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Antes de que leas te advierto que esta historia contiene escenas de intento de suicidio, lee bajo tu propia responsabilidad, gracias.
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Yoongi recordaba perfectamente el día en que el chico rubio se mudó a la casa al final de la calle, pero nada más.
No sabía su nombre, a qué escuela iba, cuántos años tenía... Ni siquiera sabía el color de sus ojos, porque la vista le fallaba de lejos. Pero cuando aquella mañana pasó por delante de la casa y le vio, supo que los tenía azules.
Se le hizo curioso que, de todas las veces que había caminado por allí, la única en que lo había conseguido ver fuera de casa era cuando tenía sus dos pies sobre la barandilla del balcón.
Yoongi se detuvo en medio de la calle y le observó en silencio. El chico tenía los ojos cerrados, por lo que no había notado su presencia, y su ropa y cabello ondeaban con el viento del atardecer otoñal. Hacía frío, pero solamente llevaba una camiseta de rayas vieja y un pantalón desgastado. Ni siquiera parecía haberse peinado.
Pasaron los minutos y Yoongi estuvo cerca de rendirse porque nada sucedía, pero entonces el chico alzó sus brazos y los dejó formando una cruz con su cuerpo. Un mártir.
──¿Vas a saltar? ──preguntó Yoongi desde abajo.
El tacto era ausente en sus palabras, él se dejaba llevar por el sarcasmo y la honestidad, pero sus ojos tenían un brillo triste cuando habló.
El rubio abrió sus ojos de golpe y estos buscaron el portador de la voz hasta dar con un joven de cabello color negro, como el resto de su ropa.
──Sí ──respondió él con simpleza──. No deberías mirar, es algo desagradable de ver.
Yoongi metió las manos en los bolsillos de su sudadera y buscó, pero al no hallar nada probó en los pantalones. De allí sacó una cajetilla de cigarros y un mechero. Encendió uno.
──Adelante ──le animó, como si no estuviera instándole a cometer un acto irreparable──. Aunque desde esa altura probablemente te quedes inválido o en coma, pero morirte... No creo.
El chico chasqueó la lengua, pero pareció sopesarlo.
──¿Y tú cómo lo sabes?
Yoongi se encogió de hombros.
──Hay lugares mejores para terminar con tu vida ──aclaró.
El rubio, cansado, dejó caer sus brazos a cada lado de su cuerpo y alzó una ceja.
──¿Cuáles?
Yoongi señaló con el mentón el final de la calle, donde no había nadie tampoco.
──Te llevaré.
Ninguno de los dos estuvo convencido de la propuesta, incluso Yoongi pensó que no le convencería, pero se sorprendió cuando le vio bajar de la barandilla y posteriormente salir a su encuentro. No dijeron nada, el chico escondió sus manos en su camiseta y Yoongi fumó lo que duró el paseo hasta el final de la calle, donde le esperaba su moto. Por supuesto, era negra.
──Vale, antes de dejarte montar en Marshall necesito saber tu nombre, entenderás que es un paso importante ──bromeó Yoongi.
El chico, lejos de reír, aceptó el casco que le tendía el pelinegro y preguntó:
──¿Por qué Marshall?
──Por Eminem. ──Carraspeó──. ¿Tu nombre?
El rubio cubrió su sonrisa con la mano, más bien con la manga de la camiseta, cosa que se le antojó adorable a Yoongi.
──Jimin ──respondió al fin──. ¿El tuyo?
──Yoongi.
Condujo rápido por la autopista, pero él estaba acostumbrado a eso y como Jimin no se quejó, no intentó detenerse hasta llegar a su destino.
Estaba en medio de la cuidad y, aunque ya oscurecía, aún había bastante gente por allí. Era un rascacielos, unas oficinas de una marca que Jimin no reconoció, con una terraza abierta las 24 horas del día.
Cuando llegaron arriba del todo en aquel ascensor con música anónima, Yoongi caminó hasta el borde y se encendió el segundo cigarro de la noche.
──Es aquí ──explicó──. La vista es más bonita mientras caes y la muerte es segura.
Jimin se acercó y se posicionó a su lado.
──Adelante ──dijo Yoongi──, salta.
──No es tan fácil ──le reprochó Jimin.
Después dejaron que el silencio llenase el espacio entre ambos. Jimin observó las luces de la ciudad bajo ellos: los faros de las aceras, los intermitentes de los coches, las lámparas de las habitaciones, los escaparates de las tiendas...
──Onism.
Yoongi se sacó el cigarro a medio consumir de los labios y lo lanzó al suelo para pisarlo. Jimin observó sus movimientos con paciencia, esperando a que se explicase.
──Significa darte cuenta de todas las cosas que no vas a poder vivir o experimentar ──aclaró Yoongi──. ¿Eres realmente consciente de todo lo que te vas a perder si abandonas este mundo?
Jimin se abrazó a sí mismo, pero no tenía frío, al menos no físicamente.
──Claro...
──Bien, ¿podemos irnos ya?
Yoongi luchó en su interior para no encenderse otro cigarro. Debía bajar el ritmo o no llegaría vivo a los 40.
──Vete ──susurró Jimin──. Gracias por traerme.
Con toda la calma del mundo se subió al poyete, pero el viento allí arriba era demasiado fuerte y él demasiado delgado. Al ver que se tambaleaba, Yoongi prácticamente corrió para sostener sus piernas.
──Suéltame ──murmuró Jimin.
En ningún momento miró abajo, o al frente, ni siquiera al cielo. Se había centrado en Yoongi, quien se negaba a dejarlo ir.
──Sé que no vas a saltar, regresemos ya ──se quejó este.
El rubio negó, pero el movimiento sólo lo desestabilizó aún más.
──Voy a hacerlo ──advirtió.
──No lo harás ──repitió Yoongi──. De haber querido saltar lo habrías hecho en tu balcón.
──¿¡Entonces para qué me has traído aquí!?
El grito hizo eco entre los edificios, pero sobretodo hizo eco en el pecho de Yoongi, quien percibió la desesperación de Jimin por su voz. Lo comprendió. La urgencia por ser entendido y él lo entendió.
──Para que te dieses cuenta de todo lo que dejas atrás. ──Yoongi se relamió los labios y Jimin entonces miró abajo.
Las personas que paseaban, los que corrían a casa para ver a sus familias, los que iban a trabajar para mantenerse, los luchadores, los soñadores, los conformistas...Entonces se preguntó algo: ¿En qué categoría estaba él?
──Creo que voy a vomitar ──susurró al cabo de un rato.
Yoongi no esperó más, lo empujó hacia sí con tal de que su peso cayese sobre sus brazos extendidos. De esa forma lo cargó hasta el ascensor, y después hasta la moto, como si no fuese más que una pluma.
──¿Tendrás fuerzas para agarrarte? ──le dijo mientras le colocaba él mismo el casco.
Jimin asintió, pero tenía los ojos entrecerrados y la piel completamente pálida.
El trayecto de vuelta les pareció más largo a ambos, quizá por el hecho de que sabían que iban a separarse al llegar a su destino.
Yoongi se preguntó si el chico de ojos azules estaría bien, si volvería a intentar algo. Jimin se preguntó por qué aquel vecino que olía a humo y alcohol había decidido salvarle la vida. Pero cuando le dejó frente a su casa, no se atrevió a realizar la cuestión en voz alta. Y Yoongi prefirió no agobiarle con sus preocupaciones.
Al fin y al cabo, no se conocían, solamente eran vecinos de los extremos opuestos de la calle.
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Gracias por leer bellezas 💐
Espero que les haya gustado este one shot, lo escribí hace meses pero no sabía si publicarlo y finalmente me animé. Es pequeño pero siento que tiene mucho peso, es algo bastante personal y que de seguro algunxs de vosotrxs habéis vivido/visto.
Deseo que seáis felices todxs.
Si quieres leer más historias no te olvides de seguirme, tienes mis redes en la biografía y mis historias terminadas en una lista de lectura.
Hasta la próxima~ 💜
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