Capítulo 11
Desperté a la mitad de la noche, me sentía raro, Sana aún seguía acurrucada alado mío; pero no me sentía bien conmigo mismo.
¿Qué estaba haciendo?, no me lo podía creer.
—"Pero, ¿qué he hecho?" —Dije en mi mente, provocándome un Face palm.
—Aún es muy temprano, ____ —Exclamó Sana somnolienta tras verme despierto, Sana es de esas chicas que se despiertan muy fácil.
—Son las 2 de la mañana —Bostecé mirando mi despertador.
—Duerme un poco más —Hizo un puchero muy tierno.
—Obviamente tengo que dormir, no quiero parecer un zombi en la escuela —Dije con una sonrisa.
—Amo cuando sonríes —Confesó apretando mis cachetes.
—V-vaya... ¿De verdad? —Pregunté intrigado.
—Eres hermoso tal como eres, ____ —Expresó.
—G-gracias, supongo —Devolví la palabra con una voz ronca.
—Sigamos durmiendo —Dijo cerrando sus ojos, acurrucándose nuevamente en mi pecho.
—Pues sí, es lo mejor —Mencioné a la par que me acomodaba.
—Me gustas mucho, ____... —Suspiró sin más.
—Duerme bien... —Dije cerrando mis ojos.
—¡Despierta! —Me gritó algo eufórica a la vez que me sacudía como una loca.
—¿Q-qué hora es? —Estaba sumamente somnoliento.
—Son las 6 A.m. —Asintió jugando con mi cabello.
—¿Vas a ir a tu casa a alistarte? —Exclamé levantándome de la cama.
—Ya fui —Me respondió sin más.
—¡¿Qué?! —La miré bastante impresionado.
—Me llaman ¡Francesco Virgolini! —Exclamó sonrientemente.
—Vaya referencia —Reí.
—Solo falta que te alistes y ya estaremos listos —Dijo.
—Bien, solo dame 30 minutos —Dicho eso procedí a entrar a la regadera.
Salí del baño en menos de 15 minutos, un nuevo record siendo sinceros.
—¿Sabes qué fecha es? —Exclamó Sana con una alegría inimaginable.
—¿El día en que te calles? —Reí luego de decir eso.
—¡Ese es otro día! —Dijo molesta.
—¿Y bien? —Pregunté mientras me vestía a espaldas de ella.
—¡Hoy es 22 de Septiembre! —Contestó seguido de una risa.
—Oh no... —Poco a poco bajé la mirada.
—¿Qué pasa? —Comentó viéndome preocupada.
—No es nada, mejor démonos prisa —Respondí fríamente.
—¿Para felicitar a Nayeon? —Exclamó pícaramente.
—Mejor salte de mi cuarto —Dije abriendo la puerta.
—P-pero, ¿P-por q-qué? —Mencionó nerviosa.
—Solo salte, por favor —Dije sin más.
—Está bien —Dijo saliendo del cuarto de la forma más triste posible, demasiado dramatismo.
Cerré fuertemente la puerta para luego recargarme sobre esta.
—Hoy es el cumpleaños de Nayeon... —Repetí cabizbajamente.
—"Deberías darle un pequeño obsequio" —Pensé.
—¿Un obsequio? —Exclamé en voz baja.
—"Sí, un obsequio para ella" —Repetí.
—"¿Qué le doy?" —Cerré mis ojos.
—"Recuerda que a ella le encanta el color morado, tal vez puedas hacer algo que lleve ese color" —Una idea surgió en mi mente.
En ese momento terminé de vestirme para preparar aquel regalo que le daría a Nayeon, una rosa hecha de papel de varios colores, resaltando tanto el rojo, como el morado.
Una linda creación mía...
Salí de mi cuarto con una gran sonrisa impresa en mi rostro, bajé a la cocina, topándome a Momo y a Carlos junto con Sana desayunando.
—Vaya, ni me invitan —Dije sarcásticamente.
—Buenos días, ____ —Dijeron ellos 3 al unísono.
—Buenos días —Les respondí.
—Será mejor que nos apresuremos, no queremos llegar tarde —Exclamó Momo tratando de cambiar la conversación.
—Me parece bien —Dije entrando a la cocina para prepararme un cereal.
Tras haber desayunado, nos dispusimos a ir a la escuela.
Durante todo el camino, Carlos y Momo iban agarrados de la mano, se veían bien juntos, me recordaba a aquellas parejas de los dramas.
—¿Puedo tomarte de la mano, ____? —Me preguntó Sana tiernamente.
—Ehh, claro —Dije algo dudoso.
Sana tomó mi mano de una manera tan tierna que hasta me provocó un leve sonrojo.
Al estar cerca de la escuela rápidamente la solté, ya que no quería que los demás hicieran teorías locas respecto a Sana y a mí, algo que ella entendió.
Entramos de lo más normal a la escuela, al igual que a nuestros respectivos salones.
Y ahí estaba Nayeon, sentada en su pupitre escribiendo en su cuaderno, aprovechando que Dahyun se había ido, decidí acercarme a ella para darle su regalo.
—Hola, Nayeon... —Suspiré lentamente.
—¿Qué quieres rata amarilla? —Exclamó la susodicha sumamente molesta.
—S-solo... quería darte esto por tu cumpleaños —Dije dándole aquella Rosa de papel.
—¿E-enserio? —Me miró demasiado confundida.
—Sí, es enserio —Asentí.
—Voy a tomarlo, pero no me gusta —Tomó aquella rosa de mi mano.
—Espero que te guste —Exclamé volviendo a mi asiento.
Las clases transcurrieron con normalidad hasta que por fin terminaron.
Salí del salón con un semblante bastante triste, mis ojos estaban tan cristalinos que se me escapaba una que otra lágrima, déjenme contarles que yo era muy sensible en todo eso respecto a los "Sentimientos".
Apenas entré a mi casa empecé a llorar como un niño pequeño.
—¡¿De verdad me odias tanto?! —Exclamé golpeándole a la pared.
—¡Debería de estar pensando en Dahyun, no en ti! —Dije a la vez que sollozaba.
—Será mejor dar un paseo, necesito relajarme en un poco... —Empecé a limpiar mis lágrimas.
Dejé mi mochila encima del sofá; prosiguiendo a cerrar la puerta de la casa fuertemente, decidí ir al parque; necesitaba relajarme un poco después de ese día.
Al caminar en aquel lugar sentía una relajación profunda, llena de compresión al igual que mucha paz, un buen lugar para bajar los humos de la escuela y lo demás.
Sino hasta que vi a Nayeon en una cafetería que estaba en el centro del parque...
Rayos...
—"Debí haberme quedado en casa" —Suspiré mientras pensaba.
No tuve más opción que acercarme a ella discretamente, intenté alejarme, pero me fue imposible.
—H-hola, Nayeon —Dije al ver la lindura de su rostro.
—Hola, _-___... —Exclamó Nayeon tristemente, acompañado de un fuerte suspiro.
—¿Pasa algo? —Exclamé preocupado.
—Es que, mis "Amigos" —Hizo aquellas características señas con los dedos—. Dijeron que vendrían aquí para festejar mi cumpleaños, pero estoy aquí desde hace 2 horas y no los veo —Comentó cabizbaja.
—S-si quieres me quedo contigo —Hice una mueca.
—¿De verdad?... —Dijo mirándome llena de ilusión.
—Sí, no tengo nada importante —Le respondí sentándome al lado de ella.
Platicamos un buen rato, ella me contó cosas que realmente desconocía de ella.
—Entonces... ¿Tu madre te abandonó? —Exclamé consolándola.
—Sí, ella creyó que le arruiné la vida —Contestó Nayeon empezando a llorar en mi hombro.
—¿Y-y tu papá? —Le pregunté tratando de subirle los ánimos.
—Mi padre nunca está en la casa, la mayor parte del día me la paso sola —Exclamó aumentando aquel sollozo.
—Tranquila, ya verás que todo mejorara —Dije dándole un pequeño abrazo.
—Lo peor es que, a los que considero mis "Amigos" —Volvió a hacer aquellas señas con los dedos—. Ni siquiera se dignaron a venir, y tú —Me miró fijamente—. Eres el único que vino sin haber sido invitado —Exclamó limpiando sus lágrimas.
—Es cierto, pero al menos estoy aquí —Respondí con una sonrisa.
—Me gustó el regalo que me diste, es un gran detalle de tu parte —Exclamó sacando aquella rosa de su bolso.
—P-pero creí que no te gustaba —La miré confundido.
—Lo lamento, ____ —Exclamó cabizbaja.
—No te preocupes —Sonreí—. Todo está bien entre nosotros desde ahora —Dije alzando su vista con mi mano.
La noche había llegado, por lo que decidí acompañarla hasta su casa.
Al estar enfrente de su hogar, Nayeon me abrazó y me dijo:
—Gracias por estar conmigo, perdóname por todo el daño que te he hecho —Exclamó en un susurro.
Rápidamente me dio un beso en la mejilla para luego ingresar a su casa.
Pero... ¿Ahora cómo regresaba a la mía?...
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