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Capítulo 27

Narra el señor Im

—Entonces... ¿Acepta la propuesta? —Le pregunté al director de la escuela, el cual se le notaba un poco nervioso.

—P-pero, eso podría arruinar mi reputación —Contestó de vuelta viéndome fijamente.

—Nadie tiene porque enterarse —Reí luego de decir esas palabras, el director me miraba bastante asombrado y lo entiendo, era raro que un dueño de una de las mejores empresas de entretenimiento de Corea del Sur esté negociando con el director de una escuela solamente para que el "novio" de su hija reingrese a la institución, vaya cosas que me pasan solamente a mí.

—En eso tiene usted mucha razón —Suspiró intranquilamente—. ¿Cuánto era la cantidad que me ofrece? —Se notaba que el director no prestó mucha atención.

—2 millones de dólares —Respondí a su ya antes mencionada incógnita.

—¿De verdad quiere hacer esto por un simple alumno? —Dirigió su mirada hacia el maletín en el cual yacía dicho dinero.

—Pues, la verdad no —Aclaré la garganta—. Pero le debo favores a una buena amiga —Agregué.

—¿Amiga de toda la vida? —Aquella pregunta desconcertó un poco.

—Mi mejor amiga, y mi primer amor... —Respondí a secas.

—Oh, comprendo —Se sentó en su respectiva silla—. Está bien, acepto su propuesta —Suspiró aceptando dicho acuerdo a fin de cuentas.

—Excelente —Sonreí cuando escuché sus palabras—. Aquí tiene —Dije dándole el maletín que contenía el dinero.

—Mañana mismo ese chico reingresará a esta institución —Comento con una leve sonrisa mientras guardaba el maletín debajo de su escritorio.

—Está bien —Asentí—. Hasta luego. Que tenga un lindo día —Dije formalmente para después salir de su oficina.

Salí de la escuela rápidamente por dos razones, la primera: se me estaba haciendo tarde para llegar a mi empresa, y la segunda: no quería que nadie me reconociera. En esos días yo era uno de los más grandes empresarios del país.

Narra ____ [Ryu Méndez]

Poco a poco recobré la noción, desperté tranquilamente, dándome cuenta que ya era de mañana, giré mi mirada hacia mí ya destrozado despertador notando que eran las 9:18 A.m. Después de haber sido expulsado mis horas de sueño se recuperaron un poco, solamente un poco.

Me levanté sin ganas de nada, solamente entré al baño a hacer mis necesidades y luego bajé las escaleras, dándome cuenta que Carlos estaba en el living viendo la televisión.

—Buenos días —Saludé con una sonrisa de oreja a oreja.

—Buenos días, hermano —Sonrió Carlos para después chocar nuestros puños en señal de saludo.

—Veo que te levantaste temprano, otra vez —Reí—. Espera... ¿No deberías de estar en la escuela? —Lo quedé viendo.

—No logré entrar... —Suspiró.

—Siempre te he dicho que no es una buena idea confiarse tanto —Hablé seriamente.

—Pues desde ahora te haré caso —Alzó los hombros debido a que ya no se podía hacer nada.

—¿Ya desayunaste? —Comenté tras haber ingresado a la cocina.

—Ya —Contestó simplemente.

Hice mi desayuno como de costumbre, un simple cereal con leche para ser exactos, la cocina no se me daba a mí. A decir verdad, nunca se me han dado esas artes culinarias, pero Carlos era todo lo contrario, él era y sigue siendo un gran cocinero.

Me senté en el comedor con mi cereal en mano dispuesto a comer, apenas iba a dar el primer bocado cuando el teléfono de pared sonó.

—¿Cuándo será el día que podré desayunar en paz? —Gruñí levantándome del comedor con algo de enojo disponiéndome a contestar la llamada.

—¿Quién habla? —Pregunté sin descaro alguno al contestar.

—Veo que tienes una gran falta de modales, ____ —Escuché una voz bastante familiar, una voz que me inquietó al instante.

—O-oh, señor Im —Hablé con algo de pena, vergüenza debería de decir—. ¿A qué se debe la llamada? —Dije sorprendido.

—Lo que pasa es que... —Se quedó callado por unos segundos—. Solamente ve a la escuela mañana, ya no estas expulsado —Exclamó antes de colgar repentinamente.

Me quedé bastante extrañado, la forma en la que habló el señor Im fue bastante rara. Tras alejar mi oreja del teléfono lo coloqué en su respectivo lugar, seguido de eso volví al comedor para así disfrutar mi delicioso cereal.

Carlos subió a su habitación para segundos después bajar muy bien vestido, se notaba que iba a salir.

—¿Vas a salir a algún lado? —Pregunté sabiendo ya su respuesta.

—¿Cómo lo sabes? —Empezó a reír, cosa que yo también hice.

—Ya déjate de bromas, ¿A dónde vas? —Le cuestioné por segunda vez.

—Voy al centro comercial a comprar unas cosas, ¿Me acompañas? —Comentó justo en la puerta.

—Quizás en otra ocasión —Le respondí. No quería ir a ninguna parte.

—Bien, como digas —Rodeó los ojos para luego abrir la puerta, saliendo así a las concurridas calles.

Seguí en el comedor hasta haber terminado aquel dichoso cereal. Luego de eso dejé el plato en el lavavajillas; no quería hacer nada.

Con las pocas fuerzas que tenía me senté en uno de los sofás; encendiendo la televisión segundos después. Iba cambiando canales de vez en cuando, mi aburrimiento me superaba.

Pasé algunas horas frente al televisor no se los voy a negar. Giré mi mirada lentamente hacia el reloj de pared que se encontraba en la cocina, dándome cuenta que eran las 8:56 de la noche.

—¿En dónde rayos estarás metido? —Murmuré pensando en mi mejor amigo.

Justo en ese momento se oyó como alguien golpeaba la puerta desde afuera, me levanté a duras para ver de quien se trataba.

—Carlos, te he dicho un millón de veces que no llegues tan tarde a la casa —Dije con algo de enojo antes de abrir la puerta.

Abrí la puerta furiosamente con intención de regañar al susodicho, pero para mi sorpresa, no se trataba de él.

—H-hola, ____... —Exclamó con algo de pena. Su presencia me dejó atónito por unos breves instantes.

—D-Dahyun... —Dije su nombre en voz baja, casi como un susurro.

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