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Capítulo 41

Taehyung preparó en su bañera un baño de relajación con sales para que Jungkook pudiera descansar un poquito. El menor tenía la cabeza muy abombada de situaciones que pasaron en esos últimos, días, debía darse un tiempo para si mismo. 

Mientras tanto Taehyung seleccionaba algo para cenar por la noche. tenía varios números de delivery pegados en la heladera. Quizá pedía unos sushis con ensalada y pollo, no sería una mala opción después de todo. Tae dejó el imán en la mesa y fue por el teléfono de línea que solamente utilizaba para llamar a sus padres y para pedir delivery todos los santos días. 

Tae pidió la comida y le dijeron que en media hora se la llevaban. Se fue al baño para saber cómo estaba Jungkook. Golpeó la puerta antes de entrar y Jungkook lo miró desde la tina con el shampoo en la cabeza. 

— Ya pedí la cena. 

—¿Qué vamos a comer?

—Sushi, pollo, ensalada y también pedí dos Dumplings para cada uno. 

—Vaya, creo que viviendo contigo voy a subir unos cuantos kilos — se quejó Jungkook. 

—En realidad deberías subirlos, Jungkook — Tae sacó una toalla del mueble que guardaba en el baño y se la dejó sobre la tapa del inodoro cerrada — toda esta depresión te ha dejado muy delgado. Es por tu bien. Te voy a poner gordito y rechonchito. 

—No soy un pollo que debes engordar. 

— No, pero si debo hacerte engordar. Tus brazos están flaquitos, Kookie. 

Jungkook levantó las rodillas por encima de las burbujas de la tina. Estaba bastante mal.

— Parezco un esqueleto ¿verdad?

Tae asintió con la cabeza. 

— Cuando recuperes la fuerza muscular tendrás que empezar a hacer ejercicio. Mientras tanto debo hacer que recuperes la grasa del cuerpo. La depresión te ha hecho muy mal. 

Jungkook asintió con la cabeza. Sin dudas esta era su oportunidad para volver a ser el mismo de antes. 

El menor se levantó de la tina y Taehyung salió del baño para dejar que se cambiara su ropa. Lo esperó en su habitación mientras le acomodaba la ropa en un cajón vacío del armario.  Jungkook tardó como unos cinco minutos en cambiarse y secarse el cabello con la toalla. 

El menor se acercó a la ventana de la habitación de Taehyung para ver la calle. La luna ya estaba en lo alto del cielo, en un cuarto menguante. 

— Yo era muy feliz antes — comentó Jungkook con la vista perdida entre los autos que iban y venían. 

Tae se acercó a él. 

—Tu felicidad volverá si empiezas a mejorar. Si me dejas ayudarte, te haré feliz. 

Jungkook lo miró. 

— ¿Y yo como puedo hacerte feliz a ti también? — preguntó el menor. 

Tae dio un paso hacia él y le retiró el cabello mojado de la frente. Se lo quedó viendo como si fuera una obra de arte muy antigua y valiosa. 

— Que empieces a prestarme atención ya me hace muy feliz, Kookie. 

— ¿De verdad?

—Sip. 

Tae fue a buscar el osito de peluche y se lo tendió a Jungkook. 

— En realidad lo gané para ti. 

Jungkook abrazó el osito por un momento y luego lo dejó en la cama de Tae. 

—Cuando regreses a tu casa en unos días, si te sientes solo puedes abrazar al oso — susurró Tae con una sonrisa. Jungkook estaba tímido — Oye ¿sobre la cita...?

— Ah, sí. Luego del 22 podríamos ir al cine si quieres —propuso el menor — o a otro lugar que quieras. 

— A mi me gustan los museos — le dijo Tae —pero me parece algo súper aburrido para una cita. 

— No creo que sea aburrido. 

— Jungkook, créeme. Todas las citas que sean a museos terminan muy mal. 

Jungkook se alzó de hombros y dio unos pasitos a Taehyung, lo miraba con insistencia. 

— ¿Qué quieres? —preguntó confundido. 

Jungkook hizo un pucherito. 

—¿Te puedo abrazar?

Tae lo atrajo por la cintura y lo aprisionó contra su cuerpo. Lo sostenía fuertemente con cada parte de sus brazos. Jungkook lo agarraba de la espalda y no lo soltaba. Necesitaba su calor, quería tenerlo cerca, abrazarlo y no soltarlo. 

¿Cómo era posible que su corazón le estuviera diciendo que lo quería? Jungkook no estaba listo para decirle que le gustaba, primero debía ir a la tumba de Yoongi aquel 22 de septiembre y darle las palabras finales definitivas. 

Tenía que dejar su consciencia limpia de una vez por todas.  

Iba a dar el paso decisivo, a dejarlo atrás luego de todo ese tiempo. 

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