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I - DESPERTAR

https://youtu.be/5HIRDba6Y9A

NO CREES Que te preocupás demasiado por lo que pasa a tu alrededor Nathaniel? —una voz rebotó contra las paredes de su cuarto, más él era el único que se encontraba allí, arropado con las sábanas hasta el cuello, deseoso de conseguir aquello que había rebuscado desde hacía un tiempo.

—No, no lo creo, todo lo que pienso es muy importante. Es parte de mi plan maestro de dominación mundial —respondió sin que sus labios se movieran, tal como si una situación estuviera ocurriendo en algún lugar que no era esa habitación, si no, en su mente.

—En serio, Niel, no estoy para chistes. Estás muy nervioso últimamente. No quiero que enloquescas o algo parecido.

—No te preocupés, estoy bien, es solo esa sensación horrible que no puedo sacarme del cuerpo.

—¿Ansiedad?

—Sí, eso. Me jode mucho y no me deja concentrarme en estudiar. ¿Sabés? Es como si me estuviera volviendo un poco más loco cada día.

-—Me gusta que me lo puedas contar a , ¿Pero se lo contarás también a tu psicóloga?

—Sí, sí, como sea... Te amo, ¿Lo sabías? Gracias por ayudarme con todo esto. Siempre estás cuando te necesito.

—Yo también te amo, ahora vení y abrázame tontorrón.

Los recuerdos poco a poco comenzaron a difuminarse en una lluvia acida calcada sacada de raiz de sus lagrimales y sin que lo supiera, su cabeza había decidido tomar un pequeño descanso y su conciencia había entrado en el mundo onírico. Un lugar donde nuevamente podía estar con su amada.

Como era usual, todo comenzaba en el mismo lugar en el que se había quedado dormido, en su cama. A su lado, se hallaba Azul mirándolo con sus tiernos ojos color miel y con la mitad de su melena lacia oscura cubriendole el rostro, sonreía, y no pudo evitar pensar otra cosa que no fuera en su abrumadora belleza.

—Me ha tomado trabajo llegar hasta vos —clamó nerviosamente—. He tenido que pensar en lo que recuerdo de nuestra última conversación por al menos una hora —no se movió ni un centímetro, le encantaba sentir su brazo rodeando el cuerpo de la joven. Era como si aún no pudiese entender como había tenido tanta suerte de encontrarla allí, en el lugar menos pensado. Pronto, la expresión que tanto le gustaba de ella se desvaneció, dejó de sonreír y sus ojos brillaron, como si estuviera a punto de echarse a llorar—. Conozco esos ojos, esta bien, esta bien... Sé que no te gusta que haga esto, pero es la única forma en la que puedo sentirme bien desde el verano...

—Sabés lo que pienso. Te estás arruinando la mente y el cuerpo por intentar dormir más horas. Estás delgado, irritable y no hablás con tus amigos.

—Wow, a veces olvido lo pesada que podías ser. Siempre retandome por algo. Lo hago para verte, no quiero discutir con vos también acá. En serio, te extraño Azul, no puedo vivir sin vos —la desesperación se hallaba reflejada en él, incrustada en sus ojos y en las bolsas que estos cargaban, era verdad lo que le estaba diciendo, el sufrimiento y la angustia parecían nunca parar durante todo el día.

—Te extraño infinidades, tenés razón, no discutamos. Pero prometeme que vas a intentar dormir mejor y no forzarte a hacerlo —Azul tomó su rostro entre sus brazos y comenzó a dar varios besos su frente bajando hasta sus cálidos labios. Luego, lo observó con detalle por algunos segundos, seguramente mirando su cabello negro y despeinado que ya estaba muy largo para su tipo de peinado y sus ojos marrones desgastados. Por esa noche no se dirigirirían una sola palabra, sólo descansarían.

Ambos se dejaron llevar por la somnolencia y se abrazaron en plena oscuridad, cuando repentinamente, Niel escuchó unos golpes en la ventana detrás suyo que daba directo al patio interior—. No es posible —pensó despreocupado, puesto que aún se encontraban dentro de sus sueños; y si fuera algún tipo de mal pensamiento, la solución sería simplemente no prestarle atención y quedarse dentro de su pequeña caja fuerte con ella. Tal cual lo había hecho en incontables ocasiones.

Knock. Knock. De nuevo resonó en la ventana y está vez se sintió molesto. ¿Una pesadilla?¿Algún recuerdo? No era momento para que perturbasen la única instancia en la que se sentía feliz de su día a día.

—De acuerdo, ¿Que mierda es? —susurró frunciendo el ceño y levantó lo suficiente las persianas para abrir un espacio entre ellas por el cual mirar. Del otro lado, el rostro de una muchacha se hacía presente, nunca la había visto en su vida, pero la forma en que sonreía de oreja a oreja le daba mala espina.

—¿Qué querés? Este es mi sueño, andate a otra parte.

—Déjame entrar, por favor. Necesito de tu ayuda —lo primero que notó es que su acento no era argentino, ni alguno de los acentos antiguos del sur. Como si el español no fuera su primera lengua. ¿Neutro quizás?

—No lo creo, tengo malas experiencias dejando entrar cosas del mundo onírico a mi caja fuerte. Si hay algo que Freud nos enseñó es que el inconsciente no se mezcla del todo bien con la conciencia. Adiós.

—Vamos, solo será por unos instantes, luego he de retirarme —de nuevo ostentaba esa forma de hablar tan extraterrestrial. Cuando cerró las persianas casi por completo, pudo notar que uno de los lados estaba un tanto torcido, como si se hubiera trabado con algo. Buscó la abertura, le causaba un poco de desesperación que no estuviera perfectamente alineada, y finalmente dio con un pequeño hilo negro que interrumpía el sistema desde afuera—. Esto es imposi...

Un contundente golpe lo envió a la otra punta del cuarto y sintió una fuerte presión en la zona del pecho, había perdido el aire. En cuestión de un segundo, todo el lugar se llenó de tentáculos de color negro provenientes de la abertura que se extendía a cada segundo hasta crear una brecha entre ambos lugares. La mitad de ellos se aferraron a las piernas del muchacho con fuerza y la otra a las de una perdidamente dormida Azul. Su desesperación superó un nuevo nivel y se convirtió en exaltación entre que comenzó a gritarle a Azul para que se despertara sin resultado alguno y en el centro de la brecha recién formada la dama que antes había visto perpetraba su conciencia, que hacía unos minutos atrás creía invulnerable, con su escabrosa sonrisa y mostraba su inefable y horrenda corporeidad parecida a un cienpiés del cual se desprendían cientos de extremidades, los tentáculos. El miedo fue tan invasivo que no pudo contenerlo y se escapó de su boca en forma de un chillido lleno de desasosiego por su cerrada garganta, al parecer, la intención de "eso" era arrastrarlos a los dos afuera.

Sin dudarlo, se sostuvo de donde pudo; muebles, la cama, el borde de la ventana; e hizo lo imposible para no ser llevado allí, donde la incertidumbre reinaba, y tampoco a su amada, quien parecía seguir en un eterno letargo y que por alguna razón el infierno en persona no se dignaba a llevársela de un solo tirón. Después de unos minutos de luchar y luchar, los tentáculos desistieron y fueron expulsados tal cual un proceso de despresurización en una nave espacial. Como si su tiempo se hubiera acabado.

Automáticamente, Nathaniel despertó.

—¡¿Qué fue eso?! —gritó y se arrojó lejos de su cama para mirar hacia la ventana. Nada había pasado —No, no, no. Es imposible, ¡¿Azul?! ¡Azul! —la pesadilla había sido interrumpido tan abruptamente que su corazón seguía acelerado y la adrenalina aún corría por sus venas. Tenía que volver a inducirse el sueño a como diera lugar, ¿Y si algo le pasaba a ella? Pero cuando miró el reloj digital en los paneles de la pared supo que no tenía tiempo, ya eran las siete menos cuarto de la mañana.

De mala gana, se vistió con lo primero que encontró, un pantalón negro ajustado y una remera de una banda post-hardcore, Underoath, que había sido popular unos cuarenta años atrás y se dirigió a la cocina de su casa. Tenía que pretender ser parte del ritual de su familia, desayunar juntos, para que así sus padres no fingiesen preocuparse por él cuando la psicologa los citase. No sabía cómo iba a lograr mantener la calma, puesto que todo aquello le había dejado una sensación horrible y un pésame excesivo al recordarle la oscura realidad, era otro día más en el que Azul no se encontraba entre sus brazos.

Más tarde, se abrigó con un buzo gris plano, ya que el invierno se hallaba a la vuelta de la esquina, y su padre lo llevó en su camioneta hasta la parada del hyperloop que iba en dirección al instituto público de gestión privada más grande de todo ese sector, que representaba con orgullo al norte de la Patagonia. Durante el trayecto, tanto en el vehículo personal como en el del avanzado método de viaje producido por Tesla, con ayuda de sus lentillas, las plantillas en sus oídos integradas y un pequeño dispositivo externo no más grande que dos de sus dedos juntos, encendió su reproductor de música personal. Como era usual, luego de ver en el aire mismo la interfaz, se aturdió con las canciones más tristes y agresivas de su lista. Entre ellas, Bloodlust de Underoath, que hablaba sobre dejarse consumir por el odio sin saber si realmente sería capaz de soportarlo. Es decir, lo que él sentía cada vez que se ponía a regresar sobre sus propios pasos. Y entre canción y canción el viaje de cuarenta minutos se le había hecho más corto de lo que pensaba, puesto que casi sin notarlo ya se encontraba dentro del campus—. Desearía que algo más que la música me tranquilizara así —pensó mientras caminaba lentamente, no tenía apuro alguno.

La escuela era de proporciones gigantescas, una ciudad entera. Los pasillos extremadamente largos y repletos de aulas, múltiples pisos e incontables ascensores para acceder a ellos. Una maravilla de la nueva era desde que la educación había pasado a ser un bien mundial y completamente regulada por diferentes organizaciones externas. Aún así, él no estaba ni una pizca de sorprendido, o al menos lo estaría, si no fuera porque ya llevaba más de tres años asistiendo allí o que entendía a la perfección que todo eso no era más que una fachada para lograr un control auto-inducido por parte de las élites. Lo que importaba, era que estaba en cuarto año y sólo le quedaba quinto y el año de regulación de habilidades, luego podría decidir por si mismo si seguir en el sistema o lograr salir. En lo alto de aquel edificio, entre las últimas plantas, se encontraba su aula y su locker.

Todo parecía ser un día como cualquier otro, en el que solo buscaría pasar desapercibido para llegar a casa y volver a soñar, cuando, por un descuido, al entrar a su aula chocó contra un mastodonte, de esos que se habían rendido ante el tratado de multi-culturalidad deportiva estadounidense y ahora jugaba uno de los deportes aclamados por todos "jumpball". Al tacto, no se fue tan grave el golpe, pero de todas formas no se pudo contener y su mal genio le ganó la jugada.

—Para la próxima tené algo de cuidado imbécil —dijo en voz baja sin importarle si lo había escuchado o no.

—¿Qué me dijiste? —respondió Leo arqueando una ceja sin entender cómo podía haberse atrevido a decirle algo como aquello y lo tomó de sus ropajes levantándolo unos cuantos centímetros. Le sacaba casi una cabeza de altura y sus brazos eran tan anchos como dos de él—. Me tenés podrido, te voy a partir la cara acá mismo.

—¡Dale, hacelo pelotudo! Quiero ver que va a decir el director cuando sepa que su jugador estrella arruinó todo y no va a poder participar en los futuros partidos. Todo un cliché, ¿No?

Diana, quien alguna vez fue la mejor amiga de Azul, apareció de quien sabe donde, y lo tomó del brazo y logró que soltara el amarre con el que sujetaba a Niel. El escuálido chico se dio media vuelta, y notó que todos lo miraban de reojo. La presión en su cabeza por la adrenalina había sido demasiada, sentía como todo se oscurecía en los bordes de su visión y se enfocaban directamente en los rostros confundidos y asqueados de sus compañeros <<¿Tan mal estuve? Si mi novia estuviera acá seguro nada de esto hubiera pasado. No paran de hacerme odiarlos>>analizó, y rápidamente, a la par que apretaba sus dientes con fuerza, abandonó la sala y corrió hasta el baño más cercano.

Se había dejado llevar por sus impulsos otra vez y había llamado la atención de todo el grupo como lo solía hacer una vez por semana, promedio—. Mierda, de nuevo me está pasando, ¿Porque siempre hago lo mismo? Dios —sujetó su rostro con fuerza y se abalanzó hasta los lavamanos, se quitó la ropa de la parte superior del cuerpo y vio por primera vez un enorme moretón que se esparcía por la zona del pecho. Sin perder tiempo, abrió el agua fría y comenzó a fregársela por el rostro con intensidad como si quisiese remover algo. Empapado, se dijo así mismo que no era suficiente para calmarse y se dejó llevar por el ataque hasta las duchas, de las cuales la primera a la que tuvo acceso, giró el grifo del agua caliente y dejó caer un potente y humeante chorro, tenía que evitar empeorar y perder la consciencia. Quemaba.

Por otra parte, Leo hablaba con Diana sobre lo cansado que estaba de soportar las actitudes de Nathaniel durante los últimos meses.

—Estoy podrido Diana, ¿No entendés? —repitió haciendo uso de su corto vocabulario y respirando profundamente puesto que en el fondo sabía que estar tan enojado no lo iba a llevar a ninguna parte—. Pasaron cinco meses y sigue igual. No es nuestra culpa que Azul haya desaparecido —se sostuvo en un banco cercano y le devolvió la mirada a su compañera de cabello color lavanda y ojos violetas, el resultado de una antigua y perfecta modificación genética, seguramente de sus padres—. Vos eras su mejor amiga de mucho antes, también sufrís tanto o más que él.

"Azul", ella era lo único en que Nathaniel pensaba en ese momento. No tenerla cerca solo había empeorado su condición y el sueño de esa noche tampoco ayudaba a su estabilidad emocional.

—Que odio, tengo tanta bronca acumulada dentro mío. Estoy cansado de todos, quiero que desaparezcan. Que se mueran con tal de que ella vuelva a mí —su mente estaba completamente nublada, estaba perdiendo la razón, y sin notarlo, su mano derecha apretaba con tanta fuerza su barbilla que las uñas comenzaban a clavarse—. Los voy a matar —con ambas, diestra y zurda abordó su maxilar inferior y colocó los dedos a cada lado de sus dientes para comenzar a presionar hacia abajo con impresionante fuerza.

—¡Los voy a matar a todos! —su mente se puso en blanco y su visión comenzó a tornarse de muchos colores, como si gotas de pintura estuvieran transformando el entorno; violeta, rojo, azul, amarillo. Miró hacia abajo, su mandíbula se había desprendido de su rostro, se la había arrancado con tanta violencia que ahora su torso desnudo se cubría de sangre. Entró en shock e iracundo, caminó en dirección al curso torciendo el cuerpo de una manera imposible, como si su columna se hubiese partido en dos y estuviera a punto de volverse una espiral, y cuando ingresó se lanzó sobre Leo. Mientras lo golpeaba en repetidas ocasiones en el rostro incluyendo con los dientes separados de su boca un absurdo sonido agudo le reventada los tímpanos, como un grito irreconocible. Recién cuando pudo disfrutar de verlo dañado, pero completamente estático en el aire imposibilitado de caer, reconoció que todo aquello estaba mal, y por encima de eso, que era imposible.

De manera abrupta, tal cual había ocurrido esa misma mañana cuando colapsó en su sueño, los colores desaparecieron e instantáneamente notó que aún permanecía con sus dos manos sosteniendo su mandíbula, que por cierto, seguía pegada a él—¿Qué fue eso? —se preguntó ahora que ya había recuperado la compostura y el ataque de nervios había cesado. Nunca antes había tenido alucinaciones—. Debe haber sido mi imaginación, estoy un poco agotado de tanto forzarme a dormir. Sí, debe ser eso —concluyó produciendo una pequeña carcajada lastimosa. Realmente había soñado despierto que hería a alguien sin ningún tipo de fundamento. Azul tenía razón, estaba enloqueciendo.

Acto seguido, buscó una toalla y se secó lo más rápido que pudo, era probable que la clase ya hubiera empezado y no tenía tiempo para perder. Pero cuando llegó al aula, Leo estaba en el suelo, con su nariz torcida en una maniobra antinatural, y su camisa llena de sangre.

Espantado, Nathaniel se echó hacia atrás y no ingresó, no le agradaba la sangre, cada vez que veía algo así un pensamiento macabro le perforaba la psique.

—Niel, ¿Estás bien? —Diana le preguntó dulcemente—. Leo se acaba de caer de un banco de una forma muy extraña y se golpeó la nariz, espero esté bien.

—No me molestés modificada, tuve un episodio recién.

—¿Un ataque? Que feo, ¿Querés que te ayude de alguna manera? —no mencionó nada con respecto a lo de modificada, ya estaba acostumbrada que le hicieran comentarios sobre su apariencia, pero para ella, al igual que su madre, sus rasgos únicos le daban una belleza muy peculiar.

—Sí, devolveme a mi novia y todo va a mejorar. Solo ella podía ayudarme.

—Mirá Niel... ¿No crees que es momento de dejar de evitar el asunto? Superarlo, buscar respuestas... —la selección de palabras era específica, quería ser directa y al mismo tiempo no quebrarlo como el delicado vidrio que era—. Queremos organizar una nueva expedición con los chicos del curso; en el basurero. Por si querés sumarte.

—No van a encontrar nada ahí, ¿No entienden o son estúpidos? Le dije específicamente a la policía que lo único que recuerdo es que estuvimos en lugares con vegetación.

—Lo sé, pero quizás...

—Pero quizás nada. Están buscando un cadáver, ¿Se piensan que soy idiota? No cuenten conmigo —Leo salió acompañado del director de las plantas de cuarto año en dirección a la enfermería, y Niel concluyó la conversación y se sentó en su banco en un extremo trasero del aula. No estaba dispuesto a enfrascarse en búsquedas incansables que no tuviesen que ver con lo que él había planteado en su testimonio.

Por el otro lado, Diana revoleaba sus ojos y también se sentaba en su lugar, al frente del profesor. Seguiría aquella búsqueda dijesen lo que dijesen y averiguaría la verdad de lo acontecido.

****

Notas del autor: Muchas gracias a todos por haber llegado hasta aquí. Estoy orgulloso de presentarles mi nuevo proyecto, y con él, gran cantidad de expectativas y anhelos.

Aún no tengo pensado con qué regularidad subiré los capítulos, pero si se que todos estarán divididos en unas tres partes, ya que contendrán más de 3000 palabras cada uno. Éste primero fue subido completo, de manera que ustedes tuvieran a su disposición un enfoque general de lo que será la trama.

Como consigna, para quienes quieran aportar un granito de interacción entre autor y lector, ¿Porque creen que Niel se encuentra tan trastornado?

Hasta muy pronto, con la parte 1 del capítulo II ^o^


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