ellos se conocieron.
Katsuki soltó un suspiro, había extrañado la calidez y el aroma de Izuku a pesar de que solo los perdió por unos días. Aun así, había algo más que quería saber, no tenían tiempo que perder pero solo necesitaba oírlo.
—¿Cómo están ellos? ¿Están bien?
Izuku lo miró y asintió, entendiendo a lo que se refería. A las personas que habían estado con Katsuki antes de que fuera atrapado; pero mayor era su preocupación por sus niños, sus hijos, Mahoro y Katsuma. Ellos habían estado presentes cuando lo capturaron y él lo obligó a llevárselos para que estuvieran fuera de peligro, luego ordenó a sus demás compañeros a retirarse quedándose solo y creyó que podría solo con los soldados que habían aparecido pero no fue así.
Katsuki no solo debío ganar tiempo para que los demás escaparan, también tuvo que proteger a las personas inocentes que había allí, escondidas en sus hogares.
Antes de que la revuelta comenzará, ellos habían llegado a las afueras de un pueblo de Drum para llevarles víveres. Era una costumbre de la gente de Katsuki hacerlo y por eso habían ido ese día, la zona había estado libre de problemas por lo tanto le fue más fácil aceptar llevar a sus pequeños para que conocieran un poco más y no solo la aldea y el bosque, también así podían aprender de sus costumbres.
—Están bien, solo quieren que vuelva pronto su papá y para eso, ya tengo un plan.
Izuku le sonrió antes de levantarse y extenderle la mano para ayudarlo.
—Vamos a casa, Kacchan.
—Bien —aceptó la ayuda y pronto estuvo de pie—. ¿Iremos de la forma fácil o la divertida?
—Uhm —hizo un gesto pensativo—, antes de entrar noqueé a algunos guardias, nadie sabrá que te has ido así que es de la forma fácil.
—Y yo que quería patearles el trasero a algunos de esos malditos caballeros —dijo, fingiendo fastidio—. Pero mis hijos me esperan, mientras más rápido nos vayamos mejor.
Solo bastó eso último para que Izuku comenzará a guiarlo a su libertad.
_______
Llegaron cerca a la aldea cuando el sol estaba en su mayor apogeo en el cielo. Según eso, era medio día y Katsuki por fin volvió a pisar su hogar luego de días de encierro.
Las personas apenas lo vieron lo saludaron y se alegraron por su regreso. Pero ninguna se acercó, sabían de antemano quién debía ser la primera persona en hacerlo y fue esa misma que le dio la bienvenida con un manotazo a su cabeza.
—¡¿Cómo carajos fuiste tan débil y te dejaste capturar?! ¡Mocoso ingrato, mira que dejar a tu familia preocupada!
—Mitsuki gritó antes de darle un fuerte abrazo que casi le saca el aire de sus pulmones—. Me alegra que ya estés a salvo, Katsuki.
—¿Dónde están?
Como madre, Mitsuki comprendía la necesidad de ver a sus hijos luego de no poder hacerlo por un tiempo; no importaba que le dijeran que estaban bien, era necesario verlos para asegurarse por sí mismo.
—Están con Ochako y Todoroki en los campos de cultivo, pensaron que era buena idea llevarlos ahí para distraerlos un poco.
Miró a su madre un momento y murmuró un gracias hacia ella antes de correr en la dirección que le indico. Izuku lo imitó y ambos se dieron a la carrera para reunirse con sus pequeños.
Para Katsuki fue un camino interminable, largo y tardío. Era la primera vez que ese trayecto tan corto le causaba esa sensación. Y cuando finalmente llegó, los pudo ver sintió un calor cubrir su corazón.
Todoroki tenía en brazos a Katsuma para ayudarlo a alcanzar las manzanas que había en los árboles y cortarlas mientras Mahoro estaba sentada en el suelo junto a Ochako cuidando de las canastas llenas de fruta.
Ambos niños sonreían entretenidos con sus tareas; ambos estaban tan distraídos que no notaron su llegada.
Fue un respiro, una sensación de alivio lo que lo atrapó por completo. No podía explicarla, eran tantas emociones que se aglomeraron en su pecho que no podía definir ninguna de ellas.
Estaban bien, sus hijos estaban bien.
No había olvidado sus rostros aterrorizados cuando llegaron los caballeros y los atacaron. Su mente solo había pensado en ellos y en Izuku mientras estuvo cautivo y veía a los reclusos desaparecer uno tras otro pensando cuándo sería su turno para ese destino. Hubiera peleado, hubiera dado todo lo que pudiera con tal de volver a ver a su familia, con tal de volver a reunirse.
La castaña fue quien los vio primero.
—¡Bakugou! ¡Izu! ¡Han vuelto!
Mahoro de inmediato levantó la mirada de suelo y lo vio, ese fue el primer golpe en su corazón. Katsuma lo miró y le gritó a Todoroki que lo bajara ya, ese fue el segundo golpe. El tercero y el cuarto llegó cuando observó a los niños correr apresurados hacia él.
—¡Papá Katsuki!
Katsuki no dudó ni un segundo y corrió a su encuentro. Los estrechó entre sus brazos y los escuchó llorar mientras lo llamaban y le pedían que no se volviera a ir; sus palabras y su llanto también se volvieron como golpes que Katsuki no pudo resistir más y sollozó. Izuku llegó a su lado para unirse en el abrazo y poder escuchar las disculpas que no dejaban de salir de sus labios.
—Ya estoy aquí —murmuró una y otra vez entre lágrimas y la calidez del abrazo de su familia. Dejó un beso en las frentes de los niños—. Perdón por haberlos dejado, papá lo siente mucho.
¡Cuarto día, por fin!
Un poco del universo de fantasía, mi mundo favorito con un toque de familia ^^
¡Gracias a todos por leer!
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