Capítulo 4
El funeral de su padre fue privado, y sencillo, solo basto la presencia de un sacerdote y la suya.
La primera semana después del funeral, Anthony la paso conociendo a la gente que trabajaba ahí, preguntando por sus familias, el tiempo que llevaban trabajando y sus necesidades. Además de ofrecer sus servicios de médico. Esto sorprendió a los criados del lugar, sabían que el joven Crowley era diferente, mas no esperaban un cambio tan radical.
La noticia sobre la muerte del patriarca de los Crowley se esparció tan rápido como el hecho que la familia Crowley ahora estaba bajo el brazo del único hijo. Y, con la próxima temporada social cerca, Anthony parecía tener demasiada prisa en jugar sus piezas, para volver a su cabaña en el rio Wye.
No quería tener que participar de los bailes de la alta sociedad, con señoritas casaderas por todos lados, tratando de impresionar a cuanto caballero considerablemente respetable y de buena familia, pudieran, madres sedientas de atención a su lado, y padres haciendo arreglos, todo con el único motivo de asegurar un matrimonio.
–Mis condolencias por su padre, Joven Crowley, o debería decir Señor Crowley ahora. – habló la mujer desde el marco de la puerta de su despacho.
–Señora Jones, es muy gentil de su parte.
–¿Muy gentil?, odiaba a ese hombre, lo mejor que pudo hacer en años fue haber muerto.
–Es muy grato volver a verla Señora Jones, me alegra saber que su forma de pensar no cambió con los años.
–Bueno, esas son palabras que no escucho con frecuencia.
–No es como que la gente de aquí sea muy sincera.
–Me alegra que estes aquí, Tony.
–A mí también, Nana.
–Ahora, debemos empezar con lo principal, he tratado de mantener lo más discreta posible la noticia de su regreso, pero deberá de saber, que, al morir su padre, muchas familias querrán... ya sabe, ofrecer sus condolencias.
–Estoy al tanto de la próxima temporada, por eso mismo tengo que centrarme en lo que es importante
–Lo que se refiere a...
–No creo que sea momento de que lo sepa Señora Jones.
–Lamento mi intromisión.
–No tiene por qué disculparse.
–Oh, sin duda debe disculparme, como sabe, me ausente por un tiempo, hay que mantener las apariencias y aunque su padre recién acaba de... ser sepultado, ya he confirmado su asistencia al baile que ofrece Lady Wilson.
–¿Disculpe?
–Señor, cuando las madres descubran que hay un joven rico, soltero y sin compromiso alguno, no podré seguir manteniendo su secreto más tiempo.
–Eso no está a discusión, solo estoy aquí para encargarme de las cosas que dejó el difunto señor Crowley, después regresare a mi cabaña, no tendré tiempo para... "socializar", y aunque aprecio su iniciativa, muy generosa de su parte, debo pedir que mande mis disculpas, no asistiré.
–Bueno, en estas circunstancias, sus "disculpas" no tienen lugar alguno.
Anthony dirigió su mirada a su Nana, al sentir una ligera punzada en su nuca, sabía que le estaba reglando una de esas miradas, con las que conseguía que bajara de algún árbol o que dejara de jugar con la vajilla.
–Bueno... tal vez una... aparición... solo para, que me conozcan...
–¡Excelente!
Sin el poder para contradecir a su Nana, Anthony se sorprendió a sí mismo en la entrada de la que le habían señalado como la mansión Wilson, pudo notar las tenues luces alumbrando el pasillo, y unas más brillantes, dentro de la mansión.
A lo lejos personas bailaban al compás de la música, alegres y con entusiasmo. Este era uno de los bailes previos al baile de apertura de la temporada, siendo conocido como el baile donde cada debutante iría para ser presentadas antes del gran baile.
Algunos caballeros, como se lo había explicado su nana, tomaban esta oportunidad para ver las opciones con anticipación, y así tomar una sabia decisión sobre su futura esposa, buscando alguna joven con título, casta y buena educación. Mujeres con el miedo de convertirse en la solterona del pueblo. Ridículo.
Anthony entró al lugar, siendo lo más sigiloso posible, colocándose cerca de una ventana, donde la luz no le llegase a iluminar demasiado. Le servía para notar así, las conversaciones a su alrededor.
"Me gusta bailar", "adoro leer", "¿le gustan los tulipanes?, mi familia tiene un jardín entero de ellos", "soy buena pintando", "mi hija es muy buena para tocar el piano" además de los chismes que las madres esparcían para denigrar a las hijas de otros.
–¿Esa no es la hija de los Winston? – comento una mujer, ocultándose tras su abanico, esa debe ser la señora Campbell; su nana había sido lo suficientemente considerada para darle una clase rápida de las personalidades de las familias que vería en ese baile, y la distribución de éstas, era bastante común que las madres se reunieran en pequeñas "islas", todo para facilitar una conversación más "privada", entre ellas.
–¿Aquella que fue vista detrás del gran jardín con un caballero hace un año? – preguntó una de las acompañantes, parecía ser la más nueva en el ámbito, tal vez sería su primer o segundo baile ante la sociedad. La señora Evans.
–¡Sin un chaperón! – confirmó otra, elevando los decibeles, Anthony miró rápidamente las copas para asegurarse de que ninguna se haya roto. La señora Patel
–Tiene suerte de que sus padres encontraran a alguien que accediera a un matrimonio después de eso. – aseguró Ms Campbell.
–Se arruino a ella misma. – secundo Ms Patel
–¿Ese de ahí no es el señor Fell? – preguntó Ms Evans, haciendo que las damas voltearan tan rápido que Anthony creyó que sus cabezas seguirían dando vuelta.
–¡¿Dónde?! – Pregunto la Señora Patel con desesperación.
Anthony guio su mirada a donde las damas señalaban, un hombre alto, un poco robusto, con cabello ondulado y algo largo, de buen aspecto es bien parecido; él se encontraba a un lado de la pista de baile, observando a las parejas, como esperando encontrar alguna sorpresa.
–Es rico, guapo y con buenos modales - aseguró Ms Campbell con admiración - algunas damas han estado detrás de, el durante algunos años.
–Algunas se han gastado más de veinte libras en ropa nueva solo para sorprenderlo. – comentó Ms Patel con burla
–Hubiera sido más practico tirar el dinero por la ventana. – confirmó Ms Campbell soltando una risita desvergonzada.
–¿No se ha casado? – Preguntó inocentemente Ms Evans.
–Se dice que cuando era joven, su prometida lo dejo plantado en el altar - respondió Ms Campbell- se fue de su hogar, sin explicaciones o una razón.
–Eso es imposible, una dama respetable no haría eso, solo los caballeros sin modales lo hacen. – defendió Ms Evans con firmeza.
Un hombre dejado en el altar, eso es interesante
–Las damas que se le han acercado dicen que es la persona más insensible que pueda existir, es frío, sin tacto alguno. – continuó Ms Campbell
–Pero está buscando esposa. – confirmo Ms Patel – Siempre viene a este tipo de bailes, y todos los años está presente en el baile de debutantes.
–Cuentan que es difícil de complacer, tiene unos estándares muy altos. – comentó Ms Campbell sin duda estas señoras son un problema - Ignora a cualquiera que intente acercársele, como si fuera de la realeza.
–Con justa razón -defendió Ms Patel - es dueño de cincuenta y cinco hectáreas, además de una fortuna de setenta y cinco mil libras al año
Anthony se acercó ligeramente para seguir escuchando, sin darse cuenta de que se aproximaba cada vez más a la luz, quería saber más acerca de ese hombre, tal vez era curiosidad o tal vez, creía que era como él; alguien que no estaba interesado en el matrimonio, grave error, siendo que al abandonar su escondite cerca de la ventana oeste las miradas no se dejaron esperar.
Deseaba salir rápido del lugar antes de ser abordado por las damas, algo en lo que no tuvo éxito.
–Señor Crowley –lo llamó una voz chillona, mierda – no esperábamos verlo por aquí, con la resiente perdida que tuvo.
–Oh, no yo....
De un momento a otro una estampida de madres sedientas se abalanzó sobre Anthony impidiéndole moverse un centímetro.
–Señor Crowley, le presento a una de mis hijas, la señorita Thomson.
–Mucho gusto señorita – contestó amable, tratando de encontrar una brecha entre las damas. Siendo en vano, trató de pensar una manera de alejarse del lugar, pero las voces chillonas de las mujeres no dejaban escuchar ni el sonido de la música de fondo.
–Señor Crowley...
–Señor Crowley...
–Señor Crowley...
–Señor Crowley
––¡Damas! - habló por fin – lamento interrumpirlas de este modo, pero no sería apropiado que conozca a tan bellas jovencitas antes del baile de debutantes, si me disculpan.
Se excusó para correr de ahí, necesitaba un poco de aire para sobrevivir. Esperaba que pensaran que era grosero, y lo dejaran descansar un poco.
–¿Viste lo educado que es? – comentó Ms Patel
–Solo un caballero esperaría al debut para empezar a cortejar a una dama. – secundó Ms Campbell
Pues tal parece que no salió como pensé.
Las jóvenes de familias adineradas o bien conectadas hacían su debut formal en la sociedad haciendo una reverencia al monarca. Después de esta presentación formal en la corte, las debutantes participaban en la temporada, una serie de ocasiones sociales en las que podían entablar amistades duraderas con otras mujeres jóvenes de élite y conocer maridos igualmente ricos y bien conectados. Una debutante se consideraba especialmente exitosa si se comprometía después de una sola temporada.
Ms. Campbell: una mujer robusta, su cabello es rojo brillante, madre de cuatro hijas, es la esposa de Mr. Campbell un hombre rico, pero con la adicción al juego, su esposa sabe que están a punto de caer en banca rota, por lo que hará todo lo posible por casar a sus hijas con hombres ricos, cueste lo que cueste.
Ms. Patel: es una dama peculiar, tiende a ser muy ruidosa, su esposo es un hombre desobligado, que no le presta atención, a ella ni a su única hija, la cual va por su cuarto baile de presentación, lo que la coloca como una solterona más. Junto a su amiga Ms. Campbell saben todos los chismes de la alta sociedad, una de las razones por las que no encuentran esposos para sus hijas.
Ms. Evans: Madre primeriza en bailes de la alta sociedad, es vecina de la señora Patel, tiene tres hijos, un varón y dos jovencitas. Su vecina la considera como "una persona demasiado amable".
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