Capítulo 12
Hola amigos!
Les traigo por fin el capítulo 12 espero que lo disfruten, no olviden comentar, recuerden que sus comentarios me dan ánimos para seguir.
También les recuerdo que me pueden seguir en mi Instagram y en el X/TWITTER que se encuentran en mi perfil
Gracias por leer esta hermosa historia.
Afuera de la habitación el viento agitaba las copas de los arboles sin piedad. A lo lejos, las olas del mar chocaban contra la orilla, presagiando la tempestad que se avecinaba. Un estruendo hizo eco por el lugar, la luz dejada atrás por el rayo iluminó el cuarto, mostró a un hombre reposando en su silla con una copa de vino, mirando el horizonte satisfecho con el clima.
El subordinado miraba a su jefe, al cuidado de todos sus movimientos, esperando cualquier orden.
–Entonces –empezó aquel hombre, su voz gruesa resonó por la habitación, bajo su copa y dedicó una mirada seria a su subordinado– Anthony Crowley me está buscando, y hasta ahora soy informado.
–Una disculpa Mi Lord, pero fue imprevisto, nunca imaginamos...
–¡Y es por eso que tú eres un inútil! –le regañó– tendrías que estar más atento, era de esperarse, ¡su estúpido padre murió!, es obvio que indagaría en todo.
–Tendremos más cuidado, señor. –defendió el sirviente con seriedad.– se me ha informado sobre la llegada de una señorita a la mansión Crowley.
–¡Esperemos que Anthony se entretenga con ella y olvide lo demás!– exclamó el hombre.
–Mi Lord –habló el sirviente– ¿no sería más fácil si se presentara ante Mr. Crowley y le contara sobre su relación con su padre?
El hombre tomó por el cuello al sirviente, chocando su cuerpo contra la pared, cortando su respiración.
–¿Estás loco?, si quiero que mis planes tengan éxito necesito a Crowley lejos de todo esto –escupió soltando al otro hombre, provocando una tos por su parte– su padre fue un insecto fácil de exterminar, por ahora, manténganse atentos, no quiero más sorpresas.
–S- si mi Lord –el sirviente salió de la habitación con esfuerzo, dejando atrás al hombre quien sonreía mirando a lo lejos algunos árboles arder debido al rayo que había caído con anterioridad.
El fuego era su señal, las cosas ahora empezarían a ser divertidas.
Mientras tanto en la mansión Crowley.
Faltaban pocos días para su cumpleaños y tal parecía que el destino se empeñaba en ponerlo a prueba, varias cosas pasaban en su entorno, acelerando, según él, su vejez.
La llegada imprevista de Estela, lo había desconcertado, al investigar un poco, descubrió que, efectivamente; Estela recibió una carta aceptando su visita, carta que está de más mencionar, él no envió, lo que despertó su curiosidad, al parecer alguien de su entorno, con la entrada libre a su despacho y su sello, había mandado cartas en su nombre.
Además de la extraña amistad que la joven y Ms. Jones habían entablado, extraña para él, mas no para las damas, quienes nunca paraban de pasear por la propiedad. Ms. Jones no paraba de comentarle a Anthony sobre la belleza de la joven de ojos azules y su facilidad con respecto al hogar y lo que se necesitaba para ser una buena dama ante la sociedad.
Qué fastidio
Por otro lado, la investigación de Mr. Willow se encontraba estancada, había logrado obtener información sobre su posible localización, un pueblo remoto a los límites de Carton y Pays de Caux. Pero nada más, ninguna descripción o su profesión, al parecer, el hombre, era un fantasma que solo era conocido por algunos pocos. Arthur, siendo un fiel sirviente y amigo, se ofreció a enviar hombres de su confianza a conseguir más información al respecto.
Otro caso, era el tema Ms. Meryton.
Esa mujer no conocía los límites; Ms. Jones varias veces, terminaba discutiendo con ella, defendiendo a Estela. Ms. Meryton la consideraba, "un estorbo", debido al miedo a que ésta se convirtiera en la nueva Señora Crowley y la sacara de ahí. Debido al buen trato por parte de la anciana.
Algo en lo que Crowley pensaba seriamente, ¿de verdad tenía que soportar a la mujer?, en el pasado sus tías lo habían tratado peor que un perro faldero, ¿Por qué no regresarles el favor?
Anthony rió ante la posibilidad de hacerlo, solo para desechar la idea enseguida, aunque lo deseara, no podía echar a su tía, eso significaría un escándalo para él, al abandonar a su familia y existía el riesgo de que su tía Clarisa también arribara a la mansión, para acudir a la ayuda de su hermana y eso significaría más gente que tendría que aguantar.
Además, Taylor, empezaba a ser un verdadero dolor en el trasero, paseaba de un lado a otro, dándose demasiada importancia. A pesar que su padre lo consideraba su mano derecha, para Anthony ya no lo era.
Arthur había tomado su lugar en la casa y Ms. Jones lo apoyaba en lo que hacía falta, por lo que Mr. Taylor pasaba a ser solo un empleado poco necesario para Anthony. Pero debido a su amistad con su padre, estaba obligado a tenerlo en la mansión, por lo menos hasta que se jubilara, o muriera, lo que pasara primero.
Otro de los temas era Aziraphale; después de aquella noche, Anthony envió a Arthur para informar de la llegada de su visita indeseada, provocando que Aziraphale dejara de venir a su casa. Al igual que Anthony ahora con todo encima, no había tenido oportunidad de visitarlo para aclarar todo.
Anthony no dejaba de pensar en él, y su confesión, pensando una y otra vez (como había mencionado Aziraphale) los pros y contras de aceptar o rechazar sus sentimientos.
Luego del incidente, cartas anónimas empezaron a llegar, al principio Anthony, se mostró incrédulo ante tal situación, en parte debido al gran número de correspondencia mandada por madres y jóvenes desesperadas. Provocando que en un principio las ignorara, pensando que se trataba de alguna mujer. Pero, gracias a Arthur y su curiosidad por saber si dentro de estas existía alguna pista para saber su procedencia, descubrió que todas y cada una estaban firmadas al final con una sola letra "A", escrita con una bella caligrafía. Fueron mandadas por una sola persona Aziraphale...
No necesitaba indagar, sabía que era él.
Lo único que lograba consolarlo, era el hecho que Estela se marcharía antes de su cumpleaños, su tía probablemente se marcharía poco después de finalizada la temporada, y así, por lo único que tendría que preocuparse seria Mr. Willow.
–Anthony –llamó Estela desde la parte trasera de la mansión, había estado observándolo desde hace unos momentos, notando su mirada perdida – ¿quieres salir a pasear conmigo?
–Dudo que quieras mi compañía en estos momentos Estela –Anthony sonrió de mala gana– llamaré a Ms. Jones si quieres compañía.
-No seas tonto –lo tomó del brazo, arrastrándolo por el camino– Ms. Jones tiene muchas cosas que hacer y tú necesitas respirar aire fresco.
–El aire de aquí y el de la mansión es el mismo –recriminó Anthony dándose por vencido.
–Siempre tan serio – comento Estela con una sonrisa – dime, ¿ya has encontrado una chica que te llame la atención?
–Estela...
–Tony, a menudo se dice que quienes se casan deprisa deben arrepentirse del ocio. –Empezó– Ms. Jones piensa que muestras una previsión en tus deliberaciones, pero yo creo que tú estás esperando a una chica digna para ti.
–Ms. Jones dice muchas cosas –comento Anthony, cansado de escuchar siempre lo mismo – Y tú, Estela, deberías dejar de imaginar cosas.
–No lo hago, solo sigo mis instintos – comento Estela deteniendo su marcha – debe ser difícil leer toda esa correspondencia, las cartas entran por montones a la mansión, ahora veo que eres muy popular Tony. –indagó– sobre todo con cierta dama, cuyo nombre empieza con la letra "A"
–¿Qué?, ¿Cómo...? – preguntó Anthony desconcertado
–Debes tener cuidado con tus cartas Tony, los chismes vuelan cuando se trata de futuros compromisos. –contestó Estela con obviedad– si su amor es tan grande como el número de cartas que envía, de seguro te casaras pronto, o eso es lo que dicen tus empleados.
–Estela, no sé qué hayas escuchado –comenzó Anthony– pero no tengo interés en casarme con alguna dama esta temporada, el motivo por el que sigo aquí, no le incumbe a nadie, y menos a la servidumbre, te agradecería que no lo mencionaras más. –Anthony regresó sobre sus pasos a la mansión, detestaba los chismes, más si se trataban de su persona.
–¡Tony! –llamó Estela, entrando tras de él– ¿puedo preguntarte algo?
–Siempre y cuando no tenga nada que ver con lo de hace unos momentos –contestó Anthony.
–Es sobre tu aversión al matrimonio...
–Estela....
–Es solo que –empezó Estela con nerviosismo– nunca antes habías hablado sobre tu familia, y nunca mostraste interés por nadie, solo por el estudio y los libros, tengo curiosidad sobre qué paso para que no hablaras de eso y nunca tuvieras interés en el matrimonio.
–No son cosas que deba escuchar una dama, Estela. –contestó Anthony tajante– por favor no insistas.
–Tienes razón... –dijo Estela con tristeza– fue algo tonto de mi parte el preguntar esas cosas, disculpa.
Estela salió de la mansión y Anthony solo observó cómo caminaba en dirección al jardín. Lo que faltaba lo que menos necesitaba eran más dramas.
Se encerró en su despacho y abrió una de las botellas que su padre tenía, al fin sirves para algo pensó Anthony, recordando cómo su padre se cerraba de la misma manera en que él lo hacía ahora.
La botella pronto se fue agotando, conforme el día se apagaba y al igual que la claridad mental de Anthony. Estaba harto de todo, ¿Por qué tenía que aguantar tanto? Se replanteaba la idea de abandonar todo y regresar a la tranquilidad de su cabaña, pero un pensamiento rápido paso por él.
Aziraphale
Si él se iba, estaba seguro que el sufriría, primero preguntándose si su desaparición se debía a su confesión y empezaría a culparse de todo. Anthony no permitiría eso, jamás dejaría que Aziraphale se culpara por él.
Empezó a pensar en él y su amistad ahora pausada, en cómo se había convertido en la persona más cercana a el y como nunca lo juzgaba. Necesitaba verlo, aunque fuera solo para dejarle en claro que, si desaparecía, no era por su causa.
–¿Crowley? - Una voz lo llamo, Anthony levanto la mirada y se sorprendió al ver a Aziraphale parado frente a él, con rostro de duda y desconcierto - ¿Qué haces aquí?
–¿Qué hago aquí? –preguntó Anthony - ¿Qué haces tú en mi despacho?
–¿Tu despacho?, Crowley, estás parado en la puerta de mi casa – contesto Aziraphale con obviedad– ¿Estás ebrio?
–No –dijo Anthony– no mucho...
Aziraphale lo ayudo a pasar recostándolo en el sofá de la sala. Al parecer Anthony pensó demasiado en Aziraphale, a tal grado de caminar a su casa en mitad de la noche sin darse cuenta.
–Lamento tanto venir así –se disculpó Anthony– no sé cómo paso, en un momento estaba en mi despacho y al otro estoy aquí, en tu casa, acostado en este sofá... suave...- Aziraphale observo como Crowley acariciaba el sofá, como si de un cachorro se tratase, sacándole una sonrisa.
–Muy bien, vamos –Aziraphale se acercó a Anthony– te llevaré a la habitación de invitados, necesitas dormir –al inclinarse para ayudarlo a caminar Anthony lo alejó de un empujón.
–No, necesito decirte algo –dijo con esfuerzo– necesito que sepas que no es tu culpa...
–¿Mi culpa? – preguntó Aziraphale.
–Sí, mi desaparición no es tu culpa, no quiero que sufras por mí... –dijo Anthony decaído– no quiero causarte dolor.
–Crowley, no sé de qué hablas –dijo Aziraphale confundido.
–Mi desaparición, sabes, no fuiste tú...
–Será mejor que vayamos a dormir, es tarde. –dijo Aziraphale tratando de llevarlo al segundo piso.– necesitas dormir.
–Pero necesito que sepas que no me fui por ti –Anthony insistió– tú no has hecho nada malo...
–Está bien –acepóo Aziraphale– tu desaparición no fue por mí y no sufriré por ti, ahora podemos ir a...
Aziraphale observó a Anthony con duda, este había empezado a llorar desconsoladamente, ahora trataba de recordar si acaso dijo algo malo, provocando las lágrimas del joven.
–Crowley... –llamó Fell despacio– ¿estás bien?
–Has sido tan bueno conmigo –empezó Anthony– y yo. ¿Cómo te pague?, haciéndote llorar por mi huida...
–Crowley, estás ebrio, necesitas dormir –interrumpió Aziraphale.
–No puedo dormir más, tengo la cabeza llena de ti. –dijo Anthony, limpiando sus lágrimas– Tu voz hace eco en mi cabeza. La noche de la confesión, se repite, una y otra vez –Anthony se acercaba cada vez más a Aziraphale– Doy vueltas en la cama, pensando en cómo debería contestar, en cómo fuiste tan valiente para confesarte a otro hombre, aun cuando eso significaba el rechazo –dijo sujetando el rostro de Aziraphale con delicadeza entre sus manos– cuando me acerco a la ventana de mi habitación, echo las cortinas a un lado, solo para cansar mi vista buscándote.
–Crowley...
–No te mereces mi rechazo, eres tan bueno conmigo... –Anthony lo miraba con ternura– ¿Qué puedo hacer para que no sufras por mi causa?
–No tienes que hacer nada; solo tu presencia me trae alegría.– Aziraphale acarició el rostro de Anthony hipnotizado por sus ojos– Mi mejor amigo, amante y compañero; el sol en mis días lluviosos, el ancla en mis tormentas.
–Eres demasiado cursi Fell –comentó Anthony con ironía– cómo es que...
Aziraphale colocó su dedo índice sobre los labios de Anthony, dibujando un camino sobre ellos.
–No sabes lo fuerte que me haces. –dijo y en un movimiento rápido, tomó a Anthony por la cintura, acercando sus labios hasta darle un beso tierno que poco a poco se volvió en uno lleno de necesidad.
Siempre vanaglorian a quien menos lo merece a quien más dolor ha producido en su vida, las heridas producidas, no cierran, no son heridas carnales, las cuales se curan con el paso del tiempo y no dejan cicatriz, estas son heridas que no se ven, que no se tocan, pero ustedes pueden sentir, y su dolor es superior a cualquier otro, por eso es el dolor menos comprendido, pero en el fondo todos y cada uno de ustedes han sentido el pesar de las palabras que son como navajas los gestos que son como balas
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