Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulos 36 ''Promesas''

Hola, finalmente os traigo el capítulo 36 de Online ^^ Está algo amorfillo en cuánto a a narración(?) (a mi parecer al menos) comparado con otros capítulos. Y se debe a que he escrito este capítulo con un dolor de cabeza y un sueño increíble x_x así que disculpenme por eso(?) de todas formas un capítulo corto no es, así que no podéis quejaros(?) D:


En fin, espero que os guste ^^


AVISO: Este capítulo definitivamente contiene horrores gramaticales(?)


——————-


La persona que me tenía agarrada no me soltó, sin embargo, me arrastró lejos del callejón al que tenía pensado entrar para seguir a Red.


Quién me tenía agarrado finalmente se dio la vuelta, enfrentándome y me aprisionó contra el frío muro, colocando su mano libre justo al lado de mi cabeza.

Entonces abrí los ojos de par en par, no pudiendo creer lo que estaban viendo en este momento. No pudiendo creer que se tratara precisamente de él.


Que se tratase de Red.


—No hagas ningún ruido —me advirtió todavía tapándome la boca.


¿Qué? ¿Cómo podía pedirme eso? ¡Cómo se atrevía a pedirme eso cuando no tenía idea alguna de lo que estaba pasando!


¿P-Por qué estaba él aquí? ¿Y quiénes eran esas personas con pintas sospechosas del otro lado del callejón?


Mi mente dejó de cuestionarse tantas preguntas al momento que escuché un balazo. Luego fueron dos, tres. Había perdido incluso la cuenta. Me quedé tieso del miedo y Red finalmente apartó su mano de mi boca.


—Te dije una y otra vez que no me siguieras y qué dejaras de meterte en asuntos que no te concernían, y era justamente por qué no quería que vieses esto. Por qué quería protegerte—dijo con el semblante serio -. ¿Que hubiese ocurrido si la persona que te hubiese acorralado de esta manera no fuera yo, eh?


No. No. No. No podía ser. ¡Me rehusaba a creerlo! Red... Red no podía ser...


No... en el fondo sabía que me estaba mintiendo a mí mismo. En el fondo sabía la verdad.


—¿Eres un mafioso? —titubeé.


Silencio. Absoluto silencio. Red no respondió mi pregunta. Su respuesta quedó en el aire. Dándome a entender que seguramente yo mismo me había respondido.


Tragué saliva con dificultad y forcejeé para que Red me dejara ir.


—S-Suéltame —pedí entrando en pánico.


—¿Qué? ¿Ahora me tienes miedo? —su mirada se endureció y sus labios se curvaron en una sonrisa tétrica —. Sigo siendo el mismo Red de siempre. Que sea un mafioso o no, no cambia las cosas.


—¿¡Me puedes culpar acaso?! —estallé finalmente —. Dices que sigues siendo el mismo Red de siempre... pero, el Red que yo conozco... no... ¿¡Cómo siquiera puedes decirlo así como si nada?! ¡Eres un mafioso, por dios! ¡Y eso no es todo, joder! ¡Me has mentido, Red! ¡Te pregunté varias veces que sí me estabas ocultando algo y me mentiste en mi puta cara!


—¡Es por qué tenía miedo de perderte! —confesó con una expresión sombría en su rostro, que hizo que mi corazón se encogiera.


Me quedé con la boca entreabierta, sin saber qué decir . Por qué, sí, ni yo me conocía a mi mismo en este momento. No sabía que estaba sintiendo exactamene en este momento. Era todo una confusa mezcla de emociones.


—Entonces... dime —musité taciturno —, ¿por qué haces esto, Red? ¿Por qué eres un mafioso? Si es porqué tu padre te obliga—


—No es por mi padre —me interrumpió —. Lo soy por qué yo mismo quiero. No es qué  lo disfrute particularmente, pero... esto es lo que soy. Es lo que he sido desde hace años, desde que mi padre me obligó a entrar en el negocio de la mafia. No puedo dejarlo así como así, por qué sería como arrancar una gran parte de mi vida. Y es cierto que abandoné la casa de mi padre por ello, pero era simplemente para no involucrar a mis hermanos pequeños en esto.


—C-Cómo puedes decir eso... acabas de decir que no lo disfrutas, pero por cómo lo dices suena como sí... ¿¡Acaso no te importa masacrar y destrozar la vida de centenares de personas?!


Red no respondió, sin embargo, se acercó a mi rostro quedando a tan solo unos pocos centímetros de mis labios.


—¿Y si te dijera qué no me importa? —me tomó del mentón, sonriendo siniestramente.


Un frío escalofrío recorrió mi espina dorsal en ese momento.


—M-Mientes... —farfullé.


—Hay pocas cosas en esta vida que me importan —murmuró sobre mis labios, me soltó del mentón y me agarró de ambas muñecas alzándolas por arriba de mi cabeza —. Y tú, Riley, eres de las pocas cosas que me importan. En realidad, eres lo más importante para mí. Nada ni nadie me es más importante.


Si fuese en otro momento. En otras circunstancias. Antes de que conociese la verdad. En este instante me hubiese sentido la persona más feliz del mundo con su confesión. Ahora, sin embargo, solo sentí a temor y ganas de alejarme de él y de este lugar lo antes posible.


—Red... por favor... suéltame... déjame ir —volví a pedir mientras temblaba levemente.


—Nunca te dejaré ir—declaró antes de estampar sus labios contra los míos con brusquedad.


Introdujo su lengua demandantemente en mi boca y comenzó a recorrer cada rincón suyo y a enredar su lengua con la mía una y otra vez. El ritmo al que iba Red era tan acelerado y apasionado, que en seguida me quedé sin aire.


Mordió mi labio inferior, una vez que rompimos el beso y al notar que mi labio había empezado a sangrar a causa de la mordedura, lamió el pequeño rastro de sangre, saboreando el metálico sabor.


—Quizá debería encerrarte en algún lugar en el que nadie te pueda volver a ver a excepción mía. Y entonces podré hacerte mío a todas horas y las veces que quiera—me susurró al oído provocativamente, ocasionándome otro gélido escalofrío.


—¿R-Red? —balbuceé con terror en mi voz.


—Es broma —sonrió socarrón y se separó de mí.


Me dejé caer al suelo, quedándome mirando perdido hacia la nada con la boca entreabierta. Intentando de algún modo procesar todo lo que acababa de ocurrir.


—¿Todo o solo lo último? —giré mi mirada en su dirección.


—Solo lo último —repuso ayudándome a levantarme.


Me zafé violentamente de su mano inconscientemente.


—Yo... perdón... —aparté mi mirada de él y me mordí el labio, frustrado.


¡Maldita sea! ¿P-Por qué había hecho eso? Mi intención no era rechazarlo... Pero es que no podía evitarlo. En este momento no podía evitar tenerle.... m-miedo...


—No te disculpes —le restó importancia con indiferencia —. Sabía que al momento en el que descubrieses lo que te ocultaba me tendrías miedo... y que en el peor de los casos... dejarías de quererme—terminó y sus labios se curvaron en una sonrisa dolida.


—Red... —lo nombré mientras me acercaba a él con cautela —. Es verdad que odio a la mafia, las mentiras y que me oculten las cosas. Y también es cierto que en este momento... no sé qué pensar de ti... sin embargo... perder mis sentimientos por ti, es simplemente imposible. Te amo y te seguiré amando pase lo que pase —lo tomé de ambas mejillas, mirándolo fijamente a los ojos.


Oficialmente había perdido la cabeza. Yo Riley Harris era un loco. Estaba loco por él... estaba locamente enamorado de Red Waters.


Red se quedó atónita ante mis palabras. Cómo no esperando que le dijese algo semejante. Y él no era el único. ¿Realmente el amor es así? ¿Te hacía perdonar tan fácilmente a la persona a la que amas por mucho daño que te hiciera?


—Te amo, Riley... —susurró abrazándome fuertemente—. No quiero perderte... soy incapaz de imaginarme mi vida sin ti en ella...


Mi corazón se aceleró al instante y sentí mis mejillas cobrar un rubor leve. Lo abracé de vuelta y nos fundimos en un tierno y corto beso.


—Yo tamb—-


Antes de que pudiese completar mi oración, la voz de un hombre en la lejanía, nos interrumpió.


—¡Jefe! ¡Ya hemos acabado con esos bastardos!


El que parecía ser un subordinado de Red, y quién era dueño de un cabello rojo como la sangre y de una cicatriz vertical en el ojo izquierdo, abrió los ojos de par en par al presenciar la escena y se quitó las gafas de color negro de la sorpresa.


—Ups —soltó con una sonrisa divertida —, siento haber interrumpido la escenita de la fogosa pareja.


Red lo asesinó con la mirada y yo me separé inmediatamente de él, de la vergüenza. ¡Ya iban dos veces que nos pillaban así!


—¡Scar! —lo llamó Parker quién acababa de aparecer.


¿Scar? ¿Era ese su verdadero nombre? Qué irónico. Aunque probablemente sería un apodo...


Parker detuvo sus pasos y se quedó mirándome igual de sorprendido para luego sonreír como siempre.


—Vaya...—murmuró este último—. Nunca habría esperado verte por aquí... Riley.


—Yo tampoco... —solté con cierta ironía.


—¿Así que Riley, eh? Yo soy Scar, uno de los tantos subordinados de Red, encantado —extendió su mano para que se la estrechara.


—Si alguno de vosotros os atrevéis a tocarlo —me señaló con la mirada—, daros por muertos —amenazó Red pegándose aún más a mí —. Parker, encárgate de comunicárselo a los demás, también. Si algún día le pilláis husmeando por aquí, no le hagáis nada.


—Woah, tranquilo jefe—alzó sus manos al aire Scar de forma burlona—. Tan solo estaba tratando de ser cortés —lanzó un suspiro.


—Entendido —asintió Parker con la cabeza sonriendo y se alejó del lugar.


Este hombre... Era simplemente de esas personas que sabías que sonreían falsamente y que cuando lo hacían daban miedo. Igual que con Red, en realidad.


—Te acompaño a casa —ofreció Red, rodeando mi hombro con su brazo.


—¿Eh? —lo miré incrédulo —. Pero tienes cosas que hacer...


O mejor dicho, personas a las que asesinar...


—Ya se las apañarán ellos solos —sonrió con suficiencia y me obligó a caminar de vuelta a casa.


—Está bien... —acepté fingiendo resignación.


Red me besó tiernamente en la mejilla y yo enrojecí al instante.


—E-Estúpido... no me beses tan de repente —me quejé haciendo un puchero.


—¿Te molesta que te bese? —me picó con una sonrisita arrogante.


Una sonrisita arrogante que... que estaba tentado a borrarla a besos...


—Claro que no... —negué volviendo a sonrojarme.


—Entonces no le veo el problema—me volvió a besar. Esta vez en los labios.


Correspondí el beso al instante, lanzando mis brazos alrededor de su cuello.


Red tenía razón. Que el fuese un mafioso o no, no tendría por qué cambiar las cosas. Seguía siendo el mismo Red de siempre. El Red que amaba. Es solo que acababa de conocer un lado de él que nunca antes había visto. Un lado oscuro y perverso. Y por mucho que ese lado suyo me aterrase, estaba seguro de mis sentimientos. Yo amaba a Red, y no había nada más que añadir.


ANDREW


No me quería despedir de él. Al menos no tan pronto. Todavía más, sabiendo que esta sería la última vez... pero le había prometido que tan solo le iba a invitar a almorzar y nada más.


Aunque bueno... ¿Desde cuándo cumplía yo mis promesas? Sonreí de lado con sorna y lo seguí hasta la salida del restaurante.


—Gracias por todo... supongo —murmuró fastidiado por haberme agradecido.


Yo seguí mirándolo sin poder evitarlo... estaba como cautivado. Cautivado por él. Mierda... de alguna forma este chico era muy mono. Sobre todo cuando se sonrojaba. Como antes con el tema de las salchichas.


Solo de recordarlo me entraron ganas de reírme. Niko se metió el móvil en el bolsillo con el que estaba distraído segundos antes y me miró extrañado.


—¿Qué haces todavía aquí? —cuestionó cruzándose de brazos.


—¿Te importa si te llevo a casa? —ofrecí con una amplia sonrisa.


—Me importa mucho, en realidad —respondió sarcástico Niko.


Mi sonrisa en seguida se descompuso al escuchar eso. De acuerdo, retiro lo dicho, ¡este chico no era para nada mono!


—Era una excusa para pasar más tiempo contigo—admití.


Niko se quedó mirándome perplejo.


—Eres demasiado honesto —se burló con una media sonrisa—. Bien, te dejaré que me lleves, aunque asegúrate de entretenerme durante todo el camino a casa —sonrió socarrón.


—¿Entretenerte? ¿De qué manera exactamente? —insinué arqueando una ceja.


Niko se quedó callado y maldijo en voz baja. Hubo otra risa más contenida por parte mía.


—O-Olvídalo y entra de una vez...


—Será todo un placer abrirte y entrar en ti... —sonreí pícaramente.


Esta vez sus mejillas cobraron un leve rubor. Era muy divertido picarle, pero lo que más me gustaba de ello, era lo adorable que podía verse cuando se enojaba y se sonrojaba de esta manera.


—¡No me refería a eso, me refería al coche, depravado! —concretó mirándome mal e intentando mantener la compostura para no callarme a golpes.


—Sí, bien, te creo —sonreí sarcástico, entrando al coche seguido de él.








* * *





Si antes no estaba seguro, ahora sí que lo estaba. ¿Este chico nadaba en dinero, no? Me quedé mirando la mansión de Niko, totalmente impresionado, hasta que este mismo interrumpió mis pensamientos.


—¿Cómo es posible que puedas malpensar todo lo que digo? —soltó finalmente mirándome con recelo.


—Más bien tú eres el que debe cuidar sus palabras... Nikita —sonreí descaradamente.


Inmediatamente me gané un golpe de parte de él. Esta vez en la nariz.


Ouch. Bueno, no me podía quejar, por lo menos no estaba sangrando, quizá Niko se había asegurado de que no fuera tan fuerte el golpe.


Bonito detalle de su parte.


—Vuelve a llamarme así y será lo último que hagas —amenazó fulminándome con la mirada.


—Sí, sí —asentí vagamente.


—¿Qué? ¿Realmente crees que no voy en serio? —apretó los puños.


—No, Nikita. No creo que vayas en serio —volví a picarlo con una media sonrisa.


Niko enrojeció de la rabia y alzo un puño para golpearme. Sin embargo, antes de que su puño me diese en toda la cara, lo agarré justo a tiempo. Aprovechando que lo había distraído con aquello, capturé sus labios en un beso. Niko abrió los ojos de par en par, y yo los cerré atrayéndolo hacia mí y colocando una mano en su cintura.


Por un momento me pareció que Niko iba a cerrar los ojos él también. Por un momento. Desafortunadamente, terminó por despegar sus labios de los míos y acto seguido me empujó.


—No me vuelvas a besar nunca—espetó frotándose los labios.


—¿No me vuelvas a besar nunca? ¿Quieres decir con eso que nos volveremos a ver de nuevo, cómo para que esa ocasión se dé nuevamente? —sonreí arrogante, acercándome de nuevo a él.


—En tus sueños, quizá —dijo con malicia.


—Sí, claro, y así comparto contigo todas las cosas que te habré hecho en mis sueños —le susurré al oído causándole un gran sonrojo.


—Eres un maldito depravado... —farfulló sacando la lengua en mueca de disgusto.


Lo había visto tan solo por un breve momento, pero... ¿era ese un piercing en la lengua?


—Lo sé, drogata —admití con cierta burla, entrecerrando los ojos.


—Ah... —suspiró fastidiado—. Realmente eres único Andrew...


—Aww, ¿piensas que soy único? que tierno, Nikita —sonreí falso burlándome de él.


—No lo decía en el buen sentido precisamente... —aclaró poniendo mala cara.


—¿Ah sí? —enarqué una ceja —. Pues yo sí pienso que eres único. Único y especial. Y en el buen sentido.


Y es que era especial. Tenía que ser especial, después de todo, como para hacerme olvidar de Derek. No por completo, pero había conseguido lo que nunca antes nadie había conseguido.


Niko, Niko, Niko... ¿Que tenías que me atraía tanto?


El mencionado , en realidad, me había interesado desde que comenzó a hablarme del amor de aquella manera. El que creí que era simplemente un niñato, me había demostrado más madurez que los adultos con los que me relacionaba día a día. ¿Qué o quién lo había hecho así? ¿Por qué me habría ayudado cuando nos habíamos acabado de pelear?


Niko era todo un enigma para mí... ¿y qué podía decir...? me gustaban bastante los misterios. Y todavía más resolverlos.


—Deja de decir tonterías... —apartó la mirada notándoselo avergonzado.


—No son tonterías, realmente pienso eso sobre ti —afirmé mirándolo fijamente.


Sei uno scemo... (Eres un idiota.)


—¿Qué? —fruncí el ceño levemente.


¿Me acababa de insultar en italiano, cierto?


—Nada, olvídalo—se rascó la nuca nervioso, decidiendo cambiar de tema —. Me voy ya, gracias por traerme a ¡¡c-casa!! —se tropezó con una piedra que estaba por el camino.


—Ten cuidado... —lo sujeté evitando su caída.


Este chico aparentemente era torpe para todo, no solo con las palabras. Qué adorable.


Al darse cuenta de lo cerca que estaban nuestros rostros uno del otro, enrojeció —recordando el beso, seguramente— y se separó de mí, volviendo a empujarme para echar a correr a casa.


Definitivamente adorable.


IAN


Quería llegar a casa cuánto antes. A decir verdad estaba demasiado preocupado por Derek. Había estado tan abstraído pensando en él que seguramente habría cometido un fallo o más en la reunión de hoy.


Aunque eso era lo de menos, ahora solo quería verlo a él. Tiré el tercer cigarrillo que me había tomado en el día, a causa de los nervios, y salí de la empresa con prisas.


Le había prometido a Derek que no iba a tardar en llegar e iba a cumplir con mi palabra.


En la salida, sin embargo, alguien coloco su mano sobre mi hombro, interrumpiéndome. Puse cara de fastidio y me giré a ver quién era.


—Señor Harris —me llamó Lia, mi secretaria. Chasqueé la lengua todavía más fastidiado. ¿Qué diablos quería ahora? —. Le recuerdo que la investigación sobre los posibles negocios turbios que pueda tener esta empresa es esta semana —me susurró para que nadie más nos escuchara.


Los únicos que sabíamos de esto, después de todo, era ella —por qué era mi secretaria—, la única persona que consideraba mi amigo en toda la empresa: Lawrence, mejor conocido como Larry y mi mejor amiga: Viviane, a la que le contaba casi todo.


Sí, incluso le había contado sobre mi persona especial. Y ella también me había hablado de la suya. Por ahora y por suerte, ninguno habíamos tenido problema alguno con nuestra pareja.


—¿Por qué me dices esto justo ahora? —arqueé una ceja —. Eso debería tenerlo usted apuntado y decírmelo el día que yo mismo había acordado. Ahora si me permites, tengo prisa —le lancé una indirecta secamente.








* * *





Abrí la puerta principal y seguidamente me encaminé a mi habitación. Al entrar, observé que Derek seguía acostado en la cama, aunque con mejor aspecto que por la mañana.


—H-Hey —se quitó los auriculares para la música y sonrió tímidamente al verme.


Era increíble como conseguía que con una sonrisa suya, que tanto amaba, todos mis malos pensamientos y preocupaciones se esfumaran.


—Hola —lo saludé de vuelta, depositando un beso en su frente, a lo que él se sonrojó un poco —. ¿Cómo te sientes? ¿Mejor? —le pregunté sentándome en el borde de la cama.


—Todavía me duele la cabeza un poco, pero estoy mejor que antes... —murmuró.


—Te voy a llevar al hospital.


—¿Eh? —soltó sorprendido —. ¿Qué? ¡No! ¡No hace falta! Quiero decir... no te molestes, es tan solo un simple dolor de cabeza.


—Pues ese simple dolor de cabeza te ha hecho desmayar hoy por la mañana —le recordé —. ¿Cómo pretendes que me quede de brazos cruzados como si nada?


Derek bajó la mirada y se quedó sin saber que decir.


—¿Y si solo estoy embarazado? —una sonrisa divertida se esbozó en sus labios.


Rodé los ojos y no pude evitar contener una sonrisa.


—No seas idiota—alboroté su rubio cabello.


—No hace falta que lo digas, ya sé que soy un idiota —hizo un puchero.

Ya es la tercera o cuarta vez que me lo dices, ugh.


—Sí, eres mi pequeño y adorable idiota —aprisioné sus labios en un corto beso.


Inmediatamente, Derek se sonrojó y apartó la mirada avergonzado. Maldita sea... ¿Por qué era tan jodidamente adorable?


—E-Entonces... ¿nos vamos ahora?


—Sí, ahora. Ya estás vestido así que tampoco es que vayamos a tardar.


Derek suspiró resignado y me siguió hasta afuera.


DEREK


Agh... que fastidio. ¿Por qué el idiota de Pedobear no podía entender que estaba bien? En serio... ¿Por qué era tan cabeza hueca? Tan solo era un simple dolor de cabeza, que encima ya se me había pasado hace horas.


—¿Vas a dejar de estar enfurruñado como un niño pequeño?


—¿Oh, pero no que te gustaban los niños? —sonreí malicioso —. Ya verás Ian, llamaré a la policía y entonces cuando les diga que estás conmigo, te arrestarán por pedôfilo —seguí bromeando.

A Ian se le levantó una ceja en un tic al instante. Terminó por lanzar un suspiro y detuvo el coche. ¿No se supone que íbamos de camino al hospital? ¿Por qué había cambiado de ruta y ahora se había detenido tan de repente? ¿Realmente le había cabreado con esa gilipollez?


—¡Eh! ¡Espera! ¿A dónde vas? —exigí saber lleno de remordimiento repentino.


¿No había sido por mi culpa, no?


—Sé un buen chico y espérame aquí dentro, ¿de acuerdo?


—Como quieras—contesté a regañadientes.


—No tardo —me avisó y bajó del coche.


Me crucé de brazos impaciente. ¿Qué cojones tenía que hacer Ian ahora? ¿Y por qué coño no me ha dicho por qué se ha detenido?


Dejé de maldecirlo en mi cabeza y miré a través de la ventanilla del coche. Al parecer había aparcado delante de una joyería. Fruncí el ceño desconcertado. ¿Qué asuntos tendría Ian en una joyería?


Unos minutos más tarde, Ian regresó y acto seguido se disculpó por haber tardado tanto.


—¿Qué te hizo tardar?


—¿Has visto que acabo de salir de una joyería, no? —sonrió burlón, haciéndome quedar como un estúpido.


—Eso y-ya lo sé, idiota —murmuré algo ruborizado —. ¿Pero qué asuntos tenías tú en una joyería?


Ian no me respondió. Sacó una pequeña cajita que se hallaba dentro de la bolsa y la abrió mostrando su contenido: Dos anillos similares, como los de compromiso.


—¿Y-Y estos anillos? —logré murmurar abriendo los ojos de par en par.


—¿Acaso no es obvio? —sonrió ladeado —, uno es tuyo y el otro es el mío —agarró mi mano y me colocó el anillo en el dedo medio —.Con este anillo quiero marcarte como mío y también demostrarte lo mucho que te amo. Lo mucho que te amaré por siempre. Con este anillo te estoy queriendo decir que quiero que tú seas la persona con la que quiero pasar el resto de mi vida.


Me quité el cinturón de seguridad y lo abracé con fuerza, sintiendo mis ojos llenarse de lágrimas.


—Ian... no tuviste por qué comprar esos anillos —dije casi en un susurro —. Yo ya soy tuyo y lo sabes....


—¿Es eso un sí, entonces?


—¿Es que acaso me estás proponiendo matrimonio? —sonreí débilmente.


—No es oficial... pero ahora eres algo como mi prometido —dijo con sorna.


—Bueno, todavía no he dicho que sí, ¿no? —le coloqué su anillo.


—Pero vas a decir que sí, ¿cierto? —me besó con ternura en los labios


—Claro que sí... idiota —mascullé sonrojándome —. ¿Cómo podría decir qué no?


—Bueno... pues te aviso que acabas de hacerme el hombre más feliz del mundo, Ángel .


—Tu también a mí, Ian... —inicié un beso entre nosotros.


Ian correspondió al beso y me dejó de besar por un momento, para añadir algo más.


—Nunca nadie ha querido algo tanto como yo te quiero a ti —me miró fijamente a los ojos mientras me acariciaba la mejilla, a lo que yo enrojecí violentamente.


Ese fue el momento exacto en el que mi corazón de estar latiendo aceleradamente, pasó a latir con una fuerza y una velocidad tan increíble que sentí que de un momento a otro iba a salirme del pecho.


Amar a Ian era como respirar... simplemente no podía dejar de hacerlo. Y cada día sentía que me iba enamorando más y más de él.


* * *





Tras esperar un largo rato en la sala de espera, el doctor finalmente nos atendió. El doctor resultó ser el mismo que me atendió la última vez, de cuando me golpearon la nariz.


—¿Otro amigo tuyo? —preguntó sin quitar la vista de su ordenador.


—¿Algo así? —contesté encogiéndome de hombros.


—Mucho más mayor que el anterior...y ambos muy parecidos...


Carraspeé sintiéndome incómodo.


—Bueno, doctor, ¿va a revisar a mi amigo aquí? —recalcó el 'amigo' y recibí una mirada asesina de Ian. ¿Es que acaso realmente se esperaba que dijese que era mi novio-prometido? —. ¿O va a hacerle un interrogatorio antes? —acabó sarcástico.


El doctor dejó el ordenador y dirigió su mirada a nosotros dos.


—¿Y bien? ¿Cuál es el problema esta vez? ¿Otro conflicto entre amigos? ¿Y otra vez la nariz rota?


Ian contuvo una risa al escuchar eso último. Bufé y continué hablanado.


—No exactamente... -reí nervioso.


—Esta mañana, mi amigo —repitió solo para molestarme a lo que yo le propiné una patada a su pierna -, se desmayó tras sufrir un fuerte dolor de cabeza y unos mareos —le informó aguantándose el dolor en silencio.


—Ya veo... ¿y tú? ¿tienes algo que decir al respecto? -se dirigió a mí.


—Bueno... esto es algo que le he estado ocultando a mi mejor amigo del alma —lo señalé con la mirada junto a una sonrisa falsa y Ian en vez de patearme, colocó una mano sobre mi entrepierna, causándome un sonrojo y que soltara un leve gemido.


¡Agh lo iba a matar! ¡Eso había sido jugar sucio!


El doctor tosió incómodo llamando nuestra atención.


—Por favor, si pensáis tener relaciones coitales, que sea fuera de mi consulta, gracias —dijo esto como si fuese lo más normal del mundo —, ahora bien, si su gemido no fue por eso, puede tratarse de una enfermedad meningocócica.


—Le aseguro que no es esa enfermedad —aseguró Ian sonriendo malicioso.


Me sonrojé de pies a cabeza y retomé la palabra.


—C-Como iba diciendo... —miré mal a Ian —. He estado ocultándole a él y a varias personas más, que no me he estado alimentando muy bien que digamos, estos últimos días. Supongo que eso me habrá debilitado y que por eso me entró ese dolor de cabeza y ese mareo.


Juraría que en ese momento Ian, me había reprendido con la mirada.


—¿Por qué me has ocultado algo semejante, Derek? —cuestionó severamente Ian.


Me mordí la lengua mentalmente y maldije. Sinceramente no encontraba las palabras con las que responderle. Lo admito, me sentía culpable por no haberle dicho nada.


—Tu teoría podría ser cierta... aunque tampoco hay que descartar la posibilidad de que seas anémico.


—¿A-Anémico? —me quedé boquiabierto —. Imposible... yo nunca he mostrado signos de...


—La anemia se puede desarrollar más tarde también —me interrumpió —. No solamente se nace siendo anémico.


No, yo no podía ser anémico. No podía serlo. Si lo llegase a ser... nunca más volvería a jugar el baloncesto. Seguiría jugando, pero no de la misma forma. Y ya ni siquiera sería el capitán de mi propio equipo...


Bajé la mirada entristecido y me mordí el labio reteniendo las ganas de llorar.


—Derek... ¿por qué nunca me dijiste nada al respecto? —volvió a repetir Ian esta vez más comprensivo que antes.


—¿Por qué estás exigiéndome haberlo sabido cuando tú mismo me estás ocultando algo también? —solté sin darme cuenta.


Ian, inesperadamente, se tensó.


—¿A qué te refieres, Derek?


¿Entonces era cierto...? ¿Era ese documento policíaco que decidí no abrir aquel día lo que tanto me ocultaba? ¿O era algo más...?


—Tú sabes bien a lo que me refiero.


—¿Te has atrevido a tocar mis cosas sin mi permiso? —alzó su tono de voz de repente, asustándome.


—N-No.


—Me estás mintiendo.


—¡Te juro que no he visto nada! —insistí desesperado por qué me creyese.


—Siento interrumpiros... pero, deberás guardar reposo y comer bien, tú —explicó el doctor—, Tú —señaló a Ian —, asegúrate de que el chico se alimente bien. Y si ni aún así mejora o le vuelve a dar un mareo o un dolor de cabeza, tendrá que volver para hacerse las pruebas de anemia.


Ian asintió con la cabeza y tras agradecerle me arrastró forzosamente hacia la salida del hospital.


—¡Ian, me estás haciendo daño! —me quejé sintiendo mi muñeca derecha adolorida.


—¿Lo hiciste o no? —volvió a preguntar soltándome de la muñeca


—¡¿No hice una mierda, vale?! ¡Te estoy diciendo que no vi ni leí nada! ¡Precisamente por qué sabía que te ibas a poner así!


Ian se quedó varios segundos sin responderme.


—No vuelvas a fisgonear en mi habitación, ni en ningún otro lugar de la casa —se limitó a advertirme —, si lo haces, me harás enojar de verdad. Y créeme que no quieres verme verdaderamente enojado, Derek.


Tragué saliva y di unos pasos hacia atrás tratando de alejarme de él. ¿Por qué se había puesto así tan de repente? No lo podía comprender... ¿Qué le pasaba? ¿Qué tan grave era lo que había en aquel documento como para que se pusiese así?


—¿Qué pasa si te llegas a enojar, eh? ¿Qué me harás entonces? —lo reté con la mirada.


—Ten por seguro que lo que te haré, no van a ser cosas muy bonitas... —su mirada se tornó oscura y un escalofrío helado recorrió mi cuerpo entero al momento que me tomó del mentón —. Hasta ahora he sido una persona muy paciente contigo, Derek, pero todos tenemos un límite.


—————-


Damn (?) esto se está poniendo serious(?) :o Aunque por esto, la venganza de la Ianconda está cada vez más cerca(?) ( ͡° ͜ʖ ͡°)


Y al parecer, también, tenemos dos semes yanderes entre nosotros(?)


Sí, no hay mucho más que pueda decir en esta nota final... xD o quizá es el dolor de cabeza y el sueño el que no me deja pensar bien en algo... así que patata :B (rellenoxd) y gracias por leer :)

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro