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Capítulo 23 ''Adicto a ti''

Hola... vengo en son de paz(?) Tampoco es que me haya tardado tanto así que no me apedreen T^T
Es más me he apresurado tanto en escribirlo que el resultado final no me ha gustado tanto e_e

No hay mucho que decir, en este capítulo se muestra la cita de Ian y Derek asdfjkld *--* (Aclaración: Me equivoqué y puse que la cita era el sabádo xD Era el martes)
Red y Riley no tienen cita pero salen también *--*

Un hermoso capítulo en conclusión(?) Eso hasta el final... el cual... te deja un poco WTF(???)

Espero que os guste ^^

AVISO: Este capítulo puede o no puede contener horrores gramaticales.

AVISO 2: La foto de Red de este capítulo puede o no puede provocar una explosión de ovarios o de... eh... huevos(?) xD

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El día de la obra había finalizado y hoy por fin era el día siguiente.

Me pregunto ¿Lo de la obra iba a suponer un gran cambio?

Negué con la cabeza.

No, claro que no. Por muy mal que suene… el único que se había humillado había sido Derek. Además Red y Derek no se habían besado al final. No tenía nada que temer.

Con esa idea en mente, finalmente me obligué a salir de la cama para prepararme e irme al instituto.

Fui a la cocina y recogí los dos desayunos.Al ver que Ian no se encontraba salí de casa, dónde pude ver que Ian se encontraba al lado del coche.

—Hola Riley —me saludó al verme llegar—. Quería decirte que no me esperes por la noche o a la hora del almuerzo.

¿Eh? ¿Por qué?

Es decir… entendía que él saliera bastante los fines de semana, pero… ¿Un día de trabajo?

Era cierto que Ian era el vicepresidente de la empresa en la que trabajaba, al igual que era la empresa que habían montado nuestro padre y su mejor amigo juntos, pero eso no significaba que podía salirse del trabajo cuando se le diese en gana…

—¿Vas a salir? —Fue lo primero que le pregunté —. ¿Con quién si se puede saberse?

Ian me miró con recelo.

—¿Por qué supones que voy a salir con alguien?

—Bueno, no me imagino que estés a las tantas de la noche solo por la calle, ¿o sí? —me encogí de hombros.

Ian se quedó varios segundos callado y acabó por lanzar un suspiro.

—Así es. Voy a salir con alguien, ¿feliz? —confesó  con resignación.

—No realmente —negué al instante —. A menos que sea Derek con el que vayas a salir, no es que esté muy feliz —me crucé de brazos mirándolo juzgadoramente.

Esta vez Ian me miró sin poder creérselo.

—¿Esto es en serio? —siguió mirándome incrédulo —. Dios… Riley… ¿Desde cuándo te has vuelto tan…? Está bien. La persona con la que voy a salir es Patterson.

Evité soltar un grito de alegría al escucharle decir aquello.

Joder. A este paso iba a volverme la versión masculina de Amanda.

—¿En serio? ¿A dónde? —le cuestioné entusiasmado.

—Ni siquiera lo considero una salida. Tan solo me va a acompañar a comprarme algo —aclaró Ian—. No es nada serio.

En seguida mi expresión de felicidad pura se borró de mi rostro.

—Eso es porque tú no quieres que sea nada serio —sentencié—. En el momento en el que te lo plantees y quieras que sea así, lo será.

—¿Me estás queriendo decir que todo depende de mí? —enarcó una ceja —. ¿Es que acaso sabes algo que yo no sé?

No dije nada. Simplemente me limité a sonreír.

Yo sabía claramente que a Derek le gustaba Ian, y también que a Ian le gustaba Derek.

 Eran ellos los que tenían que descubrirlo uno del otro.

—Es cuestión de que tú lo descubras —sonreí más ampliamente —. Si te lo digo todo… ¿Qué gracia tiene?

Ian chasqueó la lengua un tanto irritado y seguidamente ambos entramos al coche.

                                                                               

                                     *    *    *

No sé sí había llegado tarde o muy temprano, pero a primera hora no pude encontrarme con ninguno de mis amigos. No fue hasta más tarde en clase que me encontré con ellos, pero claro en clase no podíamos hablar. A menos que quisiéramos recibir el borrador de la pizarra en la cara.

Suspiré y me concentré en observar el reloj. Cómo si de esa manera la hora llegase a transcurrir más rápido.

Unos minutos más tarde, la sirena finalmente sonó anunciando que era hora de receso y todos salieron disparados de clase.

No compartía esta clase ni con Derek ni con Red. Por lo que Steve y Amanda me acompañaron y fui a buscar a Red.

Al encontrarle, para mi sorpresa, vi que no estaba solo. Red el que estaba siempre solo, ahora tenía un círculo de chicas alrededor de él.

Se me alzó la ceja en un tic. Quién sabe, quizá y fuese de familia.

¿No era Derek el ídolo de la escuela? ¿Qué hacían todas esas zorras tan apegadas a Red, entonces? ¿Era por lo de la obra, quizá?

A decir verdad me daba igual la razón.

Sólo sabía una cosa. Red era mío. Mío. Mío. ¡Y solo mío! ¡No dejaría que nadie ni nada me lo arrebatase de mi lado!

Creo que era hora de comprar un repele-perras.

Les lancé a todas y cada una de ellas una mirada asesina y me abrí paso entre la multitud a base de codazos. Red se giró a mirarme algo sorprendido.

—Largo —les espeté abrazándome a Red —. El es mío, perras.

No solo las chicas se vieron sorprendidas. Red al igual que Steve y Amanda también. Aunque en seguida Amanda me susurró que estaba orgullosa de mí y a Red se le esbozó una sonrisa burlona en el rostro.

—Ya le habéis escuchado. Sólo soy suyo —repitió disfrutando del momento y de las expresiones de indignación de las chicas.

No pude evitar sonreír yo también triunfante. Amanda estaba por desangrarse en medio del pasillo y Steve tenía cara de querer irse de allí.

Aunque tampoco es que se pudiera evitar. Red vestido de príncipe y al final de la obra todo mojado por el agua, Era toda una vista…

No. ¡No era un buen momento para fantasear!

Probablemente haber visto Sensitive Pornograph ayer por la noche si me hubiese afectado…

—Oye Red —lo llamé atrayendo su atención a mí.

—¿Qué ocurre, chico virgen? —cuestionó en un tono divertido.

—Es hora de que me cambies ese molesto apodo —empecé rodeando su cuello con mis brazos—. Red, hagámoslo —propuse mirándolo fijamente a los ojos.

Era la primera vez que había visto a Red tan sorprendido y, creo que a Amanda y Steve se les iban a salir los ojos de sus órbitas.

¿Había sido tan extraña mi petición?

—Chico virgen… ¿Te has tomado algo? ¿Sobredosis de Éxtasis quizá?—retiró mis brazos de su cuello y comenzó a preguntarme preocupado —. ¿A qué hora te dormiste ayer? Debes estar cansado… Los niños de tu edad deberían irse temprano a la cama —concluyó burlón.

—No soy un niño —le fulminé con la mirada.

—¿Va en serio esa propuesta? —me miró con el semblante serio.

—Muy en serio —asentí.

Red se tomó su tiempo para responder.

—Tú lo has querido —me cogió para cargarme en sus brazos —. Más te vale no acobardarte al último momento —me amenazó con la mirada más siniestra hasta ahora.

Tragué saliva.

Espera… espera un momento… ¿Íbamos hacerlo ahora? ¿¡Aquí en el instituto!? ¡¿Aquí y ahora?!

¡No! ¡Aún no estaba preparado! ¡Me retracto de mis palabras! 

—¡Ayuda! —chillé desde la distancia mientras forcejeaba para que Red me soltara.

—Prefiero no meterme en esto… —giró su mirada nerviosa para otro lado Steve.

—¡Qué te vaya bien! ¡Y Red cuida muy bien de RiRi! —se despidió Amanda mientras se limpiaba la sangre de la nariz con un pañuelo —. Mi RiRi por fin va a ser todo un uke….

Llegamos al baño que quedaba en la planta inferior.

 Red entró dentro de uno de los cubículos y me dejó sentado sobre la tapa del váter.

Al ver que estaba quitándose la camisa confirmé que Red estaba yendo muy en serio.

—R-Red… en unos minutos va a tocar la sirena y vamos a tener que volver a clases —le recordé con voz temblorosa. Abrí mis ojos como platos al ver que tenía una erección. Y qué erección.

¡Joder! ¡Eso no era humano!

—A la mierda las clases… —gruñó antes de besarme con desesperación y necesidad. Mientras nos besábamos Red aprovechó para pasar una mano por debajo de mi camisa y desabotonarla. Acarició todo a su paso hasta detenerse en uno de mis pezones.

—Ah… Red…. —gemí tapándome la boca de inmediato.

Sí esto seguía así… iba acabar dejándome llevar…

Dejé de besarlo, lo cual lo tomó por desprevenido y aproveché para salir huyendo del cubículo.

—Dijiste que no ibas a echarte para atrás, chico virgen —me asesinó con la mirada mientras caminaba hacia donde yo estaba.

—P-Pero… es que… —agarré por detrás el lavamanos, aferrándome a el cada vez que Red se acercaba más a mí rostro.

—Haces que quede como si quisiera forzarte…  Riley —me miró dolido —. Eso es lo menos que quiero hacer.

Sentí un dolor punzante en el pecho al haber visto aquella expresión en su rostro.

Era la primera vez que veía a Red así. De esa manera tan triste.

Pero lo que más me dolía de todo, era saber que yo le había causado tal expresión.

—R-Red… —balbuceé sintiendo como la culpa me carcomía por dentro —. Tú no me estás forzando a nada. Lo que te dije antes, lo dije en serio. Lo dije con el corazón. Es sólo… que aún no me siento preparado. Y menos aún en el baño de el instituto —llevé mi mano a su mejilla derecha y sonreí débilmente a lo último.

—Soy un idiota —bufó frustrado llevándose una mano a su cabeza —. Por supuesto que cuenta lo del baño. Perdón. Estaba tan emocionado por lo que me dijiste antes que ni pensé en ello. Quería hacerte mío lo antes posible—bajó la mirada lanzando un suspiro.

—En realidad los dos no lo pensamos —sonreí divertido —. Cuando lo dije, yo también me había olvidado de mí alrededor. Los dos somos unos idiotas.

—Insisto, yo soy el único idiota —volvió a repetir —. No quiero que la primera vez del chico al que amo sea en un maldito baño público. Perdón, soy un completo desastre con estas cosas del romanticismo.

No pude evitar sonrojarme ante sus palabras.

—Supongo que tendré que quedarme con este apodo un tiempo más, eh…

—Parece ser —hizo media sonrisa —. Pero no creo que sea un tiempo muy largo —cambió la sonrisa a una maliciosa y me robó un beso sentándome encima del lavamanos. Me sujetó de la cadera sin dejar de besarme mientras yo enredaba mis dedos en su cabello azabache disfrutando cada segundo y minuto de aquel beso.

Nos besamos apasionadamente una y otra vez y sin descanso, hasta que los dos quedamos sin respiración alguna y no tuvimos de otra que volver a clases.

DEREK

No sé ni cómo es que había podido dormir ayer por la noche después de tantos sucesos que habían tenido lugar estos días. Por suerte, no había tenido esa horrible pesadilla de aquella vez.

Pero era un hecho que no podía dejar de pensar en la maldita cita que tenía con Ian hoy. No podía dejar de pensar ni en la cita ni en él…

Había pasado todo el día en el instituto esperando que se terminaran  cuanto antes las clases y cuando Sean o Ryan me hablaban tenían que repetirme las cosas más de 3 veces porqué perdía constantemente el hilo de la conversación.

La pesadilla… Mis pensamientos que no se libraban ni por un momento de él…

Ya es que ni siquiera sentía ese intenso odio que tenía por él el primer día que lo conocí.

Pero, si no era odio, ¿qué más era? ¿Qué más podía ser lo que sentía por él? ¿Gusto o Agrado? ¿Amor…?

No. Imposible. El amor no existía.

El amor no existía. Y mucho menos podía amarle a él.

¿Entonces qué diablos me pasaba? No… ¿Qué me estabas haciendo Ian?

En unos minutos tocó la sirena anunciando que las clases habían terminado, y yo fui de los primeros que salieron de clase.

Me despedí de Sean y Ryan, incluido de Riley y no tardé ni un segundo más en ir a casa de este último.

                                                                        

                                     *   *   *

—Estás antes de la hora acordada, Patterson —puntualizó Ian con una sonrisa burlesca.

Su puntualización me tomó desprevenido.

—L-Lo mismo digo —musité.

—Esta es mi casa. Es diferente —me contradijo sin borrar esa sonrisa tan malditamente arrogante de su rostro.

Si seguía así yo iba a encargarme de borrársela…

—Cómo sea —bufé fulminándolo con la mirada —. ¿A qué esperas? Vamos —abrí la puerta delantera de mi coche.

—Creo que te estás equivocando, Patterson —arqueó una ceja —. Vamos a ir en el mío.

Me tomó varios segundos reaccionar.

¡¿Qué?! ¡No podía ir en serio!

—¿En tu viola-móvil? —solté incrédulo —. ¡No! ¡Absolutamente no! ¡A saber siquiera que cosas habrás hecho dentro de el con sabe quién personas!

—¿Celoso? —insinuó con una sonrisa divertida.

—¡Claro que no, imbécil! ¿¡Quién iba a estar celoso de ti!? ¡Me importa una mierda con quién lo hagas o dejes de hacerlo!

—Nuevamente te has dado por aludido —sonrió con los ojos entrecerrados —. ¿Cómo esperas que crea que no lo estás?

Estaba que temblaba de la furia. Me obligué a aguantarme las ganas de golpearlo y entré al coche a regaña dientes.

—Vamos a ir al centro comercial que queda cerca de aquí, ¿qué te parece? —quiso saber mi opinión al respecto minutos después de ya estar adentro.

Si le respondía afirmativamente o sí le aconsejaba otro lugar iba a parecer que estaba interesado. En él y en esta salida. Porque sí, era una salida. No una cita. No, por nada del mundo era una cita. ¡No era una cita!

Tenía que aparentar indiferencia. Completa indiferencia.

—Me da igual —evadí la pregunta secamente y me crucé de brazos —. Eres tú el que va a comprar la ropa después de todo.

—Pero tú eres el que me va a ayudar a escogerla —me recordó Ian—. ¿Vas a seguir enfurruñado como un niño pequeño? —terminó por preguntarme con un tono burlón.

—¡No estoy enfurruñado! ¡Y tampoco soy un niño! —me quejé a voces.

—Ajá —rodó los ojos ignorando mis quejas —. Por cierto, ya hemos llegado —anunció deteniendo el coche.

¿Ya? ¿Tan rápido?

¿Cómo es que el tiempo había transcurrido tan rápidamente?

Era como si el tiempo con Ian fuera tan preciado que ni siquiera me daba cuenta de lo tan rápido que pasaba. Ni el tiempo ni nada importaba. Solo Ian.

IAN

Me pregunto en qué momento exacto… comencé a fijarme en Derek Patterson.

Ese chico al que tanto odiaba y no soportaba, ahora, se había convertido en lo único en lo que pensaba estos últimos días. Mi mente solo estaba llena de pensamientos que tenían que ver con él.

Esos pensamientos que solían ser sobre Riley, de un día para otro habían sido totalmente ocupados por él.

Ya ni siquiera estaba tan seguro de si lo que había sentido alguna vez por Riley había sido amor.

Porque nunca antes había sentido lo que estaba sintiendo por Derek.

¿Era amor? ¿Verdaderamente me había enamorado de él?

Sinceramente ni yo lo sabía. Sólo sabía que probablemente lo que estaba sintiendo por Derek era lo más cercano al amor y que cada vez, cada día, aquello era más intenso. Cada vez que lo probaba quería más de él. Más de sus besos, más de sus sonrojos, más de sus miradas…

Era como si estuviese adicto a él. Adicto a Derek.

Mis pensamientos se interrumpieron una vez que los dos entramos a una tienda. Una tienda a la que él me había arrastrado.

—Patterson, esta no es una tienda de trajes —señalé.

—Precisamente, idiota —masculló como si fuese obvio —. Es hora de que dejes de llevar tantos trajes. Te vendría bien un poco de ropa casual y ropa de otro color que no sea blanco y negro por si algún día vas a una cita o algo por el estilo.

—¿Contigo? —solté sin darme cuenta.

En ese momento pude ver como las mejillas de Derek cobraron algo de rubor.

Maldita sea. Este chico era jodidamente adorable.

¿Cómo es que hasta ahora no me había dado cuenta de ello?

Era de una altura promedio tirando a alto, tenía una nariz perfecta nada narizona, su cabello era rubio y rebelde y no faltaban esos ojos azules que te recordaban al océano y unos labios rosados que te incitaban a…

Auto-control, Ian. Auto-control.

Y sin que faltaran esos vaqueros ceñidos que llevaba hoy, los cuales remarcaban su redondo y perfecto trase--

—C-Con quién quieras —volvió a evadir una de mis preguntas —. ¿Oye te pasa algo? N-No has dejado de mirarme fijamente desde que entramos aquí… —resaltó sonrojándose un poco.

—Nada. No es nada —aseguré con firmeza.

No sólo yo era el que le estaba mirando. Ya fueran chicos o chicas, una gran cantidad de las personas que estaban dentro de la tienda lo miraban disimulada o descaradamente.

Eso por alguna razón hacía hervir mi sangre.

—Como tú digas —decidió dejar el tema —. Mira Pedobear, esto quedaría bien en ti —se acercó a medírmela.

Lo agarré de la muñeca acercándolo más a mí con la excusa de que así podía fijarse mejor si me quedaba o no.

Derek se sonrojó incluso más que antes a lo que yo sonreí satisfecho y se fue a buscarme otra prenda.

                                                                      

                                 *     *    *

Sorpresivamente me había decidido por muchas cosas, y es que simplemente no podía negarme a él.

Todo lo que me enseñaba lo hacía con una sonrisa tan tierna que no podía decirle que no. Y tampoco es que la ropa estuviese tan mala. Tenía que decir que Patterson no tenía tan mal sentido del gusto.

Estaba en la caja junto a él a punto de pagar por todo hasta que me detuve y fui a buscar una camiseta que había visto una hora antes Derek ver con interés.

Al verme llegar, Derek me miró sorprendido y se veía que estaba sin habla.

—Ian… ¡Quiero decir…! Pedobear, no era necesario… —murmuró conmovido.

—Sé que la mirabas para ti y no para mí —sonreí ladeado —. Considéralo un pequeño regalo de mi parte.

Derek se quedó sin saber qué decir. Por primera vez aquel chico no había encontrado las palabras tan cortantes con las que solía responderme siempre. Lo único que hizo fue ruborizarse y tomar de malas ganas y violentamente la bolsa con la camiseta.

—Ya tenemos bastantes cosas y se está haciendo tarde… —empecé a la vez que salíamos de la tienda —.  También tengo algo de sed —murmuré para mí mismo —. Ven —lo tomé de la mano  rápidamente para que no tuviera tiempo de protestar y lo arrastré a un café que quedaba cerca de la tienda y dentro del centro comercial.

Una vez en el café, escogí la mesa más alejada de la entrada y de los clientes.  Nos sentamos y no tardaron mucho en traer nuestro pedido.

Yo me decidí por una taza de café negro y Derek, por su parte e inesperadamente, pidió un trozo de pastel de chocolate y un batido de fresa.

Quizá no lo fuese en el exterior… pero por dentro seguía siendo un niño. No pude evitar sonreír ante esa observación.

—No… No… tenías porqué comprarla —rompió el silencio que se había formado Derek —. Ni siquiera sé si va a quedarme bie--

—No seas idiota —le interrumpí mientras bebía tranquilamente de mi taza.

Todo lo que te vayas a poner irá bien en ti —sonreí con los ojos entrecerrados.

Ese fue el momento en el que juraría que Derek había cambiado su piel por una roja de lo sonrojado que se había puesto.

—A ti también…  —murmuró apenas audiblemente.

—¿Qué?

—Las cosas que compramos te quedan… muy… b-bien —confesó e inmediatamente bajó la cabeza.

Ahora había sido yo el que se había quedado sin palabra alguna. Una vez más reinó el silencio entre nosotros.

Mierda… era demasiado adorable.

—¡P-Prueba esto!  —dirigió una cuchara a mi boca para que probase un poco de su tarta de chocolate.

Lancé un suspiro.

—Qué remedio… —accedí y probé un poco mientras el sostenía la cuchara.

Justo cuando estaba saboreando el chocolate en mi lengua, los dos escuchamos unos susurros de unas chicas que estaban sentadas al lado.

—¡Aww! ¿Los habéis visto? ¡Qué tiernos! —exclamó una de ellas.

—¡Y muy guapos! ¡Una pena que sean pareja! —gritó otra.

Sentí que me atragantaba con el trozo de chocolate.

En seguida cogí mi taza de café y le di un sorbo.

Derek, sin embargo, al haber escuchado eso, todo sonrojado, y sin querer o más bien por los nervios tiró la cuchara en el café, mientras trataba de quitarme la taza, haciendo que el líquido del café derramase sobre su ropa.

—¡Mierda! —exclamó alterado Derek—. ¡Lo siento! Tu café…

—¿El café? ¿Qué importa el café? Más bien preocúpate por ti mismo —le miré con el semblante serio —. ¿Estás bien? ¿No te has quemado? —lo tomé de los hombros preocupado.

—No… pero sí que he manchado la camiseta que llevaba puesta. Y eso que era de mis favoritas —murmuró decepcionado.

Suspiré aliviado.

No me lo habría perdonado sí realmente se hubiese quemado por mi culpa.

—Puedes cambiarte luego, eso no importa. De todas formas ya nos vamos.

Pagué la cuenta y ambos salimos del centro comercial para ir a mi coche.

—¿Qué esperas para cambiarte? —le pregunté una vez dentro.

—¿Qué? ¿¡Pretendes que me cambie aquí?! —soltó sin poder creérselo.

—¿Dónde si no? ¿En la calle con el frío que hace? —contesté en un tono sarcástico.

Derek bufó.

—E-Está bien, pero date la vuelta —pidió —. ¡Y ni se te ocurra mirar!

No es que se pueda mirar mucho en esta oscuridad de todas formas…

—Sí, sí —asentí sin ganas —. Ahora sólo date prisa.

Parecía no haberme escuchado porque estaba haciéndose una jodida eternidad. Suspiré fastidiado y lo obligué a darse la vuelta.

La camiseta estaba entre su cabeza y su cuello. Contuve una risa al verlo así.

—¿¡Qué hace tanta gracia, imbécil?!

—Nada —me obligué a mantener la compostura y le quité la camiseta.

—Eh… ¿S-Sabes que tendrías que habérmela puesto en vez de quitármela, no?

—Lo sé. Sólo que me ha dado cuenta… está camiseta que te has comprado te queda un poco grande, ¿no?

—¿Eh? ¿Por qué lo dices? —frunció el ceño mirándola el también.

—Por esto —le hablé cerca del oído mientras pasaba mi mano por cada rincón de su abdomen y pecho al descubierto —. Tú estás mucho más delgado.

—Ah… —jadeó —. E-Eso no importa…

Sin responderle nada de vuelta, retiré mi mano y se la volví a poner. Derek tal y cómo esperaba se quedó sorprendido y no parpadeó por segundos. Estaba esperando que lo tocase más, ¿cierto?

Sonreí cínicamente.

Ese Patterson… era tan fácil de leer.

                                                                                                                               *     *     *

Ignoré todas las quejas y reproches que tenía Derek sobre ello y finalmente llegamos a nuestro destino. Salimos del coche y lo dejé en la entrada de su casa.

—¿Sabes que no era necesario? Ni esto ni la camiseta…

—Ya deja el tema de la camiseta —suspiré exasperado —.Te dije que era un regalo.

Derek asintió levemente y sacó las llaves de su casa.

 —Por cierto… Gracias por haberme acompañado hoy —hice media sonrisa y volteé de nuevo para retomar mi camino hasta al coche.

—No… fue... n-nada… —musitó bajando la mirada y entró a su casa.

Estar con Derek… cómo decirlo… Me ponía feliz. Era feliz a su lado.

El día de hoy que había pasado con él había sido uno de los mejores hasta la fecha.

Y es que a pesar de sentirme feliz, no podía estarlo. No debía estarlo.

No merecía la felicidad que estaba sintiendo en estos momentos.

Alguien como yo no merecía ningún sentimiento que me hiciera sentir bien. Alguien como yo no merecía a Derek, a Riley ni a nadie.

Un asesino como yo no tenía derecho a la felicidad.

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Por fin se descubre cual era el secreto de Ian .-. y qué secreto, joder(?)
(El cual se menciona unos capítulos atras) Aunque todavía faltan más capítulos para que se explique porque dice que es un asesino y para que se sepan cosas sobre su familia. Aclaro que lo de que Ian es un asesino... no es del todo cierto(?) En otras palabras no lo es xD con eso os dejo tranquilos(?)

Riley tiene un lado yandere aparentemente(?) Creo que ArkForce y Mirai Nikki ha afectado al pobre v(uvu)v

En cuanto al salseo de Red y Riley... no me maten(?) les diré que falta poquisímo para eso, en cambio ^--^ *huye mientras aún tiene tiempo*

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