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Capitulo 29

Taehyung había tardado como diez minutos en subir al apartamento de Jungkook. Pues se había quedado platicando con su cliente. Le comentó que dependiendo del modelo de funda que pidiera, los precios variaban y su cliente le pidió otra funda más. Taehyung aceptó el pedido y le dijo que se lo llevaría la próxima semana.

Mientras tanto, Jungkook había puesto la pizza en el horno cuando Taehyung llamó a su puerta. Jungkook lo recibió y dejó que el mayor se sentara en la mesa. No sabía por qué había tenido el impulso de invitarlo. Ahora sólo se sentía incómodo.

— ¿Qué tal van tus mini vacaciones? — le preguntó Tae mientras apoyaba su mentón en la palma de su mano.

Jungkook se alzó de hombros desde la cocina y llevó la pizza a la mesa.

— No necesito estas vacaciones. Al fin y al cabo lo estoy pasando igual de mal.

Taehyung sonrió a medias.

— Lo pasas mal porque tú quieres estar mal.

Jungkook lo escuchaba atentamente mientras comía la pizza. Taehyung se había animado a comer una porción, a pesar de estar lleno. Su almuerzo había consistido en una ensalada muy abultada con sushi.

Mientras Jungkook comía Tae le echó un vistazo al lugar en donde había colgado el cuadro y se encontró con que no estaba.

— Vaya. A fin de cuentas te has ingeniado para sacarlo — le dijo señalando la pared.

Jungkook lo miró de reojo.

— En mi defensa, ese no es un lugar para Iron Man.

— ¿Y cuál es un buen lugar para un cuadro de Iron Man?

Jungkook lo miró con cara de aburrimiento.

—El cuadro está en mi habitación.

Taehyung sonrió más para sí mismo que para Jungkook. Por lo menos el menor no había tirado el cuadro a la basura.

— ¿Y bien? — le preguntó Tae unos minutos después en los que Jungkook terminaba de comer su pizza.

— ¿Y bien qué?

— Quiero saber si asistirás al psicólogo.

— Ya sabes que no. Y al psiquiatra tampoco. No me voy a medicar.

—Lo necesitas.

— Claro que no.

Taehyung suspiró y Jungkook apartó la vista, pero el mayor se acercó a él y lo tomo con suavidad por la mandíbula.

— Mírame —le pidió amablemente, con una voz calmada y dulce. Jungkook obedeció a regañadientes y clavó sus ojos color café en los celestes cielo de Taehyung — Para mí tampoco fue fácil cuando falleció Hoseok. Tuve mi tiempo de duelo y finalmente pude superarlo. Yo acepté que la vida continuaba con o sin él.

A Jungkook se le nublaba la vista otra vez. No quería llorar, pues su vida se basaba en el llanto y la angustia. Era muy molesto.

— No es fácil, Jungkook. Pero si tienes a las personas indicadas, podrás superarlo. Poco a poco.

Jungkook apartó la vista. No soportaba mirarlo, pero Taehyung hizo de las suyas y lo obligó a que lo siguiera viendo.

— Pero para superarlo primero te tienes que dejar ayudar.

— No voy a ceder y tú no me vas a convencer.

— Estás mal Jungkook... muy mal. ¿No te has visto al espejo?

Jungkook hizo un pucherito.

— Estás muy delgado —Tae iba a empezar a remarcarle todas esas cosas que él no veía, todas esas cosas de las que Jeon no podía darse cuenta — tienes ojeras y tu piel está bastante áspera, no tienes color y te ves pálido todo el tiempo... — no quería decirlo, sabía que lo haría sentir mal, pero era algo necesario, Jungkook debía comprender de una vez por todas: — Estás enfermo.

Y por mucho que doliera, era la verdad.

A Jungkook se le caían las lágrimas y el mayor lo dejaba llorar todo lo que quisiera.

Jungkook se levantó de la mesa para lavar los platos e inconscientemente, evitar la conversación. Le daba miedo, todo lo asustaba. Estaba atemorizado del mundo entero.

Taehyung lo siguió hasta la cocina. No iba a parar hasta hacer explotar todas las emociones de Jungkook, porque era la única manera que tenía de liberarse de su sufrimiento.

Era la única forma de acabar con todo.

Tenía que hacerlo sufrir, lo más fuerte que pudiera, para que se acabara de una vez por todas.

Jungkook sollozaba mientras lavaba los platos y los hombros le temblaban, débiles.

— La cita doble que tuvimos me dejó en claro varias cosas — volvía a hablar el mayor — estuviste todo el tiempo observado hacia la ventana, eso solo dice que querías irte para encerarte aquí. Comiste una sola porción de las dos que te correspondían...

— No tenía hambre — masculló él cómo pudo, pero las palabras se le trababan.

— Es posible que no tuvieras hambre. Porque la depresión hace esas cosas. También tienes ansiedad social, no quieres salir de esta casa, eso deja mucho que desear, Kookie.

Jungkook se estaba secando las manos y se disponía a irse de la cocina para ir a su cuarto a encerrarse.

— No quieres que la gente te quiera, no nos dejas quererte, pero también te quejas de que no le importas a nadie y las cosas no son así.

— Sí... S-í lo... lo son...

— No, Jungkook.

— ¡A mis padres no les importo! — Soltó enojado — ¡Me enviaron un maldito mensaje para mi cumpleaños! ¡Saben que perdí a Yoongi y ni siquiera han venido a visitarme en todos estos meses! ¡Me dejaron solo! ¡Yoongi me dejó, todo el mundo lo hizo!

Jungkook se dejó caer de rodillas al suelo temblando como gelatina. Tae se agachó y lo abrazó como pudo, pero el menor lo empujó para que no lo tocara.

— ¡No lo hagas! Yo solo quiero abrazar a Yoongi, ni a ti, ni a Jimin.

Pero Tae lo apretó más fuerte entre sus brazos.

— Yoongi no está aquí para ti, y ya nunca lo volverás a ver. Sé que es duro, pero sabes que es la verdad. Y aunque tú elijas morir para encontrarte con él, déjame decirte que eso no va a pasar, son todas mentiras, Jungkook... no arriesgues tu vida por alguien que ya no está.

A Jungkook se le acabaron las lágrimas de pronto y se dejó hacer en los brazos de Taehyung. Había dejado de temblar, pero ahora solo quería hacer una cosa:

Gritar.

Y lo hizo.

Gritó fuerte mientras hundía la cabeza en el cuello de Taehyung. Gritó porque era verdad, jamás se encontraría a Yoongi otra vez. Gritó porque todavía pensaba que era su culpa, que su muerte había sido causa de su estúpido pedido de palomitas. Gritó para sacar todo lo que había guardado en su interior.

Aquella vez no era la almohada la que ahogara sus lágrimas y sus gritos, era una persona de carne y hueso, alguien que estaba ahí para consolarlo y acompañarlo.

Aquella vez Jungkook no estuvo solo en su sufrimiento y nunca más lo estaría. 

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