Capítulo 3: Un mundo peculiar
No sé donde aparecí. De repente estoy en un extraño sitio con un montón de bichos extraños volando en un cielo rosado, un bosque con árboles de crecimiento inverso, una cascada en el techo que flota sobre espuma rosada. Y un sinfín de sinsentidos más.
El mundo era extraño y estaba lleno de misterios y criaturas que juraría haber visto en algunos de mis sueños. Por algo se llama "El mundo de los sueños" El rey de este sitio, es un tanto peculiar. Cambia mucho de color, y me trata... una mezcla entre bien y mal. Tiene pinta de que quiere ayudarme, pero lo hace de mala manera, como si estuviera obligado de alguna forma.
—Vamos chico, llegaremos a la realeza onírica cuando vayas más rápido. Lento.
Ya empieza a hacerme bullying.
—¡¡Perdona por no saber volar tan bien como tú!!
El fantasma raro sacó una mano de la nada y me dio una colleja, no sé por qué no me dolió pero me tiró al suelo. Desconocía si podía recibir daño en este mundo.
—¡¡Au!!
—Quejica. No te ha dolido —me miró con indiferencia.
—¿Por qué no me duele? —dije levantándome sin mucho esfuerzo.
—Porque quiero demostrarte que la imaginación existe. No tengo manos para pegarte.
Fruncí el ceño mientras el fantasma gruñón se alejaba volando.
—¿Qué quieres decir con eso? —esperé a que me respondiera pero no dijo nada—. Ah... genial ¡¡¡Muchas gracias por la ayuda!!! ¡Que sepas que no te necesito!
Continué andando por unos segundos cuando noté unas risas que provenían de lo alto de mi cabeza. Miré hacia arriba y vi unas arañas-oso riendo con sonrisa maligna mientras andaban rápidamente por un techo que no alcanzaba a ver. Tenían las patas muy peludas con unas mandíbulas enormes y garras en las ocho patas.
—¡Vale! ¡Te necesito! ¡¡¡Oh, poderoso Rey de Oniria!!! ¡¡¡Protégeme!!!! —me puse a rezarle plegarias a un fantasma que acababa de conocer. Suena patético, la verdad.
—Maldita sea, chico.
De repente la araña-oso se cayó sobre mí, yo la esquivé con mucho miedo y comencé a gritar mientras corría por mi vida.
—¡¡¡¡¡AYUDAAAAAAAAAAA!!!!! Tengo miedo ¡¡TENGO MIEDO!!
Mientras corría noté que una presencia psíquica me llevaba de vuelta a las arañas.
—¡No me comas! ¡¡No me comas!!
—Soy yo —abrí los ojos mientras me quité el brazo de la cabeza. Vi al fantasma mirándome enarcando una ceja—. Era una broma. Jajajajajajaja. Crío ingenuo.
—Joder, podrías haber...
Nuevamente el fantasma se tornó rojo y me elevó en el aire muy fuerte.
—¡¡Qué te he dicho sobre el vocabulario obsceno!!
—Vale, vale... Ya me calmo señor fantasma.
—No me confundas con un vulgar fantasma. Mi nombre es Baldo de la dinastía Noerte. Proveniente de un largo linaje de sangre emocional. Una de las más poderosas del reino de Oniria.
Asentí sin entender casi nada.
—Entendido. Señor Baldo.
Baldo cambió de color a un tono azul. Esto me hacía entender que cambiaba de color según la emoción que sentía. Lo que no entendía muy bien qué significaba cada color.
—¿Por dónde íbamos? —dijo intentando recordar—. Ah ya me acuerdo.
—Por dónde íbamos de qué.
—¡Que vueles he dicho!
—¡¡Que no sé volar!! —no entendía cómo quisiera que volase si no sabía.
Baldo me elevó mientras me zarandeaba con sus malditos poderes psíquicos. Posteriormente paró y me postró frente a él con una mirada desesperante.
—Vamos a ver, muchacho. —dijo mirándome con cierto desprecio—. Te he traído a un mundo donde hay árboles dados la vuelta, bichos extraños que flotan que ni siquiera yo conozco porque no me importan, cielo rosado, nubes amarillas, cascadas inversas, ciudades flotantes y tú, únicamente tú no puedes volar.
—Ajá. —asentí algo confundido.
—Ay Dios... Simplemente imagina que puedes volar y volarás. Aquí en Oniria todos pueden volar.
Pensé por un momento en lo que acababa de oír.
—¿Entonces puedo mover cosas con la mente como haces tú?
—No, maldita sea, yo soy el único en Oniria que puede hacer eso. Aunque bueno, no sé qué ha sido del rey de las pesadillas pero creo que ese también puede...
—¿Me sueltas ya? Quiero volar —dije aleteando mis manos. Me miró con bastante desprecio pero insistí un poco en intentar volar—. Vengaaaa.
—Tira, anda, tira.
Me soltó y comencé a pensar en poder volar, enseguida me levanté del suelo comencé a dar piruetas y volteretas con mis nuevos poderes hasta que vi que tampoco se controlaban tan bien como podía parecer en un primer momento y que me iba a chocar contra un árbol lila.
—Estúpido crío insensato—me sostuvo con la mente para que no me hiciera daño—. Anda vuela normal y sígueme, maldita sea.
—Vaaaale. Y por cierto, tengo 15 años. De crío tengo poc...
—Y yo tengo 247, y tengo energía de sobra para seguir llamándote crío estúpido. Así que vuela y calla.
Aún me costaba acostumbrarme un poco a su manera de ser amable conmigo y también a mis nuevos poderes debido a que debes usar la mente para poder volar, pensar que puedes volar y eso a veces se dificulta por las grandes vistas del mundo onírico.
—Está bien —suspiré—. ¿Qué bosque es este?
—Este es el bosque de... ¿Qué nombre le pusieron mis exploradores? —dijo Baldo intentando recordar—. ¡Vale, ya! Es el bosque del Ensueño.
—¿Y por qué debemos atravesarlo? —pregunté bastante perdido.
—Porque es el camino más fácil para llegar a mi palacio. Allí te daré un equipo para que puedas viajar por el reino de Oniria.
—¿Un equipo? —fruncí el ceño
—Sí, allí tengo mucho vago suelto que no hace nada. Te daré algunos seres del mundo de Oniria que te servirán para dar con tu amigo.
Mientras volábamos por el bosque de Ensueño, me fascinó ver cómo desafiaba las leyes del mundo despierto, había unos árboles que cambiaban de color cada cierto tiempo. Baldo me contó que este bosque conecta los sueños del mundo real con el mundo onírico. Esos árboles, son los que se conocen como "Árboles de sueño" cambian de color en función de los sueños de los habitantes cercanos, por el día adquiriendo tonos cálidos y por la noche, una luz tenue que sirve para alumbrar los caminos de bruma.
Me animé a volar cerca del suelo, pasé por unas flores muy brillantes, cada una de un color diferente. Estas comenzaron a vibrar y a emitir una tenue melodía. Estas eran las flores de ilusión. Volví la mirada y observé a Baldo sonreír por mi asombro.
—¡Eso de ahí es un camino de bruma! —me dijo Baldo. Yo me acerqué a él.
—¿Qué significa eso?
—¡Vuela sobre ella y dispersa la niebla!
Hice caso a lo que me dijo. Volé levemente por el suelo y la niebla se disipó brevemente, revelando un camino de musgo brillante de muchos colores. Sin dejarme tiempo para procesar aquello, una mariposa gigante de color iridiscente voló sobre mí desperdigando unos polvos mágicos. Esto hizo que el paisaje cambiara de forma repentina, mostrando un riachuelo y un puente con unos colores más vivos y relucientes justo delante de mí. Sin embargo, se me hizo ver que la mariposa tenía una forma extraña.
—¿Qué era eso? —pregunté, intrigado.
—¡¡Es un volavulpe!! —dijo Baldo con entusiasmo—. Son zorros iridiscentes con alas de mariposa que crean ilusiones allá donde van.
—¡Qué chulo!
Avanzamos hasta el riachuelo, era pequeño y lo atravesaba un puente hecho de un material que desconocía. Sin embargo se me hacía un agua muy real. No parecía haber nada raro en ese río lo cual me llegaba a sorprender. Baldo me dio un toque desde lo lejos y me volví hacia atrás para ver qué quería.
—¡Sigamos el riachuelo!
—¡Vale!
Seguimos el río y enseguida noté algo extraño. Sus reflejos... no parecía reflejar el mundo que había sobre nosotros, sino una cosa totalmente diferente. Se alcanzaban a ver escenas... como si fuera una película, todas una detrás de otra y de una forma que no llegaba a verlo del todo bien. Parecía como si cada zona del río tuviera vida propia.
—Este es el riachuelo de la reminiscencia. En él se reflejan los recuerdos y los sueños de las personas del mundo real.
Parecían haber situaciones de todo tipo, desde pesadillas, golpes, hasta simplemente historias graciosas, y divertidas. Me entretenía bastante el ir observando situaciones, recuerdos y demás de la gente en ese momento.
Todo esto, me hacía vivir en un mundo completamente irreal y diferente, los cambios de colores, la viveza del entorno y los animales que habitaban en este lugar, me hacía encontrar una situación de felicidad y de descubrimiento que poco antes había vivido. Parecía un lugar en cierto modo psicodélico pero al mismo tiempo hermoso.
—Esto es genial, Baldo —dije volando a su lado.
—¿Te gusta Oniria?
Yo asentí y entonces recordé que no me iba a acompañar él por el mundo.
—Entonces ¿No me acompañas tú?
—No, Eric —suspiró—. Tengo demasiadas cosas de las que encargarme en el reino. Entre ellas evitar que mis servidores hagan algo mal.
—Vale... —me causaba una mala sensación que me trajera y me dejara con seres que no conozco. Me había acostumbrado a tenerlo a mi lado.
—Oye, muchacho, no te pongas triste —me miró volviendo su cuerpo a un tono azulado—. Puede que quizá te haya engañado pero no quiero que pienses que te voy a dejar solo o algo por el estilo. Me aseguraré de que todo te vaya bien ¿queda claro?
—Sí.
—Ahora ¿qué te parece si sobrevolamos el bosque?
—Oh ¿¡Podemos volar más alto!?
—Claro. La cosa es que mientras más alto volamos más riesgo corremos de que nos haga bullyng algún bicho del cielo. En Celestia son muy territoriales. No te separes de mí. Te protegeré.
—Vale —dije entusiasmado.
Sobrevolamos la zona y pudimos ver el rastro de bosque que había bajo nosotros. Al horizonte se podía ver lo que parecía un reino enorme, ni siquiera podía ver si se trataba de una isla o algo mucho más grande. Me parecía una completa pasada y aún más el pensar que en alguna parte de este mundo, se encontraría mi mejor amigo. ¿Cómo sería después de 5 años? ¿Cómo viven los muertos en este mundo? Tenía tantas dudas...
Me quedé pensando un momento largo cuando vi a un pajarraco negro dirigirse a mí a toda velocidad y Baldo gritando insultos detrás del pájaro.
—¡¡¡AAAAAA!!! —en ese momento, el cuerpo de Baldo parpadeó y posteriormente desapareció para postrarse justo delante del pájaro negro y pararlo en seco con sus poderes psíquicos que duraron unos segundos.
Posteriormente el pájaro lo golpeó e hizo que el rey rodase en el aire y se pusiera en un tono mucho más rojo de lo normal.
—¡Maldito bicho con plumas, largo de aquí! —con sus garras imaginarias sujetó al pájaro quien no paraba de gritar y soltar plumas —.¡¡¡Déjalo, maldita sea!!! ¡No es un extraño! ¡¡Lo he traído yo!! —dijo zarandeándolo con sus garras. El pájaro no paraba de gritar y de moverse así que Baldo le propinó un guantazo sin ningún tipo de contemplaciones.
—¡¡HUUUU HUUUUUU!! — el pájaro aleteaba con fuerza y continuaba soltando varias plumas sobre Baldo. Al final el pájaro acabó por zafarse y huir.
El rey se acercó a mí cambiando a una tonalidad azulada y algo preocupado.
—Lo siento —se disculpó—. Él era Hawl. Es una especie de rey celestial, elimina cualquier intruso que se entrometa en su reino.
—¿Te consideran intruso en tu propio reino? —pregunté con un tono burlón.
—No, te consideraban a ti su intruso. Es algo raro de explicar. Ahora sígueme, no vaya a ser que te secuestre un Lunicornio.
—¿Es chungo el Lunicornio?
—Son extremadamente territoriales y utilizan su cuerno a modo de sable.
—Joder.
—Controla tu maldito vocabulario obsceno. Ahora sígueme
Me pegué bastante a él y traté de evitar pensar en tonterías. Acabamos atravesando el bosque de la región. Por el camino llegué a divisar numerosas montañas y lagos al fondo. Me preguntaba si llegaría a viajar hasta allí. Decidí evitar pensar en ello y me centré en seguir a Baldo. Al poco rato divisé lo que parecía ser un palacio enorme de color rosado y con forma de... ¿Pastel? Aterrizamos bastante antes de llegar allí. Baldo se paró justo en un pozo.
—Mira, chico —miró el pozo profundo—. Esto se conoce como pozo de los caídos —me comentó algo curioso.
Fruncí el ceño algo sorprendido, no sabía que esta clase de cosas existían aquí. Por primera vez vi en él, el tono amarillo. Me preguntaba qué significaba eso.
—En mi mundo hay algo parecido, el valle de los caídos —añadí con total normalidad—. Gente fusilada en la guerra que murió defendiendo España de...
—¿¡Qué!? ¿¡De qué hablas!? —Baldo se tornó algo verde y un escalofrío recorrió mi cuerpo—. ¿Qué clase de costumbres de mierda hay en vuestro mundo?
—Ah... esto... —me di la vuelta y me reí por lo bajo. Baldo se teletransportó enfrente mía.
—¿¡Te estás riendo!? —el pobre rey comenzaba a notarse preocupado—. ¿Fusilas a la gente y te ríes?
—¿¡Qué!? ¿De dónde sacas que fusilo a la gente? Eso pasó hace mucho tiempo.
—En este mundo no toleramos la violencia, muchacho.
Yo lo miré enarcando una ceja.
—Te acabas de liar a ostias con un pájaro.
—Controla ese vocabulario —dijo algo molesto—. Bueno ¿Por dónde iba? Me distrajiste con tus instintos genocidas —rodé los ojos en blanco y me acerqué a él.
—Pozo de los caídos.
—Ah, cierto. Bien. A este pozo van todos los corazones rotos de gente que ha caído en la friendzone. Por eso se llama pozo de los caídos, no no sé qué de fusilados como hay en tu maldito mundo raro.
—Ahh— la verdad que no me interesaba mucho ya que no sabía exactamente qué era la friendzone—. Oye, eso de la friendzone la suelen decir mis compañeros pero nunca sé exactamente qué es.
—La verdad que yo tampoco tengo mucha idea. En las escrituras de Oniria pone que se añadió al vocabulario recientemente y significa cuando quieres a una chica como tu novia pero ella a ti no y te responde con un: "Solo te quiero como amigos" En ese momento, tu corazoncito frágil se rompe y va a parar aquí. —se quedó callado unos segundos y añadió—. Y oye, por algún motivo, los 14 de febrero veo hasta lluvia de corazones rotos ¿Qué mierda hacéis ese día?
—Es el día del amor —dije sonriendo. La verdad que tenía sentido.
—¿Día del amor o día de la friendzone?
—Bueno... a ver —pensé en una posible explicación—. Digamos que mucha gente se anima a declararse ese día, y habrá muchas respuestas negativas.
El rey no dijo nada. Se mantuvo pensando unos segundos frente al pozo.
—Hmm. ¿Por qué sois tan raros? ¿Me dices que tenéis 365 días del año y solo un día dedicado al amor?
—No, a ver, es un día especial —añadí tratando de excusarme—. También tenemos más días, día del padre, de la madre, del hermano...
—Pues no sé muy bien qué decirte, chaval. El amor se se debe de demostrar siempre, no porque lo diga un estúpido calendario.
No me gustaban demasiado las cursilerías así que me contuve de imitar una arcada. Baldo me miró frunciendo el ceño y algo molesto.
—¿Cuándo iremos a tu palacio real? —dije tratando de cambiar de tema.
—Estamos ya mismo. Solo quería que vieras esto —creo que Baldo se dio cuenta de mi reacción. Se notaba bastante triste.
—Genial, pues vamos —lo seguí bastante cerca por si algún otro bicho me hacía bullyng.
Baldo me llevó por una especie de pasillo natural algo extraño, parecía incluso construido, mientras seguía al rey, no pude evitar fijarme en unos seres redonditos de tamaño pequeño y de colores cálidos como rojos, amarillos o naranjas, patitas muy cortas y redondas, y brazos muy pequeños también pero algo alargados, se encontraban dando vueltas, formando una fila y caminando a mi alrededor como si fuesen guardias reales. De repente Baldo se paró enfrente de ellos, los pequeños seres alzaron su brazo saludándolo y Baldo bajó al suelo.
—Hola pequeñines —dijo con un tono sorprendentemente amable. Posteriormente me miró—. Chico, estos de aquí son los Bubblins. Son burbujas que han cobrado consciencia y caminan "defendiendo" el palacio real de Oniria —hizo cierto énfasis porque no tenían en absoluto un carácter intimidante. Decían algunos chillidos pero me parecían más tiernos que intimidantes—. En verdad son unos completos inútiles y no saben hacer nada más que chillar cosas raras pero se les tiene cariño.
—¡¡IA!! ¡¡iu!! —saltó uno de ellos intentando saludar pero al caer, una pequeña ráfaga de viento lo movió e hizo que cayera y rebotara sobre otro bubblin.
—¡¡Ii!! —el otro bubblin chilló al caer su amigo encima suya—. ¡¡¡Ie ie ie!! —el otro también rebotó. Mientras estaba en el aire aleteaba sus brazos intentando volar. Consiguió mantenerse en el aire un tiempo y nuevamente cayó al suelo. Posteriormente chilló a su compañero y se empezaron a pelear con sus manitas redondas moviéndose muy rápidamente
Baldo los separó con sus poderes psíquicos mientras suspiraba bastante enfadado.
—Ya. Dejaos de pelear malditas pelotas inútiles.
— ¡yiii!—los bubblins asintieron con una vocecilla aguda y el rey los dejó en el suelo.
Se pusieron los 5 en fila, alzaron la manita sobre su cabeza y continuaron patrullando el palacio del rey. Cuando nos alejamos, el rey comenzó a murmurar cosas para sí mismo.
—Estos bubblins siempre acaban peleándose por cualquier cosa.
—Pero ¿por qué vigilan el palacio? —pregunté intrigado.
—Los salvé una vez que estaban en peligro. Cuando los traje vi que daban demasiado la lata y decidí dejarlos vigilando el palacio.
—Vaya... Interesante —no llegaba a comprender muy bien la mentalidad de este rey. Era un poco extraño. A veces no sabía si realmente me quería ayudar o era una molestia para él.
Lo primero que hicimos tras dejar a los bubblins atrás fue entrar en los jardines del palacio. Era un jardín gigante en el que se podía apreciar la influencia que tenía el bosque previo en él. Pues parecía una continuación solo que algo más controlado, me fijé en unos setos con muchas luces, pero realmente eran sus pequeñas flores que emitían una luz neón muy característica, también nos recibieron unos helechos cuyos frondes aparecían y desaparecían, evocando ciertas ilusiones en cada "suspiro", flores de colores brillantes que emitían una tenue melodía similar a lo que nos encontramos en el bosque.
Llegamos a una plazoleta en la que observé un estanque flotante que culminaba en una cascada de agua reflectante, de esa que replica sueños que solo que al ser una cascada, los habitantes del palacio lo usaban como si fuera cine. Ahí se dedicaban a observar los sueños de sus habitantes. Me quedé observando como algunos se peleaban por controlar la emisión de sueños pero Baldo me hizo continuar hasta llegar al enorme palacio que se alzaba ante nosotros.
—Bueno. Pues hemos llegado —dijo mirando mi cara de pasmado ante tal belleza—. Bienvenido al Palacio de los Mil Sueños.
—No puede ser cierto —dije alzando la cabeza intentando ver hasta donde llegaba.
—Pues lo es, chico, lo es.
Era un enorme palacio de color rosa, pero su estética y su arquitectura disentían con la de sus jardines y del mismo bosque anterior, pues era un pastel de fresa, solo que adornado con diversas torres, y murallas, adornos dulces de diferentes colores en la fachada y cristales de caramelo en lugar de ventanas, parecía algo totalmente diferente a lo que estaba acostumbrado y eso me encantaba. De repente, Baldo lanzó un pequeño grito y el portón de galleta comenzó a caer poco a poco hasta desplomarse enfrente nuestra. Allí unos seres bastante extraños nos recibieron en la puerta.
CONTINUARÁ
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro