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Capítulo 1

Narra ____ [Ryu Méndez]

Año 2009

—¡Ya es súper tarde para ir a la escuela! —Grité al ver la hora que indicaba mi despertador, levantándome de golpe de mi cama a la par que apagaba aquel aparato.

Me dirigí rápidamente a la ducha para bañarme de una manera increíblemente veloz. Al salir me puse mi uniforme escolar a la vez que salía de mi habitación en dirección a la cocina.

Ese día cumplía 1 año viviendo en Corea del Sur, más en específico en la ciudad de Seúl, por lo que no podía dejar de sonreír debido a la alegría que sentía, mezclado con un miedo de no llegar a tiempo a la escuela.

Bajé las escaleras en menos de lo que canta un gallo, entrando a la cocina, encontrándome a mi mejor amigo desayunando como un rey.

—Buenos días, ____ —Me saludó el chico con quien compartía residencia.

—Buenos días a ti también, Carlos —Le contesté de vuelta con una amistosa sonrisa.

Carlos Yang, mi mejor amigo desde que tengo memoria. En la secundaria en T/P él y yo éramos los más aplicados de toda la escuela, tanto así que a ambos nos otorgaron una beca para estudiar en el extranjero; a lo que él y yo optamos por ir a Corea, esto debido a la cultura que ese país posee.

Él y yo siempre nos dirigíamos la palabra en coreano por extraño que suene, pero en ese momento no sabíamos hablar bien aquel idioma, se nos dificultaba muchísimo.

—Te levantaste tarde —Exclamó Carlos mientras comía.

—Lo sé —Bufé—. Quizá será porque hoy cumplimos un año de vivir en Corea —Hablé entusiasmado.

—¡¿Es hoy?! —Gritó sorprendido.

—Pues si amigo mío —Confirmé—. ¿Te olvidaste, verdad? —Pregunté, alzando una ceja sin saberlo.

—Me olvidé por completo, lo siento mucho —Respondió, rascándose la cabeza.

—Tranquilo, no te preocupes —Dije antes de ingresar a la cocina para prepararme mi desayuno.

—Que rápido pasa el tiempo —Rio levemente.

Mientras me preparaba el desayuno, recordé aquellos bonitos recuerdos que pasé en T/P. Algunos de mis buenos amigos se quedaron allá, al igual que nuestros padres. A veces les marcaba o simplemente les enviaba cartas para saber cómo estaban, realmente los extrañaba.

Tan solo un par de segundos después volví a la realidad, dándome cuenta que la leche se me estaba regando del traste.

—¿Qué horas son? —Preguntó Carlos con preocupación.

—No lo sé —Volteé hacía el reloj de la cocina para ver lo peor.

—¡Ya es muy tarde! —Grité con horror al ver que faltaban pocos minutos para que las clases empezaran.

Traté de comer lo más rápido posible, teniendo el mayor cuidado de no regar mi comida por el suelo. Por parte de Carlos, el hacía lo mismo, pero el regaba comida por toda la mesa.

Era un completo desastre...

Comimos a una velocidad casi inimaginable. No acostumbrábamos a ir tan tarde a la escuela, pero ese día era una excepción.

Dejamos nuestros platos en el fregadero, nos cepillamos los dientes, tomamos nuestras mochilas, abrimos la puerta y salimos disparados afuera de nuestra casa rumbo a la escuela. Lo bueno era que el plantel no quedaba ni a 10 minutos de nuestra casa, así que era muy fácil llegar corriendo.

Nuestra larga corrida tomó frutos tras haber entrado a duras penas; viendo detrás de nosotros como el portón se cerraba poco a poco.

—¿Vez?, te dije que llegaríamos a tiempo —Exclamó mi mejor amigo, viéndome con una mirada victoriosa.

—Fue por pura suerte —Reí.

Mientras nos diríamos a nuestros salones correspondientes, Carlos me preguntó una incógnita que no me hizo dudar ni un poco.

—¿Hiciste la tarea?

—Sí, la hice —Respondí alegremente—. Ya no soy el chico que hacía la tarea a última hora —Bufé, mostrando una leve molestia que no era para tanto.

—Me alegra que hayas cambiado —Dijo con alivio—. A veces le agradezco a la chica que te gusta porque por ella cambiaste totalmente —Habló con ese tono pícaro que tanto me molesta.

—Oh, ella... —Suspiré tras recordarla.

Justo cuando estaba a punto de devolverle la palabra, una voz desde el fondo de los pasillos se hizo presente, atrayendo nuestra atención.

—¡____, Carlos! —Nos llamó una chica a lo lejos, acercándose hacía nosotros a paso apresurado.

—¡Hola, Dahyun! —La saludamos al mismo tiempo.

Aquella chica era simplemente bella, Kim Dahyun es su nombre. Era la líder del equipo de voleibol de la escuela, y a pesar de ser un poco bajita era muy fuerte y una excelente deportista.

—____, ¿Estás bien? —Mencionó la ya mencionada mirándome a los ojos.

—Sí, gracias por preocuparte —Sonreí por su preocupación.

—Tengo que hacer otras cosas, te veo en el salón ____ —Dijo para luego darme un beso en mi mejilla, provocándome un sonrojo en cuestión de segundos—. Nos vemos luego.

Mientras Dahyun se marchaba, Carlos me miró con una mirada pícara.

—¡Eso romeo! —Exclamó cómicamente, riéndose a carcajadas.

—Es mi mejor amiga, cálmate —Mencioné enojado por cómo se había expresado.

—Pero se nota que te quiere como algo más —Me guiñó.

—Si sigues molestándome le diré a esa tal Momo que va en mi salón todo lo que sientes por ella —Amenacé.

—¡Está bien, está bien!, tu ganas —Suspiró derrotado.

—Tranquilo, yo nunca haría eso —Reí un poco tras ver como su cara cambiaba expresivamente, volviéndose a alegrar al instante.

Llegamos a nuestros respectivos salones, teníamos la misma edad pero... Estábamos en diferentes salones.

—Aquí es donde nos separamos... —Dijo estrechando su mano con la mía.

—Nos vemos luego, Carlos —Hablé ingresando a mi salón tras una corta despedida.

Al entrar al aula, noté a todos mis compañeros sentados en sus respectivos asientos, cosa que me extrañó un poco, ya que casi siempre todos estaban platicando.

Caminé hasta mi asiento, lugar en donde Dahyun estaba sentada cómodamente.

—¡Ah!, Hola, ____ —Al principio se asustó al verme, pero luego empezó a reírse tras ver de que no se trataba de un fantasma. La pobre se había asustado.

—Hola de nuevo —Reí.

—¡Buen día, rata inmunda! —Gritó un chico, el cual se acercaba a mí con malas intenciones.

—¿Ahora qué quieres, Jae? —Cuestioné enojado por tal comentario a la par que lo miraba.

—Solo vine a ver como estaba el nerd cuatro ojos —Espetó burlonamente, quitándome mis anteojos de un manotazo.

—¡Déjalo en paz, Jae! —Pidió mi mejor amiga con voz autoritaria, poniéndose enfrente de él.

—Parece que tu noviecita quiere defenderte, ____ —Carcajeó.

—Solo vete Jae, hoy no estoy de humor —Respondí sin ganas de hacer un escándalo en el salón.

—Hola, cosa antropomórfica —Intervino una chica a mis espaldas, una chica que me odiaba a morir.

—¿También tú, Nayeon? —Suspiré fuertemente.

—¡Ups, se me fue la mano! —Mencionó Nayeon mientras tiraba mis libros de mi pupitre.

—¿Ya terminaste? —Murmuré.

—¡No, rata amarilla! —Contestó. Dicho eso procedió a tomar mis lentes de las manos de Jae, tirándolos al piso.

—¡Solo váyanse! —Grité enfurecido, solamente podía hacer eso.

—Un día de estos te dejaré sin tus cuatro ojos —Amenazó con una mirada atemorizante, largándose a su respectivo asiento, cosa que Nayeon también hizo.

—____... —Dahyun habló—. ¿Estás bi...

—¿En verdad soy un cuatro ojos? —La interrumpí secamente a la vez que recogía mis anteojos del suelo.

—No para nada —Negó al instante—. Tú eres tierno a la vez que muy lindo e inteligente —Me dijo, cosa que me dejó confundido y alagado al mismo tiempo.

—A veces creo que te afecta ver muchos dramas —Reí alegremente junto con ella.

Platicábamos constantemente, cada día era una charla totalmente nueva. Nos gustaban casi las mismas cosas, desde caricaturas hasta música. Pero algo raro pasaba con Dahyun, desde hace unos meses atrás se había vuelto más apegada a mí a la vez que me decía cosas sumamente cursis.

Iba a preguntarle sobre esos extraños comportamientos, pero se acercaron tres compañeras sumamente curiosas, 3 chicas japonesas, pero debido a que sus padres eran grandes empresarios decidieron mandarlas a esta prestigiosa escuela en Corea del Sur.

La primera chica era sumamente atractiva a la vez que encantadora, aunque era algo torpe; pero su inteligencia era superior a las demás. Minatozaki Sana es su nombre.

La segunda chica se llama Mina. Apodada "Pingüi" debido a que su amor por los pingüinos era demasiado hasta el día de hoy sin tener fecha de vencimiento. Ella era una de las mejores bailarinas de ballet de toda la escuela, e incluso llegó a competir con otras de su categoría.

La tercera es muy especial para Carlos. La aclamada Hirai Momo, una experta en el baile moderno, una "Dance machine". Ella es súper tierna e imperativa, desmayándote por su ternura.

—Hola tortolitos —Dijeron las 3 al unísono.

—¡Por última vez, chicas! —Inhalé antes de continuar—. Ya les dije que Dahyun es mi mejor amiga —Aclaré ya cansado de estárselo repitiendo, aunque percibí a Dahyun algo triste.

—Oye ____... —Dijo Mina—. ¿Será que puedes acompañarnos al parque hoy? —Me preguntó mientras se recogía el cabello.

—Es que queremos Mina y yo queremos decirte algo muy importante —Dijo tiernamente.

—¿Y sobre qué quieren hablar? —Habló, interrumpiendo a Sana.

—Tranquila, ellas no me van a robar —Reí sarcásticamente.

—Entonces... ¿Nos vemos hoy a las 6 de la tarde en el parque? —Preguntó, bajando poco a poco su mirada.

—Ahí estaré —Acepté.

Luego de esa bonita charla, las 3 japonesas se fueron a sentar debido a que ya estaba por entrar el profesor.

Estaba a punto de acomodar mis libretas cuando alguien me abrazó por la espalda. Se trataba de Dahyun, ella me estaba abrazando. Era raro puesto que ella no expresaba mucho sus sentimientos.

—____... Te quiero mucho —Comentó mientras me abrazaba más fuerte.

—Y yo a ti, Dahyun, y yo a ti... —Respondí tras habernos separado.

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