Capítulo 6
Llegamos a la casa con un sueño que pocas veces teníamos. Aun no paraba de pensar en las palabras que me había dicho Mina. Me había enojado conmigo mismo, me gustaba la persona que más me odiaba; era estúpido de mi parte haberme enamorado de ella.
—¿En qué tanto piensas? —Me Preguntó Carlos, sentándose en el sofá.
—N-n, en nada, tranquilo... —Respondí mientras subía las escaleras rumbo a mi cuarto.
—¿Quieres comer algo? —Preguntó Carlos, tomando el teléfono de pared en un abrir y cerrar de ojos.
—Aún es algo temprano, son las 11:48 —Exclamé acercándome a él.
—¿Pedimos pizza? —Sugirió con una sonrisa.
—Me parece bien —Acepté—. Pero esta vez pide 2 cajas de pizza ya que tú te comes una entera —Recalqué, mirándolo fríamente.
—¡No es cierto! —Gritó felizmente mientras marcaba en el teléfono.
Carlos, ni tan tarde ni temprano tomó el teléfono para marcar a nuestra pizzería favorita, me encantaba comer pizza diariamente, era una delicia, aunque eso afectara mi salud; pero no me importaba.
Cuarenta minutos después, el repartidor llegó.
Pero ya saben que pasa cuando el repartidor llega un minuto tarde después de los 30 minutos reglamentarios...
Carlos abrió la puerta y lo que dijo fue lo siguiente:
—¡La pizza es gratis! —Gritó de emoción.
—P-perdonen la tardanza, sus pizzas son gratis —Dijo el repartidor, soltando un suspiro al final.
Tras escuchar la forma en la cual el repartidor dijo aquellas frases, tomé de mi cartera, sacando unos billetes.
—¿Cuánto era lo que le íbamos a pagar? —Inquirí, sosteniendo mi cartera.
—200 wones —Respondió el repartidor el cual estaba algo triste.
—Aquí tiene, muchas gracias —Agradecí, sacando de mi cartera los 200 wones.
—P-pero chicos, no puedo aceptarlo —Negó el repartidor.
—Tranquilo, haces tú mayor esfuerzo, gracias por traernos la pizza —Exclamé, tomando las cajas de pizza luego de haberle agradecido.
—Mu-muchas gracias, que tengan una linda noche —Comentó el repartidor alejándose de nosotros para luego subirse a su motocicleta.
—¿Cómo se llama? —Le pregunté al repartidor solamente por pura curiosidad.
—Me llamo Park Jin-Young —Respondió el repartidor.
—Le diré J.Y Park —Dije sonrientemente.
El repartidor solo sonrió.
—¿Cómo se llaman?—Preguntó el señor Park, viéndome son una sonrisa en su rostro.
—Me llamo ____ [Ryu Méndez], y él es mi mejor amigo Carlos Yang —Dije señalando a Carlos.
—Es un placer conocerlo —Reverenció Carlos—. Y perdón por lo de hace rato —Exclamó haciendo una reverencia.
—No hay problema, estabas siguiendo las reglas —Alzó los hombros.
—Espero tenga una linda noche, señor —Hablé, despidiéndome de él.
—¡Nos vemos luego! —Gritó el señor Park a la vez que aceleraba su moto.
—¡Nos vemos luego! —Dijimos Carlos y yo al unísono.
Entramos de nueva cuenta a nuestra casa, procediendo a sentarnos en el sofá dispuestos a comer.
—¡Esta pizza es súper deliciosa! —Exclamó Carlos, levantándose del sofá de un salto bastante atrevido.
—¡Tienes mucha razón! —Procedí a hacer lo mismo que él.
Al probar un poco de esa pizza nos volvíamos completamente locos, bailábamos, cantábamos y entre otras cosas más. Creo que hasta este punto ya saben porque nos encantaba esa pizza, era la más deliciosa de toda la ciudad.
Momentos después el sueño volvió a nosotros, volvió luego de que terminamos las 2 cajas de pizza, además de un fuerte dolor de estómago unos minutos después.
—Mañana tenemos escuela... Y luego tenemos que ir a la escuela de música —Comentó Carlos, sobándose su estómago-.
—Solo limpiemos rápido para irnos a dormir —Mencioné levantándome.
—Está bien —Asintió mi mejor amigo sin hesitar.
Como ya es de esperarse, limpiamos detalladamente cada rincón para irnos a dormir a nuestros respectivos cuartos.
Acostado cómodamente en mí cama, no dejaba de pensar en Nayeon, otro día más sin ella, la amaba tanto...
—¿Cuándo me amarás? —Preguntaba mirando el techo.
—¿Podré enamorarte?... —Suspiré.
—¿De verdad me odias tanto? —Para este punto empecé a sollozar luego de esa pregunta.
—Te amo de verdad, Nayeon... —Dije entre lágrimas.
Todos esos sentimientos que yo sentía por ella eran tan grandes que a veces me afectaba la forma en la cual me insultaba, pero yo fingía estar bien.
-Mañana será un nuevo día... –Hablé entre sollozos-.
No recuero la hora ni el momento en el que caí profundamente dormido...
Martes: 5:40 A.m.
—¡Otro día más! —Grité somnoliento.
Me levanté tranquilamente, metiéndome a la regadera aún entre mis sonoros bostezos.
—¡EL AGUA ESTA HELADA! —Grité al notar lo helada que estaba el agua.
Me di cuenta que no había puesto la perilla en modo caliente...
—¡Soy un tonto! —Me enojé conmigo mismo a la vez que giraba la perilla, cambiándola a agua caliente.
Salí de la regadera con una hipotermia de niveles ultra extremos, procediendo a ponerme mi uniforme.
Al bajar las escaleras noté a Carlos desayunando rápidamente.
—Buenos días amigo —Sonreí.
—Buenos días a ti también, ____ —Dijo Carlos viéndome por unos segundos, para luego volver a comer.
—Te levantaste temprano, eso es nuevo —Le respondí.
—¿Vas a hacer algo saliendo de la escuela? —Preguntó con la boca llena.
—Pues hoy iremos a la escuela de música, tonto —Exclamé, preparándome un cereal en la cocina.
—¡Si es cierto! —Exclamó.
—¿Reparaste tu guitarra luego del golpe que le diste? —Pregunté tratando de ocultar mi risa.
—Sí, está mejor que antes —Me sonrió.
Los dos tocábamos la guitarra en la escuela de música, yo era muy cuidadoso con mi instrumento; pero Carlos era todo lo contrario, el solo hacia desastre a donde fuera que vaya.
—¿Nos vamos ya? —Cuestionó Carlos con su mochila en mano.
—Voy detrás de ti —Fue lo único que pude responderle antes de salir de nuestra casa.
Salimos de nuestra casa sin decirnos ni una sola palabra durante todo el trayecto.
—Entonces... ¿No le dirás a Nayeon lo que sientes por ella? —Preguntó mi mejor amigo, mirándome de reojo.
—Ella nunca para de molestarme, ella me odia, ella jamás me querrá —Suspiré fuertemente.
—No es cierto —Bufó—. Sé que la conquistarás como todo un galán —Me dio una palmada en la espalda.
—¿Tú crees? —Cuestioné mirándolo con mis ojos cristalinos llenos de ilusión.
—¡Claro que sí, ____! —Respondió fuertemente.
—Entonces, ¡Vamos! —Dije con una sonrisa impregnada en mi rostro.
Llegamos a la escuela con unas sonrisas que hasta el sol reflejaba en ellas, era extraño...
Apenas ingresé al plantel logré divisar a Dahyun, quien estaba sentada en una de las bancas de la escuela, por lo que fui a saludarla.
—¡Hola, Tofu! —La saludé con la sonrisa bastante notoria.
Dahyun apenas me vio se a abalanzó hacía mí, a tal grado de cargarla por completo.
—¡Hola, ____! —Saludó con una voz tierna.
—¿Qué te pasa? —Pregunté confundido.
—¡Oh, n-nada! —Exclamó la mejor jugadora de voleibol que he conocido en toda mi vida, bajándose de mi totalmente sonrojada.
—¿V-vas a ir hoy a la escuela de música? —Pregunté tratando de romper un poco el hielo.
—Claro, no me lo perdería por nada —Contestó.
Dahyun tocaba el piano y la guitarra, era una excelente pianista en todos los sentidos, de hecho me hacía sentir bien cada vez que la veía tocando dicho instrumento.
—¿V-vas a ir tú? —Preguntó Dahyun, tomando mi mano derecha.
—Nunca faltaría por nada del mundo —Respondí, rascándome levemente mi cabeza.
—¡No te rasques!, te vez más hermoso estando peinado —Rectificó sonrojada.
—¿E-eso crees? —Pregunté viendo como ella se sonrojaba cada vez más.
—Siempre te vez hermoso, ____ —Procedió a abrazarme.
—Wow, Dahyun... —Dije sorprendido ante lo que ocurría.
—Te quiero mucho, ____ —Exclamó aferrada en mis brazos.
—Yo también te quiero —Sonreí.
En ese momento ocurrió algo que nunca pensé que pasaría. Algo que me dejaría boquiabierto.
Dahyun se paró de puntitas y luego me besó, en los labios...
Aún no lo creo...
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