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☾
Estaba aterrado, era indescriptible lo que estaba sintiendo, la sensación que lo envolvía, y aunque para él no tuviese sentido, no podía quitarse el sentimiento que pareció estar arraigado en sus huesos, en su alma, como un pavor queriendo consumirlo desde adentro.
Y quizá era ese mismo temor el que lo obligaba a encerrarse en sí mismo, en un rincón de su propia mente, oscuro, entre las mismas sombras, en silencio, donde nadie pueda verlo, donde nadie pueda olerlo.
Donde nadie pueda alcanzarlo.
Donde nadie pueda herirlo.
Se está ahogando, Jimin quiere salir de ahí, porque anhela encontrarse con la gente que él quiere, porque sabe que hay gente que lo está esperando, esperando por él. Pero es como si una fuerza tragara toda la voluntad de su cuerpo y lo obligara a permanecer en ese lugar porque, de alguna forma, se sentía más seguro si nadie lo alcanzaba, aun cuando Jimin sabe que la realidad no es así.
Sin embargo, consciente de ese hecho o no, no puede volver, se niega a abrir los ojos.
Todo dolía por dentro, había tanto, pero tanto daño, que así se sentía, como si no quisiera recibir más, como si no pudiese recibir más. No quería que nadie lo tocara, que nadie lo mirara, simplemente quería quedarse ahí, siendo chiquito en aquel rincón para que nadie fuera por él.
Quiere ser olvidado.
Y duele, la misma sensación ardiendo por todo su cuerpo, le duele demasiado.
Porque hay soledad y pánico, un pánico tan grande, que Jimin se llena de eso a pesar de que no entiende por qué es lo único que siente hasta el punto de hacerlo llorar, hasta el punto de quemarle la garganta. Es como si la misma melancolía la pudiese saborear en sus papilas gustativas, visualizar en su mente, sentir en el calor abrasador de su pecho.
Duele demasiado.
Nadie vendrá por él, como en todos esos años, nadie buscará por él, nadie nunca se atreverá tanto como para ir hasta donde él está atrapado, nadie tendría el valor de hundirse en el fondo del océano por él si es necesario.
Nadie.
Ser consciente de eso, le saca un gemido doloroso, tendría que valerse por sí mismo, lo sabe, pero ha pasado tanto tiempo solo, como nunca antes, que saberlo no hace más que darle otra herida a su corazón.
Y es contraproducente, porque también se siente libre, libre del daño que lo aprisionaba, pero a la vez es esa misma libertad la que lo aterra, porque no soportaría pasar por lo mismo los dos veces.
Pero entonces, dentro de toda esa espesa neblina que es su mente, hay un llamado, es pequeño, apenas lo nota, sin embargo, es lo suficientemente desesperado y angustioso como para que él no lo pasara por alto.
Y, honestamente, captura toda su atención.
El ruido es bajo, pero la sensación lo golpea de manera potente, porque lo agita y lo aturde.
Y a pesar de ser desconocido, como un montón de cosas ahora, no le tiene miedo, porque es gentil: el toque que se expande, el aroma, la sensación que de pronto lo envuelve a su alrededor como caricias que no tienen otra intención que hacerlo sentir bien.
Extrañamente, quiere aullar.
Y quizá sería arriesgado, pero se deja guiar por eso a lo que le llaman instinto, con miedo, temblando, pero con la pequeña esperanza de que esa sensación amable se vuelva más grande, expandiéndose hasta que logre refugiarlo por fin, logre darle esa seguridad que anheló y lloró por años, años que pasó sin ser escuchado nunca, sin ser atendido nunca.
Nadie nunca podría entenderlo, estar ahí sin realmente estarlo, haber gritado por algo y ser ignorado.
No podrían, el dolor incluso era incomparable y sería algo que se llevaría hasta la tumba.
Así que, con timidez y demasiado abrumado, se encoge ante una voz que se intensifica, y Jimin de pronto siente sus párpados arder y el cuerpo entero se estremece en dolor, como si hubiese sido aplastado por kilos de cemento. Más se obliga a sí mismo a despertar por fin, visiblemente conmocionado ante todas las sensaciones que lo atacaban, el mismo pavor que no entendía, queriendo invadirlo por completo.
Y justamente es ese aroma que golpea su olfato con fuerza lo único que parece traerle la calma que necesita, porque joder, a pesar de haberlo olido una sola vez, en menos intensidad que ahora, es una esencia que nunca en la vida se le iría.
Porque era seguridad, era tranquilidad.
Era un cúmulo de sensaciones que buscaba y necesitaba en ese momento.
Y por el amor de Dios, sea lo que sea, Jimin se estaba aferrando a eso.
Quiso llorar cuando abrió los ojos por fin, acostumbrando la vista, teniendo a solo centímetros al dueño de ese aroma, y juró que la simple vista de él le produjo una sensación que fue de apretarle el pecho hasta hacerle cosquillas en la planta de sus pies.
Quizá era esa sonrisa liviana que mantenía en su rostro, o la forma tan profunda en como esos ojos dorados y brillantes le miraban, o quizá la delicada palma en su mejilla.
Aunque Jimin podría admitir que era todo en él lo que lo hacía sentir así.
Tan seguro, como si perteneciera a la luz de sus ojos, al toque de sus manos, a la serenidad de esa sonrisa.
—Estás bien —le oye susurrar, con la voz lastimera y un suspiro tembloroso—, tus ojos —vuelve a decir, y se toma un tiempo que Jimin le da, y a pesar de que no entiende cual es el problema con ellos, no puede dejar de mirar los ojos ajenos, porque es inexplicable la forma en como si pudiese ver a través de ellos. Y la emoción sobre eso se vuelve fuego que calienta su pecho, haciéndole estremecer cuando Yoongi le sonríe así de bonito como solo él sabía sonreír—, tus ojos son preciosos... son preciosos, Jimin.
No entiende, pero dios, da lo mismo que no le entienda porque la forma en como Yoongi le está mirando es única, y sabe que, sea lo que sea que eso significara, no era algo malo, la misma mirada ajena se lo decía, la misma sonrisa sincera le respondía.
Tiene ganas de llorar de nuevo, incluso si su cuerpo sigue rodeado de ese pavor inexplicable, quiere llorar por la seguridad que Yoongi le da.
—¿Yoongi.. q-qué ocurrió? —pregunta por fin, la voz rasposa y doliendo como si no hubiese hablado en años, la misma saliva sintiéndose amarga cuando los últimos recuerdos golpean en su cabeza, junto con el dolor y el significado de todos ellos. Inspira hondo para calmarse, rogando para que Yoongi no quitara la mano que acunaba su mejilla, sin embargo, se sorprende un poco cuando el olor amaderado y dulce del alfa lo golpea con fuerza. Más no puede centrarse en eso, porque la pregunta que se formula en su cabeza es mucho más pesada que cualquier cosa que pudiese sentir ahora. Y tiene miedo de preguntar, pero, aunque sus labios tiemblan cuando abre la boca, lo hace, frunciendo un poco su ceño cuando le mira y se atreve por fin a decir—: ¿M-mi padre?
Las palabras llegan con el recuerdo de Yunho mirándole adolorido y sorprendido al ver que un puñal de ónice fue clavado en su pierna, por él. Jimin siente sus ojos picar, temiendo de la respuesta, y al parecer es como un libro abierto porque Yoongi nota la actitud que adopta su cuerpo tras su propia pregunta. El alfa sólo atina a acunar de mejor manera su mejilla y su pulgar dejar pequeños y suaves círculos sobre su pómulo.
Y hay algo tan inexplicable dentro de él que se conmueve por este toque, que lo incita a querer más, ladeando la cabeza y haciendo que su mejilla se presionara con mayor fuerza, como si el tacto de su palma no fuera suficiente, como si quisiera el toque en todo su cuerpo para realmente sentirlo.
El fuerte deseo lo hace sonrojar, pero se esfuma cuando ve el rostro tenso de Yoongi formular una respuesta.
—Murió —y su mirada cae, Jimin lo sabía, lo vio volverse cenizas frente a sus ojos, pero que le confirmaran el hecho le hizo sentir culpable de muchas formas—, cuando lo hizo, los humanos que atacaban la manada retrocedieron, al parecer Yunho los tenía bajo compulsión —Yoongi lucía visiblemente perturbado, notándolo cuando sintió la mano contraerse mínimamente en su taco. El chico inspiró con fuerza y cuando Jimin creyó que no hablaría, él se relamió los labios para seguir—. Tú moriste... —le contó, y no sabe si le dolió más a él escuchar eso o al mismo Yoongi, quien frunció el ceño en respuesta a lo que decía—, moriste frente a mis ojos y-
—No tienes que decírmelo si no quieres. —interrumpió, no soportando el dolor que de pronto se impregnó en toda la habitación, sin entender cómo es que podía sentirlo tan claro en sus sentidos.
Yoongi negó, apretando los labios y Jimin le dio el tiempo para que siguiera.
—Sentí tu muerte en mi lobo, como si tu dolor fuera mío, así que tampoco pude moverme, fue Taehyung quien-
—¿Dónde está Taehyung?
—No sabemos —y eso lo tensó, y joder, Jimin se pondría de pie y buscaría a su hermano si pudiera, pero ninguna maldita célula de su cuerpo parecía responder por él aún. Yoongi al parecer notó su desesperación porque rápidamente agregó—: Jungkook fue a buscarlo, y Namjoon fue a buscar a Jungkook, debería estar con ellos ahora, pero gracias a él...
—¿Qué? —preguntó, y la bruma de emociones fue incontrolable. No sabía por qué, pero le aterraba imaginar lo peor, y bueno, se lo estaba imaginando—. ¿Qué pasó con Taehyung?
—Creemos que te salvó —le explica, Jimin le miró confundido, a lo que Yoongi explícitamente dijo—: él te trajo de la muerte, Jimin. Hoseok lo vio, y dijo que él adoptó un aspecto demoniaco y luego tú comenzaste a respirar, luego nos transportó a los dos a la manada para que podamos curarte y sacarte la bala de ónice.
—Necesito verlo —le dijo, y las lágrimas se posaron en las esquinas de sus ojos—, Yoongi necesito saber si mi hermano está bien. —Y su voz se quebró un poco, sintiendo cierta culpa y responsabilidad en él. Porque pesar de ser consciente que su hermano era un vampiro de como trescientos años, con un montón de experiencias previas, ahora mismo eran la única familia del otro, la única persona de la cual sostenerse.
Y justamente eso es lo que no está haciendo.
Jimin sabía, estaba rodeado de una manada que lo quería, de la cual podría sostenerse, de todos ellos sin siquiera pedirlo. Pero no era lo mismo para Taehyung, porque el vampiro no tenía a nadie, prácticamente con la muerte de Yunho lo dejó solo, y a pesar de que quizás la soledad fue siempre la fiel compañera de toda su vida, Jimin sabía que él era la única persona de la cual Taehyung podría sostenerse, la única persona que tenía.
Y eso, lo hacía responsable.
—Está bien, hey —Yoongi levantó su otra mano cuando dos pares de lágrimas se deslizaron fuera, el mayor le miró preocupado, pero ambas de sus manos limpiaron la humedad de su piel y le acariciaron con ternura y delicadeza—, tranquilo, los chicos fueron, sé que te preocupas, y apenas sepamos su paradero lo traeremos aquí para que esté contigo, pero tú también necesitas sanar, Jimin, literalmente te trajo de la muerte... dime, ¿cómo te sientes? ¿te sientes diferente?
Jimin intentó calmarse, inspirando hondo y botando todo el aire de manera calmada mientras Yoongi asentía pequeño a lo que hacía, como si silenciosamente le estuviera indicando que estaba bien. Jimin quería decirle que en realidad estaba calmándose por su presencia ahí con él y no por sus pobres intentos de controlar su respiración porque, de haber estado solo, le habría dado demasiado pánico no poder moverse aún.
Así que fue ese mismo toque relajante el que le dio las fuerzas para hablar.
—Mi padre dijo que yo era un híbrido... —confesó, en vista de que no habían hablado nada de eso cuando él apenas supo hace horas atrás—, dijo que era hijo de un hombre lobo...
Y no supo por qué decir aquello lo avergonzó en demasía, pero la sonrisa que se estiró en los labios de Yoongi lo calmó al instante.
—Lo sé... —le dijo—, lo vi en tus ojos, eran como los míos, pero más oscuros, me los mostraste como si tu parte animal hubiese despertado primero.
—¿Yo hice eso?
Una pequeña risa recibió como respuesta, y joder, Jimin se sintió encantado a otro nivel.
—Sí, lo hiciste tú, todo tú dice que eres como nosotros, tu aroma también ¿no sientes mi aroma más intenso?
—Un poquito —le confesó, sonrojándose porque en todo ese rato era su aroma lo único que sentía y Dios, se sentía como el oxígeno que necesitaba para vivir, y quizá le avergonzaba el pensamiento, pero era lo único a lo que estaba aferrándose ahora para tener un poco de esa tranquilidad que con anhelo buscaba.
—Dime —Yoongi pidió, mirando su cabello a medida que lo acariciaba, descubriendo su frente una y otra vez—, ¿sientes algo más?
—Miedo —confiesa por fin, y sus labios se abultan un poco, como si el recordatorio de eso alzara la sensación con mayor ahínco—, no puedo explicarlo, pero tengo mucho pavor, como si estuviese a la defensiva, no sé...
—Lo sé, lo siento también, creo que es tu lobo, está aterrado, Jin quizá sepa un poco más de esto, podríamos hablarlo con él después de que descanses ¿sí?
—¿Y por qué yo no siento nada, así como tú? —le pregunta, y no es demandante, hay un poco de dolor reflejado en sus ojos—, ¿me sientes así por el lazo, cierto? —y quizá no debió preguntarlo, porque apenas lo nombró, las caricias en su cabello se detuvieron y Yoongi le miró estoico. Eso no hizo más que colocarlo nervioso, relamiéndose los labios para explicarse mejor—. Cuando mi padre murió, sentí el lazo, te juro que estaba ahí, sentí lo que sentías, tu lobo conectado conmigo, pero ahora no hay nada... ¿por qué? —no quiere parecer tan dolido y decepcionado, pero Jimin le mira con sus ojos tristes y preocupados, no entendiendo lo que pasaba realmente con él—, no entiendo, hyung, ¿hay algo mal? Debería sentirlo ¿cierto?
Su pecho se apretó cuando el corazón se le hizo chiquito al ver que Yoongi le miró impasible, su rostro mostrando nada, pero las emociones rodeándolos con fuerzas en aquella habitación, como un torbellino lleno de lo que sus corazones y cuerpos sentían por el otro.
Y el hecho de que Yoongi no le respondiera y le observara así, le hizo saber que algo andaba mal.
Sin embargo, nunca se esperó lo que le dijo.
—El lazo se cortó.
Jimin se tensó.
Deseó con fuerzas haber escuchado mal, pero el mismo rostro de Yoongi y todo el aroma en sí, era el indicativo claro de que todo estaba siendo muy real.
Así que frunció el ceño, buscando respuestas. —¿Cómo? ¿por qué? ¿qué está pasando?
Yoongi lucía tan descolocado y herido como él, y quizá Jimin no lo había notado antes por el mismo cansancio de su cuerpo, pero ahora que le miraba, pudo dar cuenta del rostro más pálido del mayor, con ojeras marcadas bajo sus párpados, los ojos rojos y todo en él como si hubiese perdido la energía.
El malestar comenzó a crecer por dentro al creer que no era algo que Yoongi quisiera hablar. Pero la misma angustia que carcomía su garganta, pedía explicaciones por las cuales estaba desesperándose.
Aun si doliera conocer la verdad.
—Cuando perdiste la vida, mi lobo cortó el lazo, por eso tampoco pude hacer mucho cuando te dispararon, sentí tu dolor, pero igual sentí el dolor de mi lobo, quien sintió a su compañero morir, frente a sus ojos. Cuando estabas muerto, me estaba muriendo contigo por el lazo roto.
Jimin le dio una mirada apenada.
—Yoongi-
—Pero está bien —le calmó, aunque las palabras se sentían más para él mismo, con sus manos nuevamente ahuecando sus mejillas y acariciándolas con suavidad, dándole tranquilidad aun cuando todo en el rostro del mayor era tristeza y dolor—, saber que estás bien es suficiente para mí, para mi lobo, así que está bien.
No. Jimin sabía que no estaba bien.
—Hyung, si necesitas mor-
—No —le cortó, negando de forma abrupta, más serio que antes—, no te lo haré de nuevo.
Y su corazón cayó.
Jimin sintió todo su cuerpo tenso ante sus palabras, como un balde de agua fría que lo hacía darse cuenta de su horrible realidad. Y estúpido cuerpo que no respondía al hecho de querer alzar sus manos hacia el rostro contrario, porque ahora, tocarlo era lo único que quería, por lo único que luchaba.
—¿Q-qué quieres decir con eso? —preguntó, con un poco de miedo, sus labios temblando poquito al hacerse ideas de lo que las palabras del mayor significaban, y quizá no era su intención real, pero sus labios se arquearon hacia abajo, no entendiendo por qué sentía las emociones tan a flor de piel cuando, con miedo, agregó—: pensé que estábamos juntos...
—Lo estamos —Yoongi no titubeó, pero aun así no se sintió bien, porque el mayor luego de eso negó—, pero no quiero atarte a mí de por vida... no de nuevo.
Y Dios, la sonrisa empática que le mostró ni siquiera tapaba la tristeza de sus ojos, como si estos estuvieran apagados, como si miserablemente Yoongi estuviera conformándose con lo poco que podía tomar de él, y estúpido Yoongi porque Jimin le daría lo que sea para que estuviera bien, para que estuvieran bien.
Así que fue pánico cuando intentó negar a sus palabras, sin demasiado éxito.
—Yoongi, eso no es-
—Si te muerdo será diferente —él se explicó, como si Jimin no entendiera el asunto, pero vamos, Jimin tenía claro en lo que se estaba metiendo y aunque sonara loco o no, le daría su vida a este alfa frente a él, quien lo trataba como la cosa más preciosa que sus manos tocarían en años. Y desafortunadamente, era algo que Yoongi no percibía, porque luego dijo—: será diferente porque ahora tienes esta parte de híbrido en ti, y el lazo lo vas a sentir.
Sí, el lazo que sintió, aquel lazo que le mostró el sentimiento más hermoso que alguna vez alguien pudo sentir por él. El lazo que anhelaba sentir ahora.
El solo imaginarse esa sensación de vuelta en su pecho le hace apretar el estómago.
Así que le miró, por bastante tiempo, sus ojos y luego sus labios y de vuelta a sus ojos.
—¿Qué hay de malo en eso?
—Vas a necesitar del lazo —le dijo lo obvio, pero Yoongi negó—, necesitarás de mí, seré tu otra parte, no serás tú por completo, yo seré tu otra parte, independientemente de... si te gusto o no.
—Me gustas-
—Si me amas o no —le cortó, y apretó los labios, mirándole de aquella forma tan indescifrable que Jimin no hizo más que guardar silencio—, si realmente soy lo que tú quieres, si realmente soy tu pareja, al lazo no le importará, sea cual sea tus sentimientos por mí, me necesitarás porque estaremos unidos, y no quiero hacerte eso.
Abrió y cerró la boca ante lo que Yoongi decía, porque se sintió como un insulto.
Porque este lobo alfa, quien cargaba con una manada sobre sus hombros, dándole seguridad y protección a cada uno de sus integrantes, estaba viéndose inseguro en cuanto a lo que el mismo Jimin sentía.
—¿Crees que no estoy seguro de lo que siento?
Y no supo qué mirada le estaba colocando, pero Yoongi apretó los labios y bajó la vista, no queriendo sostenerle la mirada.
—No lo sé... —respondió, con honestidad, y antes de que Jimin pudiese refutar eso, Yoongi levantó la vista y se acercó, inclinándose hacia él para rozar la nariz en su mejilla, acariciándolo suavemente, su aliento haciéndole cosquillas en la piel de la zona—, no te molestes, ¿si? Descansa, después tendremos tiempo para hablar, por favor, descansa —y su voz se hizo más pequeña, Yoongi apretó los labios, y tragó saliva con dificultad, y Dios, Jimin pensó que no podría enojarse nunca con él, ni siquiera por dudar de lo que él sentía—, casi te pierdo, me muero si ocurre algo más, descansa, por favor.
Y eso fue todo.
Dejó salir el aire de sus pulmones, y el suave tacto en su mejilla junto con el aroma dulce y amaderado hizo que la tranquilidad se cerniera por sus cuerpos.
Más Jimin, aun con un poquito de miedo, preguntó: —¿Te quedarás conmigo?
Yoongi no respondió al principio, al menos no con palabras. El lobo bajó una mano hacia la suya para alzarla y llevarla hacia su rostro, dejando la palma contra su boca para presionar un beso cálido en el centro de esta, sus dedos moviéndose ligeramente en respuesta, mirándole a través de ellos.
—Siempre —le susurró y se recostó junto a él—, cuéntame de ti, ¿sientes a tu lobo? ¿Cómo lo sientes?
Jimin hizo una mueca, y era el mismo calor de Yoongi estando a su lado el que le daba la seguridad de sincerarse por completo frente a él.
—No realmente... sé que hay algo —dijo, recordando la sensación que lo invadió antes de abrir los ojos y la que aún persiste como un pequeño ruido en el fondo de sus oídos. Miró a Yoongi, quien estaba de lado, con una mano descansando su cabeza en lo alto y la otra jugando con sus dedos de la mano que había besado, capturando toda su atención. Y quizás esa forma doméstica en la que se mantenía a su alrededor fue la que le hizo formar un puchero antes de decir—: tiene mucho miedo, lo siento por todas partes, no sé cómo calmarlo, pero es todo lo que siento, está aterrado.
—Quizá está asustado por lo que Yunho le hizo, sobrellevar una compulsión no es fácil —le contó, y su rostro se frunció un poco, deteniendo sus caricias—, Baekhyun y Chanyeol tampoco quedaron bien después de que les regí.
—Lo que yo siento es horrible, no me imagino cómo debe ser para el resto.
—Espero que Jin nos pueda decir más... —murmuró, y sus labios se posaron en su sien en un tacto gentil.
—Tú... uhm... ¿lo sientes? —preguntó, arrastrando un poco las palabras, Yoongi le miró, como si no entendiera del todo y eso le hizo sonrojar un poquito al saber que tendría que ser explícito—. ¿Sientes a mi lobo?
—Sí, se siente como si me odiara —Rió, y Jimin juró sentir la melodía como caricias en sus oídos, se sentía bien que después de todo lo que habían pasado, ellos podían reír así—, pero sé que le gusto, solo que tiene miedo.
De acuerdo, eso le hizo alzar una ceja, lo cual le costó la energía de todo su cuerpo. Pero aún así, lo hizo.
—¿No te estás dando demasiados créditos?
Y Yoongi se abrazó a él, completamente relajado, con su cuerpo de lado, la nariz enterrada en su cuello y un brazo rodeándole la cintura.
—Claro que no, tu lobo sabe que lo cuidaré, los cuidaré.
Y Joder si eso no le apretó la garganta, el pecho, su estómago, el calor viajando y filtrándose por todo su rostro.
¿Cómo podía ser tan lindo?
Podría quedarse así para siempre si este tipo de sentimiento es el que tendría por él, a causa de él.
Así que cerró sus ojos, sintiendo como si el otro lo envolviera y lo sostuviera con sus manos a su alrededor, con cada pequeño toque, sintiéndose tan acogido que la humedad se formó tras sus párpados al imaginar que estuvo a punto de haber perdido todo este sentimiento para siempre.
Y si era desesperación o no lo que sentía, no le importaba, porque ahora se negaba a dejarlo ir.
Y quizá Yoongi pensaba lo mismo, o se sentía como él, porque de pronto, el lobo le dijo:
—Me moriría si te pasara algo, Jimin...
Jimin creía lo mismo, pero con esfuerzo levantó una mano y la dejó reposada en la que Yoongi movía en su estómago, siendo recibida por esos dedos suaves que le sujetaron.
—No digas eso... —susurró, y tuvo al mayor apretándose contra su cuerpo, abrazándole con mayor fuerza.
Como si tuviera miedo de soltarlo y oh, Jimin tenía miedo que lo dejara ir.
Yoongi suspiró, haciéndole cosquillas. —Es la verdad.
—Ya pasó —intentó arrullar—, me duele todo como la mierda, y no puedo mover mi cuerpo todavía, pero ya pasó todo, tranquilo.
—Siento que hayas tenido que pasar por todo esto. No era lo que quería, lo que menos quería era que mataras a tu padre con tus propias manos. Independientemente si se lo merecía, no quería que cargaras tú con eso.
Jimin abrió sus ojos y observó el techo mientras lo escuchaba, suspirando pequeño y no atreviéndose a moverse de más porque en el abrazo de Yoongi estaba ya lo suficientemente cómodo, aún si solo era su brazo rodeando su cintura y una pierna ligeramente sobre las suyas.
El simple calor ajeno dándole la valentía para hablar.
—Creo que era necesario de esta forma, lo tenía que hacer por la manada —confesó, completamente seguro, porque este dolor que sentía, esta culpabilidad de haber matado a su padre, era un dolor que estaba dispuesto a cargar por ellos, solo él y nadie más—, ya no me siento en deuda con ustedes, desde que salvaron mi vida, sentí que tenía que darles algo, así que está bien si tuve que ser yo el que lo haya matado, tenía que ser así.
Yoongi guardó silencio, y a pesar de que no estaba de acuerdo con ellas, porque nunca hubo deuda, no refutó sus palabras, porque algo más intenso le secó la garganta y le apretó el pecho. Jimin era libre para hacer lo que quisiera, pensó entonces, podría irse de aquí, con Taehyung quizá, ahora que se habían vuelto a reunir, podrían rehacer sus vidas juntos en Seúl, como la familia que eran.
No había nada que lo impidiera, el chico ya era mayor, los humanos no eran su principal enemigo, así que, si quería volver a la ciudad, podía hacerlo.
Pero más que eso, Yoongi sabía que Jimin no dejaría a Taehyung, y si el vampiro decidía volver, estaba seguro que Jimin se iría con él.
Y Yoongi no sería tan egoísta para impedirlo.
Pero el pensamiento le forma un nudo en su estómago, inevitable, como si de pronto se fuera a enfermar más de lo que ya estaba con el hecho de tener un lazo roto.
—¿Qué? —Jimin dice de pronto, intentando girar la cabeza con dificultad debido al cansancio de su cuerpo, de todas formas, no tiene que esforzarse porque Yoongi está levantando la vista para encontrarse con su mirada, viendo sus ojos escudriñar todo su rostro en busca de respuestas—. ¿Qué pasa?
Él niega. Y su mano se mueve en pequeños círculos en su estómago. —No pasa nada...
—Te noto raro —le confiesa, a lo que Yoongi le mira extrañado ante la elección de palabras—, no preguntes cómo lo sé, pero lo sé.
Yoongi solo lo mira y se larga a reír, encantado al verlo más susceptible a las emociones, y no puede evitar enterrar nuevamente la nariz en su cuello, y es manjar lo que huele, lo que siente. Es ese aroma dulce que una vez olió muy pequeño, intensificarse con fuerza y ahínco, como si quisiera ser notado por él.
Es relajante.
Pero entonces Jimin gruñe y siente el amago de que quiere codearlo.
—Que te ríes imbécil.
Yoongi volvió a reír más fuerte.
—Te estás volviendo bravo ¿uh? ¿acaso es tu lobo?
—No cambies el tema, dime que pasa.
—Nada, me gusta poder estar así, sin preocupaciones, es solo eso —le calmó, y volvió a la cómoda posición de antes—, descansa ¿si? Por favor...
Jimin meditó unos segundos, si hacerle caso o quedarse mirándole por siempre, pero, ¿cómo podría negarse a su petición y a su voz lastimosa pidiéndole eso?
—¿Te quedarás? —preguntó nuevamente, como si tuviese miedo de cerrar los ojos y descubrir que no estaba.
Y pudo haberse sentido mal porque Yoongi como alfa tenía más cosas de las cuales estar pendiente aparte de él, sobre todo ahora que habían terminado una batalla con los humanos, donde había que evaluar el conteo de heridos, los daños, cerciorarse de que todos estuvieran bien, informarse de los demás capitanes y rehacer las misiones.
Jimin tendría que haberle dicho que estaba bien por su cuenta, pero lo cierto es que no pudo, y el corazón se infló en su pecho de amor cuando cerró los ojos, quedándose dormido por fin y al volver abrirlos horas después, notando el cálido suspiro del mayor en una respiración acompasaba y serena, notando que se había dormido con él y que no se había ido.
Y no supo por cuánto tiempo estuvo durmiendo, pero fue suficiente para haber recuperado energía y parte de su movilidad, ya que con la misma fuerza que de a poco se presentaba, pudo girarse hacia su lado y levantar suavemente su mano con el fin de acariciar la mejilla de Yoongi, un tacto tímido y apenas percibidle con la yema de sus dedos.
Lo observaría por horas, pensó, no se aburriría nunca, no podría, incluso ahora rogaba para que el tiempo se detuviera y así el pudiera observarlo con tranquilidad, grabarse cada facción, admirar cada parte que lo componían.
Por toda la vida.
Sin nada que los limitara, sin nada de lo cual preocuparse.
Ninguna cuenta regresiva en sus cabezas.
Y Dios, la emoción explotó en su pecho al pensar en los días que se le venían, el solo hecho de no tener nada de lo que preocuparse, de sentir que, en definitiva, este sería el comienzo de algo que deseaba perdurara toda la vida si fuese permitido, esta vida y todas las otras que venían.
Quizá fue el hecho de haber muerto, quizá fue el hecho de sentir que lo perdería para siempre, esta sensación que no podría igualar con nadie ni con algo más.
Pero ahí estaba, Jimin sentía el sentimiento emanándose por cada poro, en cada célula, estremeciéndole la piel y apretándole el corazón con fuerza.
Haciéndolo suspirar como un tonto mientras le miraba, con esos pequeños rayos de sol que se filtraban a través de las cortinas, haciendo fruncir a Yoongi tiernamente.
Haciéndole sonreír por la simple vista.
Lo había extrañado tanto, que el sentimiento de nostalgia aún se reposaba en el fondo de su mente, junto con ese pavor automático que lo incitaba querer envolverse en su sitio. Más Jimin se empujó a sí mismo contra Yoongi y dejó su frente reposada en la del mayor, apretando las manos en su pecho y sintiendo las manos del mayor apretarle en su espalda baja, atrayéndolo hacia él aún en sus sueños.
Jimin cerró sus ojos y dejó escapar un suspiro tembloroso cuando cada parte de su cuerpo le decía la respuesta.
Lo amaba.
Amaba a Yoongi.
Y nada, ni nadie, lo separaría de él.
No de nuevo.
*
Namjoon sintió una especie de déjà vu, cuando a su mente llegó un recuerdo de Jungkook con diez años, gruñéndole, adoptando su forma animal, la de un cachorro negro en ese entonces, quien saltó a morderle el brazo sólo porque él había entrado a la casa de Jin sin tocar y sin aviso previo. Pero en defensa de Namjoon, él y Jin era compañeros e iban a vivir juntos, incluso estaba mudándose con ellos porque Jin no podía dejar al pequeño Jungkook solo, el cual parecía ser más salvaje que humano.
Namjoon no le echa la culpa, ni tampoco le molestaba, en cierto punto entendía que la forma drástica que adoptó su lobo con sus cercanos, era el claro reflejo de lo mucho que le había afectado a su parte animal el hecho de perder a sus padres a tan temprana edad.
Era dejavu porque ahora mismo Jungkook estaba frente a la puerta de su habitación, de pie, mirándole serio, sin hacer más movimiento que observarle.
—Ya te dije —le respondió, como lo había hecho minutos atrás, horas atrás—, está débil.
Namjoon suavizó su rostro y dejó atrás a su lobo, intentando parecer lo menos hostil para el chico frente a él.
—Jungkook, necesito verlo.
—¿Por qué? ¿para qué? —preguntó y luego apretó los labios, negando suavemente—, Si ya te dije.
—Jungkook.
—Está débil y susceptible.
—Necesito ver a Taehyung.
Jungkook gruñó y le mostró el color esmeralda de sus ojos. —Está herido.
Namjoon le observó en silencio.
Admitía estar un poco en shock, sabía lo territorial que Jungkook era, pero nunca se esperó que lo seguiría siendo con tanta intensidad a esta edad, cuando ya era consciente de muchas cosas, ni mucho menos con un vampiro como lo era Taehyung, a quien no ha dejado ver desde que pisó la casa, desde que subió las escaleras, desde que lo encontró haciendo guardia en su habitación, donde Namjoon sabía que el vampiro se encontraba.
Pero sobre todo, nunca esperó que Jungkook estuviera comportándose tan a la defensiva por Taehyung, a quien, según lo que él recuerda, Jungkook odiaba.
Ahora parecía como si el menor estuviese dispuesto a pelear con la manada entera con tal de no dejar que alguien lo viera.
—En serio, ¿qué te pasa? —preguntó ya harto, observándole con el ceño fruncido—, sabes que no haré nada malo, lo único que busco es verlo, saber cómo está.
Jungkook negó.
—No puedo —le dijo, y las palabras salieron tan abruptamente que era como si el mismo Jungkook estuviera sorprendido de su actitud, porque tragó saliva, exasperado y dijo—: yo sé que no harás nada malo, pero mi lobo no puede permitirlo. Taehyung está débil y- —inspiró profundo, intentando calmarse—, no puedo.
Jungkook admitía estar horrorizado de su propio comportamiento, siempre supo que fue territorial y le echa la culpa a Jin de haberlo criado de aquella forma, aunque sabe que parte de esa sensación de sobre-proteger todo lo que se sintiera suyo era por el mismo miedo inculcado en su niñez luego de perder a sus padres a una edad tan corta, dejando a su hermano mayor como el único fiel representante que cumpliera con el rol de un padre, el cual fue afectivo y lleno de amor.
En base a eso, él simplemente se había convencido a través de los años que debería crecer para ser un alfa fuerte y grande, que cuidara a los suyos en caso de sentir el peligro.
No sentía peligro con Namjoon y Taehyung definitivamente no era suyo.
Pero ahí estaba, gruñéndole y dispuesto a iniciar una pelea con su cuñado si es que seguía apretando los botones incorrectos en su persona.
Dios, él no podría dejar que los lobos pisaran su habitación y vieran a Taehyung en el estado débil en el que se encontraba.
El sentido de amenaza disparándose por todo su cuerpo e incluso cegándolo hasta este punto de sentir que todo el mundo se había vuelto su enemigo.
Y él ama a la manada y ama a su cuñado, y definitivamente odia a Taehyung, pero no puede, no puede dejarlo pasar, no puede poner en riesgo al vampiro, porque el chico estaba en su habitación, literalmente buscó su habitación como si fuera su lugar seguro ante la debilidad de su cuerpo.
Y más que eso, no puede porque estaba ahí, en su cama, con su ropa, oliendo a él.
Su lobo se lo dice: es suyo.
Así que no puede.
—No puedo.
Y Namjoon tampoco podía ponerse a pelear con él.
Así que suspiró.
—Cuando se sienta mejor, avísale que vaya a la clínica, queremos hacer una reunión, y lo necesitamos presente.
Jungkook asintió, más no dijo nada y pareció volver a respirar normal cuando sintió la puerta principal de su casa cerrarse, anunciándole que Namjoon se había ido.
Sin embargo, no alcanzó ni a girarse para abrir la puerta de su habitación cuando ve el pequeño intercomunicador parpadear en su cuello.
—¿Sí?
—Avísale que Jimin despertó. —le ordenó, quizá manteniéndose cerca de él, pero optando por llamarlo a la distancia que volver a pisar la casa que olía fuertemente a amenaza.
Jungkook sintió su pecho apretarse y una ola de alivio bañarlo por completo al escuchar las noticias de su hermano.
—¿Él está bien? —preguntó, con un poco de miedo y no supo cómo interpretar la pequeña risa que se escuchó de la boca de Namjoon.
—Te vas a sorprender, solo avísale, y ven a la clínica cuando puedas. Claro, si es que puedes dejar ese comportamiento de salvaje como si Taehyung fuera el maldito hueso que todos te quieren quitar.
—¡Oye! eso es-
Y le cortó.
Gruñó molesto, pero la temperatura de sus mejillas eran la clara demostración de que estaba avergonzado.
Se sentía estúpido, era un idiota de primera, incluso su orgullo tirado al suelo por la misma situación a la que su lobo lo había empujado porque joder, era su lobo el jodido animal sensible que quiere cuidar a Taehyung como si fuera el pollito perdido de alguna gallina y-
Jungkook inspira profundo. Otra vez. Como lo ha estado haciendo todo ese rato y el aroma a flores le hace cosquillas en la nariz, su boca haciéndose agua cuando sabe que si abre la puerta la fragancia lo golpearía directo en la frente.
Él lo hace, con sumo cuidado y no lo recibe más que ese aroma junto con el silencio.
Su pecho se aprieta cuando lo ve, al vampiro tapado hasta arriba, como si la luz le molestara, siendo un gran bulto que ni siquiera se movía.
Como si no tuviera vida.
Lo odia, piensa, o quiere creer que lo hace, pero la intranquilidad que siente su lobo ante ese pensamiento le enferma. No puede luchar contra sí mismo, no puede separar las emociones de su lobo, pero joder, él tenía uso de razón y su lobo no y es la razón la que le dice a Jungkook que todo estaba mal en proporciones catastróficas.
Se quemaría, lo sabe, se hundiría, Dios, quizá ya lo estaba, pero no le importó cuando se acercó a él y descubrió un poco su cuerpo, notando a Taehyung en la misma posición en la que lo había dejado, como si quisiera envolverse en sí mismo, tomando un aspecto pálido y no aquella piel bronceada que lo caracterizaba y lo hacía único entre los demás vampiros.
Aunque, bueno, Jungkook nunca había visto a uno.
De todas formas, no cree que sea tan necesario ver a otro para comparar y confirmar que Taehyung era demasiado especial para su propia raza.
—Taehyung. —Llamó, suave, mirándolo a metros de distancia, con miedo de acercarse a él porque eso le hacía desear arrullarlo, y ya lo había hecho hace horas atrás y no quiere hacerlo de nuevo porque le avergüenza la forma en como su lobo se comporta cerca de él, la forma en como quiere darle su calor, su olor, lamerlo, morderlo- joder—. Taehyung...
No hay respuesta, Taehyung literalmente parece como si se hubiese ido de esta vida, y él desconocía la forma en cómo funcionaban las muertes de los vampiros, y se sentía más idiota de lo que ya era pensando que de pronto el chico se haría ceniza en su cama y se iría de esta vida.
El simple pensamiento apretándole el pecho y hacerlo jadear.
—Taehyung... hey... —Pero no había respuesta, y quizá el único hecho de saber que no estaba muerto era el espeso olor de flores, el olor a bosque que se cernía y se mezclaba con el suyo, además, había algo en él que le decía que el chico estaba ahí descansando y nada más.
No puede darle un nombre a esa fuerza sobrenatural que le decía que Taehyung estaba ahí, pero Jungkook no desconfiaba de sus instintos, de las mismas creencias de su lobo, quien parecía lastimado y ansioso por querer saltar sobre el vampiro y cuidarlo.
Tuvo que apretar las manos en puño porque estas picaron por ir hasta él apenas se alejó, sentándose en la misma cama pero a los pies de esta, lejos de su tacto.
Si bien, no sabía qué hacer, quizá Jimin tendría la respuesta, pero definitivamente no lo dejaría solo.
Y tonto Jungkook, porque mientras se pasaba las manos por la cara, absolutamente atormentado por sus propias acciones, Taehyung abrió los ojos, apenas, despierto en todo momento, no sabiendo cómo sentirse ante lo que había escuchado de la conversación de Namjoon, no sabiendo cómo tomar las actitudes de Jungkook.
Podría burlarse, porque oh, es lo que normalmente haría, como siempre, pero no quería, no se sentía bien, no se sentía como si fuera lo que realmente lo haría sentir a gusto.
—Estás despierto. —Escuchó de pronto, haciéndolo tensar y preguntarse cómo es que se dio cuenta.
De todas formas, sorprendido o no, no lo mostró.
—Jimin —susurró, sintiendo su garganta rasposa—, ¿qué pasó con Jimin?
Hay un silencio, y si Taehyung quería girar la cabeza y observar a Jungkook, curioso del por qué no hablaba, no lo hizo. No quería tener nada que ver con el tipo y con la sensación que estaba haciendo estragos en su misma persona. El aroma de su lobo, la forma en cómo podía escucharlo aullar, llamar por él, la forma en como-
—Está despierto —y eso trajo la tranquilidad y calma que tanto buscaba, más esa emoción seguía perturbándolo por dentro—, Namjoon dice que te necesitan para una reunión.
—Iré.
La cama pierde su peso cuando el vampiro dice, y hay pisadas a lo lejos, Jungkook está tenso cuando se mueve y es el mismo Taehyung quien siente esa tensión en cada parte que componen su ser porque mierda, el lobo del menor era como un libro abierto.
Y por lo mismo se encuentra abriendo la boca para hablar.
—Jungkook —llama, despacio y las pisadas se detienen—, no vuelvas hacer eso.
Y sabe que está a punto de ser una mierda, pero bueno, Taehyung lo ha sido a lo largo de toda su vida y un joven de diecinueve años no lo haría ser lo contrario.
—¿Qué cosa? —le escucha murmurar, una voz ronca apenas perceptible en sus oídos.
Taehyung reconoce el enojo ajeno, y quizá debería retroceder y cerrar su boca, echar su orgullo a un lado y dedicarse a descansar durante el resto de la tarde, porque muy posiblemente en un futuro se arrepentiría, y joder, Taehyung no lo sabe ahora, pero realmente se arrepentirá.
Ahora es ignorante y es el orgullo hecho persona cuando dice:
—Arrullarme. No lo hagas, no me gusta.
Otro silencio, el aroma se vuelve ácido y es amargo en su boca.
—Mal agradecido de mierda.
Un fuerte portazo le avisa que está solo, las pisadas rápidas y fuertes por las escaleras hacen crujir la casa y luego un segundo portazo le indica que se había ido.
No se sentía bien siendo arrullado por el lobo de Jungkook.
Pero Taehyung tampoco se sintió bien diciéndole que no lo hiciera más.
*
Luego de que Jimin fuera examinado por Jin, diciéndole que estaba todo bien con él y que sólo había que trabajar su parte animal para que pudiera estar conectada completamente consigo mismo, fuera de aquel sentimiento de pavor que parecía rodearlo la mayoría del tiempo, lo primero que hacen, es exigir una reunión.
—Te juro que no fue mi intención, en serio, lo siento muchísimo, nunca sería mi intención, realmente lo siento, yo-
—Ya, Hoseok.
—Lo siento mucho.
Hoseok había estado en el mismo ciclo de disculpas desde que los capitanes lo tomaron de aquella cabaña y lo escoltaron hacia la manada, específicamente al lugar donde se llevaba a cabo la reunión.
Apenas el humano se encontró con Jimin sintió un alivio recorrerle el cuerpo, más la culpa seguía ahí, el recuerdo de lo que pasó hace horas atrás demasiado vivo como para hacer como si simplemente no hubiese sido nada.
—Está bien —le dice Jimin, como lo había estado haciendo en todo ese rato, sintiéndose un poco mal por el chico, más no dejando que se acercara demasiado cuando todo en él seguía demasiado a la defensiva aún. De todas formas, asintió y le dio una mirada empática—, sé que no era tu intención, Hoseok, solo estas aquí porque eres clave para la recopilación de datos.
—Además —Yoongi se desliza cerca del chico y le estrecha la mano—, felicidades —dice y es graciosa la forma en como Hoseok abre demás los ojos, mirando la mano alzada y luego el rostro de Yoongi, entre serio y burlesco, una y otra vez, demasiado perseguido como para tomar su mano—, ¿dejarás al alfa de esta manada con la mano colgando?
—Uh —se estremeció—, ¿sí? no, es decir... ¿por qué?
Sí, ¿Por qué?
Literal había asesinado a Jimin, por el amor de Dios, nadie debería felicitarlo, incluso creyó que había sido mandado a llamar para ser castigado por todo lo que provocó.
Yoongi pasó la lengua por su mejilla, con un aspecto engreído y alzó sus cejas.
—Porque de igual formas cumpliste —le dijo—, Yunho está muerto, independientemente como hayan terminado las cosas, ayudaste y contribuiste a su muerte, así que felicidades por mantener el acuerdo.
Quizás eran los lobos que le miraban, quizás era todo el ambiente lleno de ellos, pero Hoseok estaba nervioso. Estar lejos de su hogar, solo y sin Mingyu a su lado porque el chico seguía descansando en la cabaña, le hizo sentirse perseguido.
Sin embargo, cuando pasa la vista hacia los otros hombres que reconocía como capitanes, y luego a un Jimin completamente sonriente, quien le asintió cuando sus ojos se encontraron, definitivamente no odiándole como él creyó, le hizo mirar a Yoongi de nuevo y por fin levantar la mano para darle un apretón a la ajena.
Hoseok la quiso quitar al instante, pero Yoongi se la mantuvo y quizá fue extraño para él, pero no tan extraño para los lobos que tenían el contacto de piel inculcado en ellos como si fuera su forma de regir la vida.
Y quizá Hoseok desde ahora en adelante tendría que acostumbrarse al contacto físico de ellos, porque Yoongi sonrió y le dijo:
—Prometido es deuda, y nosotros no estamos en deudas con nadie, mucho menos con humanos —contó, siendo un poco petulante, pero Hoseok se lo dejó pasar porque luego agregó—: la frontera es tuya, la cabaña también, tienes el permiso de nosotros para quedarte ahí, el terreno es tuyo, lo vigilaremos sólo para saber que todo va bien entre la zona limítrofe del bosque perteneciente a los lobos y el bosque perteneciente a los humanos, pero ese terreno será tuyo ahora.
Abrió y cerró la boca, visiblemente anonadado, y hubo una risita, no supo realmente de quien, pero fue el golpe que lo trajo de vuelta a la realidad.
—Gracias —dijo exasperado, agitando la mano que aún seguía sujetando la suya y él la sujetó con fuerzas, aferrándose al toque caliente de la palma ajena—, joder, Yoongi, gracias, te juro que no te decepcionaremos.
Y Dios, no era nada, pero Hoseok se sintió un poco parte de esta manada.
Quizá con el tiempo podría serlo.
Quizá.
Ellos hablaron sobre temas legales, Hoseok necesitaba un permiso especial de Yoongi y un papel que abalara el hecho de que el terreno le pertenecía, siendo la única condición demandante y de oro impuesta por los lobos, era no ser traicionados ni por él ni por el gremio de cazadores de vampiros al cual Hoseok pertenecía, sino, el humano sería comida para cuervos y sus huesos los juguetes favoritos para los salvajes que vivían en el fondo de las montañas.
Y Hoseok no exageró, ellos literalmente dijeron que sería la comida para los cuervos y los salvajes si llegaba a traicionar a la manada.
¿Cómo podría hacerlo? Pensó el humano, la oportunidad era única, nunca tendría una ganancia como esta, estaría loco y enfermo si por su mente pasara traicionarlos, no cuando nadie nunca había podido conseguir tanto como él. Las mismas voces entre el mundo de razas sobrenaturales, mencionando lo territoriales y sangrientos que eran los lobos del bosque del sur.
Joder, Hoseok se había ganado la lotería.
—Mi fidelidad estará con ustedes. —le afirmó, y quizá debió hacer ese saludo militar que veía a los demás capitanes hacer con Yoongi, pero se abstuvo cuando creyó que se vería estúpido.
Yoongi asintió, un poco abrumado por todas las emociones que se disparaban del chico, como fuegos artificiales que de pronto lastimarían su cara, no supo por qué, pero la forma incontrolable en como todos sus sentimientos explotaban y emergían de su cuerpo le hizo recordar un poco al Jimin del pasado.
Quizás los humanos eran así, incontrolables.
Más no siguió con el hilo de pensamientos, el cual lo empujaba a abrir la boca y hacer una broma sobre eso, quizá provocando una dura mirada de Jimin al mofarse de los humanos, y rayos, Yoongi aún no hacía nada y ya se estaba imaginando al menor todo enojado mirándole y como que eso hacía chillar a su lobo de emoción porque él realmente ama verlo todo furioso.
Pero no pudo, por más que quisiera ocupar a Hoseok para llegar a provocar a Jimin, porque la puerta de la sala es nuevamente abierta y es silencio lo que se reúne en la habitación cuando Taehyung entra por esta.
Luciendo serio, más delgado que antes, algo en él visiblemente distinto.
Él entra, y sus ojos parecen buscar con miedo cuando recorre las caras de todos hasta que llega hasta aquel chico que todos sabían que buscaba, Jimin suelta un jadeo y rápidamente camina hacia él, saliendo de su sitio y yendo para envolverse en un abrazo apretado que el vampiro le da, la altura entre ellos haciendo que el menor prácticamente escondiera la cabeza en su hombro y cuello y Taehyung la reposara a un lado de su coronilla.
Jungkook entra luego, luciendo horriblemente molesto, con una cara literal "de tres metros" aunque sus ojos solo tienen familiaridad y cariño cuando se cerciora que Jimin está bien, más bufa cuando ve a la otra persona que está envolviendo a su hermano en ese abrazo.
Y es vida lo que siente Taehyung, cuando sabe que Jimin está bien, cuando sabe que pudo evitar algo que no se perdonaría nunca en su eterna vida.
Y todo entre ellos parece estar bien, cuando Yoongi los ve separarse, y da inicio a la reunión, con Hoseok presente y con el vampiro también entre ellos, a un lado de Jimin, quien parecía no querer despegarse del lado de su hermano, como si tuviera miedo de que no fuera real.
Yoongi comienza hablando sobre Yunho, sobre el ataque y sobre cómo este parecía haber ejercido compulsión en cada una de las personas que usó, volviéndolas completamente en contra de su manada y en contra de su voluntad.
Aún habían dudas sobre eso, pues en todo el día nadie del gobierno de los humanos se había presentado, y si ellos no lo hacían, Yoongi se encargaría personalmente de ir y darles una visita.
Luego habló sobre Jimin, y el hecho de que ahora era un híbrido, el chico simplemente se sonrojó un poco, pero alzó la mirada cuando todos le miraron entre sorprendidos y anonadados. Jin fue el que explicó mejor lo que eso significaba, como el hecho de que el lobo de Jimin había sufrido un abuso psicológico por parte de su mismo padre, lo cual lo dejó aterrado y en una especie de negación, por lo que tomaría más tiempo poder reconocerlo aun.
También recalcó el hecho de que no podría transformarse, pero que su olor y sus sentidos sí estaban más intensificados ahora que su parte animal por fin era libre.
Y, por último, a lo que Taehyung había sido convocado.
—¿Contarás cómo lo hiciste?
El vampiro sintió el agarre de muerte en su brazo apretarse, sintiendo a Jimin tenso, como si tuviera miedo de que él dijera una verdad que podría ser abrumadora para todos.
Sin embargo, no era algo de otro mundo, nadie de los presentes conocía realmente su poder, incluido Hoseok, quien parecía conocerlo de mucho más tiempo, más que el mismo Jimin.
—Es como sanarlo —explicó—, sé que los lobos alfas pueden morder para sanar, yo puedo hacer lo mismo, sin morder, claro. —y quizá fue su tono burlesco del final el que hizo a Yoongi estrechar la mirada.
—Pero tú lo reviviste, no lo sanaste ¿acaso puedes revivir muertos?
—Yoongi —Jimin dijo, en un tono de voz amenazante y quiso odiarse por hacer esto frente a los demás capitanes, no queriendo desacreditar la palabra del líder, mucho menos su puesto como tal, así que carraspeó incómodo y habló de nuevo—, Yoongi-ssi... quizá, yo no estaba del todo ¿muerto?
Y se avergonzó, parecía chiste.
—Lo que yo hice —comenzó Taehyung, tomando la palabra, cruzándose de brazos, y sintiendo la mirada de todos encima de él, sin embargo, nadie le veía de manera amenazante, todos parecían preocupados entre la disputa que se llevaba entre él y Yoongi, pero ninguno de esos lobos le miraban con odio, como antes, como cuando había llegado, incluso se sentía como si quisieran colocarse de su parte. Taehyung les observó y casi podía ver a sus lobos con las orejitas abajo, tristes como si hubiesen recibido una reprimenda de parte de su líder. Menos uno, Taehyung vio a Jungkook con la cabeza gacha, el ceño fruncido, los labios apretados y la vista pegada en la madera de la mesa redonda, como si quisiera quemarla con la mirada. Algo se acentuó en su pecho, pero se concentró en responderle a Yoongi a que seguir observándolo a él—, lo que yo hice fue reanimar su corazón, como un golpe de corriente y luego estabilicé sus signos vitales, no puedo revivir a alguien, sólo ocupé mi energía.
Hoseok quiso decir que era mentira, él lo vio, él vio cómo Taehyung prácticamente era drenado para darle lo que sea que estuviera dándole a un Jimin que había dejado de vivir por minutos, sin embargo, no mencionó nada, si Taehyung quería que las cosas quedaran así, era por algo, pero el cazador estaba convencido de que más que un golpe de corriente, le dio su propia vida.
Y nadie más dijo algo, nadie reclamó por su explicación, y si Yoongi le creía o no al vampiro, tampoco lo dijo, no estaba en posición de discutirle, porque sea lo que sea que haya hecho, fue lo que hizo a Jimin estar con él ahora, de nuevo, así que simplemente lo deja pasar, notando que los mismos capitanes a su alrededor parecen conformes con la explicación que dio, porque básicamente tenía sentido que hubiese hecho eso, aunque el mismo aroma nervioso de Hoseok le decía otra cosa.
De todas formas, el tema cambia y Yoongi se concentra en hablar e informar sobre los heridos y el plan que llevarían ahora en adelante, dándole también espacio a Jimin y Taehyung para que hablaran a solas quizás cosas que deberían contarse entre ellos y a Yoongi se le apretó la garganta al imaginarse que ahora ellos dos se irían, su mismo lobo demasiado angustiado como para recibir otra noticia más, siendo quizá la fuerza de saber que tiene una manada que cuidar, lo único que lo animaba a continuar fuerte y derecho.
Y fue tarde por la noche, cuando él estuvo libre de todos aquellos informes, que la ansiedad lo atacó y el miedo se apoderó de él, esa debilidad de su lobo presente al sentir el lazo cortado y llamando por el compañero que en algún momento sintió que tuvo.
Es necesidad lo que lo obliga ahora a buscar ese aroma dulce y fuerte que se cernía por el aire y el cual era completamente reconocible para él, el cual ahora podría notar a cientos de kilómetros, y joder, fue como si la persona contraria igual estuviera sintiendo su presencia.
Porque Yoongi apenas tuvo en su campo de visión la casa de Jimin, vio la puerta principal abrirse y al chico que tantos estragos hacía en él, emerger por esta, mirándole de una forma que parecía indescifrable.
—Parece que alguien tiene los sentidos demasiado desarrollados.
Jimin rio suave, y se movió con un poco lento, el notorio esfuerzo haciéndole saber que aún no recuperaba las energías por completo.
—No pasas desapercibido, hyung.
Yoongi le sonrió también, sus ojos brillantes y su lobo ansiando el contacto que había reclamado por horas ese día. Así que se acercó, acortando toda la distancia, hasta que esta fue nula y sus manos se posaron en su cintura, mientras que sentía a Jimin recostar un poco de su peso tras la madera de la puerta.
Joder, amaba la sensación y el calor que los envolvía a ambos, el aroma dulce intensificándose hasta parecer ser el único oxígeno que ahora podría respirar si inspiraba profundo, y Yoongi sabe que podría vivir respirando este tipo de aire por toda su vida.
Y qué privilegio sería eso.
Tragó saliva, y se inclinó para reposar su frente en la contraria, sintiendo a Jimin relajarse bajo el toque de los dedos que reposaban en su carne.
Como si él también hubiese ansiado esto.
A Yoongi se le apretó el estómago.
—¿Cómo estás?
—Me duele el cuerpo —susurró, y quizás era la cercanía la que lo tenía hablando bajito y más ronco, porque la igualdad de alturas le hacía tener su boca justo frente a la del mayor y eso como que lo hacía jadear si es que hablaba más alto, y dios, no lo hacía a propósito pero sus ojos iban de los contrario hacia sus labios, sintiendo cosquillas en todo su cuerpo al ver que Yoongi hacía lo mismo, el brillo dorado brillando en los del alfa cuando volvió a subir la vista, encontrándose con la suya, y Jimin sintió sus ojos arder, no sabiendo por qué, pero se sintió como si su mirada se agudizara y conectara con la ajena. Y fue una especie de doble esfuerzo el poder concentrarse para terminar de decir—: pero puedo moverme mejor. Tae dijo que era normal, que a la gente podía ocurrirle eso y que solo necesitaba descanso.
Yoongi asintió, pero parecía automático como si no estuviera realmente escuchando lo que decía y Jimin no podía reclamarle o decirle algo porque se sentía igual.
¿Qué rayos había dicho?
Incluso no lo recuerda, está demasiado embobado con la vista que tiene del otro, tan cerca, milímetros sintiéndose como una distancia abrumadora que necesitaban acortar.
¿Qué esperaba? ¿lo besaría? ¿podría él besarlo?
Dios, ni siquiera tendría que preguntar porque el aroma que pica en su nariz le da la respuesta, las manos apretando su cintura con fuerza, los dedos que hacían pequeños círculos sobre la camiseta delgada que traía, esos mismos ojos dorados que le observaban con tanta intensidad.
Jimin suspiró prácticamente en su boca y sus manos apretaron la tela de su pecho.
—Yoongi...
Y Yoongi se lo dio, acortó la pequeña distancia y atrapó sus labios, los cuales había extrañado como si hubiese aguantado hambre por años, la sensación viajando por todo su cuerpo, hormigueando en su tacto, en la boca que abrió para darle acceso, en la lengua que deslizó para unirla con la contraria, probando cada parte de él, tocando cada parte sensible de su boca, haciéndolo jadear en su boca, necesitar su boca.
Yoongi no pudo contenerse cuando gruñó ligeramente desde su pecho y apoyó las manos tras la madera, a cada lado de la cabeza de Jimin mientras se inclinaba hacia su cuerpo, rozando sus pechos y haciendo al chico levantar los brazos para rodear su cuello y atraerlo completamente hacia él, como si ambos hubiesen olvidado que estaban afuera de su casa, casa que estaba en un terreno tan pequeño como lo era el centro de la manada, donde prácticamente la gente paseaba por los mismos caminos de pasto y gravilla a medida que vuelven a sus casas.
No le importó, honestamente, Yoongi incluso se sentía orgullo de que estuvieran ahí, a la vista de todos para que todos entendieran que Jimin era de él y él era de Jimin.
Porque así se sentía.
Su lobo ladró emocionado y sus manos buscaron su delgado cuello, el cual rodeó con el calor de sus palmas, sintiendo bajo la presión delicada de su piel, la pequeña zona de la cicatriz donde había estado su marca.
Yoongi le mordió el labio inferior, lamiéndolo luego y volvió a besarle cuando Jimin se inclinó hacia él, no queriendo dejar ir la sensación nunca de su boca, como si pudiese vivir besándole porque mierda, era el mejor elixir que podría probar en su vida.
Su sabor haciéndolo embriagar y volviéndole las piernas de gelatina.
Se separó con un poco de dificultad, Yoongi le dio ligeros picos antes de observarle como si fuera la cosa más bonita que pudiese contemplar. Jimin lo veía en su mirada y en el aroma perfectamente identificable ante su ahora sensible olfato.
Y es que la misma vista que Yoongi tenía, lo había excitado demasiado, Jimin con la cabeza ligeramente inclinada, observándole de soslayo, el cuello expuesto ante la leve extensión que hacía y esos belfos hinchados y rojos de tanto que él los había mordido y lamido a su gusto.
Esa imagen podría darle diez mil años de vida, Yoongi pensó.
—¿Te quedarás? —Jimin preguntó luego de un rato, cuando pareció recuperar el aliento, dándose cuenta de lo mucho que había necesitado su toque, sus labios, su mirada. Sintiéndose cómodo y seguro cuando se percató que Yoongi se encontraba de la misma manera.
—No, yo... —y su corazón cayó un poco, doliéndole quizá el hecho de haber rechazado su invitación, y ese miedo que parecía constante dentro suyo, volvió a crecer, queriendo consumirlo ante el mismo sentimiento de rechazo. Pero, honestamente, ¿cómo podría pensar que Yoongi lo estaba rechazando? el aroma es tan suave que el pensamiento se esfuma tan pronto escruta su rostro en busca de respuestas, viendo que el mayor le da una mirada un poco tímida al momento que baja sus manos para tomar sus dedos y entrelazarlos juntos—. Vine a buscarte, en realidad.
Jimin le miró curioso. —¿Dónde vamos?
—Bueno, considerando que mi lobo realmente está herido por todo lo que hemos pasado... quería llevarte a mi casa... —y cuando Jimin le quedó mirando en silencio, sin decir nada, como si estuviese procesando lo que le decía, Yoongi se puso un poco rojo—, es decir, creo que ayudará a mi lobo, tenerte ahí, le haría demasiado bien para sanar —y luego quiso agregar—, a ambos, a mí y a mi lobo nos gustaría tenerte en mi casa, Jimin.
Sintió burbujas en su estómago.
Así que ahí, de pie, vistiendo ropas cómodas con las cuales pensaba acostarse, terminó de cerrar la puerta de su casa y le miró como si intentara decirle que estaba listo para partir.
Pero entonces hizo una mueca, un tanto divertida cuando se encontró con su mirada de nuevo.
—No puedo caminar mucho aún, hyung —y alzó una ceja mirándole con ojos brillantes y juguetones—, ¿me cargarás hasta tu casa?
Yoongi se mordió los labios. —Sería un honor —e hizo una reverencia como si Jimin fuera alguien de la realiza, y es que para Yoongi podría serlo, el chico era tan hermoso y esbelto como un príncipe—, ¿nupcial?
Jimin rió. —Mierda, no, eso es muy cursi, Namjoon y Jin lo hacen todo el tiempo, estoy bien con que me lleves a cuestas, hyung.
—A cuestas, anotado. —y avanzó más hacia él, Jimin creyó que le daría la espalda para que él pudiera subirse, pero se sorprendió cuando Yoongi dobló un poco sus rodillas y vagó con sus manos la zona detrás de sus muslos, justo bajo la curva de su glúteo, apretando la carne.
—Hyung, esp-
Y Yoongi lo levantó, haciéndolo rodear automáticamente las piernas alrededor de sus caderas y los brazos deslizarlos por sus hombros para sujetarse mientras los dedos de Yoongi se moldeaban en sus muslos, tomándolo firmemente para que no cayera.
—No especificaste de qué forma y esto es igual que llevarte a cuestas.
—Jesús, eres tan cursi. —le dijo, pero se estaba riendo, incluso si estaba avergonzado de que ambos caminaran así mientras gente los veía pasar: A Yoongi, el alfa de la manada junto a él, un simple soldado más.
—Me siento como estar con alguien famoso.
Yoongi rodó los ojos. —¿Quieres mi autógrafo?
Jimin suspiró, y se abrazó a él, sintiéndose somnoliento cuando dejó descansar su mejilla en su hombro. —Quiero un montón de cosas de ti. —susurró pequeño, nostálgico y quizás con el pecho apretado.
—Puedo darte lo que quieras, Jimin... —y su voz fue calidez en sus oídos, pero Jimin simplemente lo abrazó con mayor fuerza y cerró sus ojos.
Él quería un lazo, quería volver a sentir aquello que apenas duró segundos.
¿Yoongi se lo daría?
Al recordar cómo le habló hace horas atrás creía que no.
Quizá era muy pronto, no habían pasado ni veinticuatro de todos los acontecimientos que habían agitado sus vidas.
Literalmente, Jimin vivió, murió y volvió a vivir, todo eso en menos de doce horas.
Podría preocuparse de un montón de cosas, empezando por su propia vida, sin embargo, estaba ahí, temeroso si pedir eso que Yoongi no quiere darle.
Decía que no quería atarlo, no quería darle esa necesidad, pero, ¿Cómo podría darle algo que ya tiene?
No es que realmente fuera dependiente de él, pero Jimin no podría imaginarse una vida sin él, y joder, es tan cursi que eso le hace apretarse contra el mismo alfa que invade cada uno de sus pensamientos.
—¿Pasa algo? —Yoongi pregunta y su voz es miel, derritiéndolo a él cuando inclina su cabeza lateralmente para frotar su mejilla en la suya—, ¿estás incomodo? Puedo bajarte si quieres.
—¿Y caminar? —preguntó incrédulo, haciendo bufar al otro, Jimin sintió la pequeña risa ajena vibrar en su propio pecho—, prefiero quedarme aquí, ya te ofreciste.
—Pero en serio, ¿estás bien?
—Solo cansado, hyung.
No pudo verlo, pero Yoongi apretó tiernamente los labios. Negando y haciendo que el movimiento le provocara cosquillas por el cabello del otro. —Debimos habernos quedado en tu casa.
—No importa —intentó consentir, cuando escuchó el tono medio lastimero en su voz, y algo sobre imaginarse a Yoongi haciendo pucheros le hizo estremecer—, es lindo que quieras enseñarme tu casa.
Y lindo era algo que quedaba pequeño al lado de la pequeña casa que veía frente a sus ojos.
Cuando Yoongi lo bajó se tambaleó un poco porque se había dormido, pero ahora, a pesar de lo cansado que se sentía, pudo notar la bonita casa de Yoongi. Y Dios ¿Por qué él nunca la vio? Aunque no es como si estuviese buscando su casa, casi todas estaban desplegadas por el bosque, mientras que esta parecía estar más alejada del resto.
Tenía un corredor en la entrada, y varias plantas, la madera caoba de la puerta dándole el toque rústico que simplemente se equilibraba con todo lo demás.
—Hogar dulce hogar... —le oye susurrar, mientras lo empujaba para que diera pasos hacia adelante y Jimin está demasiado emocionado como para no hacerlo, así que toma aquel empujón como la invitación y entra, notando el aroma de Yoongi cernirse por todas partes, sintiéndolo como una invitación.
Y joder, todo es demasiado doméstico ahí dentro, el pasillo con un perchero para ropas y un montón de botas y zapatos en la entrada. La sala de estar separada por una cocina americana y un gran seccional de terciopelo que luce como si fuera a tragarlo si es que se sentaba ahí.
Y Jimin no pudo seguir viendo más, porque la mejor parte estaba en la habitación del fondo, a donde fue llevado cuando Yoongi tomó su mano.
Era una habitación grande, pero sencilla, podría haberse fijado en cada detalle, pero estaba cansado y lo único que lo hacía sentir despierto era la misma emoción, el mismo aroma.
—Aquí —Yoongi le dijo, tirando de él para recostarlo en aquella cama de dos plazas—, descansa aquí. —Y su voz se volvió profunda, dejando salir sus ojos de alfa y fue como si el lobo de Yoongi le hubiese hablado, porque lo reconoció en todo su cuerpo.
Más que eso, fue como si lo hubiese reconocido en su alma, el mismo miedo disipándose de su cuerpo porque Yoongi soltaba un aroma que lo envolvía en seguridad.
Y quizá Jimin sabe que tienen un montón de cosas que hablar, un montón de cosas que discutir, pero ahora mismo guardaría el momento por siempre, porque Yoongi lo tira con suavidad y lo acuesta, acostándose él también y el toque se mantiene por siempre, cuando el mayor desliza las manos por su cintura y lo atrae a su pecho, arrullándole y repartiéndole besos por todo su rostro.
Era amor, tan dulce y profundo que sus ojos se hicieron agua, como si recién hubiese caído en cuenta que estuvo a punto de haber perdido esta sensación, estuvo a punto de no conocer nunca esta emoción.
Jimin quería decirle todo, agradecerle por todo, pero su garganta quemó y lo único que pudo hacer fue aferrarse a la emoción, sintiendo ese algo dentro suyo relajarse por completo, como si ambos por fin hubiesen unidos sus emociones gracias al mismo hombre que amaban.
Sintió un beso cerca de su sien y Yoongi apretarlo contra sus brazos, con tanta delicadeza que el mismo Jimin tenía miedo de quebrarse si es que algún día recibe un trato diferente.
—Recuerda que la manada siempre estará para cualquier cosa que necesites —le oye susurrar de pronto, su voz siendo un eco vacío que golpea el fondo de su nuca—, siempre podrás contactarnos.
Jimin se apretó a él, un poco turbado, pero la misma sensación esfumándose al instante porque el calor de Yoongi lo mantenía en aquel estado de paz.
—¿Por qué lo dices como si me fuera a ir? —susurra también, y su nariz se encoge y olfatea en busca de su cuello, el cual, en medio de la misma noche y oscuridad busca a tientas, suspirando profundo cuando esconde todo su rostro en aquel pedazo de piel nívea expuesta para él.
Siente la cabeza de Yoongi moverse en una negación. —Solo lo digo, para que recuerdes.
Y lo abrazó con fuerza.
Pero Jimin supo, incluso en aquel estado taciturno y cansado que se encontraba, supo lo que Yoongi no puso en palabras, pero sí expuso con la pequeña tensión de su cuerpo.
Porque estaba seguro que el mayor creía que él se iba a ir. Que él quería irse.
Iluso y bobo Yoongi, pensó, porque a partir de este día, Jimin no pudo separarse de él, no pudo volver a otro lugar que no fuera este porque, este lugar en sí, se sentía como lo más doméstico que tendría en su día a día.
Este lugar, que parecía volverse un refugio sólo porque ese alfa estaba, era el lugar donde Jimin quería estar por siempre.
El lugar donde estuviera él.
Solo él.
*
Yo dije antes que era de 10 cap esta historia toda fluff y cosas nice, y ahora cada que escribo pienso: nonononono, faltan dos cap más, ahre gracias ♥ haganle stream a BE POR FAVOR, Y NO OLVIDEN VOTAR COÑO AHRE ME ENOJABA KASDJ STREAM :c
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