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La mano helada contra la suya se aprieta con fuerza, y a pesar de que el tacto es gélido y le estremece el cuerpo, alertándolo para que se zafara del agarre, él tira todas las advertencias atrás y afianza sus dedos cálidos en los contrarios, como si quisiera decirle que estaba ahí, con él.

Sin embargo, eso no lo priva de quejarse audiblemente.

—¿Cuánto falta?

Taehyung bufa.

—En serio, ahora eres medio lobo, tienes sentidos desarrollados y quizá súper fuerza también, ¿Cómo es posible que estés cansado ya? —el vampiro negó con la cabeza, y chasqueó la lengua antes de si quiera dejarle hablar, mirándole con una mueca en su rostro, mostrando lo visiblemente asqueado que se encuentra de él cuando le dice—: tu resistencia es una mierda, Jimin. Apesta.

Jimin responde con un resoplido.

—Ha pasado una semana solamente, tonto —se defiende, y luego sus facciones se arrugan cuando el olor característico de una flor comienza a notarse en su nariz por el mismo sendero que caminan—, ¿por qué me trajiste hasta acá? Corrimos por dos horas y caminamos otras dos más, Taehyung...

No exageraba, su hermano realmente le hizo un tramo de cuatro horas como si fuese un día de senderismo. Y Jimin se sentía el 99.9 por ciento humano como para haber aguantado todo el trayecto completo.

¡Por supuesto que estaría cansado!

Encima, solo había pasado una semana y aún no se sentía como si hubiese recuperado su fuerza, ni mucho menos como si tuviese "súper fuerza" o alguno de esos disparates que Taehyung le decía.

—Te cargué casi todo el trayecto, no exageres.

Eso lo hizo sonrojar, pero obvio que Jimin no se dejaría ganar.

Él simplemente abultó sus mejillas, medio enojado, medio avergonzado.

—Pudiste habernos transportado y ya.

Taehyung le gruñó.

—Yo tampoco he recuperado mi fuerza ¿vale? —y no supo por qué, pero Taehyung le miraba con esa sonrisa de engreído que tenía, sin embargo, luego de eso levantó las cejas con asombro y comenzó a caminar más rápido, dejándolo atrás—, aquí es.

Jimin le siguió, saliendo del sendero cubierto de árboles por el cual se habían sumergido por alrededor de una hora, como si hubiesen atravesado todo un bosque para llegar al lugar que ahora sus ojos le mostraban y el lugar que el mismo sol de la tarde alumbraba como si fuera el escenario de algún espectáculo.

Lo dejó sin palabras. La pradera que lo recibió luego de horas bajo árboles, era un campo cubierto de flores púrpuras, por todas partes, como si sólo crecieran en ese círculo, en un determinado diámetro especifico, porque incluso parecía ser perfecta la forma en cómo dejaba de crecer para luego el campo cubrirse de pasto, como si alguien viniera todos los días arreglar cualquier imperfección de estas.

Era lavanda, y parecía ser mágica.

A Jimin se le fue el aliento, la misma hermosura de lo que su vista veía dejándolo estoico y con los ojos llenos de asombro, el mismo aroma de la flor relajando su cuerpo, haciéndolo contemplar como si fuera el cuadro de alguna pintura artística importante.

Observó a su hermano cuando estuvo más calmado, lleno de dudas y el rostro que lo vio adoptar, y toda la cara del vampiro en sí, lo hizo encogerse en su sitio. 

Porque sus ojos estaban húmedos y llenos de nostalgia.

Incluso la sonrisa.

—Ahí —dijo Taehyung, moviendo la cabeza hacia el frente y señalando con el mentón antes de volver su vista hacia él de nuevo, la sonrisa nunca yéndosele del rostro, haciendo a Jimin incapaz de dejar de mirarle cuando le dijo—: esa es la tumba de tu madre.

Dejó de respirar, y todo el cuerpo se le tensó, como si no pudiese mover nada, como si no pudiese sentir nada más que aquel nudo formándose en su garganta, el mismo que ardía y le hacía doler cada parte de él, incluso cuando jadeó y observó hacia donde el vampiro apuntaba, hacia el centro del mismo campo de lavandas, donde se arremolinaban unas rocas, sin mucha forma y que, en la cima de esta, crecían dos claveles del mismo color que el campo, como si se hubiesen empedernido en crecer donde no podía existir nada, sobre aquellas piedras.

Y mierda, Jimin nunca la conoció, sólo a través de las fotos que su padre conservaba de ella, y a pesar de no tener ningún apego emocional o físico hacia ella, el pecho inevitablemente se le aprieta y es como si todas las emociones estuvieran concentrándose ahí, en un mismo punto, haciéndole doler.

—Ella te amó —dijo Taehyung, cuando él no pudo decir nada, sin darse cuenta que el vampiro se había quedado atrás, cayendo en cuenta recién ahí, que se había movido unos pares de metros hacia adelante, donde ella estaba—, perdón por no decirlo antes, no podía, pero ella te amó porque eras el hijo del hombre que ella amaba.

Un suspiro tembloroso se escapó de sus labios, el sentimiento pesado acunándose en las pestañas que ahora sentía húmedas.

Sus labios temblaron cuando intentó hablar.

—¿L-la conociste? ¿Por qué hay lavanda solo aquí? —tragó duro, y la simple acción dolió. Taehyung fue hasta su lado, ambos con la vista fija en aquella tumba.

—Era mi amiga —le respondió, y Jimin juró sentir en su propio ser, el dolor con el cual el vampiro decía las palabras, el murmullo de su voz viajando con la brisa, como si el mismo viento intentara tomar sus palabras para acariciarlas al sentir el dolor de estas, porque su misma voz se lo decía, el mismo aroma, el mismo aura—. El campo lo hicieron las brujas, es magia.

Jimin le miró confundido, pero no comentó nada, habría tiempo para hablar de cosas de las cuales él aún no creía, sobre todo el tema de las brujas y cómo estas parecían ligarse estrechamente a Taehyung, y ahora, a su madre, lo cual le indicaba que era una historia demasiado larga como para entablar ahora.

Y más allá de eso, al saber que Taehyung, su hermano, la conoció, no pudo evitar formular esa pregunta que carcomía en cada uno de sus sueños, como una pesadilla que lo llevaría directo al infierno, no dejando vivir su vida en paz porque, honestamente Jimin sentía que no se lo merecía, no cuando se enteró por su propio padre que él fue el causante de la muerte de su propia madre.

Así que lo dijo, pese a que la respuesta lo mataría, lo dijo.

—¿Ella no me odió?

Y no pretendía hacer su voz chiquita, pero así se sintió, escondida y apretada, el ceño fruncido y los labios fuertemente apretados cuando lágrimas amenazaron por salir. Sin embargo, el mismo dolor se esfumó cuando una risita provino desde su lado, de los labios de Taehyung.

—Claro que no —le dijo, con una voz presumida, como si hubiese escuchado una broma tonta. El vampiro se giró a mirarle, y Jimin hizo lo mismo, su rostro como si hubiese sido un ciervo encandilado por las luces, muerto de miedo, y cuando Taehyung sonrió, los ojos de Jimin se volvieron de ese dorado oscuro que parecía sacar de forma inconsciente, el vampiro notando que su hermano no se daba cuenta cuando dejaba ver su parte animal, no teniendo el control del todo aún sobre esta. Le pareció tierno, así que sonrió hasta mostrarle los dientes y asintió—, ella te amó desde el primer día que supo de ti, Jimin. Siempre lo hará, estoy seguro.

—Gracias, de verdad —susurró, conmovido, sintiendo las lágrimas caer por sus mejillas, no sabiendo si el agradecimiento era para Taehyung o para las pequeñas flores que se mecieron con el viento, mismo viento que le acariciaba la piel, como si estuviese saludándolo. Y Jimin deseó que por favor sus palabras, por más pequeñas e insignificantes que sean, viajaran con la misma brisa que se agitó, para que llegaran a ella, donde sea que estuviera, en cualquier vida, en cualquier parte del universo—, gracias, gracias y perdón.

Un brazo rodeó sus hombros, y Jimin se entregó al frío cuerpo de su hermano, el cual se sentía demasiado reconfortante e irónicamente cálido, dándole el consuelo que necesitaba, en silencio mientras él cerraba sus ojos y oraba, prometiendo volver cada semana, por cada invierno, por cada verano, desde que las flores cayeran hasta que estas volvieran a nacer, el mismo lugar regalándole esa calma y tranquilidad que su parte animal aún necesitaba y luchaba por encontrar.

Quizá traería a Yoongi, y el pensamiento le hizo cosquillas en el estómago.

Estuvieron en la misma posición por varios minutos, Taehyung era paciente y gentil, sabía darle el espacio que él necesitaba, pero remarcando su presencia para que no se sintiera realmente solo.

Así que cuando estuvo completamente listo para despedirse de ella, observó el cielo claro y despejado y sonrió pequeño.

—¿Qué harás ahora? —le preguntó, sacando el tema que ninguno de los dos había querido iniciar—, ¿qué haremos? ¿qué quieres hacer? —prosiguió, y a pesar de que no mencionó algún contexto en específico, Taehyung supo a lo que se estaba refiriendo.

Más no entendió el sentido de aquella pregunta que ya tenía su respuesta, así que soltó una amarga risa que hizo a su hermano mirarlo confundido.

—¿Por qué me lo dices como si fuera mi decisión?

—Porque lo es, estamos juntos en esto —sentenció, mirándole fijamente, no creyéndose lo que su hermano le decía—, donde sea que estés tranquilo, yo iré, no pienso perder a mi familia de nuevo.

—Sí, yo tampoco pienso perder a mi familia de nuevo, Jimin.

Taehyung quería irse, porque cierta presencia lo ha estado perturbando demasiado estos últimos meses y eso le incomoda incluso cuando cierra los ojos y no piensa en nada. Sin embargo, sabe que Jimin se iría con él y eso sí que sería como matar a su hermano, quien ya estaba ligado a esta manada, a ese alfa.

Llevárselo consigo, sería como perderlo.

Y es como si Jimin entendiera justamente eso, porque el menor le frunce el ceño y niega.

—¿Qué harás?

Taehyung le sonríe con pena.

—Tú ya eres parte de esta manada, Jimin.

—Pero tú eres mi familia —refuta, y es desesperación y ansiedad lo que Taehyung huele por parte de su hermano, pero también es tristeza cuando lo ve dar un paso hacia adelante para tomar su muñeca, como si tuviera miedo de que desapareciera de la nada y lo dejara solo—, no me vas a alejar, no ahora que por fin podemos estar juntos y bien.

—No haré eso, bobo —y Jimin le observa confundido, más cuando él apretó sus labios y negó—, pero tampoco te podría alejar de esta vida que ya tienes, que ya formaste.

—No te vayas, por favor —implora, sus ojos nublándose con lágrimas—, por favor, no te vayas, por favor.

—¡Jesús!, sigues siendo igual de llorón.

—Tae, no estoy jugando —suplica, exasperado y abultando los labios cuando su hermano no dice nada—, no te vayas, por favor.

¿Y quién era Taehyung para negarse?

Mas no lo dijo así, el vampiro alzó la vista, medio descolocado por ver a su hermano a punto de llorar, y observó el campo de flores, la misma lavanda rodeando su aroma y haciendo el suyo propio más intenso, como si el bosque entero lo reconocieran a él y lo aceptaran como su dueño.

—Tomaré esto como vacaciones. —entonces dice, y ruega para que se entendiera porque no piensa ser explícito.

—¿Qué? ¿cómo?

—Me daré un descanso aquí, contigo, fuera de Seúl, me vale si Yoongi lo acepta o no, me quedaré contigo aquí de todas formas —Y joder si no se sintió bien cuando escuchó a Jimin chillar de emoción, saltando abrazarlo—, mierda, pesas, Jimin ya quítate, ¡Jimin!

—¡Te amo! —lo escuchó sollozar—, gracias, gracias por ser mi hermano y por quedarte, gracias, en serio.

Y el pecho de Taehyung se apretó, tomándole los hombros para alejarlo.

—No es para tanto —le dijo, medio en broma, medio en serio, negando con la cabeza, intentando bajarle el perfil a la bruma de emociones que era Jimin.

Más Jimin pareció saltar como un niño pequeño cuando le refutó.

—¡Si lo es! Porque eres mi única familia y odiaría tenerte lejos.

Era tonto que se sintiera así, pero Taehyung sintió sus ojos picar y la garganta estrujarse en una angustia que no supo poner en palabras.

Porque él tenía familia, su familia era Jimin, y eso, era lo único que importaba ahora.






*






—¿Están seguros que funcionará?

—¡Claro que sí! —Jin dijo, casi exaltado y mirándole con indignación al no creer que Jimin dudaba de sus dotes—, ¿cómo crees que Namjoon cayó por mí?

Jimin hizo una mueca, al mismo tiempo que Jin se inclinó hacia adelante y aplicó bálsamo labial.

—Tú y Namjoon-hyung son destinados, literalmente iban más allá de gustarse, por supuesto que te iba a funcionar, hyung. Yo no —y fue inevitable el puchero que se formó en sus labios, estropeando su bálsamo cuando la misma saliva lo quitó fuera, a Jimin no le importó, porque negó suavemente con la cabeza y bajó la mirada—, no es mi caso.

No podría decir que la decisión de Yoongi de no darle un lazo no había estropeado su autoestima, pero bueno, lo estaba haciendo, y ahora recurrió a métodos tontos de conquistas inculcados y enseñados por su hermano Jin porque no sabe qué más hacer para que el mayor entienda que él quiere el lazo porque lo ama para toda la vida y más que eso.

Está seguro al mil por ciento y Yoongi aún no parecía comprender eso.

Tonto alfa, tonto, tonto alfa.

—Ay vamos —oye a Jungkook resoplar—, Yoongi-hyung se muere por ti.

Su hermano menor se acerca con algo de polvo que no reconoce porque no tiene idea, así que por inercia aleja su cabeza lo más que puede y el chico le muestra los dientes. Jimin quiere hacer lo mismo también, pero la misma acción queda detenida cuando se da cuenta de lo que quiere hacer.

Y es que no es el mejor domador de animales y no sabe cómo controlar al suyo propio, el cual a veces lo empuja hacia instintos primitivos extraños de los cuales no está acostumbrado, como olisquear como un intenso la ropa de Yoongi, y no cualquier ropa, ahora con sus sentidos agudizados, Jimin ama enterrar la cara en la ropa sudorosa del alfa, porque ahí es donde más se concentra ese aroma amaderado que lo relaja.

De todas formas, se abstiene de mostrarle los dientes y cuando Jin se percata de la situación, le quita los cosméticos a Jungkook para tomar las riendas de la situación.

Inútil Jungkook arrastra los pies hasta la cama y se sienta echando humos como si fuese el dueño de una tienda de maquillaje a la cual no dejaron participar en este experimento llamado "poner a Jimin sexy para que Yoongi caída redondito a sus pies".

Ellos realmente habían llamado así la misión.

Y cuando Jimin supo el nombre creyó que estaban exagerando, obvio con las mejillas sonrojadas y balbuceando que eran unos idiotas, pero de igual formas dejándose ayudar.

Aunque él fielmente creía que no era para tanto, no era una cita, realmente no era nada del otro mundo, iba a dormir a su casa y ya, como lo ha estado haciendo siempre.

Y a pesar de que Jimin admitiría lo feliz que es, o satisfecho que está con Yoongi, no puede evitar sentir esa burbuja de miedo y ansiedad que revienta de vez en cuando en su pecho, en su mismo lobo, el cual aún tiene el sentimiento de miedo inculcado como si negara a desaparecer de él, como si ya fuera parte de él.

Entendía que su parte animal aún no sanaba del todo, pero parte del miedo que tiene se siente diferente, es diferente.

Jimin lo confirma cuando abre la boca y dice:

—Puede morirse por mí, pero no quiere un lazo conmigo, no quiere marcarme.

—No entiendo cuál es su problema, todos los lobos quieren un lazo... —Jungkook defiende, enojado sin saber por qué razón, y Jimin sonrió un poco al imaginárselo como un padre que se acaba de enterar que han rechazado a su hermoso y espectacular hijo.

—Jungkook es un romántico —Jin molesta, sólo porque le gusta ver a Jungkook enojado hasta sonrojarse, y Jimin está de acuerdo, porque es tierno—, por eso dice que todos los lobos quieren un lazo.

—Claro —se defiende el menor de todos, soltando una risa seca—, lo dices porque a ti te tocó fácil, literalmente se miraron y ya sabían que eran del otro —graznó, chasqueando con la lengua y negando con la cabeza—, en cambio yo...

—¿Tú? —dijeron al unísono Jimin y Jin, quienes se miraron y apretaron los labios antes de tirar algún comentario que tendrían al menor vuelto loco.

—Yo —Jungkook inspiró profundo, ¿él qué? Pensó, ¿Qué tenía él? Prefiere morderse la lengua antes de decir en voz alta el pensamiento que se formó en su cabeza—, nada, solo no entiendo cómo es que Yoongi se ha aguantado tanto.

Jimin alzó una ceja.

—¿Y cuánto te has aguantado tú?

—No si —le gruñó—, por supuesto defiendes a tu noviecito.

—No es mi novio.

—Ah ya, es nuestro hermano, entonces.

—Dios —Jimin bufó, exaltado y le hizo un puchero a Jin—, ¿por qué Jungkook siempre se pone tan modo idiota?

—Es el temperamento de su lobo —Jin dijo, riéndose de ambos—, cuando se siente amenazado se pone así, a la defensiva, y ahora está amenazado porque estamos diciendo cosas que son verdad~

—No hables como si no estuviera aquí, hyung.

—¿Por qué mejor no contemplas mi obra de arte? —le dijo, intentando desviar el tema y Jungkook le iba a sacar en cara eso, más no pudo porque ve a Jimin y casi automático suelta un silbido.

—Wow, tu cuello no va a ser lo único que Yoongi vaya a marcar.

—¡Cállate! —gritó, exaltado como si alguien fuera a escucharlos—, tienes solo diecinueve años, cállate.

Pero sus mejillas estaban sonrojadas y Jin y Jungkook reían fuertemente, burlándose de su intento de enojo y uniéndose a sus risas también.

No era la gran cosa, se reiteró luego de verse en el espejo y colocarse la mochila con un par de ropas, ya que la mayoría estaban ya en la casa de Yoongi. Se veía más bonito, como su hermano hubiese resaltado lo preciso, sin embargo, no es para tanto. Él sigue creyendo que no es la gran cosa.

Sólo se maquilló un poco para tocar el tema que toca todas las noches, no sabiendo si haría la diferencia o no.

Aunque Jimin tampoco quiere ser aprensivo y apresurado, pero, ¿qué más tienen que esperar?

Él literalmente murió, por el amor de Dios. No quiere esperar, no quiere recordar el sentimiento de no poder sentir a Yoongi nunca más.

Se va a volver loco si siguen así, aunque Jimin confirma que su cabeza se llena de pensamientos extraños y angustiantes sólo cuando está solo y sin nada que hacer, porque es mágica la manera en como Yoongi parece calmarlo y canalizar cada una de sus emociones sin que hiciera más que arrullarlo entre sus brazos y besarlo entre palabras tiernas y románticas que le recitaba en las noches antes de dormir y en las mañanas antes de que él se despertara, sin ser consciente que Jimin sí estaba despierto cuando se las decía.

Era como un sueño, pasar de vivir semanas angustiantes y estresantes a tener esta clase de vida rodeada de amor y tranquilidad.

Jimin no quería despertar jamás.

Así que es felicidad pura cuando camina en dirección a ese lugar en particular, junto a Jungkook a su lado que parece fruncir el ceño demasiado y arrugar la nariz cuando esencias diferentes se esparcen en el mismo bosque, con ellos.

Se detienen en una pequeña bifurcación, donde Jimin sabe que si toma el camino de la izquierda llegará hacia ese lugar que huele y se siente como hogar.

—¿Qué harás? ¿volverás con Jin?

Jungkook negó suave, con las manos dentro de su cazadora, el cabello largo saliendo de la gorra del buzo que llevaba sobre su cabeza.

—Entrenaré un poco antes de dormir —y se giró, despidiéndose de él—, ten una bonita luna de miel.

Jimin rodó los ojos, pero había una sonrisa en su rostro, al igual que en la de Jungkook.

Y quiso defenderse y molestarlo también, quizá mencionarle el hecho de que olía horriblemente a Taehyung, o quizá su hermano andaba cerca, no lo sabe.

Es realmente confusa la forma en como los olores de ellos se entremezclaron, porque con Namjoon y Jin nunca fue así.

Y si Jungkook lo nota o no, no menciona nada, aunque Jimin tampoco espera comentario, el menor es demasiado orgulloso para admitir que huele a vampiro y que el vampiro huele a lobo.

Por otro lado, Jungkook estaba tenso, la mayor parte del tiempo eso era normal en él, ese sentido de alerta muy por arriba de cualquier otra cosa que amagara sentir su cuerpo y su lobo, sin embargo, la tensión de ahora parecía tener otro nombre. 

Nombre y forma en su cabeza.

Dios, ni siquiera sabía si tensión era la palabra correcta para lo que sentía, pero era el nombre más cercano que podía darle.

Está mareado, y no es tonto, no. Sabe realmente dónde se está metiendo, un lobo en la boca de un león, quizá, pero eso no quita el hecho de que sus pies se mueven por inercia, no sabiendo qué es lo que quiere más, si realmente entrenar o si quiere verlo a él, sentir su aroma de cerca.

Porque sabe que el gimnasio tiene luz y sabe quién lo espera.

Y si su presencia se notó o no (aunque obviamente sí lo hizo), Taehyung no menciona nada cuando entra al lugar.

Taehyung se voltea a mirarle, pero no está sorprendido de encontrarlo ahí, es como si el vampiro hubiese sabido desde todo el día que él vendría, porque simplemente lo analiza, como si lo hubiese estado esperando y como si el lobo hubiese llegado tarde.

Jungkook traga saliva, el aroma a bosque en su paladar, tan exquisito que le hace cosquillas y hace a su lobo emocionarse.

Sin embargo, hay demasiados sentimientos encontrados, porque siente odio, siente desprecio y a la vez, siente eso que tiene miedo de nombrar.

Le cae mal.

Desde esa vez que estuvo en su cama recuperándose, diciéndole que no quería a su lobo arrullándolo, le cae mal.

Y espera que el vampiro huela lo mucho que lo odia, porque Jungkook ahora tiene miedo de hablar y que su voz no saliera clara.

Y quizá es su postura a la defensiva lo que hace a Taehyung ubicarse en una esquina del cuadrilátero de pelea, mirándole, con aquellos ojos intensos, de color marrón y con destellos suaves de granate, como si fuera una presa a la cual se niega quitarle los ojos.

—Pelea —Susurra, con la voz ronca, de ultratumba, y la cual le eriza los pelitos de la nuca, poniendo en alerta a su propio lobo, quien se siente medio reacio a combatir con el chico frente a él, porque sabe que no está del todo recuperado y que sólo sería una desventaja injusta. Pero Taehyung levanta una comisura de su boca y le mira como si fuera el mejor chiste contado en años, cuando, como si hubiese adivinado sus pensamientos, agrega—: ¿o tu cachorrito ahora sólo busca arrullarme?

Y es su tono burlesco el que hacer arder a Jungkook por dentro, quitando los deseos de su lobo, quien aúlla adolorido por dentro cuando él gruñe con fuerza por fuera, lanzándose en dos tiempos hacia Taehyung para comenzar una pelea de lucha callejera que ambos saben durará unas cuantas horas.

Todo volviendo como al principio, como la primera vez que se conocieron, aislando cada pensamiento, cada sentimiento.

Negando cualquier otro hecho, específicamente ese hecho de que Jungkook lo había arrullado y a Taehyung le había encantado.

Reprimiendo todo, escondiendo todo.

Porque nacieron para odiarse.

Pero oh, el universo conspiró y, conscientes o no, ellos sabían que, en el fondo de sus corazones, nunca podrían hacer eso.





*





Jimin no creía que sería tan difícil, pero tampoco pensó que sería tan fácil. Es decir, él apenas entró tuvo un par de labios en su boca y manos por todo su cuerpo, dejándolo reposado contra la puerta de madera, ahí, en medio de la entrada, el silencio siendo roto por los leves chasquidos y gemidos que automáticamente dejaba salir porque Yoongi sí sabía cómo tocar y cómo besarle en cada parte, haciéndolo temblar cuando la intromisión de la lengua ajena entrelazándose con la suya le hizo estremecer el cuerpo completo, abriendo la boca con más ahínco, y besándole como si no pudiera hacer otra cosa ahora mismo más que eso.

Era demasiado abrumador, las burbujas por todo su cuerpo, la sensación viajando por cada articulación, por cada parte de su propio ser, sintiéndose tan bien que parecía explotar por todos lados.

Antes no era realmente así, pero Jin le había mencionado que era su mismo lobo el cual parecía vivir las emociones al borde por culpa de haber sido privado de todas ellas por tantos años.

Jimin intentaba entenderlo, pero realmente no había visualizado por completo a su parte animal en él, a veces no se sentía como si algo estuviera ahí y a veces se sentía como si quisiera tragarlo por completo.

Quizá por eso no podía referirse a esa parte suya como un lobo como tal porque aún no se presentaba por completo.

De todas formas, sea su parte animal o no, todo en él se sintió caluroso cuando se abrazó de los hombros ajenos, enredando las manos en su cabello gris y haciendo al chico soltar un pequeño ruido de satisfacción que lo dejó a él mismo encantado, cuando manos se posaron en su cintura, en su espalda baja y acariciaron la piel de ahí con un poco más de fuerza, como si quisiera ser recordado por él.

Jimin creía que era imposible no serlo si Yoongi es la primera persona que lo toca así y lo hace sentir así.

—Estás bonito —le susurró de pronto, cuando dejó sus labios y comenzó a trazar delicados besos hasta su lóbulo, separándose luego para mirarle a los ojos, mostrándole el bonito dorado de su lobo antes de volver a darle piquitos en su boca que ardía ante la sensación de tenerlo cerca.

Jimin sonrió y se sintió conmovido incluso si eran esas dos simples palabras las que lo hicieron sentir así.

—Gracias, hyung...

—No te decía a ti —murmuró, bajando el rostro para esconderlo en su cuello y Jimin sintió los labios ajenos estirándose en una sonrisa cuando estos tocaron su piel—, le decía a tu lob-

Yoongi recibió un codazo.

—Dios, esta no es la relación que creí que tendríamos, bebé.

Él se separó y le sonrió autosuficiente. —Parece que eres sádico porque te encanta molestarme, lobo tonto.

—No hay fallas en tu lógica —bromeó, y se incorporó, tomando las mejillas de Jimin entre sus manos porque no puede estar lejos de él, su lobo le pide contacto y Yoongi sabe, su lobo le pide muchas cosas—, ¿por qué estás tan bonito? —le miró a los ojos, y cuando Jimin inconscientemente mostró el dorado ámbar de los suyos, es que Yoongi volvió a reír—, lobo.

—Yaaa... —Y eso fue suficiente para que Jimin lo empujara lejos y retomara su camino hacia la sala.

Yoongi volvió a reír, girándose y pasando las manos por la cintura del chico, abrazándole por detrás y a pesar de que era medio incómodo caminar así, a él le encantaba porque aquel cuello y par de espinales de sus vértebras cervicales le estaban llamando demasiado la atención como para no bajar sus labios y besarlas.

Así que lo hizo, haciendo al chico estremecerse bajo cada uno de sus toques, más sabía que no era algo incómodo, su lobo se lo decía y la misma forma en como Jimin tomó sus manos por sobre las suyas entrelazadas en su estómago, era el indicativo que le hacía saber que al menor le gustaba su presencia.

—Jimin, tú y tu lobo son lo mismo, no puedes ponerte celoso como si le hablara a alguien más.

Jimin le gruñó.

Dios, Yoongi amaba que el chico se enojara. Su lobo demasiado extasiado para creer que no están jugando.

—No es eso —le dijo, con el mismo tono de voz molesto, pero sus labios formaron un puchero cuando se volteó en el mismo agarre—, es que tú lo has visto y yo no he visto nada de él, y no es justo, se supone que yo tengo que saber primero de mi lobo, pero tú pareces ser su mejor amigo y todo, y cuando Jin me enseña a conectar con él nunca hay algo, siempre es vacío. Es como si me odiara.

Inesperadamente, contrario a lo que él creyó que el mayor haría, Yoongi le sonrió con mucho amor y fue a besar su frente.

—No te odia, amor —Y eso le sacó un largo suspiro, sus mismas mejillas sonrojadas ante lo que le decía, el mismo apodo oyéndolo por primera vez, pero sonando demasiado reconfortante y natural si salía de esa boca, de ese lobo—, solo está asustado, de que no puedas protegerlo si se muestra.

—Pero yo no lo odio...

—Lo sé, pero es difícil entender para él cuando estuvo tantos años reprimido en tu propio cuerpo, en tu propia mente, así que sólo es cosa de tiempo, solo tienes que demostrarle que nadie quiere hacerle daño.

Buscando su mirada, como si Yoongi tuviera la cura para el cáncer y todas las enfermedades incurables habidas y por haber, Jimin preguntó.

—¿Y tú cómo lo haces?

Fue como si hubiese preguntado lo obvio, porque Yoongi le miró incrédulo, deteniendo las caricias de sus manos abiertas tras su espalda.

—Mi lobo prácticamente está enamorado del tuyo, Jimin —y su cuerpo se contrajo por completo mientras lo escuchaba, la sensación acunándose en su estómago, el calor sintiéndose como si lo abrazara cálidamente—, y eso el tuyo lo ve, sabe que mi lobo no quiere hacerle daño, lo huele y lo siente, por eso se muestra...

¿Y tú?, quiso preguntar, pero una cosa lleva a la otra y antes de que eso saliera de sus labios, aprovechó el momento y preguntó el tema que siempre llevaban a discusión cuando podían, o por lo menos cuando Jimin podía sacarlo sin verse como un desesperado.

Aunque en el fondo de su mente sí se sentía como tal.

—Entonces, porque no tenemos un lazo ¿hyung?

Al contrario de las otras veces, cuando Yoongi se tensaba, tragaba visiblemente y evitaba su mirada, el lobo ahora le abrazó como si fuera su peluche de felpa favorito, esos que te acompañaban por todos los años.

Besó su cuello, justo donde estaba la cicatriz de una antigua marca, casi desvanecida.

—Ya lo hablamos, ¿mmh?

Siempre hacía eso, pensó, tocarle y besarle, volviéndolo mantequilla mientras intentaba desviar el tema.

Jimin suspiró, ¿podría quejarse? Cree que no, porque a pesar de que Yoongi no le quería dar aquello que anhela, no podría porque sabe que lo quiere, sabe que lo ama, se lo dicen sus ojos cuando lo mira, sus manos cuando lo tocan, su boca cuando le besa.

Solo no quería que Yoongi se sintiera mal pensando en que estaba cometiendo un error al dejarle una marca y hacerle un lazo de por vida.

De pronto, otra idea surgió en su mente.

—¿Y yo? —le dijo—, ¿yo te puedo morder?

Yoongi se tensó visiblemente, pero oh, el brillo en sus ojos le decía a Jimin que le gustaba la idea.

¿Ven que es masoquista?

—Puedes, pero no se formaría un lazo.

Jimin alzó una ceja. —¿Debido a que eres un alfa?

—No —le negó, pero le arrulló, frotando su mejilla contra un lado de su cara y Jimin suspiró gustoso del gesto que ha visto que ha hecho harto y que él mismo tienes deseos de imitar, no sabiendo si eso ayudaría a que Yoongi tuviera su aroma o él capturara el aroma de Yoongi—, solo que, al ser híbrido, no eres del todo sobrenatural. Los lazos se crean entre seres sobrenaturales sí, y podemos tener uno, pero no puedes marcar porque tu parte humana no te dejaría crear un lazo, solo te deja recibirlo.

Jimin se abrazó a él con mayor fuerza, y enterró su rostro en su cuello, aquel trozo de piel suave, blanca y nívea expuesta y el hecho de que tenga el privilegio de pasar la nariz por ahí, tomando el aroma desde su fuente le provoca cosquillas en sus pies y en todas las partes posibles de su propio cuerpo.

Y llevado quizá por esa misma emoción, abre tiernamente su boca y mordisquea juguetonamente, sacándole un gruñido a Yoongi, haciendo que el mismo chico gimiera complacido y bajara las manos un poco más allá de su espalda baja, el mismo tacto de sus grandes manos haciéndole estremecer el cuerpo, incitándolo a pegarse más para tenerlo frotándose por todas partes.

—Márcame entonces tú —le susurró, pasando los labios desde su cuello hasta capturar su lóbulo, el cual lamió y tiró antes de decir muy bajito—: alfa Min.

Y juró apretar los botones correctos porque en tres tiempos Yoongi tomó aquellos muslos gruesos y lo alzó, haciéndolo envolver las piernas alrededor de su cadera, sus manos subiendo por la parte interna de su misma carne que se sentía lejos y ajena con ese buzo que traía encima, y oh, Yoongi no pudo resistirse cuando subió las manos y acunó su trasero, abriendo los dedos para acoplarse por completo ahí, donde sus manos ardieron y qué sensación le daba, le recorrió todo el cuerpo, manifestándose en un gruñido al tenerlo pegado a él mismo.

—Te encanta provocarme —susurró, sus labios a milímetros de Jimin, quien le miraba desde arriba, reposando la frente en la contraria.

—¿No te gusta? —le preguntó, pero su voz fue un gemido cuando Yoongi apretó sus manos con más ahínco.

La respuesta que obtuvo fue la boca de Yoongi directo en la suya, acortando la distancia por él y dándole esa sensación que tanto quería, el sabor dulce en sus labios cuando estos le besaron con fuerza, como si tuviera hambre y Jimin no era alguien para negarse porque le besó de la misma forma, con la misma intensidad, el cosquilleo de todo su cuerpo sintiéndose en sus labios al notar que se tocaban por todas partes, la misma posición sacándole suspiros y gemidos que eran acallados por esos labios trazándose en los suyos, por esa lengua moldeándose en la suya.

Ellos siguieron avanzando en la misma posición, o más bien Yoongi siguió avanzando mientras lo cargaba, el alfa pasando a chocar cuando Jimin le siguió besando, impidiéndole mirar para estar atento donde pisar, haciendo a Yoongi reír cuando Jimin se echó a reír por haber soltado una ligera maldición cuando estuvo a punto de caerse.

—Encomienda entregada. —susurró, sonriendo mientras dejaba a Jimin de espaldas en su cama, contemplándolo por unos segundos, como si fuera una obra de arte en medio de sus sábanas, haciendo a su lobo gruñir satisfecho por tenerlo en su propio nido, en su propio hogar, protegido.

El aroma de ambos haciéndose fuerte ante el mismo deseo que se transmitía por sus ojos dorados, por los ojos dorado ámbar de Jimin, quien le miró con intensidad, con los párpados bajos mientras esperaba por él, su pecho bajando suave cuando soltó un suspiro.

A Yoongi se le cerró la garganta de tan solo verlo ahí, recostado, los labios hinchados, entre abiertos y todo su cuerpo contorneado, la misma camiseta que llevaba más arriba descubriendo parte de su piel clara.

Y qué privilegio cuando vio a Jimin estirar sus brazos hacia él, llamándolo sin realmente hacerlo y Yoongi tendría que ser un idiota por no darle al chico que amaba lo que quería. Pero bueno, lo estaba siendo al no darle el lazo, más por el miedo que tiene su lobo que porque él no quiera unirse de por vida con él, porque vamos, la vida de Yoongi era de Jimin, lo tenía en sus manos y podría hacer con él lo que quisiera.

Pero ¿era lo mismo para Jimin? Yoongi no lo sabe y la incertidumbre lo mata a pesar de que se conforma sólo con la oportunidad que le da el chico de demostrarle su amor.

Eso era suficiente para él, incluso si Jimin decide irse, estaba bien, sin embargo, era un hecho que le apretaba el corazón.

Es en eso cuando Jimin se incorpora en sus codos y le mira. —¿Qué pasa? —pregunta suave, observándole en busca de algo, a lo que Yoongi simplemente niega, colocando las rodillas en la cama, para ir hacia él, más Jimin niega también, sin dejar de mirarle nunca—, Hyung... dijimos que hablaríamos todas las cosas, ya tuvimos un malentendido antes —le recordó y su mirada se tornó dolorosa, pero con mucha empatía—, cuando pensé que tú no me querías y era sólo tu lobo aceptándome, dime qué pasa, quiero ayudarte también...

Y quizá necesitaba ese empujón, esa seguridad que Jimin le daba para poder echar todos sus temores afuera.

Tragó duro, como si un cúmulo de cosas se hubiesen arremolinado ahí en su garganta, un nudo angustiante que hizo a sus propios labios temblar cuando habló.

—Nada en realidad... es solo que a veces... a mi lobo le aterra demasiado amarte —confesó, y le miró dubitativo, buscando respuestas y reacciones en el mismo rostro serio con el que Jimin le escuchaba, su aroma siendo dulce y calmo, mostrándole que le gustaba lo que decía. Se encogió de hombros—, bueno, a los dos nos aterra, pero tampoco quiero amarrarte a mí, tienes a Taehyung, y sé que Taehyung quiere irse, no quiero que te sientas obligado a estar aquí, o que el lazo te haga sentir obligado a estar acá, y quizá podría seguirte por toda mi vida, pero mi manada también lo es todo para mi lobo y entiendo que quizá no puedo tener todo, tampoco quiero elegir, así que sí... mucha mierda está pasando por mi cabeza ahora, lo siento. —suspiró, sintiéndose liberador incluso si había hecho toda una vomitiva verbal de lo que pensaba en ese momento.

Y la sonrisa llena de tranquilidad que Jimin le dio, cuando acercó su pequeña mano a la suya y la apretó, fue todo lo que necesitaba para sentirse bien, para sentir una pequeña esperanza formándose en su propio corazón, apretándole el pecho.

—Yoongi, yo... —Jimin se sonrojó, y las cosquillas viajaron a su estómago, cuando no podía dejar de verle, cuando no podía dejar de apretar su mano, cuando no podía retener más todo lo que su propio corazón sentía—: Yoongi yo te amo. Te amo, hyung, te amo.

Y sus ojos se hicieron agua cuando lo dijo, sintiéndose demasiado bien cuando la misma mirada ajena se hizo dorada, cuando él mismo pudo ver a su lobo y sentirlo feliz, haciéndole estremecer el cuerpo, su parte animal sintiéndose igual de bien que la contraria.

—Acá están todos, Taehyung es mi familia, lo sé, no pienso separarme de él de nuevo, pero Jin y Jungkook también lo son, y tampoco quiero separarme de ellos, de ninguno de la manada —le dijo, y Yoongi entrelazó sus dedos, mirándole con ese amor en sus ojos que solo él podía mostrar. Jimin tragó y sonrió pequeño—, quizá es egoísta que los quiera tener a todos, pero no pienso perder a nadie. La manada lo es todo para mí también, daría mi vida mil veces por esta manada, porque es mi vida, porque mi vida está aquí —confesó, y arrugó un poco el ceño cuando intentó calmar las lágrimas que quisieron bajar de sus ojos brillosos, el suspiro tembloroso escapándose de sus labios cuando, con la voz chiquita, cargada de verdad y amor, le dijo—: porque mi vida eres tú.

Yoongi ahogó un jadeo cuando lo dijo, y sintió toda la carga emocional que iba con esas palabras, bañarlo en un sentimiento que hizo sentir a su lobo regocijado, correspondido, incluso el aroma de ellos volviéndose más intenso, empalagoso, y estaba bien, demasiado bien, sobre todo cuando vio a través de los ojos de Jimin a su lobito, mirándole y moviendo su cabecita en una invitación.

—Jimin...

Jimin tomó su muñeca y lo atrajo hacia él, terminando de acortar sus distancias, haciendo al mismo Yoongi caer casi sobre él, cuando Jimin abrió sus piernas y él reposó su cuerpo, sosteniéndose de su mano que había quedado libre mientras que la otra era llevada hacia el pecho de Jimin, quien le miró con ojos expectantes y llenos de súplica.

—Así que por favor —le dijo, con la voz necesitada—, por favor, te necesito, por favor...

Y lo besó, con la misma necesidad que Jimin le pedía, abriendo su boca para él y llenándose nuevamente de aquel sabor y aquella suavidad de la cual no podría aburrirse nunca, la cual buscaba como un adicto, sintiéndose complacido cuando Jimin lo abrazó de la cintura y lo empujó más a su cuerpo, refregándose contra él, haciéndolo sacar un gruñido al tiempo que mordía su labio inferior, lamiéndolo luego y volviendo a besarle con mayor ahínco, el deseo viajando por cada parte de su cuerpo y concentrándose en la zona baja de su estómago.

Y Dios, joder, la sensación lo estaba haciendo ver estrellas.

Yoongi batió sus caderas, sacándole un gemido amortiguado por el mismo beso y lo hizo de nuevo y otra vez, amando la sensación, amando lo sensible que se puso su cuerpo entero al sentir a Jimin retorciéndose bajo él, al sentirlo frotándose contra él, ansiando cada parte de él.

Y el aroma definitivamente lo estaba volviendo loco, a ambos, Jimin incluso podía sentir la esencia del alfa cada vez más fuerte, y no sabía si era porque Yoongi era un alfa o, ocurría con todos los lobos de la misma forma, pero lo mareaba y lo hacía necesitar más, lo hacía pedir por más, gustoso de la fragancia que se volvía como un afrodisiaco. Era como si estuviera impregnada en su propia piel, y el solo hecho de saber que, es esta la habitación entera la que huele de aquella forma, lo hace apretar el pecho emocionado al saber que puede pasar todos sus días aquí, sin que nadie lo molestara.

Por lo mismo la ropa se hizo incómoda entre ambos, porque Yoongi gruñó en el beso, separándose y Jimin siguiéndolo hasta sentarse, con Yoongi en sus rodillas frente a él, quien sujetó tiernamente sus mejillas calurosas y le dio cortos piquitos antes de separarse por fin, riéndose por el puchero que Jimin hizo cuando el chico buscó de nuevo sus labios, y él, sin pensar en negarse, recibió su beso, gustoso de ello, no separándose mientras le quitaba la ropa, dejándola cerca de ellos porque el aroma estaba ahí, y Jimin se sonrojó por eso.

Yoongi se deshizo de su camisa, descubriendo su pecho y lo empujó para que cayera nuevamente de espaldas, haciendo al chico reír, achinando sus ojos y mostrándole ese hoyuelo cerca de su comisura, haciéndolo lucir más bonito de lo que ya era, con ese suave maquillaje en su cara que lo hacía resaltar aún más.

Pero su cuerpo, joder, su cuerpo, Yoongi siempre estuvo acostumbrado a las exposiciones de su cuerpo, entre la misma manada, no existía el pudor entre ellos ni miradas con dobles intenciones, sin embargo, ahora se sentía como si hubiese visto el cuerpo humano por primera vez porque sus ojos no podían quitarse de ningún músculo, y qué cuerpo tenía Jimin, porque estaba completamente trabajado, la suave musculatura armoniosa marcándose en todas las partes correspondientes, haciendo a Yoongi salivar.

—¿Vas a quedarte mirando? —le susurró el mismo causante de su estupefacción, el mismo que causaba que su boca se hiciera agua, el mismo que calentaba las zonas en la parte baja de su estómago. Yoongi ahogó un suspiro y se pasó la lengua por la boca al tiempo que Jimin bajaba a verlos, suspirando complacido de saber que era su propia persona lo que causaba la impresión y el deseo en los ojos de Yoongi. Así que eso mismo empujó su necesidad a tal grado que arqueó su espalda un poco, deseando que lo tocara y agregó—: ¿o harás algo?

Y oh, sí que lo hizo. Yoongi bajó y probó el dulce que había deseado, besando su torso, sintiendo la leve forma de sus costillas cuando Jimin inspiró profundo, cuando el mismo chico enredó los dedos en su cabello gris, como si estuviera sosteniéndose en ese toque porque todo lo que Yoongi hacía lo desarmaba.

—Yoongi- ah... —soltó abrupto, pero tan silencioso que apenas se escuchaba en el silencio de la habitación, incluso el mismo sonido de sus inspiraciones audibles y temblorosas siendo más fuerte que sus propias palabras, las cuales sonaron como un gemido débil.

—¿Mmh? —se oye decir a Yoongi, el aliento haciéndole cosquillas y erizando su piel.

Mas Jimin no le respondió, ni tampoco terminó lo que quería decir porque su cabeza no pensó en nada, ni siquiera podía hablar, no podía decir algo sin sentir que todo por dentro se estremecía ante la misma sensación, haciéndolo gemir automáticamente y no le importaba si era necesitado, él quería que Yoongi entendiera lo mucho que quería esto, lo mucho que lo necesitaba.

No importaba, y Dios, todo en él se volvió caliente cuando Yoongi pasó la lengua por su pecho, por cada parte de sus zonas sensibles, haciéndolo soltar otra ronda de gemidos, haciéndolo apretar las manos en su cabello, casi tironeando de este por pura necesidad. Sus piernas temblando como si fueran nada, como si se hubieran vuelto débil y joder, juraba que se volvería loco por el brote de placer que el mayor le estaba provocando.

Y bendito Yoongi quien sabía dónde tocar y cómo tocar, como si lo hubiese conocido de toda la vida, como si hubiese tocado su cuerpo por toda la vida porque sus manos estaban donde Jimin las quería, su boca estaba donde Jimin pedía, sin realmente decir algo, simplemente deseándolo tan fuerte que era como si el lobo adivinara sus pensamientos.

Ellos se deshicieron de toda la ropa, y Jimin no se privó de tocarlo por completo, aquel cuerpo que había contemplado, acostumbrado a verlo cuando volvía de mutar, pero mierda, ahora deseándolo tanto que Yoongi le dio eso que él pedía en silencio, así que el mayor se acostó, con la espalda levemente reposada en los cojines y el respaldo mientras Jimin se subía encima, sin algo que estuviera quitándole la sensación de cómo su cuerpo caliente recibía el cuerpo ajeno, y Jimin no pudo evitar soltar otro gemido, arrugando el ceño cuando su miembro erecto se frotó con el contrario, la misma sensación volviéndolo añicos a él, cuando a horcajadas batió sus caderas, una y otra vez, amando la rica sensación del tacto de su miembro frotándose con el contrario, la misma necesidad abrumándolo, la desesperación atacándolo para que no se tomara más tiempo y bajara la boca para besar su pecho voluminoso, el cual se sentía exquisito bajo su tacto, cálido.

Pero Yoongi no pudo soportarlo más cuando lo tenía ahí, dispuesto para él, a su alcance, y quizá Jimin estaba demasiado entretenido besando y lamiendo la piel que podía probar de él, mirándole desde abajo mientras le besaba, lo cual fue el punto de golpe para Yoongi, quien sin pensarlo dos veces tomó el mentón y lo atrajo hacia él para besarlo con fuerza, con anhelo y mucho deseo, volteándolos a ambos para quedar sobre él, colocándole las manos encima y empujando sus caderas para llenarse de aquel placer que Jimin producía en él, la misma sensación haciendo a Jimin arquear su espalda y separar más las piernas mientras Yoongi se molía en él.

Y fue necesidad cuando Yoongi bajó su mano y buscó sus miembros, envolviéndolos en sus dedos para frotarlos juntos, haciendo a Jimin abrir la boca en sus labios, el aire cortándose y tensando todo su cuerpo, haciéndolo a él cerrar sus ojos y fruncir las cejas, gruñendo bajito, igual de desesperado que el chico bajo suyo, sus ojos brillando en un dorado bonito cuando los volvió abrir y observó a Jimin, quien de inmediato lo recibió con el color ámbar de los suyos, como si cada vez que Yoongi le miraba así, con los ojos de su lobo, la parte animal de Jimin reaccionaba para él, mostrándose automáticamente.

—Hyung, por favor —le dijo—, no lo soporto... por favor.

—Que... —Yoongi susurró, pasando los labios por su cuello, y qué aroma traía, el sudor sintiéndose como miel en su lengua, incitándolo a morder suavemente, contrayendo su estómago al saber que ahí iba su marca, que ahí estaba su antigua marca—. Qué cosa...

Jimin gruñó.

—Entra en mí —pidió, desesperado—, ya, entra en mí, por favor...

Y sus ojos estaban nublados, su boca seca y su cabello hecho un lío, una mueca de dolor en su propia cara cuando su miembro dolía, cuando todo en el dolía ante la falta que el lobo le hacía.

Quería sentirlo, quería sentirle en todo el cuerpo.

Y Yoongi le daría el mundo entero si Jimin se lo pidiera, así que con el cuidado que lo caracterizaba a él y a su lobo, aun cuando ansiaba lo mismo que el contrario, lo preparó, teniendo al chico retorciéndose bajo suyo, y qué sensación el saber que era él el causante de todos los quejidos ajenos, joder, Yoongi no se aburriría de lo excitante que se sentía saber que sus manos, sus dedos, sus besos, y toda su esencia en sí, eran la razón principal de los gemidos y temblores del menor.

No apartando su mano nunca, la deslizó por todo su cuerpo y tomó su pierna, justo detrás de sus rodillas en un agarre entre su pulgar y todos los demás dedos, levantándola cerca de su pecho para así tener una mejor visión.

Trago saliva cuando lo pudo vislumbrar, todo su cuerpo, su piel pálida y clara, sonrojada ante el mínimo tacto de la prensa de sus manos, esas piernas fibrosas, repleta de músculos trabajados y perfectos, su garganta cerrándose al ver su cuerpo flexible, más de lo que Yoongi creía necesario.

Y mierda, ese hecho palpitó directo en su entrepierna.

Dejó ir la mano que se encajaba detrás de la rodilla de Jimin, y fue hasta su propio miembro, alineándolo justo en la entrada ya relajada y cuando se posicionó directamente con ella, bajó lento, casi tortuosamente mientras la presión que ejercían las paredes de Jimin lo tragaban entero, enviándole una descarga de cosquillas y placer por todo su cuerpo.

—Ah... joder... —gimió, cerrando los ojos, notando que Jimin se arqueó y apretó sus músculos alrededor de su pene, regalándole de nuevo esa sensación que parecía querer acabar con él.

Era demasiado, pensó Jimin, se sentía demasiado bien, sus ojos lagrimearon y agua quedó en sus pestañas cuando le miró, sus mismas piernas temblando y todo en el contrayéndose ante el golpe golpe de excitación que ascendió por su cuerpo. Excitándose incluso al ver el rostro contraído de Yoongi encima suyo, viendo toda su musculatura tensa, sintiéndolo llenar cada parte de su ser, cada espacio.

Yoongi abrió los ojos y lo escaneó.

—¿Está bien? —preguntó, entre susurros, su voz ronca como si hubiese despertado recién viajando a lo largo de su espina, estremeciéndolo. El lobo bajó el rostro y apoyó su frente calurosa en la suya, rozando sus narices juntos y moviéndolo tiernamente en un beso esquimal, a lo que Jimin asintió, sin poder hablar, amando la sensación y disfrutando todo de ella.

Yoongi fue hasta su pierna, masajeándola por completo hasta que la enganchó tras su cadera y Jimin hizo lo mismo con la otra, dejando salir un suspiro cuando sintió al mayor salir un poco y volver a entrar, batiendo sus caderas y comenzando un vaivén que los dejó a ambos con las palabras en la boca, porque Yoongi empujó varias veces, enterrándose en él y Jimin abrió las piernas, completamente excitado, moviendo sus manos hasta enterrarlas en el cabello corto de su nuca y hacerlo bajar hasta sus labios, los cuales besó con fuerza, desenfrenado al igual como se estaban volviendo las embestidas ajenas, el a calor acumulándose en la zona baja de su estómago cuando Yoongi golpeó ese punto que lo hizo chillar.

—Mier- ah... joder... Yoongi... —gimió, llamando a su nombre una y otra vez, volviéndose nada cuando el mayor enterró la nariz en su cuello y mordió ligeramente, tan suave, pero a la vez provocándole esas cosquillas al pensar que iba a ser marcado, sumándose al propio placer de tener sus manos por todo su cuerpo, amasando su trasero y, moviendo con sus dedos, sus caderas, guiándolo, acoplándose a las mismas embestidas que le daba.

—Eres tan bueno —le susurró, lamiendo su piel y besándole hasta la mandíbula, encontrándose con su boca, sacando la lengua antes de besarla por completo, al mismo tiempo que se hundía en él—, eres demasiado bueno, Jimin.

Estaba mojado y el sonido que hacían era desvergonzado y obsceno, haciéndolo parte de su excitación, cada vez golpeando con más fuerza, cada vez volviéndolo más sensible hasta que no pudo soportarlo más, su mismo miembro rozándose en el estómago contrario en cada vaivén, llevándolo a un viaje de éxtasis que incluso le haría rodar los ojos hacia atrás.

—Márcame... —le pidió entre gemidos—, márcame, por favor, hyung~ —lloriqueó, haciendo a Yoongi gruñir tan fuerte que su pecho vibró en el suyo propio, el placer golpeándolo a ambos en igual intensidad, haciendo a Yoongi cambiar posiciones, con él abajo y Jimin a horcajadas, sin salir de su interior.

Yoongi lo abrazó por completo, besándole el cuello y lamiendo mientras Jimin se movía en círculos, lentamente hasta que aumentó la velocidad, abrazándose a él, tan fuerte que la sensación de sentirse acoplado al cien por ciento lo llenó por dentro, dándole esas cosquillas que venían como burbujas reventándose bajo el ombligo.

—Te amo —le susurró Yoongi entre gemidos, tomando el miembro desatendido de Jimin y frotándolo con sus dedos, mojándose del mismo líquido y haciendo al chico tensarse por completo en el abrazo arrullador que le daba, sintiendo sus suspiros en su oído, sus gemidos. Y era tan precioso, tan apolíneo y fuera de este mundo que Yoongi no lo soportó más y se vino, haciendo a Jimin alcanzar su orgasmo también, cuando se enterró por completo, sentándose en su pene y contrayendo sus músculos mientras disfrutaba del espasmo, sintiendo su estómago y su mano llenarse de semen caliente, la misma esencia del menor volviéndose dulce e intensa, sacándole otra serie de gruñidos mientras repartía besos por todo su cuello.

—¿En serio lo quieres? —preguntó luego de un rato, en la misma posición, abrazando a Jimin cuando sintió al chico casi desplomarse sobre él, su mejilla calurosa pegada en su hombro y la frente reposada entre la unión de su cuello y su hombro.

Jimin alzó la vista, sonrojado por completo y le miró a los ojos, apretando sus labios antes de hablar.

—Sí... lo quiero mucho.

Yoongi tragó, masajeando con sus manos la espalda del menor, de arriba abajo hasta dejarlas en su trasero.

—No hay vuelta atrás. —advirtió, sus ojos moviéndose de los ajenos hasta sus labios, a los cuales se acercó a besar suavemente antes de separarse de ellos y mirarle nuevamente, esperando por algún comentario.

Jimin negó. —No quiero que haya vuelta atrás, quiero estar contigo, feliz, así... —y casi puchereó cuando la emoción golpeó cada parte, cuando la misma energía pareció drenarse de su cuerpo ante la rica sensación del orgasmo apagándose—, te amo. Te amo, hyung.

Y Yoongi casi sintió un nudo en su garganta, sintiendo el amor de Jimin en cada parte de su cuerpo y Dios, no podría nadie nunca, nada nunca, superar la sensación, la emoción acunada en su pecho como si echara raíces ahí, para durar por una eternidad.

—Te amo por siempre —le dijo, cerrando los ojos y acercándose a él, la misma diferencia de alturas al tenerlo sentado arriba suyo dejando su frente apoyada contra su mentón, a lo que Jimin no vaciló en dejarle un beso en su frente calurosa.

—Te amo por siempre. —Respondió. Y Yoongi sabía, se lo decía su cuerpo, su lobo, todo.

Y quizá por lo mismo se atrevió a ser un poco egoísta, abrazando su cintura por completo y tragando duro todo ese nudo lleno de anhelo, sus ojos brillando en un dorado lleno de amor para él, solo el mejor de los amores para él.

Así que esta vez no vaciló, esta vez no tuvo miedo, esta vez no había nada que lo frenara porque Jimin se lo estaba dando, y él le estaba dando su vida a Jimin, ambos, un pacto que perduraría más allá de la muerte, un pacto que sus lobos llevarían por la eternidad y los ojos se le aguaron cuando supo eso.

Jimin le acarició el cabello, y a pesar de olisquear cierto miedo de su cuerpo también podía notar en mucha mayor potencia aquellos sentimientos que él mismo emanaba: seguridad y amor.

Entonces Yoongi se acercó a su cuello, lleno de pequeños lunares y rozó la nariz en el pequeño rastro de una marca anterior, su lobo ansioso, ladrando feliz y emocionado por tenerla de vuelta, incitándolo a sacar sus colmillos y morder.

Esta vez, le dio lo que quería, dejó salir los dientes y apretó la carne del cuello y mordió.

Fue como un golpe de calor, ardía en todo su cuerpo, Jimin apretó a Yoongi en un abrazo estrangulador y cerró los ojos con fuerza cuando todo en él pareció ser envuelto en un gran fuego artificial que explotó en su pecho. Y justo es, en ese momento, que lo ve y lo siente, se mentaliza en su mente, el lazo, su mismo lobo recibiéndolo, su mismo cuerpo llenándose de un amor inexplicable que incluso le sacó lágrimas por lo puro y hermoso que era, dándose cuenta segundos después que no era realmente él el que se sentía así ante la bruma de sensaciones, sino que era el lobo de Yoongi y todo en Yoongi en sí el que le estaba mostrando sus emociones, sintiendo lo que el lobo sentía en él, felicidad, anhelo, regocijo, amor, amor, amor, amor.

Así se sentía, así se sentía el amor de Yoongi.

—Y-yo también —dijo, con la garganta apretada mientras Yoongi dejaba lentamente su carne que se volvió tensa—, yo también te amo, yo también.

Y lloró, lloró de felicidad, sintiendo el lazo en todas partes, sintiendo al lobo de Yoongi, sintiendo a su parte animal recibir la del mayor, tímidamente pero ahí, sabiendo que el otro le quería, sabiendo que el otro le cuidaba, lo escuchaba, sabiendo que estaría para él incondicionalmente, en las buenas y en las malas, más allá de la muerte.

Yoongi lamió la herida, notando que no tardó mucho en sanar, dejando dos agujetas grandes y unas pequeñas marcas de dientes alrededor como medias lunas más rosadas.

Más no fue la vista en sí, lo que le apretó el corazón y le trajo un nudo en su garganta, sino que fue lo que sintió.

Su lazo, aquel lazo que había formado hace cinco años, inconscientemente, el lazo que le hizo odiarse a sí mismo, rechazarse entre él y su lobo, llevarlo a un tormento de malas sensaciones.

Aquel lazo, que siempre fue silencioso, ahora estaba siendo correspondido.

—Así que así se siente... —le dijo Yoongi, con la voz apretada, levantando sus manos para sujetar las mejillas contrarias, derramando dos lágrimas cuando vio las lágrimas de Jimin en su cara—, así que así se siente tu amor —y se rompió, aferrándose a él, sintiéndose cálido por dentro, recibido, el simple hecho de ser correspondido llenando cada vacío, curando cada herida, echando cualquier emoción negativa, porque era como si Jimin, metafóricamente, fuera hasta su lobo y lo abrazara, lo consolara de todas esas veces que se sintió solo, cuando aullaba y nadie respondía a ninguno de sus lamentos, no sabiendo por qué había un lazo sin ninguna respuesta del otro lado—, es hermoso, eres hermoso —susurró de nuevo, apretando los labios y Jimin sonrió para él—, el más hermoso, mi amor.

Y le besó de nuevo, sintiéndose pleno, amado, completo, fielmente pleno.

Ellos lo volvieron hacer, amándose, sintiéndose en cada parte, en cada caricia, en cada beso, lento, rápido, agitado, calmado. Tranquilo y sereno, pero siempre lleno de amor y consentimiento.

Sintiendo al otro a un nivel mucho más allá del físico, mucho más allá de lo mental, era algo que venía completamente de sus almas.

Conociéndose como si no lo hubieran hecho antes, como si fuera la primera vez, sintiéndose como si fuera la primera vez, viéndose como si fuera la primera vez, a cada uno de sus lobos, cada una de sus partes, pero siempre, siempre, amándose.





*





Hay un ruido cuando Yoongi despierta, es pequeño, y siente el cuerpo, que se abraza al suyo como cual koala, apretarse y llenarse de quejidos chiquitos. Un disparo de amor golpea su pecho y tiene la urgencia de abrazarse a él cuando siente los rayos del sol filtrarse a través de la mañana, sin embargo, es ese ruido el que le impide seguir, notando que es su celular satelital el que está vibrando en la mesita de noche.

Así que estira su mano para alcanzarlo, pero se detiene cuando siente algo pegajoso en ella, y casi se atora con su propia saliva cuando reconoce lo que es.

Dios, eran unos cerdos, pensó, lo habían hecho toda la noche y ni siquiera se limpiaron, y-

El ruido sigue ahí y no le queda otra que contestar.

—¿Diga? —preguntó, no reconocieron el número.

—Yoongi.

—¿Hoseok? —frunció el ceño notando el tono de voz inquietante, colocándolo en alerta y haciendo despertar a Jimin agitado, el menor mirando para todos lados, como si el mismo malestar en Yoongi fuera suyo, no sabiendo cómo sentirse cuando en realidad solo lo vio hablando por teléfono.

Ellos se miran, serios, pero Jimin está levemente sonrojado al ver que hay un ligero arañazo en el pecho de Yoongi y un par de chupetones cerca de su clavícula, el cual se ve demasiado bien en la piel pálida del chico, a lo que Yoongi le sonríe y estira su otra mano disponible para acariciarle la cara, notando que se sentía pegajosa también, la misma sensación paralizando su acción a medio camino. Jimin lo nota y le frunce el ceño, luego mira la mano y el sonrojo está por todo su cuello, más se sigue riendo, cómplice de todo, y joder, ¿era demasiado que quisiera otra ronda ahora?

Quizá no, pero el ceño fruncido de Yoongi tras el teléfono le avisó de inmediato que tenía que dejarlo para otro rato, sobre todo cuando Yoongi preguntó:

—¿Cómo? ¿Los humanos?

—Sí —Hoseok confirma—, están aquí, con Mingyu no los dejamos pasar, y hay dos capitanes tuyos también, pero —el chico jadea y Yoongi casi puede oler la desesperación en su tono de voz a través de la llamada—, pero joder, estoy seguro que si no llegas tus lobos les destrozaran las gargantas, porque no dejan de gruñirle y colocarse en posición como si quisieran transformarse. No me importan los humanos, pero ven rápido.

—Gracias, iré ahora mismo.

—¿Qué? ¿qué es? —Jimin pregunta, mirándole confundido y serio, levantándose para buscar sus cosas y vestirse, como si supiera de antemano.

—Hoseok, dice que los humanos están en la frontera. Quiere que vaya.

—Voy contigo.

Yoongi asintió, y sus manos las pasó por su rostro, deteniéndose al recordar que estaban pegajosas, dejándolas caer flojas sobre su regazo.

—No sé qué querrán, pero si no es algo bueno, no me contendré.

Y cuando creyó que Jimin le daría calma ante el brote de rabia que quería cegarlo, el chico asiente, mirándole y respondiéndole con la voz dura.

—Yo tampoco.

Ah, qué bonito se sentía tener un lazo.

Media hora después estaban ahí, frente al hombre que se había presentado como gobernador y un cuerpo militar con él, aunque Yoongi notó que mucho más lejos de todo el grupo, cerca de donde estaban las camionetas en las que habían llegado, se encontraba otro grupo de personas, muy diferentes en vestimentas, mirándole entre asombro y extrañeza. Y a pesar de que parecían indefensos, le dio una mala sensación, la cual Jimin notó al instante, porque vio al híbrido mover la vista hacia el mismo grupo y colocarse mucho más cerca de él, mucho más cerca que cualquier otro capitán que lo estaba acompañando tras suyo.

De alguna manera, saber que su compañero era así de decidido y dispuesto, le llenaba el pecho de orgullo.

—Alfa Min Yoongi —Habló el viejo y canoso hombre que tenía al frente, reverenciándose ante él.

Yoongi le mostró los dientes.

—¿Qué quieren? ¿A qué vienen? Está prohibido el paso de ustedes por nuestras tierras, y con todo lo que han hecho, deberían sentirse agradecidos de que no se han vuelto comida para lobos ya.

El hombre se estremeció visiblemente y lo vio tragar al tiempo que apretaba la mandíbula.

—No esperábamos un trato amable, pero tampoco... —el viejo se removió y bajó la mirada, sintiéndose quizá intimidado ante el mismo aura que un alfa como Yoongi emanaba—, sus amenazas...

Uno de los capitanes tras Yoongi (Jungkook), le gruñó.

—¿Qué quieren?

—Me presento —le dijo, quitando esa cara de perturbado, pero el miedo colándose por cada dirección, los lobos, Jimin y Mingyu oliendo el terror de los humanos—, soy Lee Minho, el gobernador de los humanos, no nos hemos conocido porque tomé el puesto hace algunos años, y ustedes, sólo se habían contactado con el antiguo líder.

—Jongsuk. —Yoongi recuerda, al hombre que había visto una sola vez, hace más de cinco años, cuando se había formado el tratado de razas—. ¿Qué quieren? No preguntaré de nuevo, si no responden, los tomaremos como enemigos y activaremos el protocolo que usamos para sacar a cualquier enemigo de nuestras tierras —contó, inspirando e inflando su pecho para hacerse más grande, al momento que los capitanes que le acompañaban rugieron a su lado cuando él agregó—: la muerte.

Estaba seguro que el hombre frente a él no estaba acostumbrado a aquel tipo de trato, ni a ellos, porque Minho volvió a hacer ese movimiento con todo su cuerpo como si estuviera temblando.

—No vinimos alterar la naturaleza, solo vinimos a pedir nuestras disculpas y dar nuestros agradecimientos.

—¿Agradecimientos? —Jimin preguntó, su alma curiosa siéndole difícil poder cerrar la boca, a pesar de que por dentro sintió a Yoongi advertirle que no entablara ningún tipo de contacto con ellos, pero en su defensa, era la primera vez que Yoongi se comunicaba así, a través del lazo y eso le emocionó mucho más que captar lo que le decía.

—Como escucharon, me avergüenza entablar el motivo de nuestra visita, pero no es algo que se puede dejar pasar, como ha sabido, hemos sido la causa de un montón de problemas y circunstancias que se han visto de forma negativa hacia el bosque que, nosotros, los humanos, respetamos. Los mismos acontecimientos nos han dejado anonadados al ver que hemos sido la causa de una guerra que no sabíamos estábamos luchando —Yoongi se cruzó de brazos, y cambió el peso de su pie a otro, levantando una ceja y esperó que procediera, lo cual fue el pase perfecto para que el hombre vuelva abrir la boca, esta vez haciendo una completa reverencia hacia él—, al ser unas de las razas más débiles en la jerarquía, nos hemos visto manipulados por un vampiro de gran excelencia y nivel, nos sentimos avergonzado por todo lo que nuestro pueblo causó hacia ustedes y su bosque, permítame disculparme, en nombre de nosotros, los humanos, ante usted y su pueblo, Alfa Min Yoongi. Sepa usted, que nunca ha sido de nuestras costumbres molestar a los lobos ni su territorio, el cual proclamamos como un santuario intocable para nuestra raza, incluso si se ven curiosos de venir a ver. Sepa usted también, que lo único que buscamos es mantener la paz entre los convivientes de la región de Seúl, y no buscamos molestar más allá de venir a pedir su perdón y dar nuestro agradecimiento por haber terminado aquel martirio que el vampiro nos hizo vivir.

Yoongi asintió.

—Ahora que vino, váyase —musitó, enseñándole los dientes—, váyase usted y su gente, y no vuelvan.

Los lobos gruñeron tras suyo, Jimin sintiendo la emoción de la angustia y el rencor a flor de piel, haciéndole gruñir y mostrar los dientes también, a pesar de tener dientes completamente humanos, lo cual llamó la atención del mismo gobernador que le miró con el ceño fruncido, y de aquel grupo que se ubicaba mucho más a la distancia.

Yoongi lo notó, por lo que se movió un paso más para tapar la vista de su compañero. No dejando ir la sensación de enojo ante todo lo que ellos causaron, todas las muertes que provocaron, su gente herida. 

Todo ocasionado por ellos y aquel vampiro.

Incluso, no olvidando los dispositivos que los mismos humanos hicieron para alterar a los animales de su bosque, a pesar de que hayan sido manipulados mentalmente por una fuerza que iba mucho más allá de sus manos.

Era el principal hecho de que fueron los mismos humanos los que lo habían creado.

Completamente horrorizado, el gobernador pasó la vista hacia todas las caras, todos los capitanes presente mostrándole los dientes, incluso los ojos de sus lobos, haciendo el ambiente hostil.

Hasta el mismo Mingyu gruñendo también, ganándose un codazo de Hoseok, quien igual de alerta, le musitó que no se metiera en peleas y asuntos que no eran de su incumbencia.

Mas dejaron de hacerlo cuando Minho y todos sus hombres dieron un paso atrás, reverenciando una última vez antes de dar media vuelta y volver a las camionetas en las que llegaron, yéndose en silencio, con la suave promesa de no volver a molestar el bosque nunca más.

Ninguno de ellos siendo conscientes que, nuevamente, todas sus vidas se verían envueltas por culpa de ellos.

Ahora sólo quedó la paz.

Yoongi dio un largo suspiro cuando por fin el rango de su audición dejó de escuchar motores y ruidos de autos, el aroma dispersándose tan rápido como llegó.

Todo había terminado, Yoongi lo siente así.

Todavía había misiones, sí, reuniones con otras manadas, comercio entre las demás manadas, terrenos que vigilar y cosas menores que atender dentro del radio que les correspondía de terreno, sin embargo, más allá de eso, no había nada más que estuviera amenazando sus cabezas ahora mismo.

Y eso se sintió como la misma paz.

—Vigilaré el terreno, tengo acceso a la carretera, por ser humano. —dijo Hoseok a uno de los capitanes, a quien le leyó el nombre de Seungyoun en la etiqueta de su traje táctico, cuando no encontró vista de Yoongi.

El chico alto asintió. —Mantennos informados.

—¿Yoongi? —preguntó, pero su garganta se apretó cuando el chico volvió a verle con esa amenaza casi palpable—, digo, uh, ¿el líder Yoongi?

—Avisó que iría al lago. —le dijo, más relajado cuando el cazador ocupó el adjetivo antes del nombre del alfa de su manada.

Hoseok miró a la redonda, notando como todos ya se habían dispersado, sin embargo, cuando agudizó más su mirada los vio a ellos, a Jimin y a Yoongi,  tomando otro sendero, el cual él sabía, porque se había estudiado un mapa que había encontrado en la cabaña, que ese camino daba al lago.

Y sonrió, viéndolos caminar de la mano, moviendo sus manos de un lado a otro, empujándose entre ellos como adolescentes enamorados.

Honestamente, la imagen lo hizo sentir bien, relajado, como si estuviese en una realidad alterna porque hace una semana atrás ellos estaban en una situación 180 grados diferente que esta, llena de miedo y rabia.

Ahora sólo era alivio.





*





Jimin soltó una ligera risita cuando Yoongi le abrazó por atrás, ambos sentados en la gravilla a metros del lago, viendo el agua volverse calma, reflejando los mismos árboles que rodeaban la laguna como un paisaje que no entregaba nada más que serenidad.

Yoongi besó su cuello, su marca recién echa y dejó descansar el mentón en su hombro.

—¿Crees que estemos bien? —preguntó entonces Jimin, sintiéndose nostálgico, no creyendo que es esta la situación en la que se encontraba ahora, tan perfecta que podría quedarse por siempre en este mismo espacio y tiempo, repetirla cada vez porque su corazón solo se llenaba de felicidad.

—¿Por qué no lo estaríamos?

—No lo sé, es el miedo que mi lobo aún siente... es inevitable.

—Seguiremos trabajando en eso, entonces —arrulló Yoongi, apretándose a él y Jimin sintió sus latidos calmados en su espalda, cuando se apegó por completo—, pero te cuido, los cuido ¿mmh? Nosotros lo hacemos. Mi lobo a tu lobito.

—Me gusta la idea —sonrió, sintiendo otra ronda de besos que le sacó más de un suspiro, él mismo abrazando los brazos que se entrelazaban en su estómago—, y no le digas lobito, a él no le gusta que lo hagas menos.

Yoongi rio. —¿A él? ¿o a ti?

—A los dos.

—Mentiroso... —y muerde su lóbulo, sacándole una risita y es solo paz y amor lo que se mueve a través del lazo compartido.

—Te amo —susurra Jimin, después de un rato—, te amo mucho.

Y junto con sus palabras, siente la emoción al borde, el lobo de Yoongi por todos lados, sintiéndolo feliz, como si el sentimiento estuviera presente en su pecho, acariciando a su propio animal, como si el lobo de Yoongi hiciera eso, acariciar a su lobito, gentilmente, tímido aún porque no quiere hacer daño y no quiere que lo dañen, pero intentándolo, siempre intentándolo.

Eso para Jimin era suficiente.

—Te amo también, amor. —le respondió de vuelta, y la palabra dolió un poco por la misma intensidad que dos letras cargaban en su boca.

Y estaba bien, ambos. Así. Pero no por el lugar, ni por las circunstancias, ni los acontecimientos.

Estaba bien porque estaban juntos.

Como siempre quisieron estar.










FIN.







. . .

Ay no quise escribir mucho smut porque sentía que no iba con el libro no sé kasjd imsorry nos vemos en el segundo libro ahre.

Gracias por todo, lloraré mucho, no creo que pueda dejar esta historia, incluso se siente como si esto no fuera el final u.u Dejaré otra nota aparte sobre cosas que se hablaron aquí y que no deben olvidar para las personas que les interese leer el segundo libro, el cual se centrará en el taekook.

Y obvio que el otro libro tendrá yoonmin de a poquito hehe.

Muchas gracias por todo, por ser tan lindas y decirme cosas lindas, yo no puedo hacer mucho eso porque soy muy tímida, así que de verdad valoro que comenten y lo hagan, así como también haber llegado hasta aquí después de que dije que sería fluff y corto ahre klaskjjdlkjas calcular no es lo mío. Muchas gracias, espero que estén bien <3 háganle stream a la joyita de BE

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