Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 40 ''Me alegro de haberte conocido''


¡Hola!
Aquí os traigo el capítulo 40 de Online. Tardé más de lo esperado, porqué como ya sabéis los capítulos de Online siempre son largos xD (aunque no lo parezca) Y porqué también estuve contestando los comentarios y mensajes que me dejásteis durante el tiempo que no estuve por Wattpad. Logré contestarlos todos, menos las preguntas del ask, que todavía me faltan. Prometo que la semana que viene me pondré con ello :l

En cuánto al capítulo... este capítulo en especial tiene mucho humor. Más que nada por las ocurrencias del loco de Riley x'D

También a los que les gusta RE: os aviso desde ya que en este capítulo aparece mucho ( ͡° ͜ʖ ͡°)

Lo demás me lo guardo, porqué sería spoiler(?)

Espero que os guste :)

--------------------------------


RILEY

Desde que regresé ayer por la noche de la casa de Red, hasta hoy, ni por un momento había dejado de preguntarme si Red me iba a volver a hablar.

Apenas había dormido.

Mi mente, obligándome a quedarme despierto, había hecho que solamente pensara en aquel tema y en Red.

Aunque tampoco le podía culpar si no me quisiese dirigir la palabra. Creo que era lo normal cuando le decías, de repente y de la nada a tu novio que le quieres dar. Cuando tu novio, en realidad, es el que siempre te lo había hecho a ti.

Suspiré.

¿Qué diablos se me había pasado por la cabeza en ese entonces?

Era un hecho que quería follar a Red, pero nunca pensé decírselo de esa manera tan directa. Es más, nunca pensé decírselo en primer lugar, por qué sabía cuál iba a ser su reacción.

Que no me tomaría nada en serio.

Y eso era exactamente lo que había pasado ayer.

¿Qué se supone que iba a hacer ahora? ¿Rendirme y decirle hoy en el instituto que todo había sido una broma?

Bueno, esa sería una muy genial idea para evitar momentos incómodos entre nosotros más adelante, pero...

La cosa es que yo no era una persona que se rendía fácilmente y no tenía pensado hacer nada parecido.

Me incliné velozmente sobre la cama y acto seguido me levanté para ir a escoger algo que ponerme del armario.

En vez de escoger lo que me ponía casi siempre, un atuendo ''nerdy'' y ''geek'', decidí ir por algo más sencillo.

Una vez listo, fui corriendo a la habitación de Ian, a la que me auto-invité a entrar, sin tocar antes ni nada.

-Buenos días -le saludé casual.

-Buenos días -me saludó de vuelta-. ¿Qué haces aquí tan temprano, Riley? -cuestionó extrañado.

-¿Te has olvidado que mucho antes de que Derek estuviese aquí yo era el que te despertaba, no?-le recriminé con una pequeña sonrisa-. Bueno, es igual. Venía a preguntarte algo.

Para ser el activo, primero tenías que interactuar con alguien que lo era, ¿no?

Aunque considerando que Ian era mi hermano, puede que la conversación vaya a ser un tanto, eh, incómoda...

-¿El qué? Qué sea rápido, no tengo mucho tiempo -miró de reojo el reloj de su mano mientras se ajustaba la corbata.

-¿Cómo te follas a Derek? Cuántos más detalles y cuanto más larga la explicación, mejor -fui directo.

Ian se quedó mirándome atónito y sin poder creérselo.

-Fuera -espetó finalmente tras largos segundos de silencio.

-¿Eh? -musité ingenuo.

-¡Te he dicho que fuera, maldito enano! -exclamó avergonzado, obligándome a salir de la habitación casi a patadas.

Aparentemente la conversación entre hermanos no había ido muy bien.

Bueno, para que mentir... había resultado ser un total desastre.

¿Y ahora qué hacía? ¿Se lo preguntaba a Derek? Aunque creo que su reacción sería la misma o incluso peor.

Suspiré resignado y bajé al piso inferior, dónde encontré a Derek, quién ya estaba vestido y desayunando lo que parecían ser cereales.

-Hey, Derek -me senté a su lado.

-Hey -me devolvió el saludo -. Riley... ¿por qué me miras de esa manera?

-¿De qué manera? -cuestioné confundido.

-Me miras como si quisieras pedirme algo -explicó.

-Estaba pensando en si me dejarías entrar a tu equipo de baloncesto -pedí tras pensármelo mucho.

-Vale... eso ha salido de la nada -murmuró mirándome raro-. ¿No se supone que tú odias los deportes y todavía más practicarlos? ¿Por qué te interesa tanto de repente el baloncesto?

-Es por qué quiero hacerme alto.

-¿Y eso para qué? -arqueó una ceja -. Además, ya eres lo suficientemente alto.

-¿Alto? ¿Yo?

Ian siempre me había llamado un enano y entre él y Red, esos dos, me sacaban tres cabezas.

-A ver... ¿Cuánto mides? Y me refiero de altura -concretó algo sonrojado.

-Pftt -retuve una risa ante su reacción, recordando lo de los sables láser -. Creo que 1.75 cm.

-¿1. 75 cm y todavía quieres ser más alto? -soltó incrédulo Derek.

-Aún así no soy lo suficientemente alto. 1.75 cm ni se acerca a la altura de Red -bufé frustrado.

-¿Y eso? -enarcó una ceja -. ¿Por qué quieres ser tan alto como él?

-No puedo decírtelo -aparté la mirada avergonzado. No era algo que se podía decir como si nada, después de todo.

Derek era mi amigo, cierto, pero aún así...

-¿En serio? Me ofendes ojos de pez muertos -se hizo el dolido.

-De acuerdo, drama queen -me burlé-. Quiero follarme a Red.

Silencio. Completo silencio.

¿Era esto lo que llamaban un déjà-vu? Porqué juraría que había vivido esta misma escena recientemente. Ayer, concretamente.

Lo único que llegó a romper aquel silencio, fue la risa proveniente de Derek.

-¿F-Follar? ¿T-Tú, o-ojos de pez muerto? ¿A R-Red? Jajajajaja-se rió a más no poder.

-¡Si te lo dije no fue para que te rieras, descerebrado! -lo fulminé con la mirada, sintiéndome abochornado.

-L-Lo siento -dejó de reír-, es solo que... no entiendo, ¿por qué se te ha ocurrido esto tan de repente?

-No se me ha ocurrido de repente -refuté -. Siempre había deseado hacerlo.

Derek se quedó callado una vez más.

-Bueno... no sabría que decirte ojos de pez muerto -se rascó la nuca, no encontrando las palabras exactas-. Lo único que te puedo decir es que el que seas alto o no, no te hace más activo o pasivo. Así que no es necesario que tengas que unirte al club de baloncesto.

-Supongo que tienes razón -suspiré sintiéndome aliviado por oír esa respuesta-. Además lo creas o no podría follarme a Red perfectamente. Incluso a ti.

-¿A mí? Sí, claro-repuso sarcástico con una sonrisa burlona en los labios.

Otro más que no me tomaba en serio.

-No me obligues a violarte -le amenacé con el semblante serio.

En ese momento, Derek se quedó cómo paralizado. Paralizado del miedo.

-De acuerdo... yo... mejor me adelanto, nos vemos, Riley -se levantó con prisas del comedor y se fue corriendo afuera.

Se supone que solo era una broma.

¿Porqué cuando decía algo en serio no se lo creían y cuando era una broma sí?

-¿Y Derek? -preguntó Ian quien acababa de bajar por las escaleras.

Mierda... ¿y ahora que le respondía?

Porqué decirle que había amenazado con violar a su novio, definitivamente era un no. Maldito seas, RE:.

-Se ha adelantado -respondí levantándome del comedor yo también.

-¿Y eso? -enarcó una ceja extrañado.

-Verás... -titubeé.

-¿Sabes qué? Mejor no me lo digas... prefiero no saberlo -terminó por decir -. De todas maneras ya me hago una breve idea de lo que le has dicho -suspiró cruzándose de brazos.

Créeme que no, querido hermano.

Decidiendo, Ian, dejar el tema allí -para mi suerte-, el mencionado, me acompañó hasta fuera para llevarme esta vez él en coche puesto que Derek ya se había adelantado.

Una vez fuera, sin embargo, nos encontramos a Derek quién aparentemente me estaba esperando al lado de su coche.

¿Cómo? ¿No se había ido todavía?

-¿No se supone que te ibas a adelantar? -cuestioné perplejo.

-¿Y dejar a mi amigo del alma tirado, quien además también me quiere violar mientras duermo? Para nada -contestó irónicamente y con una sonrisa maliciosa Derek.

Oh, mierda.

Ian se encontraba justamente detrás de mí en este momento. ¿Habría oído eso? Tragué saliva y como si estuviese en una mismísima película de terror, giré lentamente mi mirada hasta encontrarme con la suya.

-¿Me he perdido de algo? -Pude observar cómo me estaba asesinando con la mirada.

Ya había dicho una vez que Ian daba miedo cuando recién lo levantabas de la cama por la mañana, ¿no? Pues me retracto de mis palabras.

Su mirada en este momento era aún peor.

-¡N-No te has perdido de nada! -salté alarmado a la vez que reía nervioso.

Por un breve momento, dirigí mi mirada a Derek quién estaba conteniendo una carcajada. Rojo de la vergüenza y de la rabia, rechiné los dientes y le asesiné con la mirada al igual que había hecho conmigo Ian.

Jodido Derek. Me las ibas a pagar por esto.

-Bueno, ¿nos vamos ya? -me entró prisas Derek.

-Sí -respondí a regañadientes, a punto de entrar en su coche.

-Espera -nos detuvo Ian.


DEREK

¿Qué le pasaba ahora? ¿Por qué nos había detenido así de repente? ¿Realmente se había puesto...?

-¿Qué ocurre? -pregunté desconcertado ante su repentina interrupción.

Sin responder a mi pregunta, Ian, me tomó del brazo y me obligó a alejarnos de dónde se encontraba Riley.

-¿Mi hermano de verdad te ha dicho eso? -preguntó con un tic en la ceja y notándoselo entre preocupado y furioso.

Viéndole de esa manera y al saber que se lo había tomado tan en serio, no pude evitar soltar una carcajada.

-Solo fue una broma -aclaré finalmente -. ¿En serio te creíste que fue cierto?

-No realmente-mintió -. Tan solo me quería asegurar.

-¿Te das cuenta de que te acabas de contradecir, no? -resalté sonriendo de lado -. Tú ya sabes que Riley solo quiere a Red. Diría que está hasta obsesionado con él. ¿Has visto las fotos de Red que tiene colgadas en su habitación? Además... tú eres el único que me viola -musité esto último por lo bajo y con las mejillas enrojecidas.

Ian abrió los ojos sorprendido por mi respuesta y luego adoptó una sonrisa cínica.

-Mejor dicho el único que te folla -rectificó, su sonrisa ampliándose -. No es violación si se disfruta.

-C-Cállate estúpido Pedobear -lo silencié, sonrojándome todavía más.

Satisfecho con mi reacción, Ian, me agarró de la cintura y acto seguido me atrajo hacia él, atrapando mis labios en un beso y forzando su lengua demandante dentro de mi boca, la cual se puso a lamer cada rincón de esta, a la vez que jugaba con mi lengua.

Nos encontrábamos tan absortos en el beso, que nos habíamos olvidado de que Riley todavía seguía allí.

Seguramente observando todo.

-A-Ah, p-para, Ian -gemí, rompiendo el beso por falta de aliento.

No hizo falta explicarle nada. Ian parecía haberlo entendido en cuánto vio a Riley sacándonos fotos con su móvil como si nada.

-¿Qué? -se quejó como si no hubiese hecho nada ''malo'' Riley-. No podía desperdiciar esta oportunidad única en la vida.

Ambos nos quedamos mirándolo como si fuese un alien.

Y la verdad... es que a este punto me estaba empezando a creer que lo era de verdad. O que por lo menos, como ya había dicho en otra ocasión, un demonio de la perversión lo había poseído.

Porqué sino no me explicaba cómo podía haber cambiado tanto desde el comienzo del curso hasta ahora.

¿Era acaso posible que el yaoi pudiese cambiar tanto a una persona? ¿O es que Riley sufría de doble personalidad?

Fuese cual fuese la razón, ambas opciones sonaban escalofriantes...


RILEY

Como era obvio y por desgracia, los dos me obligaron a borrar las fotos que les había sacado. Luego de eso, Derek y yo nos montamos en su coche para irnos al instituto.

Ya había pasado casi media hora. Ahora faltaba un poco más para llegar, pero a decir verdad ni siquiera estaba tan seguro de ello. Estaba completamente concentrado cantando una canción sin parar que habían puesto en la radio.

¿Qué porqué? Pues por supuesto que con la intención de molestar a Derek.

-¿Ya hemos llegado? -solté decepcionado al ver que finalmente nos habíamos detenido en la zona de aparcamiento del instituto.

-¡Gracias a dios que sí! ¡Te he tenido que aguantar todo este tiempo cantando una y otra vez If today was your last day de Nickelback!

-Oh, venga ya -puse los ojos en blanco -. Tan solo la han puesto una vez en la radio.

-Ya. Pero tú te quedaste cantándola hasta cuando se terminó -puso cara de exasperación.

-¿No te recuerda a viejos tiempos? ¿Cómo la vez cuando te rompieron la nariz? -sonreí descaradamente.

-Gracias por recordármelo, eh -me miró mal.

-Ah... todavía me acuerdo del grito que pegaste en el hospital -seguí picándolo.

En esos tiempos, su grito de dolor había sido música para mis oídos.

-Cállate ojos de pez muerto -se le notó avergonzado de sí mismo-.Puto Howard... -maldijo apenas audiblemente.

Los dos salimos del coche tras eso y nos dirigimos a la entrada del instituto, dónde me encontré precisamente con Red, quién también acababa de llegar.

Mierda.

Todavía no me encontraba lo suficientemente preparado para enfrentarlo después de lo de ayer...

-H-Hola Red -lo saludé incómodo.

-Hey -me saludó de vuelta como siempre hacía -. ¿Qué pasa? Te noto nervioso.

Red, para mi sorpresa, parecía estar actuando como si nada hubiese pasado. Lo cual, en cierto modo, fue un gran alivio para mí.

Me sabía mal el que no me hubiese tomado en serio, pero tampoco quería que las cosas se pusieran tensas o incómodas entre nosotros.

Así estaba bien. Me conformaba con esto.

O al menos por ahora...

-No me pasa nada, tranquilo -le aseguré haciendo media sonrisa.

-Joder... no me digas que le has dicho... -. ¿No me digas que hasta ahora se daba cuenta este descerebrado?

¿Y tenía que proclamarlo precisamente delante de él?

-Cierra la boca Derek -lo silencié mucho antes de que terminara su oración, a lo que Red nos miró extrañado.

-Sí, mejor... -contuvo la risa que estaba a punto de dejar escapar Derek.

-¿Qué le pasa al tomatito ahora? -preguntó con una sonrisa divertida Red.

-Ya sabes cómo es-suspiré no aguantando las ganas de sonreír.

No hizo falta entrar en más detalles. Red sabía perfectamente a lo que me refería.

-Oye... ¿qué se supone que significa eso, ojos de pez muerto? -se le vio ofendido.

-Nada malo -le sonreí falso.

O eso creo.

Dependiendo de cómo se tomaría alguien el insulto de descerebrado. O desneuronado como lo llamaba Red antes.

Seguramente... mal.

-Sí, ya... -chasqueó la lengua, todavía mirándome mal.

No queriendo llegar tarde, les pedí a los dos que nos empezáramos a dirigir a nuestra clase. A lo que los dos accedieron de malas ganas.

Vaya, parecía que sí que tenían cosas en común estos dos.

Una vez dentro de clase, cada uno se sentó en su asiento y yo al igual que siempre, me senté al lado de Amanda y Steve.

-Amanda... necesito preguntarte algo -la llamé en un susurro, unos cuantos minutos después desde que empezara la clase.

-¿Algo relacionado con el yaoi? -le brillaron los ojos de la emoción.

Increíble. ¿Me había leído la mente o qué?

-Algo parecido.

-Escupe-exigió saber Amanda.

-¿Qué consejos me darías para ser un buen seme? -pregunté finalmente tras haber debatido mucho en mi mente sobre si decírselo o no.

Tanto Amanda como Steve se quedaron sin saber que decir. Ambos parecían igual de sorprendidos.

-Oh, dios... no sabes cuánto he esperado este momento... ¡Por fin he conocido un suke! ¿Sabes cuánto tiempo he estado esperando conocer a uno? -se aguantó las ganas de chillar de la emoción. Y sólo por qué estábamos en medio de clase y nada más -. Bueno... lo primero que tienes que hacer es comprar un pañuelo o cuerdas o cadenas o las tres cosas ¡Ah! ¡Y no nos olvidemos del cloroformo!

-Amanda... te he preguntado cómo ser seme, no como violar a Red -aclaré.

-Ah... haberlo dicho antes -puso pucheros.

-Espera... ¿en serio estás decepcionada? -soltó algo atemorizado Steve.

-Esperaba que Riley estuviese planeando una especie de castigo a Red o algo parecido -dijo lanzando un suspiro Amanda.

Bueno, tenía que admitir que eso no sonaba tan mal.

Espera, no. Yo no quería forzar a Red a nada. Si él no lo quería no iba a obligarlo. Él había hecho lo mismo, después de todo. Había esperado a que estuviese preparado y quería respetar eso.

-Eh, no, eso nunca va a pasar, loca -la hizo reaccionar Steve -. ¿Acaso has visto a Red? Es imposible o por lo menos casi imposible que alguien lo domine.

-Lo sé -masculló taciturna Amanda -. Y mucho menos Riley. Pero me daba ilusión lo del castigo -. De inmediato, se me levantó la ceja en un tic.

Otros más que no me tomaban en serio.

-He oído eso -la asesiné con la mirada, mandándole una especie de indirecta para que se callara.

-Lo siento, Riley. En serio, no te lo tomes a mal, pero para mí siempre serás un uke -forzó una sonrisa -. Simplemente no te veo haciéndole eso a Red.

¿Qué no me lo tomara a mal, eh?

A la mierda. A la mierda todo.

Ya se me había agotado toda la paciencia que me quedaba.

En ese mismo momento, me levanté de mi asiento en medio de la clase de Matemáticas y caminé hacia dónde se encontraba sentado Red, ignorando los reclamos del profesor de la asignatura.

Sin responderle nada de vuelta, agarré de la mano a un Red completamente desconcertado y lo arrastré hacia dónde se encontraba la salida.

-¡Harris! -me llamó la atención nuevamente el profesor -. ¿¡Se puede saber que está haciendo?! ¡Vuelva ahora mismo a su asiento! -exigió no dando crédito a mi comportamiento.

-Voy a follarme a mi novio -contesté por fin-, así que le pido por favor que no nos moleste-declaré descaradamente, cerrando la puerta en sus narices y dejando a toda la clase con expresión de ''qué mierda acaba de pasar''. Incluido a Red.

-¿Qué cojones ha sido eso? -manifestó Red una vez que salimos de clase, entre incrédulo y divertido.

-Lo que has escuchado.

Red se quedó mirándome varios segundos sin responderme. De un modo que no supe descifrar exactamente.

-¿No eras tú el que decía que no quería hacerlo en un lugar público? -me recordó, sonriendo de esa manera que solo sabía él y que me volvía loco.

-No quería que me lo hicieras a mí -le corregí -. En cambio a ti... tengo unas ganas increíbles de tirarte al suelo ahora mismo, ponerme encima de ti y dejarte hecho un desastre -me relamí los labios.

Red sonrió para sus adentros.

-Veo que sigues con la idea esa de ser el activo, ¿eh?

-Creo que eso es obvio -repuse sarcástico.

-Demuéstralo-me retó, dirigiéndome una mirada intensa que hizo que perdiese todo el poco control que me quedaba.

No hizo falta alguna que respondiese. No hicieron falta palabras. Coloqué mi mano alrededor de su nuca y lo atraje hacia mí rostro, estampando con fiereza mis labios contra los suyos. En un segundo, ese silencio entre nosotros se había llenado del húmedo sonido de nuestros besos.

Mi mano apretando su trasero y su mano acariciándome lentamente la espalda por debajo de la camiseta.

Los dos luchábamos por el control mientras entrelazábamos nuestras lenguas una y otra vez en una lucha sin fin y sin descanso.

Ninguno de nosotros teníamos intención alguna de perder.

-Ah... -separó su boca de la mía, en busca de aire-. ¿Desde cuándo aprendiste a besar tan bien, bambi...?

-Aprendí del maestro...-le conteste entre jadeos y clavando mi mirada en la suya, dándole a entender que me refería a él -. Pero, ¿no te suena la frase de el alumno supera al maestro? -finalicé con una media sonrisa.

Red rió por lo bajo al oírme decir eso.

-¿Ah sí? Enséñeme entonces... alumno -me apodó burlón y se acercó a mis labios con la intención de un segundo beso.

A tan solo unos pocos centímetros de sus labios, sin todavía besarnos, comencé un vaivén de caderas, provocando que nuestros miembros semi-erectos se rozaran repetidas veces y a la vez creando una deliciosa fricción entre nosotros.

Sin embargo, en ese mismo momento, la sirena sonó, interrumpiéndonos y anunciando el final de la clase de Matemáticas para dar a comienzo la clase de Educación Física.

Mierda y más mierda. ¿Por qué justamente tenía que sonar ahora?

Ya no solo odiaba la clase de Educación Física. Ahora, en definitiva, me estaba planteando el causar un incendio total del gimnasio.

Sintiéndome incómodo -al menos por mi parte-, me separé poco a poco de él, y también de la clase. Ya que, aproximadamente, en un minuto o dos todos iban a salir por la puerta.

-Ahora sí que me ha quedado claro -lancé un suspiro-. Nada de hacerlo en lugares públicos.

-O por lo menos en los pasillos del instituto -sonrió divertido Red.

-¿En serio crees que esto es divertido, Red? -le reproché mirándolo mal.

-¿Qué? ¿Acaso te quedaste con las ganas? -se burló Red señalando mi erección. O mejor dicho tienda de campaña.

Como si tú no te hubieses quedado con las ganas.

-Tsk -bufé, decidiendo no responderle.

-Sabes que me quedaría aquí y te ayudaría con tu problemita, pero, para serte sincero no tengo muchas ganas de hacer Educación Física. Ya he practicado suficiente deporte contigo-me lanzó una indirecta, la cual logró sonrojarme -, Nos vemos luego, bambi -se despidió, alejándose.

-Sí, claro -respondí automáticamente y de manera inconsciente.

Espera un momento...

¿¡Cómo se atrevía a decirme eso e irse así sin más?!

Puede que te hayas escapado esta vez, Red, pero la próxima vez no te dejaré ir tan fácilmente.


DEREK

¿Qué coño acababa de pasar en la clase de Matemáticas? ¿Riley finalmente había enloquecido como su hermano o qué?

Ya me había dicho antes que quería follarse a Red, pero no creía que iba en serio. O al menos tan en serio.

¿Y dónde demonios estaban metidos los dos ahora? ¿Lo estarían haciendo de verdad?

Sin poder evitarlo, me sonrojé ante aquel pensamiento.

Agh. ¿Y a mí qué más me importaba lo que hicieran ellos? Lo mejor sería olvidarse de todo este asunto. De todas formas ya se me hacía una ligera idea de lo que había pasado al final.

Red, como el sádico que era, habría hecho que Riley se detuviese al último momento, dejando a este último cachondo perdido, y Riley, obviamente, quedándose con las ganas se habría metido en el baño a matarse a pajas.

No. Estaba casi seguro que eso es lo que había pasado.

En ese instante el silbato del profesor de gimnasia interrumpió mis absurdos pensamientos, trayéndome de vuelta a la realidad.

-¿En qué mierda estas pensando, Patterson? ¡Concéntrate en el partido! -me gritó el profesor.

-Lo siento... -me disculpé a regañadientes.

-Howard -lo nombró el profesor -, hazte a cargo de mientras. Yo tengo que ir a hacer unas cosas. En seguida vuelvo -Howard sonrió satisfecho.

¿A Howard? ¿En serio, profesor?

¿No se supone que yo era el capitán del equipo...?

-Ya puedes ir despidiéndote de tu preciado puesto, Patterson -me echó en cara Howard, una vez que se marchó el profesor del gimnasio.

-¿Uh? -me giré a mirarlo, lanzándole una mirada asesina-. ¿A qué viene eso?

-¿Es que acaso no es obvio, Patterson? -soltó una carcajada -. ¿No eres tú el capitán del equipo? ¿Entonces por qué no te dejó a cargo de la clase a ti? Además... últimamente todos hemos notado lo desconcentrado que te encuentras mientras jugamos a partidos importantes.

Al oír esas palabras, me tensé y me mordí el labio inferior de la frustración. De la frustración por saber que tenía razón.

Desde que me habían entrado esos dolores de cabeza, no había estado jugando como siempre había hecho. Estaba consciente de ello y por eso sus palabras me habían afectado más de lo normal.

-Quizá porqué no soy un lameculos como tú -opté por decir, con una sonrisa igual de sarcástica. Ocultando con mi sonrisa lo que verdaderamente sentía en este momento.

Tal y como esperaba, Howard se puso rojo de la rabia y fue directo hacia mi camiseta, de la cual me agarró violentamente.

-¡Repite eso, maldito maricón! -exclamó Howard furioso, causando que todas las miradas se posaran en nosotros.

No hice nada. No valía la pena desperdiciar mi saliva con este imbécil. Simplemente me limité a desafiarlo con la mirada.

Si esto hubiese ocurrido hace tiempo, probablemente yo habría sido el primero en golpearlo.

Pero así era cómo pensaba el Derek de hace tiempo. Ya no era él mismo de antes.

Ahora sentía que verdaderamente no quería hacerlo. Que no podía ni quería volver a golpear a nadie más.

Cada vez que golpeaba a alguien, sentía como si perdiese el control y la cabeza. No sabía cómo detenerme y ningún golpe era suficiente para mí. Me metía tan en ello que perdía incluso la noción del tiempo.

Y no quería eso.

No quería volverme así otra vez. Alguien que solo sabía comunicarse a través de sus puños.

No quería convertirme en alguien como mi padre...

-Si vas a golpearme, que sea rápido -lo provoqué, mirándolo con indiferencia.

Eso no hizo más que enfurecer todavía más a Howard. Cuando su puño estaba a punto de chocar contra mi cara, Red y Riley, quienes acababan de llegar, intervinieron en la pelea.

Habían venido corriendo hasta aquí. Como si alguien los hubiera llamado.

¿Pero quién había sido...?

No tuve que pensarlo mucho. Detrás de ellos, se encontraban el chico de las gafas y la pelirroja. Los amigos de Riley. Y también Ryan y Sean.

Heh, qué momento más emotivo. Se parecía a unas de esas típicas escenas de amistad en las películas.

Pero por muy cliché que fuera, no pude evitar sentirme algo feliz.

-Suficiente -intervino Red -. Suéltalo -agarró del brazo a Howard de forma violenta.

-¿¡Otra vez tú? -exclamó sin poder creérselo Howard-. ¿Qué eres acaso? ¿¡El defensor de los gays de este instituto?!

Red contuvo una risa.

-No realmente -negó -. Si lo fuese de verdad, no estaría a punto de darte una paliza -le mandó una indirecta que lo dejó rojo y mudo de la vergüenza.

Aprovechándose que lo había tomado desprevenido, Red terminó por partirle la cara de un puñetazo.

Howard, de inmediato, cayó al suelo.

Y una vez más, no pude entender cómo podía Red acabar con alguien solo por medio de un puñetazo.

-¿Por qué habéis llamado a Red? -les pregunté a Ryan Y Sean. Sabiendo que ellos dos solos podrían haber perfectamente interferido en vez de Red.

Aunque como mejores amigos míos que eran también sabían que eso afectaría mi orgullo y que no se los perdonaría.

¿Era por eso que habían acudido a Red, no?

-En realidad el idiota de Ryan estuvo a punto de ir a abalanzarse contra Howard, pero yo lo detuve -explicó Sean -. El que tuvo la idea en realidad fue Steve.

¿Steve...? ¿Por qué?

Ni siquiera éramos amigos ni nada.

-G-Gracias -me obligué a decir, desviando mi mirada algo roja de la vergüenza.

-No es nada -hizo media sonrisa Steve-. Más bien deberías agradecérselo a Red.

-No. Yo debería agradecértelo, Patterson -interrumpió Red -. Gracias por haberme dado la oportunidad perfecta para golpear al bastardo de Howard. Realmente... su cara es mejor que un saco de boxeo -sonrió de manera siniestra para sí mismo.

Todos rodamos los ojos ante su actitud despreocupada.

-¿En serio, Red? -suspiró Riley.

Aunque en el fondo, tanto Riley, como yo, sabíamos que Red solo había dicho eso para que no se notara que se había preocupado por mí.

Era difícil de creer, pero sí. Red Waters también podía avergonzarse.



NIKO

Ya habían pasado unas horas desde que había entrado al instituto. Y el tiempo, aún así, parecía que pasaba mucho más lento de lo normal. Y es que tampoco había manera de que me concentrara en la clase.

¿La razón de todo esto?

Andrew Patterson.

Se supone que hoy me iba a mandar un mensaje con la fecha y hora de nuestra salida, pero hasta ahora no había recibido nada.

Sabía que todavía era muy temprano, pero el también estaría en la universidad a estas horas, ¿no? ¿Entonces que le costaba agarrar el maldito móvil y enviarme un mensaje?

Y a mí... ¿Porqué me importaba tanto el que lo hiciera o no?

¿Es que acaso tenía tantas ganas de verlo? ¿Qué mierda me estaba pasando?

Esto no era normal. Lo qué sentía no era normal.

A mi no me podía gustar... A mi simplemente no me podía gustar aquel depravado.

Mi problema no era que fuese un chico. Eso era lo de menos. Mi problema era él en sí. Por cómo era.

Andrew, era diferente a todo lo que había conocido antes. El problema conmigo mismo era mi problema con él.

Si tuviese que definir en una palabra a Andrew aparte de pervertido, esta sería: Único.

Y quizá... tuviese miedo por eso. Miedo a lo diferente que Andrew era a mí. Miedo a que me atrajese por esa misma razón. Miedo a lo que me hacía sentir solo él.

Miedo a la posibilidad de enamorarme otra vez.

Justo en ese momento, mi móvil sonó con un pequeño pitido, avisándome que me habían mandando un mensaje.

Rápidamente y como si me fuese la vida en ello, agarré el móvil para leer el mensaje. Esperando llevarme un alivio lo único que me llevé fue una gran decepción.

Era un mensaje de mi madre.

Mi sonrisa ladeada se descompuso al instante y me quedé con las ganas de maldecir a Andrew unas mil veces y de estrellar el móvil contra la pizarra de la clase.

Maldito seas, Andrew.




* * *



Las clases habían concluido y ahora estaba saliendo del instituto para marcharme a casa.

Ese sería más o menos el resumen de todo lo que había pasado hoy.

Ah, sí, me olvidaba. No había recibido ningún puto mensaje de Andrew.

Con un humor de perros caminé hacia la salida, solo para encontrarme, -y para mi sorpresa- al causante de mi mal humor, quién estaba fuera y alejado de los estudiantes que salían del edificio.

-Quería darte una sorpresa -dijo nada más haberme visto.

Su patética justificación no hizo más que aumentar las ganas que tenía de golpearlo en este momento.

-¿Una sorpresa? -repetí, sacándome los auriculares -. ¿No podías mandarme un mensaje? ¿Un mísero y corto mensaje con una estúpida fecha? -espeté molesto.

-Woah. Cálmate, Nikita -alzó las manos, sonriendo divertido -. Te lo acabo de mandar justo ahora cuando he llegado.

-Cállate, Andrew -lo silencié todavía más furioso -. Cállate antes de que yo te obligue. Por tu culpa no he hecho más que pensar en ti todo el maldito día...

Andrew abrió los ojos asombrado ante lo último.

-¿Y ahora me mandas el mensaje? ¿¡No podías habérmelo mandado antes jodido idio--?!

Antes de que pudiese completar mi oración, Andrew atrapó mis labios entre los suyos, callándome de un beso.

-¡N-No me beses, depravado!-rechiné los dientes, enrojecido.

Antes de que pudiese continuar insultándolo aún más, Andrew volvió a besarme.

-Lo siento... -rompió el beso para explicarse -. No es que quisiera darte una sorpresa. Yo también tenía ganas de verte, Niko -se sinceró, mirándome de la misma forma. De una forma igual de sincera.

En ese momento sentí toda mi furia disiparse. Así como sí nada.

''Yo también tenía ganas de verte''

Con tan solo esas seis palabras, Andrew, había logrado hacerme olvidar lo mucho que estaba enojado con él.

Mi enojo fue reemplazado por un gran y notable sonrojo en mis mejillas.

-Si tanto querías verme... haberme mandado un mensaje diciéndolo -respondí finalmente -, jodido depravado.

Andrew sonrió a mi respuesta.

-¿Sigues queriendo salir conmigo, entonces?

-No es que quiera -rectifiqué alzando una ceja -. Te dije que solo era para agradecerte lo que estás haciendo.

En realidad si quería.

Quiero decir... no me desagradaba la idea ya que no lo pasaba tan mal con Andrew.

Eso sí. Cuando Andrew tenía la boca cerrada y no me acosaba sexualmente.

-Sí, sí, ya me dejaste claro eso -murmuró Andrew haciéndose el decepcionado -. ¿A dónde tienes pensado llevarme?

-Ni creas que voy a llevarte a un motel -le avisé.

-Eres un mata ilusiones, ¿sabes?

-Gracias por el cumplido -repuse con una sonrisa ladeada.

-Ahora en serio, ¿a dónde tienes pensado llevarme como agradecimiento? -Sus ojos reflejaban curiosidad.

-Secreto -No quise decírselo, más que nada para picarlo -. Sube al coche y yo te diré por dónde tienes que ir.

Andrew suspiró resignado.

-Tus deseos son órdenes, princesa Nikita -sonrió malicioso a lo último a lo que yo le di una patada en la espinilla.



* * *



¿A dónde tenía pensado llevarlo? Ni yo mismo lo tenía claro.

Es más, si Andrew no me hubiese formulado la pregunta hace rato, no se me habría ocurrido nada hasta ahora.

Y sinceramente... no estaba muy satisfecho con mi decisión final.

¿Llevarle a aquel sitio era la forma correcta de agradecerle a Andrew?

Para nada.

Quizá... a este punto ya me daba igual agradecérselo o no. Tan solo quería pasar tiempo con él. Y que él pasara tiempo conmigo.
Y también quería conocer más sobre él y que él conociese más sobre mí.

¿Me iba a arrepentir de esto luego? Sin duda alguna.

-Es aquí.

Andrew con una expresión que decía ''por fin'', detuvo el coche y pocos segundos después, los dos bajamos del coche.

-¿Y esto? -sonrió, mirando con atención hacia arriba.

Lo que leyó Andrew había sido una placa con las palabras ''Academia de música Hawthorne'' inscritas.

-Entra y no preguntes -le dije, sintiéndome avergonzado de repente.

Caminando por delante de él y por el extenso pasillo lleno de numerosas puertas, lo guié hacia mi clase. La de violín.

La cual en este momento se hallaba con unos cuántos compañeros míos.

Mierda. Normalmente estaba vacía...

De inmediato todos mis compañeros clavaron sus miradas llenas de interés en nosotros. Sobre todo en Andrew.

-¡Niko! ¿Quién es este chico mayor? -llegó corriendo la pesada que siempre insistía en hablarme por más que la ignorara.

Y no solo a ella. A todos.

No quería hablar con nadie porqué prefería estar solo.

Los amigos solo te traían problemas y casi siempre te traicionaban. Igual que tu pareja.

-¿Tu hermano? -habló por ella una amiga suya.

-¿Tu novio? -se entrometió otro más.

Esa última respuesta causó que me sonrojara levemente y que Andrew retuviese una risa.

-Espero que por tu bien eso solo haya sido una broma -lo amenacé a lo que él tembló como una hoja.

-¡C-Claro que sí! -rió nervioso.

-Que sepas que me acabas de romper el corazón, Nikita -bromeó Andrew, haciéndose el dolido, en un susurro que solo yo pude escuchar.

-Pfft, cállate -rodé los ojos.

-Niko -me llamó suavemente -. ¿Por qué me has traído aquí? -quiso saber.

-Ni yo mismo lo entiendo-musité -. Creo que es por qué quería abrirme a ti...

Andrew por primera vez, se había guardado su típico comentario pervertido. Más bien se quedó mirándome expectante. Cómo esperando a que continuara con lo que iba a decir.

-No tengo una muy buena relación con mi familia -comencé, cruzándome de brazos y apoyando la cabeza en la puerta de la clase -. Empezando por mi madre a la que no le importo, mi padrastro y mi hermanastro, Red. A mi hermano mayor, Red, no es que lo odie. Más bien, le tengo envidia. Siempre le he tenido envidia. Siempre ha tenido todo lo que yo siempre he deseado. Incluido el talento en la música. Mientras él es un genio tocando la guitarra y cantando, yo soy un desastre en ambas cosas. Y cuándo se marchó de casa para irse a vivir con sus hermanos pequeños, mi relación con él, o por lo menos mi opinión sobre él, solo empeoró todavía más. Toda la responsabilidad, que se suponía que era la suya como hermano mayor, cayó sobre mí. El negocio de mi padrastro, mis estudios y las innumerables clases particulares a las que me había apuntado mi madre. Mi madre también fue quién me obligó a entrar a esta academia a tocar el violín. Y aunque me opuse al principio, inesperadamente me acabó gustando. Se puede decir que es lo único que le puedo agradecer a esa mujer. Porqué el violín me ayuda a liberarme. Es la única manera que encuentro de transmitir mis sentimientos. Aunque sea a través de la música. Básicamente, desde que Red se marchó de casa no he tenido ni un momento de descanso. Aunque hubo alguien. Una única persona que me hacía escapar de esta horrible realidad por lo menos por unas horas. Pero esa misma persona, la que creí que era mi salvadora, fue la que acabó traicionándome de la peor manera.

Andrew no dijo nada y tampoco me interrumpió. Estaba dispuesto a escucharme.

Y eso era justamente lo que necesitaba. Alguien que me escuchara.

-Ella fue la razón por la que te eché aquella bronca sobre el amor ese día -lo miré directamente a los ojos, mientras decía esto -. La odio. Y sigo odiándola por todo lo que me ha hecho, pero por alguna razón ya no siento ese odio profundo dentro de mí. Quizá por qué gracias a ella te he conocido. Y también porqué gracias a esa mala experiencia en el amor con ella, hablé contigo aquel día.

Andrew quién había estado escuchándome todo este tiempo atentamente y con una expresión de seriedad en su rostro, se le notó sorprendido por lo último que le había dicho.

-¿Debería tomarme eso como una confesión esta vez? -preguntó con una media sonrisa.

-No necesariamente como una confesión de amor-le corregí, ruborizándome -. Pero sí... lo que acabo de decirte es cierto y es lo que siento. Realmente me alegro de haberte conocido, Andrew. A pesar de que nuestro primer encuentro no haya sido de los mejores.

-¿Entonces soy algo como tu salvador? -dijo tras pensárselo mucho.

-Algo así -respondí no muy convencido.

Ni yo mismo estaba seguro de que era Andrew exactamente para mí.

-Bueno... me conformo con eso -volvió a sonreír Andrew-. Y tampoco es que me queje, en solo unos días pasé de ser tu acosador depravado a tu salvador -bromeó con una sonrisa socarrona.

-Que bueno que seas tan optimista -me burlé.

-Cada vez más siento que mi sueño húmedo contigo está a tan solo un paso de convertirse en realidad-terminó por decir con una sonrisa pícara, quitándome todas las ganas que tenía de burlarme.

¿Por qué siempre tenía que estropearlo todo?

Jodido depravado.



RILEY

Llegué a casa agotado.

Aunque teniendo en cuenta todo lo que había pasado hoy era normal que me sintiera así.

Mientras que Derek subió las escaleras para irse a la habitación que compartía con Ian, yo fui a la cocina a ver que había dejado Ian preparado antes de volver al trabajo.

Cabía decir que Ian había mejorado mucho cocinando, así que lo que había preparado tenía por lo menos buen aspecto.

El problema era que tampoco tenía tanto apetito, así que después de sacar unas galletas, fui a abrir la nevera, decidiéndome por un vaso de zumo de naranja.

El caso es que justamente en ese momento el timbre de la casa sonó.

Molesto por la interrupción, fui de malas ganas hacia la puerta, mientras bebía del zumo.

Al abrir la puerta, sin embargo, de la sorpresa, o mejor dicho... llevándome el susto del siglo, acabé escupiendo el zumo sobre la persona que había tocado el timbre.

Vladimir Volkov.

¿Qué diablos hacía este hombre aquí? Esa fue una de las muchas preguntas que se me pasaron por la cabeza en aquel momento.


------------------

Después de un capítulo tan intenso, Riley va y le escupe sin querer el zumo a la cara del padre de Red. Que final más perfecto, ¿no? :'D xD

A los que estáis preocupados por la virginidad trasera de Red, os puedo decir que ni yo tengo una clara idea de si Riley o mejor dicho RE:, lo va a lograr ukear (?) Probablemente no o probablemente sí. Solo voy a decir que yo tampoco me imagino a Red siendo ukeado (?)

Y en cuánto a Niko y a Andrew solo puedo decir: ASDFJKDLDLDQUEADORABLESSONPORSATÁN (?) Espero que eso se haya entendido más o menos (?) xd


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro