Capítulo 37 ''Venda en los ojos''
¡Hola! ya llegó por quien lloraban(?) sobre la leche derramada ( ͡° ͜ʖ ͡°) okno xd
Esta vez he tardado en subir capítulo más de lo previsto, debido a que me ocurrieron una serie de cosas que se podrían definir como 'malas' a lo largo de la semana, y estas cosas me pusieron de un humor pésimo y me dejaron con ganas de hacer rodar cabezas (?). Con decir que tuve problemas con la policía (que por suerte se arreglaron), lo digo todo. Y mejor no pregunten por qué...(?)
Por otra parte, ocurrió una cosa un tanto divertida xD el miércoles leí un manga yaoi en medio de clase(?) Casi me pilla un compañero de clase mía pero... #YOLO y Olé mis cojones.
Sí, cojones. Si, soy un chico.
Bueno, dejando mi rollo, espero que os guste el capítulo :)
Por cierto he cambiado la portada de Online (como siempre xd) Son Ian y Derek -inserte corazón caguai aquí-.
-La foto del capítulo es de Ian y Derek *muere*
----
DEREK
Tenía que aceptarlo. Estaba atemorizado. ¿Era por su tono de voz? ¿Por la expresión que llevaba en este momento? ¿O era más bien... que de todo esto lo que más me daba miedo era lo tan grave que podía ser el contenido de aquel documento policíaco?
Era un hecho que estaba asustado, pero no se lo dejaría hacer ver. No. No le daría ese gran placer. No me rendiría ante él.
Mis ojos expresaban temor, pero poco a poco recuperé la confianza y también el habla.
-¿Tú? -me mofé -. Oh, venga ya, Ian. Tú no serías capaz ni de matar a una mosca... perro ladrador, poco mordedor -solté con una sonrisita-. Siempre me amenazas y al final no acabas haciendo nada.
-¿Me estás retando? -su mirada se endureció todavía más, y me apretó con más fuerza de la muñeca. Dolía, pero decidí sonreír irónico, para que no se notara -. Maldito crío.
-Ian... ¿Qué coño pasa contigo? -adopté esta vez una expresión seria -. Hace rato... en el coche... me acababas de convertir en tu prometido, ¿y ahora que te enteras que he rebuscado un poco en tu habitación te cabreas de esta manera?
-Eso no tiene nada que ver, no mezcles mis sentimientos por ti con algo tan delicado como esto -dijo -¿Por qué estabas rebuscando entre mis cosas en primer lugar? -exigió saber.
-Estaba aburrido y solo... -musité -. No encontré otra manera de entretenerme. Tan solo sentía curiosidad... -me justifiqué apartando la mirada.
-¿No has oído nunca que la curiosidad mató al gato?
En ese momento juraría que todo mi cuerpo se tensó. Segundos después de haberlo dicho, Ian pareció tranquilizarse y retiró su mano de mi muñeca, lo cual fue un gran alivio para mí.
-Derek... -susurró suavemente -. Puedes rebuscar dónde quieras, ya te dije una vez que mi casa es como si fuese la tuya. Mucho más ahora que estamos prometidos... pero, lo de rebuscar entre mi estantería, no. ¿Entiendes?
-Pero... es que... ¡Joder, Ian! -me quejé frustrado-. ¡Solo fue un pûto álbum de fotos lo que quería chismear! Me encontré con el documento por accidente, nada más. Además... si no querías que lo viese deberías haberlo escondido mejor, y si no querías que andase rebuscando entre las cosas que guardas en tu estantería de tu habitación, podrías decirme de que trata el dichoso documento de una vez, ¿no crees?
-¿Por qué quieres saber de qué trata tanto, Derek? -cuestionó cruzándose de brazos.
-¿¡Tú qué crees!? ¡Es por qué lo ocultas tanto! ¡Cómo si te diese miedo que descubriera de qué puede tratar! -exclamé incrédulo ante su actitud -. Encima cuando me dicen que no haga algo, lo hago. Y si no me dicen lo que quiero saber, lo intento descubrir por todos los medios. Amenazarme no funciona conmigo, Ian. Menos aún cuando sé que no vas a cumplir. Como ya dije antes... Perro ladrador, poco mordedor -finalicé entrecerrando los ojos con una sonrisa ladeada.
En ese momento la mirada de Ian se oscureció y me agarró esta vez del brazo, arrastrándome al amplio y cubierto parking del hospital, dónde había dejado aparcado el coche.
-¡¿Qué se supone que estás haciendo ahora?! ¡Suéltame idiota! -vociferé una vez que nos detuvimos enfrente del coche.
-Voy a demostrarte lo poco mordedor que soy -me susurró al oído, y me empujó suavemente por la espalda, causando que me inclinara sobre el capó de su coche y que mi mejilla derecha se apoyara en la superficie.
No... no podía. ¿Acaso tenía pensado tomarme aquí mismo? ¿Ahora? ¡¿En un jodido lugar público?!
Ian se pegó más a mí para que no me moviese, apretándome por la espalda con una mano, quedando sus piernas abiertas pegadas a mi trasero. Con su otra mano libre, se desanudó la corbata y luego se quitó el cinturón, con el que comenzó a atarme las manos.
-¡Ian, no! ¡No... no quiero hacerlo aquí!
-Estate quieto -ordenó mientras pasaba su corbata por mi rostro para taparme los ojos.
-No...quítame esto, no puedo ver nada. Ian, esto no me gusta...
-Quizá es por qué no quiero que veas nada... -murmuró mordiéndome el lóbulo de la oreja arrancándome un jadeo que logré contener-. Por qué no quiero que sepas nada. Nunca...-masculló esto último apenas audiblemente.
Sí. Era cierto. Ian me había colocado una venda en los ojos, y como consecuencia había terminado loco por alguien del que no sabía casi nada.
-Bien... entonces si vas has hacerlo, hazlo de una maldita vez, joder...
-¿Sabes? Siempre he querido hacer esto...
-¿Viôlarme un lugar público? -reí irónico.
-Dominarte -declaró comenzando a mover su pelvis contra mi trasero, lo cual me llevó a retener varios jadeos, mordiéndome el labio inferior -. Voy a hacer que te rindas completamente a mí y que dejes tu orgullo de lado -volvió a susurrar mientras pasaba su mano por mi rubia cabellera.
Acto seguido, acercó sus labios a mi nuca y me mordió con fuerza allí. Inconscientemente comencé a alzar mis caderas entre gemidos mientras Ian me besaba y mordía en aquella zona. Me estaba quedando rápidamente sin fuerzas.
Estaba a oscuras e inmóvil. No podía ver, ni moverme y ahora ni siquiera tenía las fuerzas para poder resistirme a él. Estaba perdiendo toda la razón.
-Ian... me duelen las muñecas... -supliqué jadeante, deseando que me desatara las manos de una vez.
-No puedo soltarte todavía -repuso -. Si no... ¿qué clase de castigo sería este? Por cierto... baja la voz. Nos podrían escuchar.
Tenía los ojos vendados. No podía ver nada, y aún así, juraría que en ese instante Ian había sonreído cínicamente. Volví a gemir al sentir el roce de su erección contra mi trasero y Ian terminó de desabrocharme los pantalones hasta bajarlos por completo junto a mis bóxers. Nuevamente sentí otro gemido venir y me mordí la mano reteniéndolo.
¿Por qué me sentía de esta manera? ¿No debería estar disgustado? Debería odiar que me destruyan el orgullo así...
Ni siquiera era capaz de respirar...
-Maldito seas... Ian... no sabes... hah... cuanto t-te o-odio.
-¿Ah sí? Bueno, pues no creo que tu cuerpo opine lo mismo... -murmuró divertido e introdujo lentamente un dedo en mi entrada, haciéndome temblar y soltar un gemido agudo, corto, pero a la vez intenso.
-Me encanta oírte gemir... -susurró cerca de mi oído provocativamente a la vez que seguía moviendo el dedo en mi interior.
De pronto, sacó su dedo, dejándome extrañamente vacío y me subió encima del capó del coche. Mis piernas estaban abiertas, a merced de él.
Comencé a temblar nervioso y a la vez... ansioso. Por qué muy en el fondo, ser domado de esta manera por Ian, era mi fantasía más oculta. Aquella que siempre había negado.
De manera inconsciente me acerqué a sus labios, supe que los había encontrado cuando sentí el aliento de Ian sobre mi boca, sin embargo, este, no me besó.
-I-Ian... -lo llamé desesperado.
Por que sí. Estaba desesperado. Desesperado por poder verle, besarle y por tener completo control de mis acciones. Era desesperante no poder hacer lo que quería y deseaba.
-No -dijo con voz ronca y me mordió la clavícula arrancándome otro gemido sonoro.
Dejé escapar varios gemidos y Ian, finalmente me desató las manos. Tomándome del mentón unió su boca con la mía en un beso. Correspondí al beso con pasión y desenfrenadamente. Aunque el que controlaba el beso verdaderamente era Ian.
Hasta que de pronto dejó de besarme. ¿Qué tenía pensado hacerme ahora?
-Ábrete de piernas... -demandó.
Resistí las ganas de insultarlo y tragué saliva, haciendo lo que me había pedido. Lo próximo que ocurrió no me lo podría haber esperado. De repente, sentí algo húmedo y caliente alrededor de mi entrada. Su lengua. Solté otro gemido y los dedos de las manos y de los pies se me doblaron del placer. El momento en el que la introdujo un poco, grité desesperado por más.
-¿Quieres más?
Maldito seas Ian. Tú sabes que sí.
Todo iba tan lento y suave, que ya no podía aguantar más. Necesitaba con urgencia que Ian me tomase con fiereza. Quería sentirlo dentro de mí cuánto antes...
-Ngh... sí... -asentí levemente con la cabeza.
-¿Dime que es lo que quieres? -cuestionó cambiando su lengua por dos dedos que metía y sacaba.
-¡Ah!... Basta... tú... sabes... ah... bien... lo... que... quiero... idiota... -musité entre jadeos y gemidos.
-Si no me lo dices claramente... no podré entenderte... -dijo con malicia -. Vamos, dime, ¿qué es lo que quieres? -se detuvo en contra de mis deseos.
-Q-Quiero... que... me la metas... -murmuré muerto de la vergüenza y sonrojado hasta las orejas.
-¿Meterte el qué?
Ahora sí que se había pasado. Cabrón. Me mordí el labio y dejé atrás todo el poco orgullo que me quedaba.
-A-Ah... Q-Quiero... que... me metas... tu p-pôlla... hasta... el fondo... -supliqué -. ¡F-Fôllame... Ian!
No hubo falta alguna que añadiese nada más. Ian entró dentro de mí, de una embestida que hizo que mi labio inferior sangrase debido al gemido que había tratado de contener al mordérmelo
-¿No deseas... hacerlo más rápido? -le provoqué mirándolo lleno de deseo - Hazlo.... -mascullé entre jadeos mientras recibía sus lentas penetraciones.
-¿Me estás provocando? -arqueó una ceja divertido. Y esto pude verlo, por qué la venda por sí sola se había caído. Y Ian no se había molestado en recogerla.
-Para nada... ¡Ah! -me vi interrumpido por mi propio gemido al notar que la punta de su miembro había logrado rozar mi zona más sensible. Mi cuerpo entero se arqueó.
-Veo que estás desesperado... -puntualizó Ian con esa voz ronca y sensual que tenía y posó ambas manos en mis nalgas, apretándomelas y sosteniéndome de allí.
En poco tiempo, las embestidas de Ian se tornaron aceleradas. El placer era inmenso. Tan inmenso que no lo podía soportar.
-¡Ah, Ian! ¡P-Para... por favor...!
-¿Por qué, cuando lo estás disfrutando tanto? -respondió de vuelta burlón, y profundizó y aceleró todavía más sus penetraciones.
Lo odio. Lo odio. Lo odio... y a la vez lo amo tanto... ¿Cómo podía ser eso posible?
-Hah... M-Maldito... Pedobear...
Un quejido salió de mi boca cuando Ian salió repentinamente de mí. ¿Por qué? ¿Era por qué le había dicho eso?
-No... por favor... no pares -supliqué con las mejillas enrojecidas y húmedas-, Ian -moví la pierna para darle un golpe en el muslo, dándole a entender que quería que continuase.
-¿No eras tú el que quería que me detuviese? -sus labios se curvaron en una sonrisa pérfida.
-C-Cállate... jodido pervertido.
En respuesta, Ian me mordió el lóbulo oreja con fuerza, causando que lanzase un gritito de dolor.
-Eso te pasa por malhablado... -me lamió la zona que había mordido y volvió a meter su miembro dentro de mí, encontrando mi punto especial de nuevo y recobrando en seguida el ritmo de las penetraciones que llevaba antes.
-¡Ngh! ¡A-Ahn... m-más f-fuerte, Ian!
Ian, había conseguido que me rindiese completamente ante él. A este punto me daba igual lo que hiciera conmigo.
-¿Ahora quién es el pervertido? -cuestionó con una sonrisa arrogante mientras me embestía brutalmente.
No podía ni hablar y tampoco podía pensar con claridad.
-¡Ah! Y-Yo... d-definitivamente... m-me... vuelvo... un... p-pervertido... cuando... estoy... contigo... Es... tu... culpa...ah... -Ian sonrió satisfecho con mi respuesta.
Bésame. Muérdeme. Tírame del pelo. Hazme gemir. Destrózame.
-¡Ian... Ah...Ian... me voy a correr! -exclamé, minutos después, sintiendo que no podía aguantar más.
-Y-Yo también...
Pocos segundos después, Ian, se corrió, llenando mi interior por completo. Mi espalda se arqueó y llegué al orgasmo más intenso que había tenido nunca.
* * *
Tras aquel incidente... en el parking del hospital, los dos volvimos a casa. Nos dimos una ducha y bajo las gotas de agua que resbalaban sobre nuestro cuerpo, compartimos un beso igual de húmedo.
Sin embargo, ninguno de los dos volvimos a tocar aquel tema del documento de nuevo. Ian decidió creer que realmente no había leído nada y yo por mi parte, decidí hacer como si nunca me hubiese encontrado con ese documento. Si Ian me lo estaba ocultando, sería por una buena razón, ¿no? Además no quería que por culpa de un estúpido asunto como este, nos peleáramos de verdad. Ian tenía pensado guardar de que trataba aquel documento, y yo no iba a meter mis narices dónde no me llamasen.
Pero... había algo sobre los secretos. Y es que los secretos no son efímeros, y por tanto, tarde o temprano se descubren.
-Hey -me llamó Ian quien se encontraba recostado en la cama al lado mía a la vez que me tenía envuelto en sus brazos.
-¿Sí?
-Me he pasado con lo de antes... te debo una disculpa.
-¿Por el castigo o por cómo te pusiste por el documento? -concordé con él de forma indirecta.
-No es que te hayas quejado mucho con lo primero... -sonrió descaradamente a lo que yo me sonrojé.
-I-Idiota... -dije entre dientes -. No tengo... nada que disculparte. Yo no debí rebuscar entre tus cosas en primer lugar...
-Y yo no debí haberme cabreado de esa forma contigo... -susurró lleno de remordimiento -. Lo siento... tú eres el único al que no quise haber tratado de esa forma.
Joder... maldito Ian. ¿Por qué con tan solo unas pocas palabras hacía que me olvidase de todo? ¿Tanto lo amaba? ¿Era posible amar tanto a alguien?
-¿Eso quiere decir que no soy la primera persona que se ha encontrado con ese documento? -pregunté ingenuamente.
-No -negó -. Riley también lo encontró. Por suerte... no lo leyó y tampoco lo abrió nunca.
-¿Le echaste una bronca al igual que a mí? -sonreí de lado.
-Algo parecido... -lanzó un suspiro.
Entrelacé los dedos de mis manos con los suyos y entonces nos quedamos en completo silencio. Un silencio que llenamos con nuestras miradas.
-Derek... -me nombró rompiendo el silencio.
-¿Qué?
-Siempre he pensado... que realmente no te merezco...-dijo con mirada sombría y no añadiendo nada más. No añadiendo la razón por la que decía algo semejante.
-N-No seas ridículo... -farfullé-. Me importa una mierda que pienses que no me mereces, por qué yo me siento afortunado de tenerte a mi lado. Yo... solo quiero estar contigo y nada más. Te amo, Ian.
-Yo también te amo, Ángel-declaró mirándome fijamente y me besó tiernamente en la sien -. Te amo incluso cuando estás enojado conmigo e incluso cuando yo mismo te irrito y te hago enojar. Quiero ser la razón por la que sonrías y por la que estés riéndote cada día y quiero estar contigo, quererte y protegerte durante el resto de mis días...
-Lo sé... yo también...-murmuré emotivo, sintiendo que el corazón se me saldría del pecho de un momento para otro -. Y el anillo que te me has dado es la mejor prueba de ello -me abracé con fuerza a él.
Esta era una promesa. Una promesa que nos habíamos hecho el uno al otro. Una promesa en la que nos prometíamos que pase lo que pase, nunca dejaríamos de amarnos y que estaríamos juntos. Siempre.
Sí, cursi. Pero sí el amor era el que te hacía cursi, entonces no tenía ningún problema con ello.
* * *
-¡Hey despierta dormilón! -escuché exclamar una voz masculina.
Antes de que me diera tiempo a cuestionarme a quién podía pertenecer la voz, su mismo dueño se sentó sobre mí, dejando que todo su peso cayera sobre mí.
Fuera quien fuera, me lo cargaba.
Me incorporé velozmente sobre la cama y asesté un golpe con el puño a ciegas el cual lo esquivó rápidamente Riley. ¿Desde cuándo se había vuelto tan ágil el ojos de pez muerto?
-Hasta que por fin despiertas -suspiró -. Te he estado intentando despertar desde hace rato. Más bien, agradece que no te hubiera tirado de la cama como solía hacer con Ian -se aguantó una risita. Y admito que al imaginármelo hizo cambiar mi mal humor mañanero. Sin embargo, solo por unos pocos segundos.
Luego bufé y salí de la cama a regañadientes.
-¿Y Ian? -pregunté mirando de un lado para otro.
-Se fue al trabajo mucho antes -repuso Riley despreocupadamente-. Vístete rápido que llegamos tarde.
-Has cambiado... -observé sin darme cuenta.
-¿Eh? -se giró a mirarme sorprendido -. ¿A qué te refieres?
-No sé cómo decirlo... pero... desde que estás con Red, estás más alegre y animado. Antes solías ser frío y arisco -sonreí ladeado.
-Lo mismo digo -sonrió con los ojos entrecerrados -, Estás menos agresivo, menos descerebrado e incluso mono. Ian realmente saca lo mejor de ti.
No pude evitar sonrojarme.
-No digas cosas tan vergonzosas... ojos de pez muerto -me tapé la cara sonrojado.
-No más vergonzoso que tu... -carraspeó -. Erección matutina -señaló mi entrepierna.
Me sonrojé todavía más y maldije.
-¡¿P-Pero a dónde estabas mirando tú, ojos de pez muerto?!
-No sé -se encogió de hombros -. Supongo que desde que vi el bulto sospechoso que había en la cama mientras te intentaba despertar.
Esta vez fui yo quién tosió incómodo.
-Bueno... normal que te hayas fijado con lo grande que es... -alardeé con una sonrisa prepotente.
Riley puso los ojos en blanco.
-No creo que te sirva que sea tan grande si no la pones en uso... -contraatacó cruelmente -. Además yo la tengo más grande.
Estaba mintiendo. No, definitivamente me estaba mintiendo. Aunque sinceramente no sabía qué pensar... Era el hermano de Ian, después de todo.
-¡Sí claro!
-Es cierto -insistió Riley.
Nos miramos mutuamente competitivamente y nos quitamos los pantalones hasta quedarnos en calzoncillos, lo que ninguno esperó es que Red nos pillara en esa situación.
-Mejor ni pregunto.
-¡R-Red! ¡N-No es lo que parece! -se alarmó Riley.
-No, si es lo que parece, intentabais recrear una escena de Star Wars o algo parecido con vuestros sables láser, ¿cierto? -se burló Red con una sonrisa del mismo tipo.
-Era para... um... medir... -pausé. ¿Cómo cojones podía explicar lo que teníamos pensado hacer? -, ¿mira sabes qué? Olvida esto. Olvida que esto ha pasado. ¡Es más, tú no has estado aquí! ¡Adiós! -obligué a que Riley saliera de la habitación también para que me terminara de vestir.
-Dios... sois unos raritos -se echó a reír Red.
-Oh, vamos, tú tampoco es que seas muy normal, gángster ama dulces -lo miró mal Riley.
Red reprendió con la mirada a Riley.
-¿A quién llamas gángster? -cuestionó arqueando una ceja.
-Eh... quería decir ¿mafioso?
-¿Estás consciente de que no puedes ir por la vida gritándole a todas las personas que conozcas que soy un mafioso, no?
Bueno, una cosa estaba clara. Red prefería el término mafioso a gánster. Riley tragó saliva y rió nervioso. Red lanzó un suspiro y puso cara de exasperación.
-Sé que Derek es tu mejor amigo... pero el desneuronado y yo no somos precisamente mejores amigos del alma.
-Pero si le has defendido muchas veces...
-No es lo mismo -negó -. Si lo he hecho es porqué...
-Por qué en realidad... ¿es tu mejor amigo del alma y todavía no lo sabes? -sonrió ampliamente Riley.
Red rodó los ojos.
-Bambi... a veces... en serio que me dan unas ganas de...
Antes de que pudiese completar su frase, Riley se puso de puntillas y le robó un beso a Red.
-¿De callarme a besos? -volvió a sonreír.
Red atrajo a Riley hacia él y esta vez fue él quien inició un beso entre ellos.
-Algo así... -murmuró entre besos.
-Me pasa lo mismo contigo... -confesó Riley ruborizándose.
Finalmente, decidiendo que ponerme y ya vestido con lo que había escogido, salí de la habitación de Ian, solo para encontrarme a Red y Riley besuqueándose en el pasillo como si nada.
Podía haber vivido perfectamente sin haber presenciado eso.
-Riley -lo llamé para avisarle que había terminado.
Nada. Ninguna respuesta de su parte. Me entró un tic en la ceja y me encaminé en su dirección. Cuando me detuve en frente de ellos, di una palmada para llamar su atención.
-Oh. Que ya habías terminado -dijo Riley girándose a verme.
-¿Ahora te das cuenta? -pregunté algo irritado.
Tranquilo, que no pasa nada por haberme ignorado ni nada, eh. Vosotros seguid besándoos.
-¿Estás bien? Estás rojo, desneuronado -puntualizó Red con una sonrisa divertida.
-No te pienses cosas raras... no disfruté viendo vuestro ''espectáculo'' -hice mueca de disgusto.
-Cómo tú digas, tomatito -respondió sarcástico Red.
-¿T-Tomatito? -rechiné los dientes avergonzado.
-Es por qué siempre estás rojo -explicó vagamente Red.
-Ajá... -lo miré juzgadoramente - lo qué tú digas, fumeta.
-Ahora que lo dices, es cierto... -retuvo una risa Riley.
-¡Callaos! -los silencié enrojeciendo de la rabia.
-¿Ves? Te ves exactamente como un tomatito en este momento.
Agh. Si no me era suficiente con jock, derry-cherry, descerebrado o desneuronado, ahora era tomatito. Puta vida.
A Ian era el único al que dejaba apodarme y de aquella manera que tanto me gustaba. Mierda... que vergonzoso.
Una vez más, me volví a tapar la cara de lo roja que se había puesto.
* * *
-¡Sentimos haber llegado tarde! -gritamos al unísono Riley y yo fingiendo sonar culpables.
El profesor estaba justo por decir algo, o mejor dicho, estaba a punto de coger el borrador y tirarlo a nuestras caras, hasta que Red, quién se encontraba detrás de nosotros, pasó por delante de nosotros.
-Profesor, es cierto que hemos llegado tarde, pero cualquiera puede hacerlo. Incluso tú... ¿así que ningún problema? ¿No? -lo amenazó con la mirada.
Vale quizá no debería quejarme mucho por mi nuevo apodo. Esta era una de las quizá muchísimas más ventajas que había de ser amigo de un macarra.
¿Aunque no se supone que los jocks también dábamos miedo? Bueno, es cierto que últimamente había perdido peso... y también músculos...
Mierda y más mierda.
-N-No, por supuesto que no, señorito Waters -balbuceó el profesor de Ciencias.
¿Señor Waters? Pfft. Giré mi mirada en dirección de Riley y el también estaba muerto de la risa.
-Bien -sonrió falso de esa manera tan aterradora que solo Red sabía y se fue a sentar al lado de Riley.
Yo por mi parte, me fui a sentar con Sean y Ryan, quiénes me preguntaron preocupados que me había pasado ayer.
-Nada, os preocupéis, tan solo fue un dolor de cabeza... -le resté importancia-. Nada puede acabar con Derek Patterson -finalicé sonriendo arrogante.
-Claro... mala hierba nunca muere -sonrió divertido Ryan y le lancé una mirada fulminadora.
-¿Cómo la hierba que te fumas tú? Eso explicaría tu forma de ser...-se burló Sean y Ryan le clavó el bolígrafo en la mano.
-H-Hijo de puta... -lo insultó Sean aguantándose el dolor y le clavó el también un bolígrafo.
Hablando de dolores y dejando aparte los retrasos mentales de esos dos... no entendía por qué, pero repentinamente, había sentido una sensación parecida. Dolor de cabeza. Justo igual que ayer por la mañana.
- Mierda... -maldije adolorido y me llevé una mano a la frente.
Bueno... era cierto que ayer por la noche no había cenado nada. Probablemente se debe a eso. Realmente esperaba que solo fuera eso...
-¿Se encuentra bien, señorito Patterson? -interrogó el profesor y se oyeron unas cuántas risitas.
-La verdad es que no muy bien... -me sinceré.
-Una lástima... ¿Vuelve a casa, entonces, señorito Patterson?
Me volvía a llamar señorito Patterson y juro que le reformaba la cara a puñetazos.
-Eso creo... -murmuré bajando la mirada.
-¡No seas idiota, Derek! -saltó Riley a la conversación -. Tienes que ir al hospital.
-No, no es para tanto -mentí.
En realidad sí que era para tanto. Dolía y mucho. Y si me negaba a ir al hospital era más bien por qué tenía miedo de cuál podía ser mi diagnóstico.
Riley me miró mal y Sean y Ryan hicieron lo mismo.
-Derek, el nerd tiene razón... -concordó Ryan.
-No digas nerd, estúpido -Sean susurró y le dio un zape en la cabeza a Ryan.
-¡Ouch! -se quejó llevándose ambas manos a la cabeza.
-¿Puedo acompañarle, profesor? No quiero que esté solo... -pidió Riley.
-B-Bueno... -se lo pensó el profesor.
-Quédate - detuvo Red a Riley-. Un estudiante ejemplar como tú, bambi, no debería saltarse las clases -dijo en un tono un tanto irónico.
-¿Estás seguro? -le preguntó entre intrigado y extrañado por su intervención.
-Sí. Además, así me salto las clases... -le susurró al oído con una sonrisa ladeada.
-Tramposo... -murmuró Riley haciendo un puchero -. Ya decía yo por qué estabas tan dispuesto... -suspiró.
-Bueno, no iba a ser por la alma caritativa que soy, ¿no? -contestó irónico Red.
* * *
-Estás loco si piensas que voy a montarme en tu moto -seguí observando ese trasto de metal con miedo.
Red se cruzó de brazos y rodó los ojos.
-No seas un nenaza, Patterson. Vamos.
-No soy una nenaza... -bufé. Siempre me decía lo mismo -, simplemente no son lo mío -excusé -. ¿No podemos ir mejor en mi coche?
-¿Para qué nos estrellemos contra un árbol? -sonrió divertido -. No gracias, no quiero morir hoy.
-No tengo Parkinson. Solo me duele la cabeza -le recordé mirándolo mal.
-La moto, entonces -me ignoró totalmente.
-¿Cómo qué ''entonces''? ¡Si te acabo de decir que no!
-Tú eres el enfermo, yo soy el que está sano, por ende tienes que obedecerme.
-¿Qué clase de lógica de mierda es esa?
-Mi lógica -sentenció y me asesinó con la mirada.
Ah. Ya entendía por qué era una lógica de mierda. Obviamente, Red nunca se enteraría que había pensado eso. Prefería un dolor de cabeza que morir en sus manos.
-Cómo tú quieras -refunfuñé y me monté torpemente encima de su moto.
-¿Ves como no ha pasado nada, Patterson?
-Es por qué todavía no se ha movido, ¿quizá? -dijo lo que parecía ser obvio.
Red volvió a asesinarme con la mirada y tragué saliva.
Nota mental: No me convenía enojar a Red. Ese tipo daba mucho miedo cuando estaba enojado y cuando te mandaba sus famosas miradas asesinas.
Me agarré lo mejor que pude a él y como una media hora después, llegamos al hospital, completamente agotado, cabía decir. Y lo decía en singular por qué nada parecía agotar a Red. ¿Y si la teoría de que Red era el diablo -cual se había hablado en el instituto- realmente era cierta?
-¿En qué estás pensando? -cuestionó enarcado una ceja -. Vamos, entra -me dio una pequeña palmada en la espalda, obligándome a caminar.
Por suerte, la sala de espera no estaba tan abarrotada y no tardaron en atendernos. A mi muy pesar, el que tuvo que atenderme, fue el mismo doctor que el de ayer. ''¿Por qué tenía que ser él mi doctor permanente?'' Me lamenté.
-Chico... cada vez que te veo estás con un hombre diferente... -resaltó analizándonos a ambos con la mirada -. ¿Cuántos novios tienes tú, por dios?
Enrojecí violentamente ante su pregunta y Red contuvo una risa.
-¡Es solo un amigo! -aclaré a gritos.
Bueno, no exactamente...
-¿Estás aquí por qué tu novio núm. 2 fue duro contigo ayer por la noche o por lo de tus pruebas de anemia? ¿Cenaste bien ayer para ver si hubo algún cambio? -siguió interrogando el doctor.
Rebufé y rechinando los dientes me dispuse a contestar.
-Cabe aclarar que no fue lo primero porque era tan solo un amigo -recalqué cada palabra -. Y lo último... no. Ayer no pude cenar. Estaba cansado y me fui directamente a la cama.
-Ya veo... ¿entonces viniste aquí con tu novio núm.3 porqué te volviste a sentir mal?
Red estaba tan entretenido con la situación que en ningún momento se molestó en intentar aclararlo. ¡Jodido Red! ¿Por qué le gustaba hacer sufrir tanto a las personas?
-Sí -asentí -, vine aquí con mi amigo por qué volví a tener ese fuerte dolor de cabeza -corregí nuevamente.
-Ajá -asintió con levedad la cabeza -. Bien, le tengo que pedir que se levante por un momento, Patterson -pidió el doctor.
Me levanté como pidió y me quedé mirándolo con los ojos abiertos de par en par cuando sacó una jeringuilla para sacarme la sangre. Un sudor frío recorrió mi frente y tragué saliva.
-¿Le tienes miedo a las agujas? -pregunto Red con una sonrisa sádica.
-N-No -negué tratando de que sonara creíble.
Cerré los ojos con fuerza, y solo esperé al momento del pinchazo. Que por suerte, dolió menos de lo que esperaba. Siempre era igual. ¿Por qué entonces me daba tanto miedo? Agh.
-Listo -anunció el doctor -. Ya solo tiene que pasarse dentro de unos días, a ver cuál es el resultado.
-Vale, muchas gracias doctor -me forcé a decir. En realidad no estaba ni un poco agradecido con él. El muy cabrón siempre tenía que dejarme en ridículo. Y estoy seguro que disfrutaba hacerlo.
Seguidamente Red y yo salimos de la consulta y continuamos nuestro camino hasta la salida del hospital.
-Realmente espero no ser anémico... -solté taciturno.
Red volteó la mirada en mi dirección. Mierda... ¿Lo había dicho en voz alta?
-No estés tan preocupado, tomatito -me apodó con claras intenciones de molestarme todavía más -. No creo que seas anémico.
-¿Qué te hace estar tan seguro? -lo miré perplejo.
-Yo mismo -sonrió con arrogancia.
-Con eso me dejas muy tranquilo, eh -repuse sarcástico. -. Aún así... gracias por acompañarme y eso.
-No te preocupes. Sé lo importante que eres para Riley -dijo inexpresivo -. Y tengo que admitir que ya no me caes tan mal como antes, Patterson.
-Igualmente... -corroboré haciendo media sonrisa.
Tan solo deseaba que Red tuviese razón.
ANDREW
En medio de clase, el móvil dio un pequeño y bajo pitido avisándome que alguien me había mandado un mensaje. Me ajusté las gafas -casi siempre llevaba lentillas- y lo saqué del bolsillo. No pude creer lo que mis ojos veían.
El que me acababa de mandar un mensaje no era nada más ni nada menos que el niñito drogata. Una sonrisa divertida se esbozo en mis labios y abrí de inmediato el mensaje.
-¿De quién es el mensaje? -se asomó a leer mi compañero de clase en la facultad de medicina y también mi mejor amigo.
-De un cierto ''no te importa'' -contesté irónicamente y comencé a leer el mensaje.
-Venga, no seas un borde, Andy, déjame leer yo también -me dio un codazo en el brazo
-No quiero compartirlo con nadie -declaré secamente.
Mason se quedó mirándome sorprendido ante mi elección de palabras.
- ¿De quién se trata? ¿De tu primo?
-Mejor todavía -sonreí ladeado y me concentré en su mensaje y en nada más.
''Hey... depravado.
Sé que yo mismo te había dicho que la última vez que íbamos a vernos sería en tus sueños, sueños de los cuales, mejor no me gustaría saber nada. Pero... se me ha presentado un contratiempo y necesito ayuda. Aprendo muy rápido así que no te traeré muchos problemas con el pedido.
Verás... es que dentro de un mes tenemos una competición de natación y... no quiero hacer el ridículo en frente de todo el instituto. Creo que a este punto ya lo habrás sospechado, pero sí... no sé nadar. Y... joder... no sé ni por qué te estoy pidiendo ayuda a ti... pero ¿Qué te parece? ¿Aceptas ser mi entrenador?
Sí dices que sí, yo te llamaré para que podamos quedar.
Sí dices que no, ten en cuenta que de todas formas me importará una mierda, te lo aseguro.
-Niko''
No pude evitar dejar escapar una risa ante lo último. Dios, que mono era.
En seguida cerré el mensaje y tecleé la respuesta que consistía en un breve y claro ''Nikita, puedo ser tu entrenador y lo que tú más quieras, si sabes a lo que me refiero. Y por si no te ha quedado claro, sí, si acepto.''
-¿Así que se llama Niko, eh? -sonrió burlesco.
-Te dije que no leyeras el mensaje -puse mala cara.
-Solo leí el remitente -se encogió de hombros -. Aunque... ¿Sabes? sería muy gracioso que tu Niko, fuera ese Niko.
-¿A qué te refieres con ''ese Niko''? -fruncí el ceño confundido.
-Niko Volkov di Gennaro.
-¿Qué pasa si te dijera que es ese mismo Niko? -arqueé una ceja.
-¡Joder! ¿¡En serio?! ¡No puedo creerlo! -exclamó incrédulo Mason -. No sabes dónde te acabas de meter... Andy.
-Sé claro -le pedí seco.
-Niko... Volkov... ¿no te suena de nada? Ese chico es de la mafia. Es el hijastro del famoso mafioso ruso, Vladimir Snev Volkov.
Solo me hizo falta conectar los hechos sucedidos recientemente unos entre otros, para darme cuenta de lo lógico que parecía ser aquello.
Es cierto que me encontraba sorprendido en este momento... pero a la vez no tanto. Ese atuendo, su apellido y su actitud violenta... y ni hablar de la mansión en la que vivía. Además, hasta hoy todavía me parecía curioso que él fuera el primer resultado que había aparecido en Google.
Todo cobraba sentido. Y sin embargo, eso para mí no marcaba diferencia alguna. Es más, lo hacía mucho más interesante. ¿A quién no le gustaba un poco de peligro? Sobre todo, si teníamos en cuenta que el fuego con el que estaba jugando era Niko.
TED
Hace ya unos días que no había vuelto a ver a Steve y no poder verlo se me hacía desesperante. Desde que habíamos tenido aquel beso bajo la nieve, no había podido arrancármelo ni a él ni al beso de mi mente.
Desde el comienzo me había acercado a él por qué me interesaba. Ya fuese por su físico o por cómo era, había algo en el que me atraía.
No estaba enamorado de él, pero a este paso... había una posibilidad muy grande de que con el tiempo, lo pudiese estar...
Miré de reojo el reloj de mi habitación, y maldije al ver que todavía era temprano. Tanto como él como Amanda estarían en clases. Aunque... bueno. Con Amanda sí que podía comunicarme.
Agarré el móvil y le escribí un mensaje de texto a Amanda.
TED:''Quiero verle de nuevo... pero esta vez quiero estar a solas con él. ¿Qué puedo hacer?''
Para mi sorpresa, Amanda no tardó mucho en contestarme. Bueno, no sé de qué me extrañaba. Era algo que tenía que ver con el yaoi, después de todo.
AMANDA:''¿Qué clase de pregunta es esa, Teddy? ¿Y más viniendo de ti, que no se te escapa ninguno? Simple: llámale y quedad. Yo te pasaré su número de móvil. Y tampoco te preocupes por la razón de la llamada. Ya que él cree y asegura que solo sois amigos. Pfft. Pobre ingenuo, sois más butt buddies que amigos.''
Solté una carcajada al leer lo último.
TED:Butt buddies, ¿en serio? Más quisiera yo... Aunque estoy en ello. En fin, muchas gracias, eso haré. Y gracias por el número de móvil. Te quiero hermanita, eres la mejor.
AMANDA: Lo sé, lo sé, y yo también te quiero. ¡Suerte! ;)
Bien, ahora tenía su número de móvil y más tarde le iba a llamar para que quedáramos. ¿Pero... a dónde podíamos salir?
Mierda... es por esto que no me gustaban nada las citas. O por lo menos planearlas.
Aunque Steve era Steve. Y Steve... era especial. Y con él quería que todo fuese igual de especial. No quería acelerar las cosas, por mucho que lo quisiera devorar a besos y tomarlo a la fuerza.
Me crucé de brazos y me puse a pensar en la localización de la cita, sin éxito alguno. Solo había logrado pensar en un lugar, y no estaba seguro de si era tan buena idea.
¿Y si le invitaba al cine? Digo, ¿a quién no le gustaban las películas? Sí, eso haría.
Le iba a llamar para que fuéramos al cine. Nada del otro mundo, casual y relajado. No quería ponerlo nervioso o incómodo, y una cita al cine era la mejor elección.
----
Se preveeé salseo (básicamente 1313) en próximos capítulos, ou sheah(?) (☞ຈل͜ຈ)☞
¿Y que os ha parecido la venganza de la Ianconda? ¿No suficientemente dura? ¿O dura? ( ͡° ͜ʖ ͡°) xd
Y sí, os confirmo que Red y Derek se harán muy buenos amigos (no malpensar, pls)
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro